Desde noviembre de 1975 hasta las elecciones de junio del 77, la derecha estuvo muy alterada, después también; no olvidemos el intento de golpe militar de febrero de 1981. Se negaban a legalizar partidos de izquierdas, no querían desarticular el Sindicato Vertical, pretendían que la reforma legal solo fuese estética…Fraga y otros exministros de Franco, y miembros del continuista Gobierno de Arias Navarro, azuzaban a los mandos de las fuerzas armadas, también vinculados al régimen dictatorial, para que no se avanzase por una “peligrosa” (peligrosa para sus intereses, prebendas y privilegios) democratización de España.
Esa obsesión de la derecha, contra la posibilidad de que un partido de izquierdas gobierne “SU España”, en contra de que los trabajadores reconquisten derechos, de que los pueblos y nacionalidades que componen el Estado español puedan decidir su destino, continúa viva, no se han curado. Esa tara mental colectiva es el resultado del miedo que tienen a perder sus privilegios; a pesar de que, más allá de los estéticos, como acompañar a “SU Caudillo” bajo palio y los festejos del 18 de julio para celebrar la criminal victoria genocida contra su propio pueblo, pocos privilegios han perdido.
La derecha está nuevamente rabiosa, con una rabia que, al parecer, han tenido en conserva durante cuatro décadas. Olfatean que esta vez va a ser complicado que la crisis la paguen las rentas del trabajo, pues la resistencia de la mayoría social es evidente. Temen que este Gobierno no sea capaz o no tenga la voluntad de tomar medidas agresivas en “SU favor”, como las que tomó Aznar con su ley de liberalización del suelo, que desembocó en la burbuja inmobiliaria, o la agresiva reforma laboral que impuso Rajoy.
Quieren desestabilizar al Gobierno. Desean llevar a este país a una situación insostenible sin importarles los costes económicos ni humanos, para forzar un gobierno de unidad nacional, de coalición o como sea, pero que les dé la tranquilidad de que no se van a subir impuestos para cubrir las necesidades sanitarias (eso sí, a las 8 aplauden para guardar las apariencias ante sus vecinos. Apariencias que quedan claras una hora después cacerola en mano), ni se van a establecer mecanismos de afianzamiento del Estado de Bienestar, al que no están dispuestos a contribuir.
La música es la misma de siempre, aunque AP y Fuerza Nueva o PP y VOX le pusieran y le pongan letra algo diferente. Sin embargo saben que la presencia del PSOE en cualquier tipo de gobierno que se forme es imprescindible, ningún partido por si solo tiene la suficiente credibilidad para aplicar las políticas que las instituciones financieras internacionales les requieren.
Somos solidarios del Presidente, Pedro Sánchez, de los ministros socialistas, de la coalición que han formado, pues representan a muchos millones de trabajadores y ciudadanos que quieren cambiar el país. Reivindicamos que tengan libertad para atender a las demandas de millones de trabajadores y ciudadanos en difícil situación, para aplicar el mandato de los electores, sin las abrumadoras exigencias de la patronal, a la que nadie ha elegido, de la Guardia Civil, a la que nadie ha elegido, del Banco de España y la Airef, que tienen prohibido recibir instrucciones de los que representan la soberanía del pueblo. De la misma manera que reivindicamos el derecho a gobernar de los que han sido elegidos para ayuntamientos y autonomías. Exigimos que se deje gobernar al Gobierno, para que pueda cumplir con los compromisos de investidura y de los programas electorales. Es legítimo que el Gobierno satisfaga las reivindicaciones pendientes de la mayoría social, no hay mejor forma de combatir a la derecha franquista que fortaleciendo derechos y libertades. Sabemos que es un Gobierno que aún no ha cuajado, apenas llevaba dos meses formado cuando estalló la pandemia, es un Gobierno de coalición con distintas sensibilidades en su seno y encima les ha tocado lidiar con la peor crisis sanitaria de los últimos cien años. El resto de dificultades ya las pone la derecha.
No se trata de apoyar incondicionalmente al Gobierno, pues solo de sí mismo dependerá si se debilita, cayendo y arrojándonos a las fauces del gobierno que añoran los nostálgicos rabiosos o si se fortalece demostrando que gobierna para la mayoría social. Una medida así sería que el acuerdo del PSOE, UP y Bildu se hiciese extensivo a otras fuerzas políticas: ERC, BNG, Compromís, Mas País…para derogar íntegramente la reforma laboral de 2012, la reforma de pensiones de 2013, la LOMCE, la derogación del Artº 135.3 de la Constitución…
El Gobierno se verá fortalecido si no aplica las recomendaciones que el Gobernador de Banco de España hizo en su reciente comparecencia ante las Cortes, en la que recetó: nuevos recortes, más despidos, etc. Las recetas de siempre.
La alternativa de los de la cacerola rojigualda es la regresión, otra vuelta de tuerca a la reforma laboral. La alternativa al Gobierno actual es otro ataque al sistema público de pensiones, es otra andanada de leyes restrictivas contra los derechos fundamentales, no por el estado de alarma; Rajoy no necesitó un estado de alarma para abusar del artículo 315.3 del Código Penal para criminalizar el derecho de huelga, ni para la Ley Mordaza contra la libertad de expresión y movilización.
La deuda aumenta; los expertos la sitúan por encima del 115%, y de otra parte el PIB desciende -9 puntos, es la previsión. Las posibilidades de entrar en una recesión fuerte son más que reales. El Gobierno se fortalecerá si no titubea, si se enfrenta a los que quieren que la crisis la paguen los de siempre, si impide los despidos, si reactiva la economía con todos los productos que les son necesarios a la sociedad e interviene, si hace falta, las entidades financieras y las fábricas que considere necesario. Competir con China no puede ser a base de bajar los salarios.
Con el anuncio de cierre de la planta de Nissan de Barcelona se corre el riesgo de dejar sin sustento a 23.000 familias, entre trabajadores directos e indirectos. Ante esto, el Gobierno debe actuar sin medias tintas. Alguna vez habrá que pararle los pies a las multinacionales. Los patriotas lo comprenderán; no se puede mentir al Presidente de un país que está dándote ayudas económicas por los cuatro costados y que no pase nada. Si se metieron más de 60 mil millones para sanear entidades bancarias que después fueron entregadas gratis o baratas a otras entidades financieras, no es descabellado expropiar una fábrica que te hace un roto laboral del tamaño de Nissan, máxime cuando es evidente que este país no puede depender en exclusiva del sector servicios. Más aún cuando ha quedado claro que tenemos carencias básicas como la fabricación de respiradores hospitalarios, por poner solo un ejemplo.
Nissan, a pesar del tremendo drama que representa, puede que sea la primera parte de la punta del iceberg que se nos echa encima. Los despidos se están produciendo en la mismísima sanidad pública; por ejemplo en la Comunidad de Madrid –icono del PP de lo que debiera ser un Gobierno- se está despidiendo a los sanitarios que fueron contratados para paliar el déficit de personal, y se está contratando con cuentagotas en la atención primaria. Como dicen los católicos: “desvestir un santo para vestir a otro”. Las compañías aéreas están anunciando despidos masivos. El 30 de junio termina la protección a los trabajadores que han caído en la desgracia de los ERTE de fuerza mayor, los cuales suman más de tres millones y cuyos salarios han descendido por este hecho entre un 30% y un 50%. Todo hace temer una ola de ERE, por eso es muy urgente la derogación íntegra de la reforma laboral. El turismo se va a resentir sin duda, y así un largo listado de sectores y empresas a las que el Gobierno está ayudando con multimillonarias cifras, pero que no garantizan el empleo. Por ende, las ayudas económicas deben ir destinadas a impedir la destrucción de puestos de trabajo y sólo a las empresas que aseguren el mantenimiento del empleo.
Hay que recordar nuevamente que el Gobierno de quienes enarbolan la cacerola, soltó más de 60.000 millones de euros solo para un solo sector, el Financiero; cuyo “agradecimiento” a la sociedad fue la destrucción de más de 100.000 puestos de trabajo de los que no han devuelto ni el 10% de esa deuda con el Estado. 60 mil millones equivalen al 50% del coste económico estimado de la actual pandemia.
La mayoría social debe percibir, tiene que ser tangible, que el gasto público se destina a las prioridades de la mayoría: el Ingreso Mínimo Vital, aunque insuficiente, lo es; siempre que no se termine utilizando para complementar salarios, lo que sería una manera indirecta de financiar a las empresas. Necesitamos que se refuerce y se asegure como un derecho, como una conquista histórica, un subsidio de desempleo que cubra todas las necesidades de una unidad familiar media. Reforzar el sistema sanitario con infraestructuras, medios técnicos y personal bien remunerado lo es. Desdoblar las aulas y contratar profesorado para que el septiembre se inicie el curso con normalidad y con medidas de prevención para alumnos y profesores lo es…Esas son, entre otras muchas, las prioridades que hay que abordar.
Ante todo esto, que es mucho, no basta con salir a aplaudir a las ventanas. Las organizaciones que representan a la mayoría social, sean de la naturaleza que sean: partidos, sindicatos o asociaciones, deben aunar una respuesta por y para la mayoría social. No tenemos los medios de comunicación, carecemos del dinero para financiar campañas como hace Steve Bannon, no tenemos los medios de producción, pero seguimos siendo la mayoría que trabaja para llevar un salario a casa con el que mantener a nuestras familias, la que cotizó y recibe una pensión, la que estudia para tener opción a un futuro digno, y cada día esos sueldos, esas pensiones y ese futuro están más devaluados.
El Comité de Redacción