Trece meses después del inicio de la guerra ésta no ha hecho sino incrementar su crueldad dejando un rastro de muertes y destrucción masiva, mientras tanto Putin sigue bombardeando ciudades y los Gobiernos europeos, subordinados a Biden siguen alimentando el fuego guerrero con el envío de armas, adiestramiento de soldados y el apoyo financiero a Zelenski convertido en portavoz del presidente americano.
El aumento del gasto militar en Alemania supone 100.000 millones cruzando una línea roja hasta el momento no cruzada desde la II Guerra Mundial, los diferentes Gobiernos europeos han llevado a cabo aumentos presupuestarios en las partidas militares disciplinándose de esta forma a los dictados de EEUU, que no parece tener ningún interés en que se acabe la guerra, si tenemos en cuenta el envío de armas y material de guerra que no cesa de enviar. Los envíos de armas y dinero son el billete de entrada en la guerra, guerra que no es de los pueblos sino a intereses ajenos a los pueblos mismos.
Cada vez más voces señalan que el viaje del primer ministro británico, Johnson se desplazó a Kiev para parar un acuerdo alcanzado entre Ucrania y Rusia en Estambul a finales de marzo primeros de abril del pasado año.
La OTAN y la ONU aparecen como organismos de guerra inhabilitados para cumplir ninguna misión ni mediación de paz, sin embargo, la paz es posible, y la primera condición para la paz es la retirada inmediata y sin condiciones del ejército de Putin y el cese inmediato del envío de armas a Zelenski.
Estados Unidos ha declarado la guerra a Europa, comercial y socialmente. La exigencia del presidente americano Bien a Alemania, de que rompa con Rusia puede suponer una caída del 12% del PIB y cinco millones de desempleados.
Pero la movilización contra la guerra se hace cada vez mayor. La respuesta dada el día 25 de febrero, aniversario del estallido de la guerra, que reunió a más de 50.000 personas en la Puerta de Brandemburgo de Berlín, respondiendo al llamamiento de Alice Schwarcer y Salira Wagenknecht, para oponerse a la guerra y por la paz, manifestación que sus organizadores valoran como la más numerosa en los últimos dos decenios, fue un éxito rotundo a pesar de las fuertes presiones que se realizaron para que fracasase, además de la campaña de calumnias emprendida contra sus convocantes.
Al calor de esta movilización se realizó una conferencia el día 4 de marzo con la participación de más de 150 participantes, entre los que se encontraban numerosos sindicalistas, diputadas y movimientos sociales que exigían al gobierno de Scholz y los Verdes que detengan la matanza, el cese del envío de armas para la guerra y que no se sienten representados por un gobierno que participa de la guerra.
Es el inicio de un gran movimiento al que se tendrá que enfrentar la coalición gubernamental del Partido Socialdemócrata Alemán y Los Verdes, convertidos en auténticos belicistas.
El lunes 27 hay convocada una huelga por el sindicato Ver. Di que representa a más de dos millones de empleados públicos y el sindicato EVG que representa a 230.000 trabajadores del sector del transporte, incluidos los trabajadores del Deutsche Bahn, Ver.di, exige una subida salarial del10,5 y EVG una subida del 12%, la inflación en Alemania registro una media en 2022 del 7,9%, el Gobierno alemán niega subidas salariales mientras aumenta en gastos militares en 100.000 millones, difícil de explicar, tanto en Berlín como en Madrid. Tambores de movilización suenan por toda Europa.
La lucha contra la guerra y la defensa de los derechos sociales y los salarios dignos aparece cada día inevitablemente más relacionada.
El ofrecimiento del presidente chino Xi Jinping para hacer de mediador es una propuesta que debería ser tenida en cuenta por el Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz para impulsar una verdadera propuesta de paz y parar la matanza de seres humanos que está ocasionando esta guerra criminal.
José Antonio Iniesta
Militante de la agrupación sociales del PSC en Sant Boi
Miembro del comité de redacción de Tribuna Socialista
Un artículo de La Vanguardia del 23 de enero resumía con este título la situación de Francia, tras el levantamiento de la clase obrera francesa contra la reforma de las pensiones anunciada por el Presidente Macrón mientras, paralelamente, también anunciaba un aumento del gasto militar que llega a los 413 000 millones de euros (un aumento del 35%). Más de 2 millones de trabajadores participaban de la huelga y las movilizaciones. Sin embargo, a pesar de la resistencia de la clase trabajadora, la reforma se ha concretado en el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años, aumentar de 42 a 43 los años para tener la jubilación al 100 por cien y empezar a desmantelar los regímenes especiales. La lucha en defensa de las pensiones continúa en Francia liderada por La Francia Insumisa haciendo tambalear al gobierno de Macron.
Pero, si en Francia se produce esta batalla, «cuando veas las barbas de tu vecino cortar…». Hace unos días, la Comisión Europea lanzaba una amenaza a España: la penalización máxima del Fondo de Recuperación si incumple con la reforma de las pensiones. ¿Y cuál es esta reforma de las pensiones que exige la UE para los españoles?
Cómputo de la pensión
La ampliación progresiva del periodo de cómputo de la pensión a 30 años, pero descartando los dos peores años cotizados. UGT y CC.OO piden. que, en líneas generales, se mejore el acceso a la jubilación porque «no hay ningún país en el que se exijan 15 años para cobrar una pensión».
Factor de sostenibilidad
Europa exige que España tenga un factor de sostenibilidad que automatice el equilibrio de las
pensiones, pero este sistema, aprobado por el PP en 2013, no lo quiere el PSOE. España quiere un Mecanismo de Equidad Intergeneracional para que las pensiones suban un 0,6 % de los cuáles el empresario se haga cargo del 0,5 % y el resto lo ponga el trabajador.
Aquí no se tiene en cuenta el aumento progresivo de la esperanza de vida y, por lo tanto, de cobro de pensiones durante más tiempo ni de otros aspectos demográficos como la natalidad o la inmigración.
Por la auditoría a las cuentas públicas
Mientras el debate sobre las pensiones cruza las fronteras para cernirse sobre nuestro país, sigue sin cumplirse la auditoría pública a las cuentas de la seguridad social, que demostraría la viabilidad del actual sistema de pensiones, y el expolio de la caja única de las pensiones cuyos fondos se han saqueado a lo largo de los años para trasladarlos a otros fines. Una vez más, desde Tribuna Socialista trasladamos la exigencia de cumplir con este compromiso.
Más presupuesto para misiles
Mientras se exige menor gasto en pensiones, por otra parte los compromisos adquiridos con la OTAN se van cumpliendo, produciéndose un incremento del gasto militar que este año está previsto en 12317 millones de euros.
El 24 de febrero de 2022 es una fecha que pasará a la historia. Es el aniversario de la invasión de Ucrania, por parte del ejército de Putin. El balance en vidas es pura barbarie: 200.000 soldados muertos, 100.000 por cada bando, 40.000 civiles ucranianos, según datos del general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., dados el 10 de noviembre de 2022 a la BBC. Un país, Ucrania, está siendo destruido y casi 8 millones de ucranianos han tenido que huir de su país.
No quiero limitarme a describir las cifras del desastre. En este artículo quiero intentar entender por qué, unos y otros, parecen decididos a mantener esta locura en el tiempo. Decir que esta guerra es una guerra contra los pueblos es una expresión que se puede cuantificar; en las cifras de muertos ya señaladas y con los datos económicos que ya conocemos del pasado año. Veamos algunos de ellos:
Las multinacionales de los combustibles: BP (británica), ExxonMobil (estadounidense), Shell (británica constituida en Países Bajos), Chevron (estadounidense). Solo estas cuatro multinacionales, suman más de 150.000 millones de dólares de beneficio en 2022, año de guerra. Unos beneficios récord y exorbitantes.
El oligopolio de las cinco grandes compañías de la energía en España: Iberdrola, Repsol, Endesa, Naturgy y Cepsa, han obtenido 13.300 millones de euros, un incremento promedio del 49% de beneficio neto, más que en 2021.
Son los sectores de la energía y los combustibles los que iniciaron la espiral inflacionaria que recorre Europa. Unos incrementos de precios que, a la vista de los descomunales beneficios, no corresponden a las necesidades de la producción sino a la avaricia por el beneficio y el reparto de dividendos, a esa competencia absurda (salvo para la lógica del mercado) por la capitalización de las empresas.
La ola inflacionaria provocada por los grandes del gas, el petróleo, etc., ha sido la excusa para que otros sectores, como la banca, también se sumen a la fiesta de los beneficios récord. El oligopolio financiero conformado por: Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Bankinter y Unicaja, han ganado 20.850 millones de euros, un 28%, en promedio, más que en el ejercicio anterior.
Si el sector energético se está beneficiando de la guerra a corto plazo, el del armamento lo está haciendo en el corto, medio y largo plazo. Solo la industria del armamento estadounidense, ha experimentado un crecimiento del 49% en sus beneficios en 2022, al obtener 52.000 millones de dólares. La llamada a la compra de munición a las presiones a seguir abasteciendo al ejército de Zelensky hacen pronosticar pingües beneficios para los próximos años.
En la otra cara de la moneda está el empobrecimiento de las familias trabajadoras, en todos los países de Europa. El IPC medio en España se ha cerrado para 2022 en el 8,5%, pero el IPC de los alimentos y las bebidas no alcohólicas, lo que llamamos normalmente «la cesta de la compra», ha alcanzado el 15,7%.
Frente al incremento de los precios, la subida salarial media en nuestro país ha sido del 3,24% (eso, para los 880 convenios colectivos registrados en 2022 y los 2204 que se firmaron en años anteriores con incrementos previstos para 2022). Esto afecta a unos 9 millones de trabajadores y trabajadoras, por tanto, hay otros 8,4 millones de asalariados por cuenta ajena que no han tenido incremento salarial, subida 0.
Hasta junio no sabremos la variación del índice del riesgo de pobreza y exclusión social. En 2021, el 27,8%, es decir 13,1 millones de personas en España, estaba en riesgo de pobreza y exclusión social. La pérdida brutal de poder adquisitivo presagia un incremento de este nefasto índice.
Estas son solo algunas cifras, positivas para la minoría y negativas para la gran mayoría, de lo que es la guerra y para qué es la guerra.
Ya sabemos que Putin no es demócrata. Los ciudadanos rusos lo saben bien; no pueden posicionarse contra la guerra, ello les puede costar la cárcel, como poco. A pesar del perfil antidemocrático y, si se quiere, criminal de Putin, no es verosímil decir que esta guerra se libra en nombre de la libertad y la democracia; no si quien lo dice mantiene relaciones y apoya a países como Israel, que tiene sometido a más de medio millón de personas en Gaza, y que, desde 1948, ha expulsado a más de 7 millones de palestinos (1,2 viven en campos de refugiados en Líbano, Jordania…). O con Arabía Saudí, donde la libertad es, solo, cosa de hombres. O, si quien lo dice es quién organiza y/o participa en un mundial de fútbol en Qatar, Estado-manantial de corrupción, véase el «Qatargate» en el Parlamento Europeo y se muestra insensible ante los miles de trabajadores muertos en la construcción de los estadios -según el diario “The Guardian” (29nov22), al menos 6.500 muertos-, en una absoluta indiferencia por la vida humana.
Esta es una contienda de intereses entre los oligarcas rusos protegidos por Putin, los descendientes de los sepultureros de la Revolución de octubre de 1917, esos que se apropiaron de los sectores estructurales del Estado que la revolución proletaria había colectivizado. Y por otra parte las multinacionales para quienes la OTAN, según el periodista de investigación Seymour Hersh (Premio Pulitzer en 1970 por su cobertura de la masacre de My Lai, en la guerra de Vietnam) ha reventado los gaseoductos que suministraban gas a Alemania y a otros países de Europa (Nord Stream 1 y 2), llevaron a cabo un sabotaje que ha posibilitado que los USA hayan aumentado sus exportaciones de gas natural licuado (GNL) en un 137%, en los 10 primeros meses de 2022.
Esta dinámica de guerra es una irresponsabilidad de consecuencias históricas, y nada apunta a que vaya a parar. El Senado de los USA ha aprobado el mayor presupuesto militar de su historia, 858.000 millones de dólares. Putin por su parte ha decidido que el presupuesto para la guerra será ilimitado. Una de las derivadas en Europa es la presión para que los gobiernos envíen tanques, aviones de combate y que multipliquen la fabricación y compra de munición.
No tengo porqué tomar partido por una de las partes de esta contienda. Por eso, en favor del pueblo ucraniano, para que pare la destrucción y la muerte; en favor del pueblo ruso, para que dejen de llegar ataúdes con hijos, padres y hermanos, y en favor de todos los pueblos de Europa, contra quienes, de un modo u otro, se libra esta guerra, digo
El miércoles día 11 por la mañana se dieron cita, frente al Congreso de los Diputados, una representación de firmantes del Manifiesto internacional ¡Alto a la Guerra! ¡Alto el fuego inmediato, sin condiciones! Al acto acudieron varios medios de comunicación y reporteros gráficos.
En el evento intervinieron:
Roberto Tornamira Sánchez, en nombre del Comité para la Alianza de los Trabajadores y Pueblos (CATP) y miembro del Comité de Redacción de Tribuna Socialista.
Isabel Cerdá Martín, en nombre del Colectivo de Mujeres Republicanas, colectivo vinculado al CATP.
Eduardo Hernández Oñate, presidente de la Asociación Trabajo y Democracia (ASTRADE).
Pedro López López, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y activista de Derechos Humanos.
Xabier Arrizabalo Montoro, trabajador de la Universidad Complutense de Madrid y miembro por CCOO de su Junta de Personal.
También estuvieron presentes otros firmantes del Manifiesto como: Jordi Salvador i Duch, José Miguel Villa Antoñana, Ángel Tubau, Miguel Sagüés, Juan Fernando Díaz-Mayordomo, entre otros.
En apoyo a esta presentación, se recibieron mensajes del Partido Obrero Independeinte de Francia, el POI, de la Nueva Corriente de Izquierdas (NAR), de Grecia y del Senador por Valencia, Carles Mulet García. Excusó su presencia, por cuestiones familiares, el filósofo y escritor Javier Sádaba Garay.
El documento ve la luz con más de 500 firmantes de 16 países europeos y otros tantos de otros continentes. Son los primeros firmantes de este llamamiento a parar la guerra que hoy se hace púbico. En el momento de redactar esta crónica, el manifiesto cuenta con cerca de 300 firmas y con la adhesión de 13 organizaciones y asociaciones en el Estado español.
Los intervinientes, en sus intervenciones, coincidieron en denunciar que en la guerra hay unos perdedores, que son los pueblos, el ucraniano en primer lugar, pero también el ruso y el resto de los pueblos de Europa y de todo el mundo. Es necesario diferenciar entre los intereses de la mayoría social, en todos los países, y los de sus dirigentes. La responsabilidad de la guerra es del gobierno ruso, liderado por Putin al servicio de los oligarcas que se repartieron los sectores estratégicos que eran propiedad del Estado en la época soviética. Así mismo, es responsabilidad de las distintas administraciones estadounidenses que, al servicio de las multinacionales, que no ha dejado de intervenir en las últimas décadas, utilizando a la OTAN como punta de lanza. Coherentemente, para no alimentar los ya estratosféricos beneficios del mercado del armamento, se rechaza el abultado incremento de presupuestos militares en los presupuestos generales del Estado. Esto, además, detrae recursos de partidas tan necesarias como la Sanidad y la Educación pública o dificulta que el Estado devuelva a las Pensiones el dinero que, desde hace décadas se viene utilizando indebidamente. Aunque los medios de comunicación de masas lo aca llen, esto es un sentir que existe en todos los países de Europa: Francia, Gran Bretaña, Alemania…
Con el Manifiesto, se lanza un grito de alarma sobre esta escalada bélica, que va camino de cumplir un año, y que puede derivar hacia una catástrofe mundial.
Como ciudadanos conscientes, es una obligación y un derecho lanzar este llamamiento a parar la guerra. No seremos cómplices, dijeron.
Se dirigen a todos los trabajadores y trabajadoras de Europa a unir sus fuerzas para detener este engranaje mortal y esta carnicería. Por todo ello, ¡Alto a la guerra! ¡Alto el fuego inmediato!
Por último, se han comprometido a constituir un equipo coordinador para que la iniciativa que el día 11 presentaron concluya en un “Movimiento internacional contra la Guerra”, de común acuerdo con los partícipes en este acto y con todas las organizaciones y colectivos de firmantes.
Son muchas las razones por las que deberíamos decir “¡¡¡BASTA YA!!!”
No hay ninguna duda que la peor parte de este conflicto la está pagando la clase trabajadora; los pueblos ucraniano y ruso, que sufren las victimas mortales, refugiados, heridos graves y la violación de los derechos humanos desde hace 10 meses, en una injusta guerra, iniciada brutalmente por la oligarquía que lidera Putin y alimentada por los gobiernos de la coalición atlántica que forman la OTAN.
Los pueblos de toda Europa también están sufriendo esta guerra. Está afectando gravemente al Estado de bienestar social que la clase trabajadora ha conseguido, nadie se lo ha regalado, desde el final de la II GM. Está impactando con mayor dureza en los países subdesarrollados, donde las hambrunas, las enfermedades mortales se ceban particularmente en niños, niñas y personas mayores.
El incremento presupuestario que se aprobaron en la cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid el pasado mes de junio, y que apoyan y respaldan todos los gobiernos que la forman, acuerdan ampliar el gasto armamentístico hasta alcanzar el 2% del PIB; eso según las cifras oficiales asignadas al Ministerio de Defensa, porque la realidad es que sumando las partidas en industria, investigación… que también redundan en la carrera armamentística, el incremento de los presupuestos militares es mayor que el 2%. En esta línea de actuación presupuestaria, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la sesión plenaria de la 68 Asamblea Parlamentaria de la Alianza, celebrada a finales de noviembre en Madrid, ha dicho que “el esfuerzo económico que supone la Defensa no ha hecho más que comenzar. El 2% de inversión en Defensa no es el techo, es el umbral». Por tanto, unos y otros dan legitimidad a una guerra injusta, llevando a todos los pueblos a sufrir una situación de crisis muy preocupante.
En el otro lado de los pueblos están los inversores de la industria armamentística, fundamentalmente estadounidense, como es el caso de Loockheed Martin que en los últimos 12 meses acumula un rendimiento bursátil de más del 55% y de las multinacionales del gas de esquisto, en su práctica totalidad estadounidenses, cuyas cotizaciones en bolsa no paran de crecer. La revista digital de mercados MarketScreener publicaba el 7 de abril de este año:
“Al menos una docena de ejecutivos de gas de esquisto de Estados Unidos se reunieron el miércoles con funcionarios europeos de energía para discutir la expansión de los suministros de combustible de Estados Unidos a Europa, en medio de la lucha por reemplazar las importaciones rusas”.
Este es el trasfondo de la guerra que sufren los pueblos, la lucha de las multinacionales de la energía y las materias primas, frente a los oligarcas rusos que se apropiaron de los sectores estratégicos del pueblo ruso.
la clase trabajadora europea tiene que organizarse y llevar a cabo sus reivindicaciones y protestas a la calle, pese a la represión que muchos gobiernos ejercen sobre los manifestantes que se oponen a apoyar el conflicto y a la presión de los medios de comunicación que ocultan dichas protestas, bajo el yugo de sus consejos de administración.
Nos encontramos a más de 3.700 km de distancia del lugar del conflicto, donde la destrucción de las bombas, las muertes, y las violaciones de los derechos humanos no cesan, pero no por ello debemos ser meros espectadores.
La guerra no se combate pidiendo medidas que topen los precios de productos básicos para la alimentación de las familias, aunque está bien o dando ayudas para el transporte, que también es positivo. Pero, estas medidas paliativas suenan, a dormidera, a que pretenden mantenernos callados y quietos ante esta guerra y las situaciones de precariedad que derivan de ella, aprovechando en shock que sufre la clase trabajadora, y la inmovilidad de las organizaciones de los trabajadores. En 2008 fue la crisis inmobiliaria y financiera, en 2020 y 2021 la pandemia y ahora la guerra. Parece que el sistema económico imperante solo es capaz de hacer beneficio a partir de la destrucción y del ataque permanente a los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
Todas las movilizaciones y reivindicaciones de la clase trabajadora que se han desarrollado y las que están pendientes de celebrarse deben estar bajo el lema “ALTO A LA GUERRA SIN CONDICIONES “, ya que todos los males que estamos sufriendo, como son los bajos salarios, incrementos de los precios de las energías, alimentos básicos, alquileres de viviendas, recortes en sanidad y educación, reformas en el sistema público de pensiones…son algunas de las consecuencias de esta guerra, o eso argumentan ellos.
Debemos, sin excusas, ejercer nuestro derecho de ciudadanía, para preservar y salvaguardar los intereses sociales y públicos, que requiere un sistema democrático y de derecho.
Es necesario que trabajadores, desempleados, estudiantes, organizaciones sindicales, movimientos sociales, pensionistas, familias enteras, salgamos a la calle en grandes manifestaciones por el ALTO A LA GUERRA INMEDIATA, SIN CONDICIONES, RETIRADA DE LAS TROPAS RUSAS DE UCRANIA, CONTRA LA POLITICA ARMAMENTISTICA. Es necesario un movimiento social contra la Guerra.
Tal vez este invierno pasemos frio, hay quienes ya lo han pasado en inviernos anteriores porque el sueldo no llega para todo, eso que llaman “pobreza energética”, pero no lo pasaremos callados, como desean quienes nos presentan la Guerra como si fuese un destino natural. Pretende legitimar tanto el conflicto como sus consecuencias. De este modo se busca un único culpable a la vista del inminente desastre social y ecológico.
Juan Fernando DíazMayordomo Martínez, Militante socialista y afiliado a UGT en Madrid
Tribuna Socialista participa en el Comité para la Alianza de los Trabajadores y Pueblos (CATP), y junto a los demás colectivos que lo conforman, participamos en la “Confe- rencia Europea de Urgencia”, celebrada el 9 de abril bajo el lema:
“¡Abajo la Guerra!
¡Ni la Rusia de Putin, ni la OTAN!
¡No a la unión sagrada de los Gobiernos promotores de la Guerra!
A esta Conferencia, se conectaron telemáticamente militantes sindicales y políticos de 19 países de Europa, y abrimos una sección especial en Tribuna Socialista nº 133, en la que reflejamos una amplia información sobre la Conferencia. Así mismo, el CATP editó un Boletín especial (Documentos que ponemos a disposición de quien tenga interés).
Producto de la Conferencia del 9 de abril, adquirimos el compromiso de organizar unEncuentro europeo el 25 de junio, en Madrid, coincidiendo con la celebración de lacumbrede laOTANenMadrid,conellema:
Encuentro Europeo contra la Guerra, la OTAN y la Explotación
¡Ni Putin ni OTAN!
También sobre este Encuentro se editó un Boletín con las resoluciones del evento, y dimos cumplida cuenta del mismo en TS-134.
De la cita del 25 de junio, entre otras resoluciones, salió el compromiso de constituir un Comité de Enlace Europeo. Los miembros de este Comité hemos mantenido c0rrespondencia a lo largo de estos meses pasados. Recientemente, se ha acordado poner en marcha un Manifiesto, bajo el título “¡Altoalaguerra! ¡Alto el fuego inmediato, sin condiciones!”. En una primera fase, saldrá el documento con las primeras firmas de cada país europeo que está trabajando en ello: Alemania, España, Francia, Italia,entre otros.
Dado que los ritmos en unos y otros países no son los mismos, publicamos en este número 138 de Tribuna Socialista, el Manifiesto y las primeras 53 adhesiones en el Estado español.
De Ucrania a la valla de Melilla. El mundo está interconectado y las decisiones que se toman en un despacho de la Casa Blanca en EEUU o del Kremlim en Rusia tienen sus repercusiones en forma de hambrunas, guerra y muerte. El auge de la extrema derecha y las oligarquías en sus múltiples formatos provoca miseria y genocidios. La cumbre de la OTAN en Madrid echa más leña al fuego: incrementar los presupuestos para armamento. En ausencia de socialismo, todo es barbarie. Mientras observamos atónitos como la ultraderecha se apodera de mundo y los derechos y conquistas sociales retroceden en el mundo occidental, la guerra de Ucrania está arrasando África con hambrunas provocando millones de muertos. la mayoría niños. En Etiopía, Kenia y Somalia, y más de 10 países africanos tienen más de 1,7 millones de niños que necesitan tratamiento. Las vidas de los niños del noreste africano y otros países como Níger o Chad están en peligro tras la crisis alimentaria y energética provocada por la guerra de Ucrania. Países en guerra como Sudán están causando millones de desplazados, y la subida de los precios de los combustibles, la crisis energética y el encarecimiento de alimentos básicos, generada en parte por el bloqueo comercial de las exportaciones de trigo ucraniano, sustento fundamental para la alimentación de un puñado de países, han generado una tormenta perfecta que derivará en un «huracán de hambrunas». Un tercio de las calorías que se consumen en gran parte de África provienen del trigo cultivado por dos países: Ucrania y Rusia. Las sanciones internacionales a Rusia provoca que Rusia no pueda exportar trigo, mientras que el trigo ucraniano no puede salir como consecuencia de la invasión y cerca de un 35% de las plantaciones ni siquiera se han podido llevar a cabo. Somalia importaba un 92% del trigo de Rusia y Ucrania, pero ahora mismo las líneas de suministro internacionales están hechas añicos. La situación es dramática. Esa carencia, sumada a las sequías, a los conflictos étnicos y a las enfermedades provocadas por el virus del sarampión o el cólera, entre otras catástrofes, está recrudeciendo los problemas de desnutrición infantil y defunciones por falta de comida en territorio somalí. Chad ha decretado ya la «emergencia alimentaria». De sus casi 6 millones de habitantes, un tercio se encuentra en peligro de muerte y necesita «ayuda humanitaria urgente». Casi el 50% de los habitantes chadianos viven en pobreza extrema, situación que se recrudecerá en los próximos meses ante la crisis alimentaria despertada por la invasión rusa de Ucrania. Mientras que Europa y Estados Unidos sufren las consecuencias de la guerra de Ucrania mediante un incremento general de los precios de los alimentos y la energía, en África la crisis alimentaria se suma a las guerras en la región, el expolio de sus recursos naturales por parte de occidente y una sequía sin precedentes está culminando en malnutrición, enfermedad y muerte. Y mientras la comunidad internacional se ha volcado para atender las necesidades de la población que huye de la guerra de Ucrania, los fondos necesarios para abordar la ayuda humanitaria de los conflictos en África decrecen, y el número de refugiados y desplazados aumenta vertiginosamente. Muchos de esos desplazados subsaharianos intentan llegar a Europa para salvar sus vidas. El calvario para llegar a Europa incluye la travesía del desierto, sin comida y sin agua, y una vez llegan a Marruecos, la ocultación de la policía marroquí en bosques cercanos a la frontera y finalmente el salto a una valla que señala la frontera entre la muerte y la esperanza de un futuro mejor, y cuya vigilancia el gobierno español la ha cedido a la policía marroquí, como parte del acuerdo mediante el que España retiraba el soporte al pueblo Saharaui y Marruecos se comprometía a evitar las oleadas migratorias a Europa por esta vía. Mientras se decide la apertura de una comisión de investigación que arroje luz sobre la masacre de al menos 23 muertos en la valla de Melilla, todo apunta a que los casi 2000 migrantes que intentaron saltar la valla eran de origen Sudanés. que huían de la guerra en busca de asilo político. Sin embargo, lo que encontraron fue a una policía marroquí que actuó con toda contudencia, incluso en territorio español para evitar la entrada a Europa. Como comprenderán, el asunto es lo suficientemente complejo como para abordarlo en unas pocas líneas. No hablo de las políticas de los países europeos (sobre todo Francia) en África, o el papel de los omnipresentes EEUU y ONU en todos los conflictos bélicos que se mantienen (de forma silenciosa) en nuestro vecino continente. Pero lo que sí quiero manifestar es la necesidad de invertir en desarrollo en los países africanos, en invertir en suficiencia alimentaria y médica y en la necesidad de establecer un corredor humanitario para los desplazados y refugiados que huyen del hambre y la guerra. Mientras tanto, la cumbre de la OTAN que se celebra estos días en Madrid no establece ninguna de estas prioridades. Al contrario, la OTAN aprobará esta semana en Madrid un aumento sin precedentes de sus capacidades militares. La fuerza conjunta de muy alta disponibilidad (VJTF) pasará a tener de 40.000 a 300.000 soldados, listas para ser desplegados en cuestión de días en caso de necesidad, sobretodo en el flanco este. La respuesta a la hambruna y la guerra no puede ser más guerra. Para cerrar el paso a la ultraderecha no nos podemos parecer a la ultraderecha. El Gobierno de Pedro Sánchez quiere aprovechar la cumbre para reforzar militarmente la defensa del flanco sur ante la inestabilidad del Sahel y por las dudas sobre el paraguas de Defensa que cubre a Ceuta y Melilla. El Tratado de Washington recoge la protección para territorios en Europa o América, lo que en teoría deja fuera a los enclaves que se encuentran en el continente africano. Sea como fuere, los compromisos de la OTAN son de rearme, y para financiar el despliegue en el Este, la protección del sur, las misiones, la ayuda a Ucrania y sostener los niveles de defensa pactados, hace falta mucho más dinero. Desde 2014, los aliados han invertido 350.000 millones de dólares, y van ocho años consecutivos con aumentos en Seguridad y Defensa. España es el país que menos invierte (1,02 % del PIB, la mitad de lo comprometido) a pesar de las dificultades económicas y las sucesivas crisis. Ahora, a partir del 2022, Stoltenberg ya ha avisado que el 2% del PIB se considera “el suelo y no el techo” de los presupuestos de que cada país ha de invertir en defensa. Si nada cambia, cambiaremos pan por misiles o lo que es lo mismo, un pacto de rentas para contener la inflación y financiar la guerra desde occidente, mientras la gente que huye de las mismas mueren en vallas como la de Melilla.
En continuidad con la conferencia europea telemática celebrada el 9 de abril, en la que Tribuna Socialista participó junto a otros colectivos y organizaciones del Estado español y de 19 países del continente europeo, se ha celebrado presencialmente este Encuentro Europeo en la misma semana en que está teniendo lugar la cumbre de la OTAN en Madrid.
Delegaciones venidas de Andalucía, Canarias, Castilla La Mancha, Cataluña, Euskadi y País Valenciano, junto a compañeros de la comunidad de Madrid, se dieron cita en la Escuela sindical de CCOO “Juan Muñiz Zapico”, para poner en común las luchas y reivindicaciones en las que los miembros de las delegaciones están comprometidos: jóvenes, pensionistas, trabajadores de la enseñanza, la industria y los servicios.
Los más de 50 delegados y delegadas del Estado español se trasladaron seguidamente a la Escuela sindical de la UGT “Julián Besteiro”, para debatir con los delegados y delegadas llegados de Francia, Alemania, Bélgica, Rumanía, Portugal y Grecia. Producto del debate se aprobó la siguiente Resolución.
Resolución final del Encuentro Europeo contra la Guerra, la OTAN y la Explotación,celebrado en Madrid, el 25 de junio de 2022
¡Ni OTAN ni Putin!
Trabajadores, jóvenes y militantes de organizaciones populares y obreras de Alemania, Grecia, Bélgica, Portugal, Rumanía, Suiza, Francia y Estado español, nos hemos reunido el sábado 25 de junio en Madrid para actuar contra la guerra, contra cuantos la organizan o se benefician de ella. También hemos recibido mensajes de Suiza, Austria, Italia, Irlanda, Dinamarca y Moldavia.
El presidente Biden presidirá en Madrid los días 29 y el 30 de junio la Cumbre de la OTAN acogida por el Gobierno español, en presencia del rey de España, de los jefes de Estado y los jefes militares de los países de la OTAN. El objetivo de esta Cumbre es añadir guerra a la guerra.
Nosotros, que hemos exigido desde el primer día un alto el fuego y la retirada del ejército de Putin de Ucrania, queremos denunciar el torrente de mentiras con que nos inundan cada día.
Esta guerra no es ni una guerra para defender a Rusia, como pretende Putin, ni una guerra «en defensa de los valores de Europa», como pretenden Biden, Scholtz, Johnson, Macron y Draghi. La guerra que devasta Ucrania, enfrenta, por el control de la distribución de materias primas, a los oligarcas rusos representados por Putin con los jefes de los monopolios imperialistas, representados por los jefes de Estados miembros de la OTAN.
Es una guerra entre depredadores que han tomado como rehén al pueblo ucraniano; es una guerra cuyo horror sirve de pretexto a la más formidable campaña de rearme de toda Europa. Cada día que pasa nuestros Gobiernos anuncian que han llevado allí los materiales bélicos más sofisticados.
Se ha puesto en marcha un engranaje mortífero.
Contra lo que dice la propaganda de nuestros Gobiernos, los 100 000 soldados del ejército norteamericano radicados en las 120 bases de la OTAN en Europa solo traen guerras al corazón de nuestro continente. Los miles de soldados norteamericanos, de bombarderos y buques de guerra instalados en tres grandes bases militares del sur de España, están ahí contra los pueblos y no por la paz en el Este.
El ejército norteamericano radicado en las bases de la OTAN de Grecia y de Turquía contribuye a los conflictos y a la implantación de regímenes autoritarios. Recordemos que fue la OTAN, con sus bombardeos indiscriminados y mortíferos, la que causó miles de muertos en Serbia y en Kosovo.
La OTAN es la guerra, es la intervención directa del imperialismo norteamericano en Europa, pisoteando toda soberanía de los pueblos, imponiendo el vertiginoso aumento de los presupuestos de guerra. La Unión Europea y los Gobiernos europeos votan más y más miles de millones para la guerra y los detraen de la enseñanza, la sanidad, las pensiones. La guerra combinada con la especulación trae consigo penuria y subidas de precios que sumen a millones de personas en la miseria, en Europa y en todos los continentes.
¡Solo la clase obrera y los pueblos de Europa pueden detener ese engranaje mortal!
Solo la clase obrera y los pueblos de Europa pueden echar atrás los presupuestos de armamento e imponer que esos cientos de miles de millones asignados a la guerra se destinen a la reconstrucción de los sistemas sanitarios, de los sistemas de enseñanza pública, etc.
La militarización de los países de Europa, la intervención de la OTAN en los asuntos internos, van parejas con la mengua creciente de libertades y de democracia.
Movilizaciones, protestas contra la guerra, se están desarrollando en los diferentes países. Militantes, responsables, cargos públicos, organizaciones, rechazan la Unión Nacional exigida por los Gobiernos para hacer la guerra. En Alemania, algunos diputados votaron en contra de los 100.000 millones de euros adicionales para la guerra. Uno de ellos dijo: «Habiendo disparado las sanciones los precios de la energía, Rusia espera ingresos adicionales de casi 14.000 millones de euros para este año… Por lo tanto, la política de sanciones solo beneficia a los principales grupos energéticos -Gazprom, así como ExxonMobil, Shell, BP o Aramco- y perjudica a los consumidores y empleados que deben temer por sus puestos de trabajo…».
Con todas esas movilizaciones, exigimos:
¡Cierre de las bases de la OTAN, que los soldados vuelvan a casa!
Nuestros Gobiernos, al tiempo que atacan todas las conquistas sociales, pretenden que las organizaciones sindicales renuncien a las reivindicaciones más inmediatas, a las reivindicaciones fundamentales: pensiones, protección social, servicios públicos…
Saludamos la huelga del 20 de junio en Bélgica y a los 80.000 manifestantes con sus sindicatos en Bruselas, exigiendo el aumento salarial y el restablecimiento de la escala móvil.
Mañana, 26 de junio, estaremos en las calles de Madrid, en la manifestación convocada por numerosas organizaciones, junto con los sindicatos, contra la guerra y contra la OTAN.
Es responsabilidad de todo militante obrero, de todo demócrata, llevar adelante la lucha contra la guerra, unificar el movimiento antiguerra con la lucha por el pan, la paz, la salud y la libertad, por la congelación de precios y el aumento de salarios, contra los gobiernos y el capitalismo bárbaro.
Celebramos una Conferencia telemática contra la guerra el 9 de abril, convocada por la NAR y el POI, estableciendo un primer vínculo con participantes de 19 países. Hoy, nuestro encuentro en Madrid y nuestros intercambios muestran que están comenzando a congregarse fuerzas más importantes. Llamamos a agruparse para la acción y constituimos un Comité de Enlace.
Es hora de poner fin a un sistema capitalista que, a través de la guerra, y con la ganancia como regla única, destruye todo, vidas, ciudades, civilización y medio ambiente.
Cese inmediato de las hostilidades militares. Corresponde al pueblo ucraniano decidir su destino. Que Rusia se retire de Ucrania, que la OTAN y la UE dejen de intervenir y expandirse en Ucrania y en cualquier otro país. Estamos con aquellos que se están movilizando contra la entrada de su país en la OTAN. Luchamos contra las alianzas militares (OTAN, AUKUS…).
Ningún suministro de armamento, puesto que ello participa de la escalada bélica.
Luchamos por la cancelación de los presupuestos militares. Dedicar los miles de millones a la sanidad, la educación, los desempleados, las necesidades sociales, y no a las armas.
La movilización de millones de personas contra los Gobiernos, la UE y la OTAN es el único camino para detener las guerras del capital.
Aprobada por unanimidad, el 25 de junio.
Ante la criminal actuación de los cuerpos de seguridad marroquíes y españoles en la valla de Melilla, de cuyos hechos y datos de muertos fueron llegando en pleno desarrollo del Encuentro, se aprobó la siguiente Resolución de Urgencia:
Resolución de urgencia aprobada por la unanimidad de los delegados y delegadas el “Encuentro contra la Guerra, la OTAN y la Explotación”, celebrado en Madrid el 25 de junio de 2022.
No menos de 23 han sido los inmigrantes muertos en la frontera de Melilla. Es la barbarie organizada por los gobiernos español y marroquí
Las imágenes son espeluznantes. Decenas de inmigrantes heridos, y, según las distintas fuentes de información, entre 18 y 46 muertos, en un intento desesperado de cientos de inmigrantes, que huyen del hambre, de la miseria y de la guerra, de cruzar la valla criminal de Melilla. Le llaman “asalto”, para criminalizar a las víctimas, los mismos que piden la libre acogida a los refugiados de Ucrania.
Es el resultado de la destrucción de África, cuna de la Humanidad, por la política del imperialismo y de los gobiernos que se someten a él. Destrucción acelerada por la guerra y la hambruna que ésta anuncia. Y el resultado, también de la alianza criminal entre los gobiernos del reino de España y el reino de Marruecos, sellada recientemente por el cambio de postura del Gobierno español sobre la cuestión del Sahara Occidental, que sigue la estela de la decisión al respecto del amo yanqui.
Denunciamos la política del gobierno español de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, que eleva vallas de más 6 metros, erizadas de cuchillas que desgarran la carne de quienes intentan atravesarlas, para cerrar el paso a quienes sólo quieren huir de la destrucción de sus países.
Sin ninguna solidaridad o compasión por los muertos y heridos, Pedro Sánchez alababa la “cooperación” de la gendarmería marroquí, declarando que se trataba de un “asalto violento, bien organizado y bien resuelto por parte de los dos cuerpos de seguridad”. ¡Bien resuelto cuando hay más de 100 heridos y decenas de muertos!
El presidente de Melilla –enclave colonial español en Marruecos- Eduardo de Castro, ha declarado que la OTAN debe implicarse en la defensa de Ceuta y Melilla. Como si se hiciera eco de sus palabras, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaraba, con respecto a Ceuta y melilla, que estaba “absolutamente convencido de que los aliados de la OTAN estarán al lado de España si se enfrenta a amenazas y desafíos”. Y el gobierno español, pide, ante la cumbre de la OTAN, mayor implicación de este aparato militar en el norte de África.
Los cuerpos de seguridad heredados del franquismo reclaman “mano dura”. La prensa recoge declaraciones de los guardias civiles de Melilla, que se quejan de que “sólo nos dejan utilizar gases lacrimógenos y con ello no podemos frenarles”. El secretario general del pseudosindicato SUCIL, mayoritario en la Guardia Civil, Ernesto Vilariño, ha declarado que “la plantilla de guardias civiles resulta escasa, solicitamos de nuevo la intervención de unidades del Ejército”.
Nos repugnan estos hechos. Exigimos la libre acogida de todos los inmigrantes, el fin del saqueo de África por las multinacionales, el reconocimiento de todos los derechos a los trabajadores inmigrantes que viven en España, incluyendo al millón de trabajadores marroquíes, el derribo de las vallas de la infamia de Ceuta y Melilla y la devolución a Marruecos de todos los enclaves coloniales. Y justicia para las víctimas de la masacre de Melilla.
Manifestación anti OTAN en Madrid, 26 de junio.
Complementariamente a las actividades del Encuentro Europeo, los delegados y delegadas participaron en la masiva (no menos de 20.000 manifestantes) Manifestación que el día 26 por la mañana discurrió por la calle de Madrid, con lemas contra la OTAN, contra la Rusia de Putin y contra las guerras del capital.
A pesar del alarmismo que las instituciones y los medios de comunicación quisieron crear en las vísperas de la movilización, la marcha transcurrió pacíficamente ante un desproporcionado despliegue policial.
Esta expresión se ha escuchado y leído muchas veces a lo largo del siglo XX y de lo que llevamos del siglo XXI. Cada vez que se producen las crisis recurrentes inherentes al sis- tema económico hegemónico, liberal, ya sean económicas, bélicas, o políticas, se considera que la «salida» configura un nuevo equilibrio con nuevas potencias políticas, económicas y militares, y sin embargo las causas de la crisis no se alteran, simplemente aparecen nuevos actores como ocurrirá tras la miserable guerra en Ucrania que repite los mismos crímenes contra la humanidad que anteriores conflictos. No sólo no conseguimos que Naciones Unidas sirva para algo, o que los tribunales internacionales de derechos humanos tengan capacidad de actuar, sino que además se revitalizan organizaciones militares como la OTAN que ni resuelven, ni evitan otros conflictos… nunca lo han hecho, cuando no los provocan. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie» (Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa). Y lo propio ocurre en el ámbito laboral cuando tras una crisis económica, una pandemia y ahora la guerra, se muestra que este modelo neoliberal lejos de enfrentar las causas recurre de nuevo al Estado para resolver los problemas que él mismo crea. Y lo hace pidiendo sacrificios siempre a los mismos, a los trabajadores. Nunca han sido ni salarios ni condiciones laborales los causantes de alguna crisis, antes bien, al contrario, cuando han mejorado se ha recuperado la economía y su sociedad. Nunca han generado inflación, ni caídas del mercado de va- lores, ni cierre de empresas o sectores… en ninguna época ni país. Y, sin embargo, para los economistas al servicio del liberalismo son el nudo Gordiano, de todo son culpables y con ellos todo se arregla. Este es el gran sofisma de la época contemporánea y la gran mentira que a fuerza de repetirse aparece como una verdad. Ya han olvidado, o les es indiferente mientras la ciudadanía trague, que fue la red social: servicios públicos y los pensionistas, los que evitaron que en el periodo de crisis económica de 2008 y siguientes años, no hubiese un estallido social en nuestro país. Lo más curioso es que crisis tras crisis solo se ha producido recuperación del consumo, motor de la economía, con medidas que devuelven a la Negociación Colectiva la capacidad de incrementar salarios y condiciones de trabajo. Capacidad que no puede ser alterada a favor de una de las partes como hizo la reforma laboral del 2012, y sí permita soluciones con garantías de Justicia Social. En este punto he de decir que en mi opinión son positivos los pactos de rentas, que aunque siempre suponen un esfuerzo mayor para los trabajadores permiten aunar voluntades y repartir esfuerzos para salir mejor de las crisis, obligando a la otra parte a corresponder y a trasladar estos acuerdos a la negociación colectiva, aunque haya ejemplos escandalosos en sentido contrario: ahí tenemos el caso de la banca: 100.000 millones de euros públicos para estabilizarla y su parte del “pacto” ha sido destruir más de 120.000 puestos de trabajo y abocar a la mayoría de la sociedad a la exclusión financiera. En las democracias avanzadas son los agentes sociales quienes tienen la legitimidad para encauzar esas negociaciones y dar las soluciones; los gobiernos deben respetar su autonomía recordando los nefastos resultados de la legislación laboral de parte, de arriba hacia abajo, y asumir los acuerdos interconfederales, trasladándolos a la labor legislativa desde abajo hacia arriba. Esto es combatir las causas, esta es la esencia de la Democracia en el ámbito laboral
No lo sé, realmente no tengo ni puñetera idea de qué puedo hacer yo personalmente para ayudar a acabar con esta guerra brutal, injusta y demoledora que están sufriendo los ucranianos en su tierra, los rusos en su economía y el resto del mundo en los mil factores en los que influye el maldito conflicto bélico, añadiendo a cada uno de estos grupos su desigual cuota de muertos.
Estoy un paso más allá de Socrates y de Platón, porque al contrario que ellos sí sé que lo que hago no sirve de nada o de muy poco: llevar una escarapela encima del corazón con los colores de la bandera ucraniana no sirve de nada o solamente para que algunos comiencen a explicar en voz alta, a quien les quiera oir, que las milicias ucranianas están infectadas de nazis (Batallón Azov) y que Zelensky es un fascista que ha prohibido los sindicatos; también intento escribir o explicar que estoy a favor de la gente de Ucrania, pero también de los rusos que mueren dentro de un blindado en cualquier carretera en las proximidades de Mariupol; que mi postura no conlleva el apoyo a la OTAN, ni a la política armamentística; y por último procuro ayudar al máximo número de ucranianos a encontrar un lugar de refugio entre amigos, familiares y conocidos, esos que ya no aparecen en los medios de comunicación, que se han esfumado, más de seis millones de personas para las que ninguna organización de izquierdas pide su acogida; amén de enviar algo de dinero a alguna asociación de allí para la compra de herramientas o material que necesiten. Si individualmente no sé que hacer, grupalmente estoy más desorientado aún. ¿Por qué alguien sabe que habría hecho Putin en caso de una victoria fulminante sobre Ucrania? ¿Ucrania hubiera resistido tres meses sin armas y pertrechos? ¿Que hubiera debido hacer la población ucraniana? ¿Recibir a los tanques rusos con ramos de flores, como los salvadores que son? Les estaban librando de un gobierno autoritario, corrupto, Por favor que sigan avanzando esas libertadoras divisiones blindadas por todo el Cercano Oriente, el norte de África, crucen el estrecho de Gibraltar, tras liberar Marruecos y salven Andalucia de caer en manos de Vox y que lleguen a Madrid y nos rescaten de este gobierno que nos azota, que nos libren de la égida de Ayuso y Almeida. Juro que les recibiré como en Budapest y en Praga a los tanques del Pacto de Varsovia. Pero si yo estoy desorientado y no sé que hacer, a la izquierda también la encuentro un tanto perdida. Por un lado la oficial está dispuesta a seguir los postulados de la OTAN, la venta o suministros de armas al gobierno legítimo de Zelensky, aunque algunos ministros no aplau- dan o censuren al presidente ucraniano por su escasa legitimidad democrática; por el otro, la izquierda sin acceso a ministerios, con la que mantengo más contacto y se podría decir a la cual pertenezco, conserva una postura en la que por darle cera al imperialismo americano, a la OTAN, a los grupos de poder especulativos occidentales y a todo bicho viviente se olvidan de lo principal: de la guerra que están sufriendo seis millones y pico de exiliados, que se suman a los que ya habían salido del país por las innegables pesimas condiciones de vida en Ucrania, la inestabilidad política y las deficiencias democráticas; pasan por alto los miles de muertos y la destrucción de todo un país a manos de un despota con las ínfulas de un Secretario General de Comite Central, a ser posible nacido en Georgia,pero no la americana, la de los negros y las plantaciones de algodón, sino la de Jósif Stalin; o con los humos de un Zar por su nacimiento en San Petersburgo. Si bien, aquí en España, hay una organización, maestra en esto, pues como Dios tiene el poder de la ubicuidad, que gracias a su partido/organización/coalicción matrioshka está en el Gobierno y lidera la contestación popular, canalizada y culminada mediante una manifestación unitaria por supuesto, les encanta todo lo que huela a unitario, entendiendo por tal aquello que siga exclusivamente sus postulados, aunque como se puede ver están en misa y repicando. Al resto de las izquierdas extraparlamentarias las encuentro muy vintage, con sus postulados ‘OTAN NO, BASES FUERA’. Yo para que no digan que soy un tocacojones, que voy a la mía, que soy un anarquista de mierda, pero reservandome un punto iconoclasta e intentando salvar mi heterogeneidad, me pintaré una flor en la frente y el no menos antiguo y famoso ‘PEACE & LOVE’. ¡Ah, sí! Me iré frente a la embajada rusa, junto a los pocos nazis ucranianos que queden allí, para pedir que se acabe con esta mierda de guerra de una puta vez. Servirá lo mismo que la otra, pero me quedaré mucho más en paz conmigo mismo.
Salud Compañeros.
Martin Lozano
Epílogo. Espero ver terminar esta guerra y que no sea el capítulo inicial de la temida tercera Mundial, pues el único comienzo de algo con ese ordinal que aguardo, sin esperanzas, es el de nuestra tercera República.
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