Detener la matanza, alto al derramamiento de sangre

Trece meses después del inicio de la guerra ésta no ha hecho sino incrementar su crueldad dejando un rastro de muertes y destrucción masiva, mientras tanto Putin sigue bombardeando ciudades y los Gobiernos europeos, subordinados a Biden siguen alimentando el fuego guerrero con el envío de armas, adiestramiento de soldados y el apoyo financiero a Zelenski convertido en portavoz del presidente americano.

El aumento del gasto militar en Alemania supone 100.000 millones cruzando una línea roja hasta el momento no cruzada desde la II Guerra Mundial, los diferentes Gobiernos europeos han llevado a cabo aumentos presupuestarios en las partidas militares disciplinándose de esta forma a los dictados de EEUU, que no parece tener ningún interés en que se acabe la guerra, si tenemos en cuenta el envío de armas y material de guerra que no cesa de enviar. Los envíos de armas y dinero son el billete de entrada en la guerra, guerra que no es de los pueblos sino a intereses ajenos a los pueblos mismos.

Cada vez más voces señalan que el viaje del primer ministro británico, Johnson se desplazó a Kiev para parar un acuerdo alcanzado entre Ucrania y Rusia en Estambul a finales de marzo primeros de abril del pasado año.

La OTAN y la ONU aparecen como organismos de guerra inhabilitados para cumplir ninguna misión ni mediación de paz, sin embargo, la paz es posible, y la primera condición para la paz es la retirada inmediata y sin condiciones del ejército de Putin y el cese inmediato del envío de armas a Zelenski.

Estados Unidos ha declarado la guerra a Europa, comercial y socialmente. La exigencia del presidente americano Bien a Alemania, de que rompa con Rusia puede suponer una caída del 12% del PIB y cinco millones de desempleados.

Pero la movilización contra la guerra se hace cada vez mayor. La respuesta dada el día 25 de febrero, aniversario del estallido de la guerra, que reunió a más de 50.000 personas en la Puerta de Brandemburgo de Berlín, respondiendo al llamamiento de Alice Schwarcer y Salira Wagenknecht, para oponerse a la guerra y por la paz, manifestación que sus organizadores valoran como la más numerosa en los últimos dos decenios, fue un éxito rotundo a pesar de las fuertes presiones que se realizaron para que fracasase, además de la campaña de calumnias emprendida contra sus convocantes.

Al calor de esta movilización se realizó una conferencia el día 4 de marzo con la participación de más de 150 participantes, entre los que se encontraban numerosos sindicalistas, diputadas y movimientos sociales que exigían al gobierno de Scholz y los Verdes que detengan la matanza, el cese del envío de armas para la guerra y que no se sienten representados por un gobierno que participa de la guerra.

Es el inicio de un gran movimiento al que se tendrá que enfrentar la coalición gubernamental del Partido Socialdemócrata Alemán y Los Verdes, convertidos en auténticos belicistas.

El lunes 27 hay convocada una huelga por el sindicato Ver. Di que representa a más de dos millones de empleados públicos y el sindicato EVG que representa a 230.000 trabajadores del sector del transporte, incluidos los trabajadores del Deutsche Bahn, Ver.di, exige una subida salarial del10,5 y EVG una subida del 12%, la inflación en Alemania registro una media en 2022 del 7,9%, el Gobierno alemán niega subidas salariales mientras aumenta en gastos militares en 100.000 millones, difícil de explicar, tanto en Berlín como en Madrid. Tambores de movilización suenan por toda Europa.

La lucha contra la guerra y la defensa de los derechos sociales y los salarios dignos aparece cada día inevitablemente más relacionada.

El ofrecimiento del presidente chino Xi Jinping para hacer de mediador es una propuesta que debería ser tenida en cuenta por el Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz para impulsar una verdadera propuesta de paz y parar la matanza de seres humanos que está ocasionando esta guerra criminal.

José Antonio Iniesta
Militante de la agrupación sociales del PSC en Sant Boi
Miembro del comité de redacción de Tribuna Socialista

Primer año de Guerra

El 24 de febrero de 2022 es una fecha que pasará a la historia. Es el aniversario de la invasión de Ucrania, por parte del ejército de Putin. El balance en vidas es pura barbarie: 200.000 soldados muertos, 100.000 por cada bando, 40.000 civiles ucranianos, según datos del general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., dados el 10 de noviembre de 2022 a la BBC. Un país, Ucrania, está siendo destruido y casi 8 millones de ucranianos han tenido que huir de su país.

No quiero limitarme a describir las cifras del desastre. En este artículo quiero intentar entender por qué, unos y otros, parecen decididos a mantener esta locura en el tiempo. Decir que esta guerra es una guerra contra los pueblos es una expresión que se puede cuantificar; en las cifras de muertos ya señaladas y con los datos económicos que ya conocemos del pasado año. Veamos algunos de ellos:

Las multinacionales de los combustibles: BP (británica), ExxonMobil (estadounidense), Shell (británica constituida en Países Bajos), Chevron (estadounidense). Solo estas cuatro multinacionales, suman más de 150.000 millones de dólares de beneficio en 2022, año de guerra. Unos beneficios récord y exorbitantes.

El oligopolio de las cinco grandes compañías de la energía en España: Iberdrola, Repsol, Endesa, Naturgy y Cepsa, han obtenido 13.300 millones de euros, un incremento promedio del 49% de beneficio neto, más que en 2021.

Son los sectores de la energía y los combustibles los que iniciaron la espiral inflacionaria que recorre Europa. Unos incrementos de precios que, a la vista de los descomunales beneficios, no corresponden a las necesidades de la producción sino a la avaricia por el beneficio y el reparto de dividendos, a esa competencia absurda (salvo para la lógica del mercado) por la capitalización de las empresas.

La ola inflacionaria provocada por los grandes del gas, el petróleo, etc., ha sido la excusa para que otros sectores, como la banca, también se sumen a la fiesta de los beneficios récord. El oligopolio financiero conformado por: Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Bankinter y Unicaja, han ganado 20.850 millones de euros, un 28%, en promedio, más que en el ejercicio anterior.

Si el sector energético se está beneficiando de la guerra a corto plazo, el del armamento lo está haciendo en el corto, medio y largo plazo. Solo la industria del armamento estadounidense, ha experimentado un crecimiento del 49% en sus beneficios en 2022, al obtener 52.000 millones de dólares. La llamada a la compra de munición a las presiones a seguir abasteciendo al ejército de Zelensky hacen pronosticar pingües beneficios para los próximos años.

En la otra cara de la moneda está el empobrecimiento de las familias trabajadoras, en todos los países de Europa. El IPC medio en España se ha cerrado para 2022 en el 8,5%, pero el IPC de los alimentos y las bebidas no alcohólicas, lo que llamamos normalmente «la cesta de la compra», ha alcanzado el 15,7%.

Frente al incremento de los precios, la subida salarial media en nuestro país ha sido del 3,24% (eso, para los 880 convenios colectivos registrados en 2022 y los 2204 que se firmaron en años anteriores con incrementos previstos para 2022). Esto afecta a unos 9 millones de trabajadores y trabajadoras, por tanto, hay otros 8,4 millones de asalariados por cuenta ajena que no han tenido incremento salarial, subida 0.

Hasta junio no sabremos la variación del índice del riesgo de pobreza y exclusión social. En 2021, el 27,8%, es decir 13,1 millones de personas en España, estaba en riesgo de pobreza y exclusión social. La pérdida brutal de poder adquisitivo presagia un incremento de este nefasto índice.

Estas son solo algunas cifras, positivas para la minoría y negativas para la gran mayoría, de lo que es la guerra y para qué es la guerra.

Ya sabemos que Putin no es demócrata. Los ciudadanos rusos lo saben bien; no pueden posicionarse contra la guerra, ello les puede costar la cárcel, como poco. A pesar del perfil antidemocrático y, si se quiere, criminal de Putin, no es verosímil decir que esta guerra se libra en nombre de la libertad y la democracia; no si quien lo dice mantiene relaciones y apoya a países como Israel, que tiene sometido a más de medio millón de personas en Gaza, y que, desde 1948, ha expulsado a más de 7 millones de palestinos (1,2 viven en campos de refugiados en Líbano, Jordania…). O con Arabía Saudí, donde la libertad es, solo, cosa de hombres. O, si quien lo dice es quién organiza y/o participa en un mundial de fútbol en Qatar, Estado-manantial de corrupción, véase el «Qatargate» en el Parlamento Europeo y se muestra insensible ante los miles de trabajadores muertos en la construcción de los estadios -según el diario “The Guardian” (29nov22), al menos 6.500 muertos-, en una absoluta indiferencia por la vida humana.

Esta es una contienda de intereses entre los oligarcas rusos protegidos por Putin, los descendientes de los sepultureros de la Revolución de octubre de 1917, esos que se apropiaron de los sectores estructurales del Estado que la revolución proletaria había colectivizado. Y por otra parte las multinacionales para quienes la OTAN, según el periodista de investigación Seymour Hersh (Premio Pulitzer en 1970 por su cobertura de la masacre de My Lai, en la guerra de Vietnam) ha reventado los gaseoductos que suministraban gas a Alemania y a otros países de Europa (Nord Stream 1 y 2), llevaron a cabo un sabotaje que ha posibilitado que los USA hayan aumentado sus exportaciones de gas natural licuado (GNL) en un 137%, en los 10 primeros meses de 2022.

Esta dinámica de guerra es una irresponsabilidad de consecuencias históricas, y nada apunta a que vaya a parar. El Senado de los USA ha aprobado el mayor presupuesto militar de su historia, 858.000 millones de dólares. Putin por su parte ha decidido que el presupuesto para la guerra será ilimitado. Una de las derivadas en Europa es la presión para que los gobiernos envíen tanques, aviones de combate y que multipliquen la fabricación y compra de munición.

No tengo porqué tomar partido por una de las partes de esta contienda. Por eso, en favor del pueblo ucraniano, para que pare la destrucción y la muerte; en favor del pueblo ruso, para que dejen de llegar ataúdes con hijos, padres y hermanos, y en favor de todos los pueblos de Europa, contra quienes, de un modo u otro, se libra esta guerra, digo

¡Alto a la guerra!

Roberto Tornamira Sánchez
Miembro de la Coordinadora estatal del CATP

Manifiesto ¡Alto a la Guerra!

Crónica de la presentación pública

El miércoles día 11 por la mañana se dieron cita, frente al Congreso de los Diputados, una representación de firmantes del Manifiesto internacional ¡Alto a la Guerra! ¡Alto el fuego inmediato, sin condiciones! Al acto acudieron varios medios de comunicación y reporteros gráficos.

En el evento intervinieron:

  • Roberto Tornamira Sánchez, en nombre del Comité para la Alianza de los Trabajadores y Pueblos (CATP) y miembro del Comité de Redacción de Tribuna Socialista.
  • Isabel Cerdá Martín, en nombre del Colectivo de Mujeres Republicanas, colectivo vinculado al CATP.
  • Eduardo Hernández Oñate, presidente de la Asociación Trabajo y Democracia (ASTRADE).
  • Pedro López López, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y activista de Derechos Humanos.
  • Xabier Arrizabalo Montoro, trabajador de la Universidad Complutense de Madrid y miembro por CCOO de su Junta de Personal.

También estuvieron presentes otros firmantes del Manifiesto como: Jordi Salvador i Duch, José Miguel Villa Antoñana, Ángel Tubau, Miguel Sagüés, Juan Fernando Díaz-Mayordomo, entre otros.

En apoyo a esta presentación, se recibieron mensajes del Partido Obrero Independeinte de Francia, el POI, de la Nueva Corriente de Izquierdas (NAR), de Grecia y del Senador por Valencia, Carles Mulet García. Excusó su presencia, por cuestiones familiares, el filósofo y escritor Javier Sádaba Garay.

El documento ve la luz con más de 500 firmantes de 16 países europeos y otros tantos de otros continentes. Son los primeros firmantes de este llamamiento a parar la guerra que hoy se hace púbico. En el momento de redactar esta crónica, el manifiesto cuenta con cerca de 300 firmas y con la adhesión de 13 organizaciones y asociaciones en el Estado español.

Los intervinientes, en sus intervenciones, coincidieron en denunciar que en la guerra hay unos perdedores, que son los pueblos, el ucraniano en primer lugar, pero también el ruso y el resto de los pueblos de Europa y de todo el mundo. Es necesario diferenciar entre los intereses de la mayoría social, en todos los países, y los de sus dirigentes. La responsabilidad de la guerra es del gobierno ruso, liderado por Putin al servicio de los oligarcas que se repartieron los sectores estratégicos que eran propiedad del Estado en la época soviética. Así mismo, es responsabilidad de las distintas administraciones estadounidenses que, al servicio de las multinacionales, que no ha dejado de intervenir en las últimas décadas, utilizando a la OTAN como punta de lanza. Coherentemente, para no alimentar los ya estratosféricos beneficios del mercado del armamento, se rechaza el abultado incremento de presupuestos militares en los presupuestos generales del Estado. Esto, además, detrae recursos de partidas tan necesarias como la Sanidad y la Educación pública o dificulta que el Estado devuelva a las Pensiones el dinero que, desde hace décadas se viene utilizando indebidamente. Aunque los medios de comunicación de masas lo aca llen, esto es un sentir que existe en todos los países de Europa: Francia, Gran Bretaña, Alemania…

Con el Manifiesto, se lanza un grito de alarma sobre esta escalada bélica, que va camino de cumplir un año, y que puede derivar hacia una catástrofe mundial.

Como ciudadanos conscientes, es una obligación y un derecho lanzar este llamamiento a parar la guerra. No seremos cómplices, dijeron.

Se dirigen a todos los trabajadores y trabajadoras de Europa a unir sus fuerzas para detener este engranaje mortal y esta carnicería. Por todo ello, ¡Alto a la guerra! ¡Alto el fuego inmediato!

Por último, se han comprometido a constituir un equipo coordinador para que la iniciativa que el día 11 presentaron concluya en un “Movimiento internacional contra la Guerra”, de común acuerdo con los partícipes en este acto y con todas las organizaciones y colectivos de firmantes.

Adhesiones al Manifiesto:

manifiesto.altoalaguerra@gmail.com

conferencia.catp@gmail.com

Pascual Sánchez Carpintero
Colaborador de Tribuna Socialista en Madrid
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