

La llegada a España de Edmundo González, líder opositor, en calidad de asilado político no ha hecho sino incrementar la polémica sobre el resultado de las elecciones de julio en Venezuela.
Sobre Edmundo González pesaba una orden de arresto dictada a instancias de la fiscalía por haber publicado informaciones falsas sobre las elecciones que tuvieron lugar en Venezuela.
En el otro polo, Maduro sigue sin publicar las actas electorales de las regiones sobre las que existen dudas.
Mientras que lo que pasa en Francia no parece importarle a nadie, lo que ocurre en Venezuela parece ser el centro político del mundo. La gran diferencia está en el mercadeo y especulación del que son objeto los recursos naturales de Venezuela (Petróleo, gas natural y minerales) con un interés superlativo de EEUU en ese mercado.
En ese trapicheo de intereses, a las grandes superpotencias les sobra Maduro, quien por otra parte llegó a un acuerdo con Biden para ir liberalizando la explotación de los recursos.
Sin ánimo de ser reduccionista, pues no caben simplismos en una cuestión tan compleja, toda la derecha y ultraderecha mundial ultraliberal están deseosas de la caída del chavismo, representado por Maduro, y la instauración de un gobierno títere de las grandes multinacionales y sus aliados políticos.
También en España, PP y VOX, con el apoyo de PNV y CC han conseguido que se apruebe una moción para reconocer como presidente legítimo de Edmundo González.
Por su parte, el Gobierno de Sánchez no reconoce a Maduro pero tampoco a Edmundo González, hasta que o bien se publiquen las actas electorales, o bien se pronuncien el resto de países de la UE.
Desde Tribuna Socialista expresamos, tal y como lo hicimos en el número anterior, que todo el mundo debería sacar sus narices de Venezuela. Los recursos naturales venezolanos que tienen a las multinacionales con el colmillo afilado deben ser los propios venezolanos quienes los gestionen.