
La Plaza de la Villa de Paris, sede del Tribunal Supremo, el 6 de diciembre, día de la Constitución, se volvió a llenar de ciudadanos para repudiar a los Magistrados del Tribunal Supremo que han condenado a nuestro fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.
Puede que en un día como hoy, puente de la Constitución y sábado, no haya acudido demasiada gente, unas mil personas, que ya es un logro, pero sí se ha detectado mucha rabia, mucha pasión contenida, muchas ganas de gritar a los magistrados que son unos golfos, unos prevaricadores y que les importa un pito la justicia y hasta su propia toga, con tal de favorecer a sus amos, a los que se deben: PP y VOX.

Se ha gritado contra los magistrados que, sin pruebas inculpatorias y destrozando la presunción de inocencia, han condenado al fiscal general, porque el Tribunal Supremo, con el peor estilo fascista, adelantó el Fallo de la Sentencia, sin que ni siquiera estuviera redactada, (aunque la sentencia estaba puesta desde antes de empezar el juicio) y quisieron adelantar el Fallo, para hacerlo coincidir con una fecha tan significada como el 20 N, 50º aniversario de la muerte del asesino Franco, para recordarnos que todo sigue atado y bien atado y qué son ellos, los Magistrados del Supremo, los encargados de seguir afianzando los nudos que atenazan la democracia y el Estado de Derecho.
El Tribunal Supremo, ha demostrado su suprema indignidad, (se creen intocables e impunes y no lo son) y ha prevaricado porque pueden y les da lo mismo, sabiendo que la sentencia, aún por dictar, se la van a tumbar en el Tribunal Constitucional, pero les da lo mismo, se trataba de cargarse al fiscal general, como hicieron con el juez Garzón, y sin la menor prueba inculpatoria, han seguido la estrategia del Partido Popular y de los fascistas, condenando al fiscal general, para que el presidente del Gobierno se achique y convoque elecciones.
Han cometido la mayor indignidad y el mayor delito de prevaricación de toda la historia de la Judicatura Española, se han cargado toda confianza posible en el sistema judicial y han atentado contra la democracia y el Estado de Derecho.
Madrid ha gritado que no se va a callar, que basta ya, ha gritado su rabia contra la injusticia y la arbitrariedad de unos magistrados que no son independientes y que sólo siguen la estrategia del PP y de los de VOX, pagando favores y prebendas recibidas.
Este Fallo adelantado no ha sido sino la guinda del golpe de estado judicial, golpe blando que le dicen, que el CGPJ viene perpetrando desde que Pedro Sánchez fuera investido como presidente de Gobierno, en 2023.
Como afirma González Mendoza, luchar por la transparencia y la independencia judicial es luchar por la depuración del aparato del Estado, una tarea pendiente desde la Transición. Y esa lucha, en última instancia, es inseparable de la lucha por la República. Porque solo en una República que garantice la separación real de poderes y la democratización de la justicia, podremos hablar de un Estado verdaderamente libre y soberano.