
Las urnas han hablado, y eso hay que respetarlo. Otra cosa distinta es que seamos ciegos a la toxicidad en la opinión con la que los electores emitimos nuestro voto.
En los comicios de ayer día 21, en Extremadura, salvo el reparto de diputados en la Junta de Extremadura, nada ha cambiado: PP sigue dependiendo de VOX, PSOE sigue de segunda fuerza, VOX se confirma como tercera fuerza y Unidas por Extremadura es el cuarto y último partido por número de escaños. Esto es lo esencial a la hora de legislar en el Parlamento extremeño.
Otra lectura distinta es la partidista, es decir, la lectura que cada partido haga de los resultados. Suponemos que, a excepción del PSOE, las otras tres fuerzas políticas estarán muy satisfechas de haber subido en diputados.
Una tercera lectura que podemos hacer es la comparativa de los resultados con las expectativas de cada partido. En este sentido, el PP no ha conseguido la mayoría absoluta que perseguía y, además, con el adelanto electoral, ha reforzado a su competidor ideológico, pues VOX, ha sido el que más diputados ha incrementado. Unidas por Extremadura ha crecido, pero continua a la cola. Y el PSOE, que tenía asumido que iba a caer, se ha llevado un batacazo.
Vayamos ahora al análisis cuantitativo de los resultados:
La abstención ha crecido, el 37,3% del censo electoral, un 7,6% más que en las elecciones de 2023. Es el nivel de participación más bajo de la historia de las elecciones autonómicas extremeñas. La abstención en la verdadera vencedora de las elecciones, pues con un censo electoral de 860.375 ciudadanos con derecho a voto, 321.124 han decidido no acudir a las urnas 14.552 han votado a alguna de candidaturas que no han sacado el mínimo para computar 6.218 votos blancos, es decir, quienes han manifestado no sentirse identificados por nadie y 10.615 nulos, que suelen ser votos que manifiestan un rechazo directo a alguna de las candidaturas.
El partido ganador, el PP, ha obtenido 7.935 votos menos que hace dos años, pero las cosas de la ley electoral hacen que haya subido un escaño, al pasar de los 236.235 votos en 2023 a 228.300 en las elecciones del 21 de diciembre. Con una caída de votos del -4,36%, suben un 1,53% en representación.
El PSOE, el perdedor, ha perdido 106.642 votos, y con ello 10 diputados menos, al pasar de los 242.659 votos de 2023 a los 136.017 de ayer. Un descenso en vertical del 43,94%. Lo que le lleva a perder un 15,38% de la representación parlamentaria.
VOX y Unidas por Extremadura son los dos únicos partidos que han crecido en votos.
El partido de Abascal ha obtenido 39.960 votos más que en 2023, pasando de los 49.400 de hace 2 años a los 89.360 de este año. Ha incrementado sus votos en un 80,89%, un incremento del 9,23% en la representación.
En el caso de Unidas por Extremadura, han subido en 17.810 votos; 36.379 en 2023, 54.189 en 2025. Suben un 48,95% de votos, lo que les da un incremento parlamentario del 4,61%
Desde un punto de vista cualitativo, llama la atención que PP y VOX, dos partidos xenófobos, repitan suma de mayoría absoluta -PP 29 + VOX 11 = 40 diputados sobre 65- en una comunidad autónoma históricamente inmigrante; hacia países como Perú y Méjico entre los siglos XVI y XVII y hacia Madrid, Catalunya y Euskadi en el siglo XX.
Ha quedado en evidencia que el candidato del PSOE ha restado. El espectáculo de forzar dimisiones para entrar como diputado del Parlamento extremeño ha pesado más que la cuestión judicial, sub iudice, pues si todo ha obedecido a un presunto enchufe al hermano del presidente, este país tendrá que hacérselo mirar y dejar de practicar el enchufismo como deporte nacional. Con esto no pretendemos justificar nada que esté mal, y el enchufismo lo está, pero la sociedad debería ponderar por qué castiga y por qué premia con su voto en unas elecciones.
Que PP y VOX obtengan el 61,53% de los diputados en un Parlamento regional, es un premio excesivo para ser los dos partidos que apoyan abiertamente, uno con más cinismo que otro, el genocidio que Israel perpetra en Gaza. Alguien puede tener la tentación de pensar que eso no tiene nada que ver con España y menos aún con Extremadura; sería un pensamiento equivocado, sería tanto como pensar que vivimos en departamentos estancos, es como los que aún piensan que la participación de nuestro país en la guerra de invasión a Irak, decidida en las Islas Azores, están desvinculados de los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Una mayoría muy abultada de la sociedad reprueba a Trump; su soberbia, prepotencia y falta de educación y respeto, pero después votan a partidos que le aplauden, con la consecuente subordinación que eso conlleva.
Es evidente que el voto a un partido o a otro no se decanta, o no se debiera decantar por un solo hecho. Es por esto que si a lo anterior, tenemos en consideración que Extremadura es la cuarta comunidad por la cola según la renta per capita, por detrás Melilla, Ceuta y Andalucía, y que los 25.227 € de renta por extremeño está un 22,69% por debajo de la media de todas las comunidades autónomas, a la hora de votar toma mayor relevancia, o debiera, los criterios de unos u otros partidos respecto a los servicios públicos y su privatización. Es inversamente proporcional a la renta: a menos renta, mayor dependencia de los servicios públicos, y esto vale para la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia y/o los servicios de prevención de incendios.
Cada elector es libre de emitir el voto que quiera, faltaría más, pero la historia nos dice que el voto por reacción, a la larga, sale muy caro.
Estas consideraciones no pretenden eludir el hecho de que 337.957 electores (abstención + blancos + nulos) se hayan sentido abandonados, no representados, y ahí está fundamentalmente la caída de votos del PSOE, y que la inmensa mayoría se hayan quedado en su casa. Por tanto, contradecimos la teoría de que la población esté girado a la derecha, es la izquierda la que, con sus no políticas claras, no da repuesta a las necesidades, reivindicaciones y preocupaciones de la mayoría social.
Muchos extremeños y extremeñas se han cansado de esperar al tren de alta velocidad o que las líneas férreas que hay funcionen correctamente, mientras ven que miles de millones son destinados a gasto militar, a financiar a los banqueros sus operaciones de concentración, o a otros asuntos que no están entre sus prioridades.
Extremadura es una de las comunidades autónomas con mayor peso de la agricultura y la ganadería en el PIB de su región, el 7,7%, frente al 2,7% de media del resto de comunidades autónomas. Sin embargo, ven como las políticas de la UE les empobrece y les empuja a la despoblación.
Si la izquierda quiere que el apoyo electoral se sincronice con la lógica de la mayoría social, debe tomarse en serio la elección de sus órganos de control interno, esos que en los congresos se llenan de amigos y pagos de apoyos. La derecha siempre va a agrandar los escándalos de la izquierda y a achicar los suyos. Es fundamental acabar con la rémora de la corrupción, el machismo y el abuso. Y recuperar la idea de que gobernar no es solo gestionar; si nos limitamos a gestionar el capitalismo, una idea económica y social impropia de la izquierda, la desigualdad está garantizada y el fracaso electoral también.
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