Cuando solo con educación ya no es suficiente: la importancia de la acción sociopolítica para romper con la «Deseducación» (Segunda Parte).

En la primera entrega de “Cuando solo con educación ya no es suficiente: la importancia de la acción sociopolítica para romper con la «Deseducación», publicado en Tribuna Socialista nº 157 el 30 de agosto pasado, relacionada con el libro “La (des) educación” (Noam Chomsky), fueron analizados dos de los factores necesarios para frenar el deterioro del sistema educativo público: en primer lugar, desenmascarar la “educación para la libertad” que falsamente reivindican diversos gobiernos por todo el mundo, y en segundo lugar, vincular más estrechamente “la democracia y la educación”. En esta segunda y última entrega, trataremos tres factores más a los que, según Chomsky, debemos prestar atención para comprender el deterioro actual de la Educación: “el arte de la maquinación histórica”, “la democracia en el sistema neoliberal” y “la pedagogía de la mentira”.

Vivimos tiempos en los que cada vez ejercen más influencia los medios de comunicación y las redes sociales sobre la forma de interpretar el mundo de los más jóvenes (y ya no tan jóvenes). No obstante, la opinión acerca de los hechos inmediatos que nos rodean ha sido manipulada de forma interesada desde que el mundo es mundo. Esto es lo que Chomsky define como “el arte de la manipulación histórica” entendido como: la vocación de maquinar planes que dirijan el curso de la historia de forma interesada. Uno de los planes encubiertos y conscientemente instaurados a través de las políticas neoliberales es la desinversión en la educación pública, favoreciendo con ello al sector privado. Esta desinversión va ligada a la idea de que la educación debe basarse simplemente en la transmisión de conocimientos y que debe centrarse exclusivamente en la formación académica del sujeto (y no en la formación integral del individuo y la sociedad).

Las políticas neoliberales promueven la desinversión en la educación pública para que no existen mecanismos de formación integral de los individuos y de la sociedad

Siguiendo este razonamiento no importaría quien desarrolle dicha acción educativa, pudiendo ser incluso privatizado el servicio. El caso madrileño es particularmente paradigmático, presentándose al mundo como “un modelo educativo caracterizado por la calidad y la libertad”. En este sentido, podemos encontrar diversas notas de prensa y comunicados en los que, según la Comunidad de Madrid: “se defiende la igualdad de oportunidades con la entrega de los cheques bachillerato”. De la misma forma, otras medidas similares son el mal llamado “cheque guardería” y la “libertad de elección de centro educativo”. De esta forma, la Comunidad de Madrid considera que su modelo educativo: “promueve una sociedad de personas libres e iguales construida desde la escuela, no con adoctrinamiento como hacen las izquierdas y los nacionalistas”. También el gobierno regional se muestra orgulloso su “récord histórico en becas” en las etapas anteriormente señaladas. Por último, en el ámbito de la educación superior la propia comunidad se mostraba orgullosa de su gestión en enero de 2024: “la Comunidad de Madrid invierte más de 73,5 millones para que las universidades públicas sigan mejorando su actividad educativa”.

De la situación anteriormente descrita por el gobierno regional, la ciudadanía podría interpretar (e interpreta en muchos casos) que el sistema educativo madrileño funciona de una forma idónea y que entre sus principales intereses está lograr la igualdad de oportunidades. Sin embargo, es preciso que incorporemos los dos últimos factores aportados por Chomsky para comprender las causas de los retrocesos de los sistemas educativos en las últimas décadas: “la democracia de mercado en el sistema neoliberal” y “la pedagogía de las mentiras”. Ambos factores operan de una forma entrelazada. En primer lugar, mediante la imposición de medidas neoliberales, caracterizadas por el favorecimiento del sistema educativo privado y concertado, disfrazadas como beneficiosas para la ciudadanía. En segundo lugar, transmitirlas a la población a través de mecanismos pedagógicos concretos cuyo eje central es la mentira o las “medias verdades”, pero comunicado a la ciudadanía de tal forma que pudiera parecer incluso democrático. Esta forma de operar lleva a una buena parte de la ciudadanía incluso a justificar estas decisiones políticas, percibiéndolas como legítimas.

Sin embargo, cuando confrontamos las medidas anteriormente citadas con los datos objetivos podemos encontrar evidencias que confrontan a esa “pedagogía de la mentira” de la que habla Chomsky. Según la propia Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid (Datos y Cifras de la Educación 2023-2024), casi la mitad de los centros educativos son de carácter no público (15.6% concertados y 29.4% privados) y solo el 55% tienen titularidad pública. Estas cifras son más graves aún si las analizamos por etapas, siendo las más afectadas la educación infantil y la educación superior (ambas no obligatorias, pero imprescindibles para la igualdad de oportunidades en la formación personal y profesional).

En la etapa de educación infantil, de los 1224 centros que ofrece la comunidad la titularidad solo es pública para 511 de sus centros, siendo de titularidad no pública el 58,25% restante (668 privados y 45 concertados). Solo en la ciudad de Madrid, el pasado curso quedaron fuera de las escuelas infantiles públicas el 78% de los solicitantes. La formación profesional (FP) es otra de las víctimas de la clara política de privatización, con una cantidad de profesorado y centros menor a la necesaria actualmente. Prueba de ello es que según denuncia CCOO, en el actual curso más de 48.000 estudiantes madrileños se han quedado sin plaza de FP, lo que supone un 52% de los solicitantes. El ámbito universitario no es ajeno tampoco a esta prioridad por privatizar la educación, contando con 6 universidades públicas cuya financiación es deficiente desde finales de la crisis de 2008 y con 13 de universidades privadas (acumulando los mismos campus privados que Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía juntas). Al analizar la situación de las universidades públicas madrileñas nos encontramos con la mayor brecha de inversión por estudiante entre los campus públicos y privados de toda España (Fundación Conocimiento y Desarrollo – Ministerio de Universidades, 2024): actualmente solo se invierten 6.005 € por alumno (siendo hasta el triple en las universidades privadas del entorno), cuando la media en las universidades públicas españolas está en los 8.091 €. Estos datos nos permiten concluir que se trata de una de las comunidades autónomas con una menor inversión por estudiante y paradigmáticamente con las tasas más altas de matriculación por estudiante).

La comunidad de Madrid es de las comunidades con menor inversión por estudiante

Se podrían aportar muchos más datos para “matar” el relato de la “pedagogía de la mentira”, pero estos son solo algunos de los hechos objetivos que nos ayudan a entender la situación actual del sistema educativo público en Madrid y España. Ante tales mecanismos políticos, usados frecuentemente para desmantelar la educación pública, es necesaria la búsqueda de una “pedagogía de la verdad” que ejerza la necesaria función de contrapoder. Esta pedagogía se ha de ejercer desde el ámbito educativo, pero sobre todo a través de la implicación sociopolítica de la ciudadanía y sus representantes políticos.

La pedagogía de la verdad se ha de ejercer desde el ámbito educativo a través de la implicación sociopolítica de la ciudadanía y sus representantes políticos

La “democracia de mercado del sistema neoliberal” de la que hablaba Chomsky está siendo aplicada con cada vez más frecuencia al sistema educativo: la privatización educativa a través de los centros concertados (muchos de ellos religiosos) y privados, el reparto de cheques para compensar las carencias de inversión en un sistema público que a todas luces no da respuesta a las necesidades actuales del alumnado y sus familias, la aprobación desde las comunidades autónomas de nuevos campus universitarios privados con informes desfavorables de la Conferencia General de Política Universitaria, entre otros. Todo ello atenta contra el derecho fundamental de acceso al sistema educativo público (en todas sus etapas), principal mecanismo democratizador y promotor del caído en desuso “ascensor social”.

Hace pocos días nos encontrábamos con una nueva decisión política sobre el ámbito educativo, esta vez por parte del gobierno central: “El Gobierno va a aumentar los fondos que recibe la educación concertada”. Se trata de una medida negativa que nuevamente va en la línea que hemos tratado en estos artículos y a la que debemos prestar mucha atención. Nuestro sistema educativo público cada vez se debilita más, siendo más frágil e incapaz de afrontar los desafíos actuales y futuros. La ciudadanía se construye a través de la educación, desarrollándose así las sociedades del futuro que darán respuesta a los problemas y retos que tenemos por delante.

La ampliación de fondos para la edcación concertada anunciada por el Gobierno es una medida negativa en tanto que debilita aún más la educación pública

La educación privada y/o concertada (con afiliación católica en muchos casos) parte de intereses económicos, políticos y socio-culturales diferentes a los que ha de perseguir una educación pública de calidad, esto es: laica, fundamentada en la búsqueda de la justicia social, la inclusión y la atención a la diversidad. Ello solo se puede conseguir a través de centros educativos públicos y no con la derivación constante y deliberada a centros concertados o privados a través de cheques y subvenciones que no hacen más que aumentar la brecha y segregación entre el alumnado.

La educación privada y concertada parte de intereres económicos, políticos y socio-culturales diferentes a los que ha de perseguir la educación pública

Las competencias educativas cedidas a las comunidades autónomas no deben impedir garantizar desde el Estado una educación pública de calidad en todo el país. Por tanto, urge garantizar el acceso, en igualdad de oportunidades, a la educación para que así sea posible contribuir desde el sistema público a todos los desafíos que las sociedades futuras afrontan. De lo contrario, en los próximos años podríamos retroceder en relación a los avances sociales y formativos conquistados en las últimas décadas.

Miguel Ángel Albalá Genol
Doctor en educación y profesor de universidad

Fuentes:

*Las citas del texto han sido extraídas a partir de la traducción del título original: Chomsky, N. (2001). Chomsky on miseducation. Rowman & Littlefiel. Libro traducido (Gonzalo, G. Djembe, 2001): Chomsky, N. (2016). La (des) educación). Editorial Planeta.

Cuando solo con educación ya no es suficiente:

La importancia de la acción sociopolítica para romper con la «Deseducación»

(Primera parte)

En su libro “La (des) educación”, Noam Chomsky (lingüista, filósofo y politólogo), hace más de dos décadas ya nos alertaba del peligro al que estaban sometidos los sistemas educativos. Frente a la idea de que en nuestras escuelas se enseñan los valores democráticos, lo que realmente existe es un modelo de enseñanza diseñado primordialmente para formar a profesores/as y estudiantes cuya dimensión intelectual quede devaluada y sea sustituida por un conjunto de procedimientos y técnicas acordes al mercado laboral. Según el profesor Chomsky, dicho modelo educativo impide el pensamiento crítico e independiente, no permitiendo a la ciudadanía razonar sobre lo que se oculta tras explicaciones parciales que impiden interpretar de forma plena los acontecimientos pasados, presentes y futuros. Aunque han transcurrido veintitrés años de la escritura de dicha obra, el análisis propuesto por el profesor continúa teniendo plena vigencia. No obstante, en esta ocasión me permitiré realizar una breve actualización de la situación en relación a dos de los factores que, bajo mi opinión, tienen una mayor relevancia para evitar que la (des) educación continúe siendo la norma a nivel global y en nuestro contexto.

«Según Chomsky, los sistemas educativos occidentales están concebidos para devaluar la dimensión intelectual y enseñar procedimientos y técnicas acordes al mercado laboral. Dichos modelos educativos impiden el pensamiento crítico e independiente»

En primer lugar, es necesario desenmascarar la “educación para la libertad” que falsamente se desarrolla según multitud de gobiernos estatales y autonómicos, dentro y fuera de España.Dicho paradigma se ha vehiculizado a través de la tan codiciada “neutralidad” que debe, según muchos gobernantes, profesionales y familias, estar presente en las aulas. Esto representaría (en palabras de autores como Paulo Freire) la construcción intelectual del “no ver” que caracteriza a muchos/as intelectuales y educadores/as, que en nombre de la objetividad creen que deben analizar la sociedad que estudian y explicarla como si no formaran parte de ella.

En ocasiones, quienes trabajan en nombre de dicha “objetividad” y “libertad”, encubren la idea manifiestamente política (y muy alejada de la neutralidad) de no incorporar en los análisis de la realidad social una serie de factores que consideran poco convenientes, y que probablemente revela una gran complicidad con la eliminación de la verdad al servicio de la ideología dominante: el neoliberalismo.

«No incorporar en los análisis de la realidad social aquellos factores que, en aras a la neutralidad, resultan poco convenientes, revela una gran complicidad al servicio del neoliberalismo»

Es absolutamente prioritario, en mi opinión, caminar hacia una transformación de los sistemas educativos que pongan en el centro a la democracia, no solo como organización política, también como organización social: orientada a fortalecer el bienestar individual y social, así como los lazos comunitarios en sociedad. Sin embargo, de poco servirán cambios de este tipo si la sociedad, el sistema económico y político no ejercen un cambio acorde y fundamentado también en una transformación hacia un modelo educativo y de sociedad nuevo: comunitario y fundamentado en la reducción de las desigualdades. Lo contrario, disfrazado de “libertad” o de “neutralidad”, ya vemos que nos lleva una creciente desigualdad, en la que existen individuos cada vez más desconectados de su entorno y de la realidad con la que conviven. Por tanto, es preciso que los cambios se produzcan a todos los niveles y probablemente de una forma pausada, sin esperar soluciones mágicas derivadas de una ley educativa u otra.

«Es absolutamente prioritario una transformación de los sistemas educativos que pongan en el centro a la democracia»

En segundo lugar, los términos “democracia” y “educación” cada vez se encuentran más alejados, incluso estando contrapuestos en muchos sistemas educativos por todo el mundo. Al respecto, John Dewey fue probablemente el autor que dedicó más tiempo de su vida en el pasado siglo a reflexionar precisamente sobre la importancia de que ambos conceptos fueran de la mano.

Dewey creía que solo con una reforma del sistema educativo en sus primeros niveles se podrían provocar cambios sociales significativos, abriendo paso a una sociedad más justa y libre y en la cual ”el objetivo de la producción no fuera la producción de bienes sino la producción de seres humanos asociados entre sí en términos de igualdad”.

«Como creía Dewey el objetivo de la educación no debe ser la producción de bienes sino la producción de seres humanos asociados entre sí en términos de igualdad»

Apenas un siglo después de los escritos de Dewey podemos afirmar que una reforma parcial del sistema educativo probablemente no sería suficiente,siendo necesaria una transformación profunda de este en todas sus etapas. En la actualidad, quizá las profundas convicciones reformistas de Dewey se encontrarían con multitud de factores sistémicos (económicos, mediáticos, jurídicos, sociales y políticos)que imposibilitarían una transformación social efectiva.

En el año 2024, en el momento actual que vivimos, la transformación hacia sociedades más justas y equitativas ya no la podemos impulsar exclusivamente desde los sistemas educativos.

Lamentablemente, y tomando la afirmación de Nelson Mandela, creo que la educación ya solo es una de las posibles armas poderosas para cambiar el mundo, pero que también debemos prestar atención a otras para ocuparnos de ellas: la política, los movimientos sociales, la justicia, los medios de comunicación y redes sociales, los sindicatos, entre otros. El poder se ejerce a través de todos estos espacios, siendo el sistema educativo una manifestación de intereses cuyos objetivos frecuentemente no se relacionan con el aprendizaje o la mejora social.Todo ello no debe llevar a la paralización de las comunidades educativas sino a la movilización y a la llamada a la acción dentro y sobre todo fuera del aula, en cualquier espacio sociopolítico de influencia.

Miguel Ángel Albalá Genol
Doctor en educación y profesor de universidad.

*Las citas del texto han sido extraídas a partir de la traducción del título original: Chomsky, N. (2001). Chomsky onmiseducation. Rowman & Littlefiel. Libro traducido (Gonzalo, G. Djembe, 2001): Chomsky, N. (2016). La (des) educación). Editorial Planeta.