
El pasado 24 de octubre nos dejaba Anna Balletbó a los 81 años. Periodista y política. Fue diputada en el Congreso de la I a a la VI legislatura por el Partido de los Socialistas de Cataluña. Muchos la recordarán como aquella diputada socialista que el 23F estando embarazada exigió salir del hemiciclo. El pasado mes de agosto participó en el tradicional «sopa d’estiu socialista» que organiza la agrupación del Vendrell desde hace más de 50 años. A sus 81 años, nos acompaño degustando los tradicionales «pies de cerdo» y demostrando una plena vitalidad y visión política. A las muestras de condolencia mostradas por la mayoría de personalidades políticas del PSC y del PSOE, se suma la de la agrupación del Vendrell, y especialmente, la del compañero Roger Caballero, militante nuestro, afincado en Canadá por motivos profesioanles y que mantenía una relación epistolar con Anna desde hacía años. DEP. (Nota de Redacción)

Curiosa, insistente para saber lo que necesitaba o quería conocer, abierta a hablar tanto con lo más popular como con lo más humilde, Anna siempre buscaba quien pudiera darle una respuesta para poder, como decía ella, “decidir su opinión” sobre un tema.
Conocí a Anna Balletbò en otoño del 2013, en un acto donde, rodeada de empresarios, políticos conocidos y de otros que se acercaban insistentemente a saludarla, vino a la mesa donde éramos un grupo de estudiantes becados y me dijo: «Escucha, tú quién eres? ¿A qué te? interesantes.” Dos preguntas que iniciaron una amistad que, pese a la distancia generacional y geográfica de los últimos diez años, ha perdurado.
Este verano tuve la suerte de compartir con ella una larga charla para repasar la actualidad política y, más concretamente, la geopolítica. Como era habitual, comprobé una vez más que era de aquellas personas que se atrevían a predecir lo que podía pasar en el futuro —una calidad al alcance de muy pocas personas.
nna tenía la capacidad de sentar en una misma mesa a políticos y personas que, sin su perseverancia, nunca lo habrían hecho. También sabía convencer a los expertos de las temáticas que le interesaban por mantener largas conversaciones, invitando a otros amigos igualmente curiosos, con el objetivo de hacer algo que no siempre es fácil: debatir.
Cuando el conferenciante había expuesto la cuestión que nos ocupaba, ella dirigía y lideraba la tertulia, haciendo participar —incluso sin querer— a muchos de los asistentes, para extraer aún más zumo de las charlas y seminarios que organizaba.
Anna fue respetada por sus contrincantes políticos gracias a su capacidad de escuchar a los demás, pero también por la virtud de decir, sin tapujos, cuando estaba o no de acuerdo sin dilaciones. Ha sido el alma de la Fundación Olof Palme durante más de treinta años, y su carácter la convirtió en un referente en nuestro país, tanto como mujer como miembro del Partit dels Socialistes de Catalunya.
Militar hoy en un partido político no es fácil si no tienes la oportunidad de conocer a personas entregadas y motivadas para mejorar la sociedad. Ella transmitió esa motivación y ha dejado una huella.
La echaremos de menos.
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