
El banco mundial, fiel representante del capital financiero, cerraba el año 2023 con una afirmación devastadora:
«Si 2022 fue un año de incertidumbres, 2023 es el año de la desigualdad. Para los países que esperan recuperarse de las devastadoras pérdidas provocadas por la pandemia de COVID-19, la batalla se ha vuelto más difícil debido a las amenazas combinadas del cambio climático; la fragilidad, los conflictos y la violencia, o la inseguridad alimentaria, por nombrar solo algunas, que dificultan la plena recuperación de todas las economías»
Un año en el que ha crecido la desigualdad y que ha afectado a la clase trabajadora en el mundo entero. Una clase trabajadora que aspira a vivir de un trabajo digno, a disponer de una alimentación saludable, a tener acceso a vivienda, a sanidad, a la educación, a la cultura, al transporte, al ocio…nada que no se pueda financiar si el beneficio de la fuerza del trabajo repercutiera en las fuerza del trabajo y no fuera a engrosar (más) el beneficio del capital financiero.
La realidad muestra el panorama de la desigualdad: más de 800 millones de personas padecen hambruna; más de 200 millones de personas están sin empleo; más de 2000 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de agua y saneamiento; se calcula que unos 1800 millones de personas no tienen techo o viven en infraviviendas; casi 800 millones de personas adultas carecen de competencias básicas de lectoescritura.
Hablamos de la desigualdad en el mundo entero. No solo en las economías subdesarrolladas, También en occidente, también en España, donde hay 2,7 millones de personas sin trabajo, por no hablar del subempleo y
de la pobreza laboral. Según UGT, la parcialidad involuntaria en la contratación asciende al 47,9% de los contratos. Es decir, que hay una buena parte de la población trabajadora que está empleada a tiempo parcial únicamente porque no encuentra un trabajo a tiempo completo. UGT señala que esto se traduce en un sueldo inferior, que en la mayoría de casos se sitúa por debajo del salario mínimo interprofesional (SMI) y que es una de las principales razones para que en España haya un 11 ,6% de personas trabajadoras en riesgo de pobreza o con pobreza laboral (ingresos por debajo del 60% de la mediana).
Por su parte, la empresa Bloomberg anunciaba que el patrimonio neto de los 500 mayores multimillonarios aumentó 1 ,5 billones de dólares en 2023, es decir, que se apropian del equivalente a un 1 ,5% más de toda la producción mundial. Según UBS, el 1 % más rico de la población mundial dispone del 44,5% de toda la riqueza .
El crecimiento de la desigualdad en el mundo busca culpables. La clase trabajadora desinformada cae en las redes demagógicas de los Milei del mundo, que reclaman «libertad» para hacer frente a la desigualdad. Libertad que para ellos no es otra cosa que liberalizar todos los sectores, reducir el papel del estado a su mínima expresión, eliminar todo aquello que permita tener un mínimo colchón para las personas que atraviesan más dificultades. Libertad para el capital financiero pero no para la clase trabajadora.
Pero además de las tesis de la extrema derecha en el mundo, la desigualdad se acrecenta cuando se nos rebaja el poder adquisitivo de los salarios por mor del aumento de precios; la desigualdad se acrecenta cuando se debilita la negociación colectiva de los convenios; cuando se detraen fondos de las partidas para educación, para sanidad, para pensiones o para seguros de desempleo.
Y esa es la lucha que los socialistas en todo el mundo tenemos más vigente que nunca. La lucha por defender los derechos y conquistas laborales en todos los países del mundo, la lucha por el salario, la lucha por las pensiones, la lucha por una educación y una sanidad públicas, la lucha contra la guerra y el comercio de armas, la lucha por una democracia plena, en España, en occidente y en el mundo entero.
No existe un capitalismo bueno y un capitalismo salvaje. El capitalismo conlleva la acumulación de la riqueza, y esa guerra la estamos perdiendo la clase trabajadora. Toca remontar. Toca socialismo.
Por un 2024 sin guerras, con mayor justicia social, libertad, fraternidad entre los pueblos y democracia.

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