Pugna catódica

En mis muchos años de ejercicio del periodismo no almaceno en la memoria que un programa de televisión haya recurrido a una campaña publicitaria radiofónica en diferentes medios, para reseñar que sigue siendo líder en su franja horaria. Al escuchar la cuña que daba cuenta a los oyentes de que <<El Hormiguero>> sigue teniendo más audiencia que su competidor, <<La Revuelta>>, recordé la frase del latín medieval de excusatio non petita, accusatio manifiesta (excusa no pedida, acusación manifiesta), que implícitamente desvelaba que Pablo Motos y Atresmedia están muy nerviosos, por la competencia tan potente con la que les ha plantado cara TVE1 con David Broncano y el programa <<La Revuelta>>. Propuesta que los ejecutivos de la tele abierta pensaron que sería un fracaso, confiados en que no iba a encajar con el espectador tipo de la 1. Creencia que se frustró con los primeros datos de audiencia que confirmaban que <<La Revuelta>> había superado el liderazgo de <<El Hormiguero>>, desatando el tembleque de Motos y los ejecutivos de su tele.

Cuando se tiene que recordar a los espectadores —también es válido en las relaciones jerárquicas y sociales— que sigues siendo el líder, implícitamente trasluces que ya no lo eres y, esto es lo peor, que te tomas la competencia que no esperabas como una batalla donde todo vale que termina por desnortarte. Por ejemplo, cuando das pábulo a tu cabreo al caer en la bajeza de impedir que tu competidor entreviste a un determinado personaje de éxito, acogiéndote al contrato que tu medio tiene suscrito con la promotora Dorna, poseedora de los derechos de explotación comercial del Mundial de Motociclismo que organiza. Acuerdo para la retransmisión de los Grandes Premios que se celebran en España, en el que una clausula establece que ciertos pilotos están obligados a dar entrevistas exclusivas a Atresmedia, antes que a otra televisión. Decisión lícita, sin duda, cuyo reverso es caer en el barro para laminar a tu contrincante, al que solo le haces cosquillas a costa de mostrar tu inseguridad: tu debilidad.

Pero la pugna que ha buscado Motos bloqueando una entrevista de su contrincante significa que se siente amenazado por Broncano, y que su disputa catódica no es un simple juego de egos, sino que tiene más recorrido detrás con un poso político, de concepto de programa televisivo, y de prestigio para TVE y Atresmedia. Cuando uno se siente imbatible se adocena en la creencia de que nadie le puede arrebatar su posición de privilegio que conduce, inexorablemente, a una autoestima ególatra que no admite rival, olvidando que todo evoluciona y más en la televisión donde el fluir de formatos, contenidos y presentadores son la esencia del medio.

A Pablo Motos le está pasando lo que le sucedió a Boabdil cuando al entregar las llaves de su Reino de Granada a las huestes de los Reyes Católicos, se preguntaba cómo era posible que unos palurdos como los brutos e incultos cristianos, que apenas se lavaban, hubieran acabado con el poder, refinamiento y sabiduría de su reino. No cayó en la cuenta de que sus oponentes contaban con la bombarda —origen del cañón— que terminó por derribar las murallas que le protegían a él y a su reino.

Broncano ha llegado a la 1 con la bombarda televisiva de <<La Revuelta>>, un formato que no juega con las reglas seculares del medio que gusta a los espectadores por su carácter formalmente disruptivo, que juega con el desconcierto de que nunca se sabe quién será el invitado del día y con la informalidad que supone que el director-presentador del espacio, él mismo, nunca sepa que le aguarda cuando sale a escena. Justo lo apuesto a <<El Hormiguero>>, donde todo está medido al milímetro y sujeto a un guion que Motos sigue a rajatabla, porque no sabe improvisar. Formato donde el espectador sabe de antemano quiénes o quién va a ser el entrevistado principal y la secuencialidad del programa, frente al poco guion con el que aparentemente se desarrolla <<La Revuelta>>, donde el espectador nunca sabe qué va a pasar a continuación.

Improvisación que gusta más, que atrae más que el formalismo a un público joven acostumbrado en su vida cotidiana, por el uso de las redes sociales, a esperar siempre lo impensable, lo que no está predeterminado ni configurado de antemano; aunque luego todo sea un trampantojo porque siempre existe, y más en la tele, un mínimo orden que Broncano, tiene la habilidad de opacar a ojos del espectador. Cumple así con el objetivo que buscaba la anterior dirección de TVE de atraer a esa franja horaria al público joven perdido con la apuesta por un presentador y un formato de éxito, <<La Resistencia>>, testado en la plataforma de Movistar Plus, donde expiraba su contrato en junio de este año. No fue sencilla la negociación de su presencia en la 1 por las exigencias de Broncano que, al final, se conformó con un contrato por dos años, él quería tres, con una subida de 27.500 euros, hasta los 87.500 por programa, respecto de los 60.000 que ganaba por programa de <<La Resistencia>>.

Pablo Motos se ha encontrado con un competidor que no esperaba, confiado en que su Reino de Taifas iba a ser eterno, sin darse cuenta de que, con o sin Broncano, <<El Hormiguero>> ha entrado hace tiempo en un estancamiento propiciado por él mismo al manchar el puro entretenimiento del inicio, introduciendo la intencionalidad política, de sesgo derechista, a través de las preguntas a sus entrevistados, muchos de los cuales le han cantado la gallina en directo por el contenido de las mismas que les empujaba a tener que pronunciarse políticamente sobre asuntos de la actualidad, formuladas con un claro interés espurio. Tendencia que el propio Motos viene confirmando desde hace muchos meses en sus comentarios, burdos y tendenciosos, cuando no faltones, que le cierran el paso a ampliar su espectro de audiencia.

Error en el que no incurre Broncano porque no le hace falta verbalizar, como hace Motos, ningún discurso político porque el formato con el que la <<La Revuelta>> se presenta a la audiencia es, en sí mismo, transmisor de la idea de cambio y progreso sin necesidad de mensajes declarativos. Esta es la razón por la que la rivalidad entre ambos programas y presentadores, ha trascendido más allá de la mera pugna catódica por las audiencias, por el planteamiento de polarización con el que plantea Motos esa rivalidad al evitar que su oponente entreviste a un personaje público, lo que convierte en una batalla lo que solo debería ser una apuesta por ver quien tiene más meninges y capacidad para atraer más espectadores.

Pugna en la que se juega el prestigio de ambos grupos televisivos: la televisión pública, TVE1, y la televisión privada liderada por Atresmedia. De momento son los primeros los que han dado el zapatazo a los que se sentían aposentados e inamovibles, mientras Broncano empieza a sacarle, día a día, varios cuerpos de ventaja a Motos. Las espadas siguen en alto y veremos a quién le tiemblan antes las piernas al ver la marcha de las audiencias. Y quien templa mejor los nervios, la tensión, de verse en el ojo del huracán de la mirada pública.

Vicente Mateos Sainz de Medrano.
Periodista, profesor universitario
Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas