Nuevo curso, sí, pero con asignaturas pendientes.

En estos últimos meses hemos visto como otra de las justas, legítimas y necesarias aspiraciones de la clase trabajadora, una vez más ha sido truncada, en lo que respecta a la posibilidad de reducir la jornada de trabajo para aquellas personas que -en torno a 13 millones- aún tienen las 40 horas de trabajo semanales.

La propuesta de ley que ha sido llevada a Cortes y rechazada tras las enmiendas a la totalidad por la derecha catalana y, con los apoyos de PP y Vox, dejan por el momento esta mejora de las condiciones de trabajo fuera del alcance de la mayoría, ya que unos 4 millones de trabajadores trabajan jornadas inferiores a la norma de 1983, bien por acuerdos o tras la negociación en los convenios colectivos.

La derecha política y empresarial, junto con sus patronales, no ven con buenos ojos que un trabajador pueda reducir su jornada media hora al día. Algo que indigna y cabrea a muchos, pero a otros tampoco nos sorprende:

¿Cuántos derechos y conquistas de los trabajadores se han conseguido con acuerdos en Cortes, con el apoyo de la derecha y la extrema derecha?

No cabe duda que abrir el debate político sobre la necesidad de reducir la jornada laboral como mejora de las condiciones de trabajo, sobre todo en sectores más explotados, por la falta de control horario, y el abuso con las horas extras no retribuidas, es muy importante, pero tal vez se ha llevado por la vía menos favorable para que prospere, más ahora, con un tablero político tan fragmentado.

Hemos visto a los secretarios generales de los Sindicatos de CCOO y de la UGT bastante activos junto con la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, para la elaboración de la norma. También han estado en diferentes actos como el del pasado 22 de julio en el Auditorio Marcelino Camacho (totalmente abarrotado), coincidiendo con el último día de trabajo en Cortes, previo a las vacaciones, en el que no estaba en el orden del día para el debate parlamentario la reducción de la jornada a las 37,5 horas, debido a que Junts mantenía su postura contra la aprobación de la ley. Tras la vuelta de vacaciones, y como ya estaba anunciado, el miércoles 10 de septiembre CCOO Y UGT hacen un llamamiento a los trabajadores para acudir a la protesta frente al Congreso de los diputados en Madrid a las 16.00 horas; también se hicieron concentraciones y movilizaciones en diferentes comunidades autonómicas, el día que se votaría la ley para la reducción de la jornada laboral, que como todas sabéis, no salió adelante.

Según han expresado en diferentes actos los dirigentes de UGT y CCOO, la reducción de la jornada de trabajo en 37.5 horas es solo el principio, ya que el objetivo es llegar a 32 semanales, un objetivo muy ambicioso que va a necesitar del empuje de la clase trabajadora organizada. La duda que se nos plantea ahora es cómo se va a retomar la posibilidad de conseguir este derecho: ¿se volverá a llevar la ley a Cortes cuando se considere que el “terreno” político es el idóneo? Tal vez, para estas cuestiones, propias de los intereses la mayoría trabajadora, el único terreno propicio para sacar adelante esta, como cualquier otra reivindicación, pasa porque las dos grandes Organizaciones Sindicales (UGT Y CCOO) informen, debatan, organicen y movilicen a los trabajadores en sus centros de trabajo y empresas, que llamen a la unidad en manifestación en las calles, donde verdaderamente el terreno nos es más favorable, con la unión y la fuerza que se necita para arrebatar derechos al Capital. Un Capital feroz que no cesa en destruir derechos y conquistas conseguidos hace años tras las luchas de las trabajadoras y los trabajadores.

“Mantener lo conquistado para avanzar”, este ha sido el lema de los sindicatos recientemente. Reconociendo de algún modo la situación por la que estamos pasando y el peligro que corren nuestros derechos. Pensiones, sanidad, educación, dependencia todos los servicios públicos están sufriendo un nuevo ataque con políticas que, bajo el amparo de leyes que permiten la privatización, buscan desmantelar los pilares fundamentales del Estado de Bienestar, como es el claro ejemplo de la Sanidad o la Educación.

No podemos olvidar el problema de la vivienda, con alquileres abusivos, en función de los salarios. En un artículo El Mundo el 22 de julio 2025: “Los salarios reales sólo han subido un 2,76% en 30 años “, siendo España el cuarto país de la OCDE con menor subida salarial de las últimas décadas. Estos datos dejan claros signos del trasvase que está sufriendo la renta del trabajo a las rentas del capital, bien por los bajos salarios y pensiones o bien el aumento desmesurado del IPC en los últimos años. Esta situación implica a los Sindicatos en las negociaciones de los convenios colectivos la obligación de negociar salarios que permitan hacer frente con las necesidades de las familias, recuperando el poder adquisitivo perdido. Incrementar salarios por encima del IPC, ya que, de no ser así, no estaríamos hablando de una subida real de salario. En la Comunidad de Madrid el salario medio es de 33.000€ incluyendo los sueldos de los altos cargos, pero la gran mayoría de los sueldos están en los 23.000€. Salarios que están, en su mayoría, más cerca del SMI.

Todas estas reivindicaciones estarían vacías de sentido si no mencionamos la lucha por la libertad de Palestina, contra el Gobierno genocida y terrorista de Netanyahu, que mata con bombas y de hambre a la población civil.

Juan Fernando Díaz-Mayordomo
Sindicalista de UGT, en Madrid.