Manifestación en defensa de la Educación Pública

La verdadera izquierda está en las calles

Una nueva gran manifestación ha recorrido las calles de Madrid el día 24, esta vez en defensa de la Educación pública. El día 9 de este mes de febrero las calles se llenaron para reivindicar que se cumpla el derecho a vivienda establecido en la Constitución. En los últimos años hemos visto macro manifestaciones en defensa de la Sanidad Pública. Y periódicamente miles de personas se movilizan en defensa de las Pensiones Públicas.

El asociacionismo en colectivos, plataformas y espacios, apoyados en las luchas vecinales se han hecho cargo de la defensa de los pilares fundamentales del Estado de Bienestar, son la verdadera izquierda, en ausencia de los partidos tradicionales y los sindicatos de clase.

El ánimo para salir a las calles a reivindicar y defender derechos va más allá de los servicios públicos, sobre los que se está nucleando un movimiento sin dirección política, por el momento. En los últimos 17 meses han sido muchas las manifestaciones para rechazar el Genocidio que Israel está cometiendo en Gaza. Así mismo, las asociaciones de familiares de víctimas se movilizan para exigir responsabilidades a gobiernos autónomos como el de Madrid o Valencia, por las 7291 muertes en las residencias en los años de pandemia o por las habidas en la DANA en octubre del pasado año.

El hecho de que algunas de estas competencias, en todo o en parte, estén transferidas a las comunidades autónomas hace que la movilización no tome carácter estatal. Sin embargo, no es descartable que se tienda a la estatalización de estos movimientos, pues no es entendible que el problema del deterioro, incluso el desmantelamiento, de los servicios públicos esté troceado cuando en mayor o menor medida el problema existe en todas las comunidades autónomas.

No solo es que la privatización y la insuficiente financiación de la Sanidad o la Educación se den en toto el Estado, es que son leyes estatales, como la Ley 15/97, las que permiten y facilitan la privatización; en este caso de la Sanidad Pública.

El papel de las instituciones autonómicas ante los desastres naturales ha sido desastroso, incluso criminal, pues pudiendo haber evitado muertes las han provocado con sus decisiones, en el caso de Madrid, y sus indecisiones, en el caso de Valencia. Son hechos a los que no están ajenos los demás pueblos del Estado español.

La situación de la Comunidad de Madrid es especialmente grave, dada la acción de Gobierno ideológica ultraliberal del PP en esta Comunidad, pero que más allá de las formas aplican en todas las comunidades y ayuntamientos en los que gobiernan.

  • El estrangulamiento económico de las universidades públicas es evidente y grosero.
  • El Gobierno de Madrid ataca permanentemente a la enseñanza pública en un descarado apoyo institucional a la educación privada, mayoritariamente en manos de la Iglesia segregacionista.
  • Las tasas de matriculación son cada día más altas y los presupuestos para becas cada vez menores. Dando como resultado que las familias trabajadoras comienzan a verse excluidas de la enseñanza superior.
  • Los estudiantes de la FP pública se ven en desventaja frente a los alumnos de la privada a la hora de realizar las obligatorias prácticas.
  • Las malas condiciones de trabajo están expulsando a los profesionales sanitarios de esta comunidad. Del mismo modo que la carga burocrática está asfixiando al profesorado.
  • Las listas de espera y el déficit de pediatras están deteriorando la red de Atención Primaria.

Estas reivindicaciones no pueden ser olas que llegan a los partidos al calor de las manifestaciones multitudinarias. En los hechos, las instituciones están negando derechos que están establecidos en la Constitución que nos dicen que hay que respetar, pero que las instituciones mismas incumplen.

Es inexplicable que los sindicatos de clase no estén volcados en convocar y organizar estas movilizaciones, pues ser una organización de clase es luchar por el derecho del trabajador a una sanidad, a una vivienda digna, a la educación…además de por los derechos laborales y salariales. No estar en estas luchas les reduce a meros sindicatos que prestan servicios de asesoría y negociación.

¡Cuidado! Con la exigencia de la OTAN, a las órdenes de Trump, de elevar sustancialmente los presupuestos en Defensa, pues lo que se aumente en gasto militar será detraído del en servicios públicos; otra excusa para el fomento de la privatización.

Por mucho que se autodenominen de izquierdas, el movimiento se demuestra andado y hoy, el movimiento está en la calle.

Cada día estamos más huérfanos de partidos y sindicatos que defiendan los derechos de la mayoría social.

Pascual Sánchez Pérez
Militante socialista de Madrid

Manifestación contra el Genocidio en Gaza: 15D


La última del año, pero no será la última

Con un recorrido muy coherente; desde la Embajada de los Estados Unidos hasta el Ministerio de Defensa, miles de personas nos manifestamos en la mañana del domingo 15 de diciembre, convocados por la Asamblea de Madrid con Palestina, en la que el CATP participa.

Desgraciadamente, no será la última vez que tengamos que salir a las calles a decir que en nuestro nombre no se tienen que mantener relaciones diplomáticas con un Estado que está llevando a cabo el exterminio de un pueblo, que es lo que el Estado sionista de Israel está cometiendo con la población palestina de Gaza.

Ya son más de 45.000 los asesinatos que el Gobierno de Netanyahu ha cometido en los últimos quince meses, a los que hay que sumar las decenas de miles de personas que yacen bajo los escombros de los hospitales, las escuelas y las viviendas derribadas por las bombas. Muertes que han afectado particularmente a niñas y niños, además de a mujeres y civiles en general.

Avergüenza conocer que nuestro Gobierno vende y/o autoriza la venta de armas para países que vulneran los Derechos Humanos, pero ya se sabe que, según la “ley del embudo”, única ley que se aplica en plenitud en este mundo, depende de quién sea el malhechor se le aplican sanciones o no.

El Centro Delás de Estudios para la paz informó, en julio de 2024, que España vendió armas a Israel en noviembre de 2023, a pesar de que el Gobierno decía ya en aquellas fechas que se había suspendido la venta de armas a Israel desde octubre del mismo año. Las armas son fabricadas en Palencia, en la empresa noruega Nammo AS, que suministra: bombas, granadas, torpedos, minas, misiles y otras municiones y proyectiles.

El problema es que tampoco hemos dejado de comparar armas y tecnología a Israel. Ante la masacre que llevamos viendo desde hace meses, habría que romper todo tipo de relaciones con un Estado criminal.

Lo que Israel está haciendo en Palestina es la continuidad de la ocupación de un territorio a sangre y fuego, desde hace 76 años. Cuando Israel apela a su derecho a defenderse, “olvida” que es Israel el atacante, el agresor, el ocupante. Si acaso será el pueblo palestino quién tenga derecho a la autodefensa. Con esto no justifico las muertes de judíos indefensos el 7 de octubre del pasado año, ni la muerte de ningún judío inocente, pero como dijo Antonio Guterres: los del 7 de octubre no viene de la nada.

Tampoco se debe confundir el rechazo del sionismo con el antisemitismo. En primer lugar, porque tan semita es un judío como un árabe, y en segundo lugar porque el crimen que el Gobierno de Israel está cometiendo la hace en contra de la voluntad de su propio pueblo; en particular de las familias de los rehenes judíos en poder de Hamás, de los que continúan vivos y de los que han muerto bajo las bombas de su propio Gobierno.

Los gobiernos no miraron hacia otro lado ante los crímenes masivos de Hitler, resulta repugnante la actitud cínica de los gobiernos de la UE, y aún más la actitud colaboracionista de la presidenta de la Comisión Europea, a la que viene a sumarse Kaja Kallas, quien ha sustituido a Borrell al frente de la Diplomacia Europa, nombramiento que ha sido aplaudido en la prensa israelita.

Todo esto no sería posible sin la complicidad indisimulada de la Administración Biden, complicidad que, sustancialmente no va a cambiar con Trump, al menos no para el pueblo palestino.

Que los gobernantes nos lleven al abismo de la guerra y la locura no significa que guardemos silencio y consintamos.

Roberto Tornamira
Militante Socialista