Marchas republicanas 2025

No sabría decir cuantos miles de personas participaron en las marchas republicanas del pasado 15 de junio, seguramente que muchas menos de las que tomarían partido por la República si tuviesen la opción de hacerlo ante una urna y muchísimas más de las que la Casa Real y sus serviles instituciones deseaban. En todo caso ha sido una gran manifestación que pone el foco en el epicentro de los problemas que aquejan a nuestra sociedad, la Monarquía.

La decadencia política y de la propia institución monárquica estuvo marcada por la ridícula convocatoria de una carrera popular, convocada por el sumiso Ayuntamiento de Madrid, a nombre del X aniversario del reinado de Felipe VI, aunque hayan pasado once años, en lugar de diez, desde que Juan Carlos I El Comisionista se viese forzado a abdicar en su hijo.

En favor a la Corona y como siempre, infinitamente más importante que el esperpento de la carrera popular, el silencio sepulcral de la mayoría de los medios de comunicación, quienes no han reflejado como noticia que miles de personas se hayan echado a la calle a gritar ¡Viva la República! Es el mismo silencio cómplice que ha pretendido esconder los trapicheos del Emérito, finalmente sin éxito.

Marcha republicana con la sede del Ayuntamiento de Madrid al fondo 15 de junio de 2025

Quienes banalizan la reivindicación de la República como modelo de Estado, bien son ignorantes de sus propias contradicciones, bien son mal intencionados que intoxican en favor de la Monarquía, o ambas cosas.

Los malintencionados niegan la dictadura e inventan una historia alternativa, es decir, falsifican la historia. Son groseros en sus planteamientos, culpando a la II República de ser responsable de su caída y de la Guerra Civil. Es el mismo pensamiento pútrido de quienes culpan a la mujer violada de haber contribuido y provocado la violación. No es casualidad que unos y otros coinciden en el mismo espectro ideológico.

A mi modo de ver, el problema está en los ignorantes, pues muchos se reclaman de izquierdas, incluso dicen ser republicanos, pero solo de palabra y en días concretos del año. Enseguida precisan que España es una Democracia y que “a ver si al final vamos a conseguir que gobierne la extrema derecha”. Como si, por ejemplo, en la etapa de los gobiernos de Aznar no hubiese estado gobernando la extrema derecha o como si gobierno como los de Ayuso (Madrid), Mazón (País Valenciano), Prohens (Baleares)… no fuesen de extrema derecha y/o apoyados por la derecha abiertamente fascista. Claro que en una República no está garantizado que pueda gobernar un presidente muy de derechas, el ejemplo más cercano lo tenemos en la Francia de Macron. Hasta la abdicación de Juan Carlos I El Comisionista había quién decía que no se sentía monárquico, sino “juancarlista”. Debemos agradecer profundamente a Juan Carlos de Borbón que les bajase del guindo.

Una de las grandes contradicciones está en que decimos vivir en democracia, pero el pueblo no puede decidir en las urnas quién es su jefe del Estado. Además, asumimos una monarquía que Franco nos dejó dictada en las leyes de sucesión del jefe del Estado de los años 1947 y 1969. Y esta es una clave a tener en cuenta a la hora de quejarnos amargamente de la corrupción patológica que afecta a este país.

Basta con remontarse, por ejemplo, al reinado de Isabel II, la hija del Rey Felón, para ver que la corrupción es consustancial a los reinados de los Borbones, Autores como Jesús Cruz Valenciano, han catalogado el reinado de Isabel II como “uno de los más corruptos de la historia de España”. Esto no significa que otras dinastías sean puras y limpias, pues no es cuestión de los apellidos en el escudo, sino la falta de democracia y ausencia de verdaderos controles. De ahí que la figura del Rey, en el siglo XXI siga siendo “inviolable y no sujeto a responsabilidad” (Artº. 56.3 de la Constitución de 1978).

Poco ha cambiado la dinámica de esta dinastía desde Isabel II, o los Alfonso XII y XIII; estos últimos con sus intereses en la Compañía de Minas del Rif y de todos los parásitos de la Corte que se situaron en su Consejo de Administración ¿Por qué nos sorprende el caso Noos o los “regalos” de grandes empresas a los actuales habitantes de la Zarzuela? Véase como la empresa Navilot pagó una gran parte del viaje de novios de Felipe y Leticia.

Por lo anterior, para no caer en cínicas incongruencias, cuando se habla de eliminar los aforamientos a los políticos habría que comenzar por eliminar este blindaje de la figura del Rey, quien puede hacer lo que le venga en gana sin tener que responder ante la ley. Su padre, de la mano de jueces y fiscales, nos dio un masterclass al respecto.

El otro eslabón que engarza la Monarquía con la herencia franquista es que el jefe del Estado sea militar. Esta cualidad del rey es incluso anterior a la negociación y posterior proclamación del actual texto constitucional, pues por aquello de evitar vacíos de poder, Juan Carlos de Borbón heredó del franquismo la Corona y a la vez la gorra de plato, 48 horas después de la muerte oficial del dictador, el 22 de noviembre de 1975.

Son muchos los argumentos formales e históricos que podría aportar para defender que la pluralidad de pueblos que componen el Estado español avanzaría en democracia con un Estado republicano. Y también son muchos los que podría aportar para argumentar que muchos de los problemas que nos aquejan, como la corrupción, tienen su epicentro en la Monarquía.

Dos ejemplos para acabar:

  1. Sufrimos una gran confrontación social por la cuestión del independentismo; confrontación alimentada por la derecha heredera ideológica del franquismo y su concepto de la indivisibilidad de España, eso que ellos conocen como la España, Una, Grande y Libre. En esa misma orientación está la Casa Real, que no está dispuesta a que se ponga en cuestión quién es el amo del corral. De ahí la desafortunadísima intervención televisada de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, -infortunio al menos para la democracia que dicen que tenemos-, pues solo sirvió para echar más leña al fuego, si es que el Gobierno de Rajoy ya no había echado suficiente.
  1. Según el Artº. 56 de la CE, el Rey “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales”. Es decir, que en un momento en el que los pueblos, no así sus gobiernos, se estremecen con el exterminio; genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino, el rey es el máximo representante en las relaciones internacionales y jefe de los tres ejércitos, pero no rompemos relaciones diplomáticas y comerciales con el Estado sionista israelí.
  1. El Rey ha estado presidiendo, sin rubor alguno, durante cinco años, la apertura del año judicial, a pesar de que el CGPJ estaba fuera de mandato porque la derecha se negaba a renovarlo, sin con ello perdía su control. Esto solo es posible por la anacrónica estructura del Poder Judicial, anecdótica en Europa por su ligazón con la Casa Real; una situación cuasi medieval.

Hoy que vivimos tiempos de guerra que no sabemos dónde acabaremos, termino recordando la Constitución de 1931, aquella contra la que Franco y sus secuaces, con el apoyo del fascismo italiano y el nacismo alemán, atentaron derrocándola y provocando la muerte de más de 700.000 españoles y españolas.

Constitución de 1931 Artº 6: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.”

Miembros de ASTRADE en las marchas republicanas del 15 de junio de 2025
Roberto Tornamira
Presidente de ASTRADE

Preparemos las marchas republicanas del 15 de junio

Abramos el camino a la III República

El 22 de marzo, en la sede de la Fundación Abogados de Atocha, en Madrid, ha tenido lugar el Encuentro de cargos públicos por la República, en el que también participaron cargos orgánicos de distintas organizaciones y partidos políticos.

La Junta Directiva de ASTRADE tomó la decisión de participar de la preparación de las marchas republicanas que se están organizando para el 15 de junio de este año, y es por ello que participamos en este evento preparatorio, en el que coincidimos con compañeros y compañeras del Comité para la Alianza de Trabajadores y Pueblos (CATP).

En las intervenciones que realizamos el compañero Miguel Sagüés, secretario y yo mismo en calidad de presidente de la Junta Directiva de ASTRADE, señalamos la importancia de que la República como modelo de Estado no quede en una mera celebración simbólica, de efeméride.

La Monarquía es una institución no democrática, en tanto que su titular no es elegido por las urnas; hoy, todas las personas menores de 64 años no votaron la Constitución, con independencia de lo que hubiesen votado de haber tenido la edad legal necesaria. Además, la monarquía española se asienta en las leyes de sucesión franquistas: Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, publicada en el Boletín Oficial del Estado» núm. 208, de 27 de julio de 1947, páginas 4238 a 4239 y en la Ley 62/1969, de 22 de julio, por la que se provee lo concerniente a la sucesión en la Jefatura del Estado. Esta herencia de la dictadura cuestiona esta institución, que pervive con aspectos propios del pasado más oscuro, como la coincidencia de la jefatura del Estado con la jefatura de los tres ejércitos.

No son cuestiones menores, pues el hecho en sí mismo de que el rey sea una figura que se sucede por herencia consanguínea, al margen de la voluntad del pueblo, se contradice con el artículo 1.2. de la Constitución vigente: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” qué soberanía tiene un pueblo al que se le niega la elección del Jefe del Estado, pero que asienta su legalidad en las leyes del gobierno golpista y criminal que sometió a su pueblo a una dictadura.

Cuando los teóricos constitucionalistas analizan la estructura del Estado se refieren a La Corona como la “clave de bóveda de la arquitectura constitucional”. Tienen rezón, es la clave de bóveda de un Estado que fue diseñado en el periodo de 40 años en el que a la pluralidad de pueblos que componen el Estado español se le negó la más mínima libertad. Y es producto de aquel diseño que la judicatura se inspire mayoritariamente en aquellas antidemocráticas costumbres. Por tanto, Franco murió, pero el franquismo continúa vivo en las instituciones.

A la pluralidad de pueblos que componen el Estado español no se les pregunta, ni hay intención de hacerlo, sobre qué modelo de Estado prefieren. De los 206 países que hay en el mundo, solo 43 tienen monarquía, el 20%, frente al 80% cuya institución máxima del Estado tiene su origen en las urnas y se renueva periódicamente.

Es preciso hacer pedagogía en la sociedad, y esta acción política habrá de ser obra de las organizaciones que se reclaman del progresismo, la democracia y el avance social en favor de la mayoría, pues la minoría privilegiada no tiene interés alguno en dejar de conservar su acomodada forma de vida, solo posible de mantener sobre la base la explotación de la mayoría.

Somos conscientes de que la tarea no es sencilla. No se nos escapa que es la minoría social la que detenta el control de los grandes medios de comunicación, los medios de producción y el capital mismo. Sin embargo, las dificultades no hacen menos justa la necesidad de avanzar hacia un futuro más libre y democrático, en el que las prioridades las marque la voluntad mayoritaria; un futuro en el que los jóvenes puedan emanciparse y formar su proyecto de vida, y no que el acceso a la vivienda sea una traba insalvable. Un futuro en el que nadie muera antes de que la Sanidad Pública le realice la prueba diagnóstica, porque tardó tanto que el paciente no llegó vivo a la fecha de la cita.

República tiene que ser sinónimo de derechos como Sanidad, Educación, Vivienda, Pensiones, Dependencia, servicios públicos gestionados por el Estado y protegidos contra la carcoma del mercado, que ve en estas necesidades sociales una actividad lucrativa.

República tiene que ser sinónimo de convivencia entre los pueblos que componen el Estado, sin nacionalismos hegemónicos e imperativos. Un Estado en el que la riqueza histórica, cultural y lingüística se valore y no se combata.

República tiene que ser sinónimo de paz, en la que la soberanía del pueblo impere en las relaciones con otros pueblos, sin que la fraternidad entre países se vea truncada por los intereses de los grandes sectores de la actividad económica y sus corruptores lobbies que arrastran a guerras ajenas a los pueblos. Un Estado que tenga la dignidad de romper las relaciones con estados genocidas, como es el caso actual del Estado sionista de Israel.

República son derechos, igualdad y rechazo de la guerra.

Hoy más que nunca, Salud y República.

Miguel Sagüés Navarro
Roberto Tornamira Sánchez
Miembros de la Junta Directiva de ASTRADE

Marcha republicana 16J

El 16 de junio, tal y como estaba previsto y organizado, miles de republicanas y republicanos, llegados de diversos puntos del Estado, nos dimos cita en las calles de Madrid, no menos de 15.000, muchos más de los 4.000 que dijo Delegación de Gobierno, quien debería comprarse unas gafas nuevas de contar manifestantes o dejar de dar por válidas las cifras que le dictan los agentes de la “fachipol”.

                La pluralidad de las organizaciones y colectivos convocantes hizo muy variados los lemas que se corearon:

                -España mañana será republicana.

                -Ni uno más, Felipe “El último”.

Estos, entre otros muchos lemas y canciones. Las conversaciones, los carteles y las pancartas hacía alusión a la necesidad de avanzar en la Democracia, considerando la República como un medio para el avance en derechos y a la Monarquía como una institución anclada en el pasado: el más distante, por ser una institución proveniente de la Edad Media; y el más cercano, ya que La Corona actual se asienta en la herencia que las leyes de sucesión del dictador impusieron a la llamada transición.

                No se trata de cambiar un rey por un presidente, eso, dicho así, es una simpleza. Se trata de que el jefe del Estado pueda ser elegido por el pueblo soberano, en lugar de un relevo por genética. Es una cuestión básica en democracia y para que la democracia pueda deshacerse los lastres del pasado.

                Se trata de que el concepto de jefe del Estado, en paralelo con la jefatura de los tres ejecitos, es el contenido de esa herencia del franquismo. Los republicanos y republicanas no queremos un jefe del Estado militar, ya lo sufrimos desde 1939 a 1975, y continúa con la misma gorra de plato desde 1975, heredada claro está.

                Para avanzar en democracia es necesario que la estructura del Estado, sus tres poderes, no sean súbditos de un o una monarca, tanto da el género, que tiene sus raíces donde las tiene la Casa Borbón.

                República no es cuestión de símbolos, banderas, conmemoraciones…siendo estas muy importantes para garantizar la memoria histórica, es cuestión de derechos:

– Derecho de los pueblos a vivir en paz, sin constantes provocaciones para la confrontación, sean estas políticas, judiciales o del tipo que sean.

– Derecho a la libertad de expresión y movilización sin ser criminalizados por leyes como la “Ley Morzada” que tan ávidamente aplican jueces y fiscales.

– Derecho a vivir con dignidad, sin que más del 26% de la población viva en la pobreza y donde el 50% de los asalariados y asalariadas viven con menos de 1.500 € netos al mes en 12 pagas.

– Derecho a una red de servicios públicos bien dotada en medios y profesionales:

  • Con facultativos en todas las urgencias extrahospitalarias.
  • Con condicionales laborales para los profesionales de la Sanidad Pública que no les obligue a migrar.
  • Con una Educación pública de calidad, en lugar de financiar con dinero público educación segregacionista y de doctrina religiosa.
  • Con un Sistema Público de Pensiones que no sea sangrado por el Estado, para justificar su pretendida privatización. Cumplimiento de la Ley 21/2021 “Auditoría”.
  • Con una red de residencia para mayores en las que no se les ponga en riesgo por subordinar el bienestar de los y las residentes a los intereses económicos de las empresas.

                Son muchos los avances pendientes en derechos, pero esos avances difícilmente se van a conseguir en un Estado cuyo modelo esta enlazado con el franquismo.

Pascual Sánchez
Militante socialista de Madrid

16 de junio: Marcha Republicana

Este mes de junio, concretamente el día 18, se cumplen diez años desde la abdicación de Juan Carlos de Borbón en la persona de su hijo Felipe, pues, como todos y todas debemos saber, para ser rey en España solo se tiene que cumplir con el requisito de ser descendiente de la familia Borbón. Y en ese chollo llevan desde 1700, con Felipe V.

No es mi intención hacer un relato de la historia de la Casa Borbón, pero no me resisto a no hacer mención de algunos prendas de este clan de migrantes franceses.

Esta dinastía no ha escatimado en sangre ajena para consolidarse en el trono. Comenzó Felipe V metiéndonos en la Guerra de Sucesión (1701-1713) en su disputa con la Casa de Austria. Tras hacerse con el trono, este primer rey Borbón, impuso los decretos de Nueva Planta, derogatorios de las leyes que regían los reinos de Valencia, Aragón y Mallorca, así como con las del Principado de Cataluña. Es decir, que se le puede apodar perfectamente Felipe V “El Español”, como fundador del nacionalismo españolista excluyente que hoy conocemos.

En 1746 llegó Fernando VI, un racista consumado que se dedicó a perseguir a la etnia gitana. Este individuo destruyó familias enteras; separando a hombres por un lado y mujeres e hijos por otro, con dos destinos: trabajos forzados o prisión. Vamos, que cuando llegaron los nazis ya se había inventado bastante.

Carlos III, fue un déspota ilustrado que al menos no nos metió en demasiados líos bélicos, más allá del que lio su ministro de Hacienda y de la Guerra, el Marqués de Esquilache, quien a nombre de la seguridad impuso normas represivas que prohibían el uso del sombrero de tres picos y la capa, aunque la historia no deja claro si el motín no estuvo más bien motivado por los altos precios del pan y los productos básicos. Este Borbón también nos dejó en herencia la rojigualda, el himno y las Cibeles, entre otras muchas cosas.

En 1788 comenzó a reinar Carlos IV, conocido como “El títere de Godoy”. A este Borbón no se le ocurrió otra cosa que intervenir contra la Revolución francesa que comenzó 1789, en la que “rodaron cabezas”, y no es en sentido figurado. La aventura tuvo severas consecuencias para la España borbónica, y, a posteriori, abrió las puertas de par en par al clan Bonaparte.

Termino el somero repaso histórico con Fernando VII, del que bastaría decir que se le apodó “El Rey Felón”. Entre las muchas barbaridades que cometió está la de derogar la primera Constitución, “La Pepa”, la de 1812. Además, restauro el absolutismo en dos ocasiones, la 1ª entre 1814 y 1820 y la 2ª entre 1823 y 1833. Este segundo periodo es conocido históricamente como “la Década Ominosa” (abominable), por la represión y persecución que aplicó contra los precursores del trienio liberal.

Son muchos las sombrías páginas de nuestra historia que han firmado los miembros de esta dinastía. No sería del todo exagerado decir que a los españoles y españolas nos va la marcha. Pues aquí tenemos a los dos últimos ejemplares de esta familia; el Emérito, heredero directo de las leyes de sucesión del dictador y el hijo, que nada sabía del fortunón y los Ferrari, de lo que ha disfrutado en su juventud, ni de los inmuebles en Londres y vaya usted a saber qué más. Todo, producto de la práctica del deporte nacional por parte de su papá: “el comisionismo”.

Somos una sociedad que avanza y que mayoritariamente quiere evolucionar y no quedar anclados en el cepo del anacronismo. Por eso República es futuro y Monarquía rancio pasado. República con derechos sociales, con un fuerte y consolidado Estado de Bienestar, en el que Sanidad, Educación Pensiones y Dependencia no sean tajada para el beneficio privado. República para la convivencia, en la que los derechos, leguas, tradiciones y culturas de los pueblos que componen el Estado sean respetados y no excluidos ni perseguidos. República para la paz con otros pueblos, rompiendo con la dinámica de guerra en la que nos tienen sumidos.

Por todo eso, por la III República, saldremos a las calles de Madrid el 16 de junio.

Rogelio Obrador
Socialista, Laico y Republicano