Estoy cansado del ruido

Hace tiempo que apenas debatimos, que discutimos muy poco sobre ideas y propuestas.

Es difícil incluso entre amigos o familia, parece que solo podemos opinar contra esto o aquello…a veces tengo la sensación de que la política vuelve a desaparecer frente a caudillos y banderas que con propuestas simplistas y ademocraticas determinan que solo hay una solución: el orden y la ley, su orden, y su ley. Y en medio de este ruido, se sitúa la actual discusión sobre la Amnistía, desde la necesidad de la aritmética parlamentaria y la necesaria normalización de Cataluña.

                La Amnistía es una medida profundamente política, compleja y controvertida, que puede proporcionar un Gobierno de Justicia social y resolver un viejo problema, el de la diversidad y pluralidad de pueblos, lenguas, tradiciones e historia que conforman la realidad del Estado español.

                La Constitución española casi resolvió el callejón sin salida del equilibrio territorial inclusivo o centrífugo mediante un sistema autonómico cuasi federal; y digo casi porque su éxito paulatino depende, como todos sabemos, del desarrollo de la propia arquitectura constitucional y de las leyes que se derivan consecuentemente y permiten construir poco a poco un sistema más descentralizado.

                Frente a este camino aparecen en distintos periodos históricos, varias propuestas centrífugas que prometen el paraíso y la solución definitiva; por supuesto todo se resuelve y resume en una nueva idea de Patria como si eso sirviese para resolver cualquier problema social, económico o político. Como si la solución para todo fuera una nueva entidad territorial…sencillo, ¿no?

                La actitud y lo que está haciendo la derecha parlamentaria es, cuando menos, poco democrático. Su falta de respeto a las mayorías parlamentarias, a la institución donde deben debatir, por duros que sean los debates, pues no debería confundirse dureza en la oratoria con falta de respeto: el insulto, los pataleos, los gritos cuando habla el contrario, etc., no es dureza en el debate, es mala educación, no solo contra a los oradores, sino hacia los millones de votantes que han posibilitado que esos oradores estén ahí.


                Consciente de que el Parlamento da un resultado democrático que no le favorece, estos partidos políticos, PP y VOX, acometen una campaña, desde el minuto uno después de la investidura, que pone en duda el resultado electoral, la formación democrática de un Gobierno y su legitimidad.Es decir, conforman una respuesta que pone en tela de juicio el propio sistema. Y en vez de ofrecer pactos y una propuesta diferente, deciden deliberadamente romper el delicado equilibrio constitucional y democrático, conscientes de que para ellos no supone ningún problema. Y digo conscientes, porque para ellos no hay desgaste, al contrario, refuerza su posición más cerca, hoy en día, de soluciones ultraliberales que de acuerdos que frenasen el avance de los populismos y las dictaduras.

                Esta forma de actuar de estos partidos que parecen distintos, pero tienen un pasado común, desvela que su meta no es defender la Constitución, ni salvar a España, como ellos manifiestan. Su objetivo es gobernar ellos, porque así pueden tomar decisiones que siempre favorecen a una clase social determinada, la suya. Recordemos algunos ejemplos: la ley15/1997 que abrió las puertas de par en par a la privatización de la Sanidad; la ley 6/1998 sobre el régimen del suelo, que permitió la recalificación del suelo público y que desembocó en la burbuja inmobiliaria de 2008 (estas dos leyes fueron obra del Gobierno de Aznar; la Ley 3/2012, conocida como la reforma laboral de Rajoy, impuesta sin negociación con los sindicatos -con la patronal no fue necesario negociar; la amnistía fiscal de 2012, del Gobierno Rajoy, que legalizó el fraude fiscal -ley anulada por sentencia del Tribunal Constitucional en 2017-; la Ley 4/2015, conocida como “Ley Mordaza”. Podría continuar con un largo etcétera.

                La Amnistía se sitúa, por tanto, como una solución a pesar de las dudas que a todos nos suscita, a pesar de que a determinados sujetos políticos les permite eludir sus responsabilidades y volver a donde ellos mismos crearon un problema que ellos mismos no supieron resolver.


                Esta visión del problema no es, lógicamente la única, ni la mejor seguramente, sino que es necesario discutir, debatir, y, como recuerda Juan Torres el 2 de marzo, en su blog (juantorreslopez.com), es necesario hacer mucha pedagogía que permita un conocimiento de la cuestión suficiente dada la importancia y la trascendencia del asunto.

                Necesitamos cada vez más, partidos políticos que sean más democráticos, no solo en la apariencia, cuyas estructurasno sean tan verticales; para evitar el cesarismo o presidencialismo, impropios de partidos de izquierdas. Estructuras que respeten verdaderamente a los afiliados y afiliadas, que son quienes hacen posible la permeabilidad con los colectivos sociales y vehiculen las opiniones de los ciudadanos, con el objetivo de ir conformando las resoluciones congresuales y los programas electorales, los cuales una vez en el poder hay que respetar. Si estas pautas se cumpliesen, entre otras cosas, evitaríamos la aparición de soluciones totalitarias, reaccionarias, votadas por los propios ciudadanos como Ayuso, Trump, Miley, o Putin, como modo de mostrar su rechazo a un sistema que perciben, la mayoría de la sociedad, cada vez como más ajeno.

Eduardo Hernández
Presidente de ASTRADE
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Autor: Tribuna Socialista

Tribuna libre de expresión. Fomentando el debate y las propuestas entre socialistas.

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