La importancia de la acción sociopolítica para romper con la «Deseducación»
(Primera parte)

En su libro “La (des) educación”, Noam Chomsky (lingüista, filósofo y politólogo), hace más de dos décadas ya nos alertaba del peligro al que estaban sometidos los sistemas educativos. Frente a la idea de que en nuestras escuelas se enseñan los valores democráticos, lo que realmente existe es un modelo de enseñanza diseñado primordialmente para formar a profesores/as y estudiantes cuya dimensión intelectual quede devaluada y sea sustituida por un conjunto de procedimientos y técnicas acordes al mercado laboral. Según el profesor Chomsky, dicho modelo educativo impide el pensamiento crítico e independiente, no permitiendo a la ciudadanía razonar sobre lo que se oculta tras explicaciones parciales que impiden interpretar de forma plena los acontecimientos pasados, presentes y futuros. Aunque han transcurrido veintitrés años de la escritura de dicha obra, el análisis propuesto por el profesor continúa teniendo plena vigencia. No obstante, en esta ocasión me permitiré realizar una breve actualización de la situación en relación a dos de los factores que, bajo mi opinión, tienen una mayor relevancia para evitar que la (des) educación continúe siendo la norma a nivel global y en nuestro contexto.
«Según Chomsky, los sistemas educativos occidentales están concebidos para devaluar la dimensión intelectual y enseñar procedimientos y técnicas acordes al mercado laboral. Dichos modelos educativos impiden el pensamiento crítico e independiente»
En primer lugar, es necesario desenmascarar la “educación para la libertad” que falsamente se desarrolla según multitud de gobiernos estatales y autonómicos, dentro y fuera de España.Dicho paradigma se ha vehiculizado a través de la tan codiciada “neutralidad” que debe, según muchos gobernantes, profesionales y familias, estar presente en las aulas. Esto representaría (en palabras de autores como Paulo Freire) la construcción intelectual del “no ver” que caracteriza a muchos/as intelectuales y educadores/as, que en nombre de la objetividad creen que deben analizar la sociedad que estudian y explicarla como si no formaran parte de ella.
En ocasiones, quienes trabajan en nombre de dicha “objetividad” y “libertad”, encubren la idea manifiestamente política (y muy alejada de la neutralidad) de no incorporar en los análisis de la realidad social una serie de factores que consideran poco convenientes, y que probablemente revela una gran complicidad con la eliminación de la verdad al servicio de la ideología dominante: el neoliberalismo.
«No incorporar en los análisis de la realidad social aquellos factores que, en aras a la neutralidad, resultan poco convenientes, revela una gran complicidad al servicio del neoliberalismo»
Es absolutamente prioritario, en mi opinión, caminar hacia una transformación de los sistemas educativos que pongan en el centro a la democracia, no solo como organización política, también como organización social: orientada a fortalecer el bienestar individual y social, así como los lazos comunitarios en sociedad. Sin embargo, de poco servirán cambios de este tipo si la sociedad, el sistema económico y político no ejercen un cambio acorde y fundamentado también en una transformación hacia un modelo educativo y de sociedad nuevo: comunitario y fundamentado en la reducción de las desigualdades. Lo contrario, disfrazado de “libertad” o de “neutralidad”, ya vemos que nos lleva una creciente desigualdad, en la que existen individuos cada vez más desconectados de su entorno y de la realidad con la que conviven. Por tanto, es preciso que los cambios se produzcan a todos los niveles y probablemente de una forma pausada, sin esperar soluciones mágicas derivadas de una ley educativa u otra.
«Es absolutamente prioritario una transformación de los sistemas educativos que pongan en el centro a la democracia»
En segundo lugar, los términos “democracia” y “educación” cada vez se encuentran más alejados, incluso estando contrapuestos en muchos sistemas educativos por todo el mundo. Al respecto, John Dewey fue probablemente el autor que dedicó más tiempo de su vida en el pasado siglo a reflexionar precisamente sobre la importancia de que ambos conceptos fueran de la mano.
Dewey creía que solo con una reforma del sistema educativo en sus primeros niveles se podrían provocar cambios sociales significativos, abriendo paso a una sociedad más justa y libre y en la cual ”el objetivo de la producción no fuera la producción de bienes sino la producción de seres humanos asociados entre sí en términos de igualdad”.
«Como creía Dewey el objetivo de la educación no debe ser la producción de bienes sino la producción de seres humanos asociados entre sí en términos de igualdad»
Apenas un siglo después de los escritos de Dewey podemos afirmar que una reforma parcial del sistema educativo probablemente no sería suficiente,siendo necesaria una transformación profunda de este en todas sus etapas. En la actualidad, quizá las profundas convicciones reformistas de Dewey se encontrarían con multitud de factores sistémicos (económicos, mediáticos, jurídicos, sociales y políticos)que imposibilitarían una transformación social efectiva.
En el año 2024, en el momento actual que vivimos, la transformación hacia sociedades más justas y equitativas ya no la podemos impulsar exclusivamente desde los sistemas educativos.
Lamentablemente, y tomando la afirmación de Nelson Mandela, creo que la educación ya solo es una de las posibles armas poderosas para cambiar el mundo, pero que también debemos prestar atención a otras para ocuparnos de ellas: la política, los movimientos sociales, la justicia, los medios de comunicación y redes sociales, los sindicatos, entre otros. El poder se ejerce a través de todos estos espacios, siendo el sistema educativo una manifestación de intereses cuyos objetivos frecuentemente no se relacionan con el aprendizaje o la mejora social.Todo ello no debe llevar a la paralización de las comunidades educativas sino a la movilización y a la llamada a la acción dentro y sobre todo fuera del aula, en cualquier espacio sociopolítico de influencia.
Miguel Ángel Albalá Genol
Doctor en educación y profesor de universidad.
*Las citas del texto han sido extraídas a partir de la traducción del título original: Chomsky, N. (2001). Chomsky onmiseducation. Rowman & Littlefiel. Libro traducido (Gonzalo, G. Djembe, 2001): Chomsky, N. (2016). La (des) educación). Editorial Planeta.










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