
Un año más conmemoramos el 1º de mayo. Un día de celebración reivindicativa, que no festiva.
Las crisis encadenadas que venimos sufriendo desde principios de siglo están produciendo una pérdida de poder de compra, tanto para salarios directos (sueldos) como diferidos (pensiones). El capital se ha acostumbrado a apropiarse de parte de las rentas del trabajo subiendo los precios de los productos, con cualquier excusa.
El ataque a los servicios públicos, y su deterioro es una forma de reducir el salario, en este caso el indirecto; la parte de las rentas del trabajo que dedicamos a pagar impuestos para que nos revierta en forma de servicio público.
Esta dinámica produce un trasvase de rentas del trabajo a rentas del capital que explica por qué a pesar de las crisis económicas y sociales los ricos son cada día más ricos y, por el contrario, cada día hay más pobreza entre la clase trabajadora.
Otra reivindicación fundamental es la defensa de la vida de los trabajadores y trabajadoras. En 2024 se produjeron en España 796 muertes en accidente laboral 2,2 muertos cada día. Demasiadas muertes que son provocadas, en la mayoría de las ocasiones, por la vulneración de las leyes de prevención de riesgos laborales y porque el empresariado antepone la maximización del beneficio a la vida de las personas que tienen contratadas.
La precariedad laboral de los y las jóvenes trabajadoras no es una cuestión menor. Se abusa de las contrataciones vinculadas a la edad: contratos de aprendizaje con un 25% menos de salario, por ejemplo. Rotación en el empleo, temporalidad; por mucho que las estadísticas hayan mejorado a consecuencia del cambio en la consideración del contrato fijo discontinuo como un contrato no temporal, etc. Todo ello, unido al alto coste de la vivienda, conlleva que incluso las y los jóvenes con puesto de trabajo tengan muchas dificultades para poder emanciparse.
El empeño de los líderes mundiales y de los gobiernos de prepararse para la guerra no hace que la clase trabajadora pueda un futuro de prosperidad. El incremento de los presupuestos para defensa, ponen en riesgo los presupuestos para esos servicios públicos que pagamos con nuestros salarios; al menos, así lo indican las previsiones y dictados del FMI, por mucho que el calculo electoral haga decir otras cosas a los dirigentes políticos.
A los trabajadores y sus organizaciones no nos queda otra salida que la movilización unida en la defensa de los derechos de nuestra clase. Atomizar las luchas, posponerlas o no darlas es un error que nos costará derechos y vidas.
Defender las Pensiones públicas, la Sanidad, la Educación o las condiciones laborales, como por ejemplo están haciendo los trabajadores de la recogida de residuos sólidos de Madrid es la única manera de garantizar nuestros derechos como clase y el futuro de nuestros hijos e hijas.
Roberto Tornamira
Ex Secretario General de FeS-UGT-Madrid
