Editorial: ¡Alto a la Guerra social y militar!

La segunda quincena de abril está enmarcada por dos fechas muy simbólicas, si bien ese simbolismo no las quita ni un ápice de actualidad: 14 de abril y 1º de mayo.

Hemos celebrado el 92º aniversario de la proclamación de la II República, recordando que aquel breve espacio de tiempo fue una de las etapas más fecundas en derechos en la historia de nuestro país, hasta que los que no soportan que la mayoría de la sociedad avance en igualdad y bienestar dieron un golpe de Estado militar. Recordar la II República no como acto romántico o meramente conmemorativo, sino para aportar razones para trabajar por la tercera.

La monarquía, como otras instituciones, es herencia del franquismo. Lo afirmamos y lo razonamos, partiendo de los hechos:

Como bien establece Ángel Viñas en su libro “¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una conspiración” (Ed. Critica), los monárquicos conspiraron contra la II República desde su proclamación el 14 de abril de 1931. Fue el entorno de Alfonso XIII quién buscó la alianza con el fascismo italiano de Mussolini y quienes adquirieron aviones y material militar para preparar el golpe del 18 de julio. Otra cosa distinta es que Franco traicionase, como traicionó, a la Casa Borbón y a los monárquicos españoles; traición que ejecutó en la Ley de sucesión de julio de 1947, en la que decretó que “el Estado se constituye en Reino” (Artº 1), y condicionó “la proclamación de un Rey al fallecimiento del jefe del Estado” (Artº 7), es decir que en el Reino no habría Rey hasta la muerte del dictador(1).

Uno de los refrendos forzosos que Franco decretó fue para vestir la Ley de sucesión de julio de 1969, en cuyo artículo primero “instaura La Corona en la persona de (el hoy Emérito), Juan Carlos de Borbón(2), dejando claro en el mismo artículo que será Rey “cuando quede vacante la jefatura del Estado”, lo que no ocurriría hasta el 20 de noviembre de 1975. Ese mismo día, el 20-N, el Decreto Ley 16/1975(3) establece en su artículo primero:

Se promueve al empleo de Capitán General de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire a S. A. R. Don JUAN CARLOS DE BORBÓN Y BORBÓN, Príncipe de España, con todos los honores, privilegios y prerrogativas que a tan alta jerarquía corresponden.”

A la vista de esto, decir que el Rey heredó la gorra de plato antes que la Corona no es una exageración. Del mismo modo, los privilegios y prerrogativas que recibía de Franco se trasladarían tres años después al Título II de la actual Constitución.

Los compromisos adquiridos con los monárquicos, por parte del generalato franquista, no se cumplirían plenamente hasta 48 horas después de la muerte del dictador.

La secuencia es clara y no deja lugar a la duda del atado y bien atado. Otros nudos, como el referido a la constitución de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo; sucesión directa del Tribunal de Orden Público (TOP), ya han sido abordados en otras editoriales y artículos publicados en Tribuna Socialista.

Dentro de la minoría social privilegiada hay fracciones: monárquicos, militares, empresarios, clero… que se mezclan e interactúan para garantizar que la mayor parte de la riqueza y el control del país queda dentro de sus dominios. Por ello, cuando los hechos históricos sitúan a la cabeza del poder a un grupo ajeno a su corral no lo soportan, aunque los partidos acaten sus normas y leyes, y garanticen que se limitarán a ser gestores del sistema que les es favorable, aun así, los privilegiados y sus representantes apelan a lo que haya que apelar para recuperar el poder. Es lo que está ocurriendo con el Gobierno de coalición de partidos que se reclaman de la izquierda, que acatan las condiciones que las instituciones europeas le ponen en materia de Pensiones, que es timorato y comedido a la hora de atajar el saqueo de salarios y pensiones por la hemorragia de la inflación, que se disciplina a la OTAN en sus estrategias bélicas… y a pesar de ello, la fracción judicial de la derecha instalada en el CGPJ, la patronal y, por supuesto desde la derecha política y mediática, se le considera ilegítimo y lo atacan hasta más allá de los límites de su propia de democracia; este fue el caso el pasado mes de diciembre, cuando el Tribunal Constitucional vetó el trámite legislativo para la reforma del propio TC. Y el Gobierno acató lo que debería haber desacatado.

Dicen los institucionalistas que la institución monárquica es la clave de bóveda de la arquitectura constitucional. El problema es que esa clave de bóveda y muchas de las dovelas de la cúpula están podridas y de su “enfermedad de la piedra” solo ellos son responsables. Muchas veces es más eficiente derribar y construir de nuevo que parchear sobre lo deteriorado.

La institución monárquica es por ende el palo mayor de la nave en la que navegan los privilegiados, y a la misma vez es el obstáculo principal para las aspiraciones de la mayoría social. Siendo conscientes de que cambiar al rey por un presidente de la República no resuelve los problemas automáticamente, estamos convencidos de que abre el camino a la solución. Al menos no estaría instalado en la impunidad que las instituciones heredadas del pasado parecen estar instaladas; véanse las fechorías cometidas por el Emérito a lo largo de su reinado, el secuestro del CGPJ (8 años desde su última renovación) o la colaboración del presidente de la Audiencia Nacional con los investigados en la trama “Kitchen”, se podrían poner muchos más ejemplos de impunidad.

El 1º de mayo concentra la lucha de los trabajadores y trabajadoras por sus reivindicaciones. A lo largo de la historia, los logros conseguidos por las organizaciones obreras han sido a costa de luchar y plantar cara a la minoría privilegiada; clase social minoritaria que sólo ha cedido ante el temor al estallido social. El 1º de mayo, como el 14 de abril, es un día de celebración y de reivindicación. Reivindicaciones que durante todo el año se concentran en la acción de los colectivos sociales que reclaman sus derechos: pensionistas en defensa del Sistema Público de Pensiones, asociaciones vecinales y de barrios, y sanitarios en huelga, en Defensa de la Sanidad Pública, sectores de trabajadores sindicalizados que reclaman subidas salariales, como mínimo IPC, para prevenir la pobreza en sus familias…hombres, mujeres y jóvenes que pelean por recuperar lo perdido y/o por mantener los derechos que son atacados cada día a nombre de los distintas crisis: inmobiliaria, económica, pandemia, guerra…

La clase privilegiada siempre encuentra una excusa, y si no la inventa, para hacer prevalecer sus intereses, en detrimento de los intereses mayoritarios: España es el país europeo en el que mayor porcentaje de poder adquisitivo han perdido los salarios: un 5,3% en promedio, frente al 0,5% en Francia. Somos, entre las grandes economías de Europa, de los países que menos porcentaje del PIB destinan a Sanidad, un 7,8%, frente al 10,9 de Alemania o el 10,3 de Francia (datos de 2020). España ocupa el puesto 18 en el ranking de viviendas sociales, con un 2,5% frente al 9,5% de media en la UE (Fuente: observatorio de la vivienda y el suelo 2020). Sin embargo, no se escatima en incrementar los presupuestos para gastos militares.

Son parámetros que nos ponen frente al espejo. Malos datos que no se dan por causalidad. Son la consecuencia de las decisiones, muchas veces impuestas o, al menos, sin haber consultado al pueblo que dicen que es soberano, como el hecho de estar participando en una guerra -sea directa o indirectamente. Son las decisiones de los que permanentemente se niegan a la subida del SMI, los que niegan la subida de los salarios, mientras año tras año baten récords de beneficios, haya o no haya crisis. Y lo hacen porque tienen a su disposición esa arquitectura constitucional que los ampara y vela por sus intereses, los de esa minoría privilegiada.

Es por todo ello que reivindicar la República es la vía para cambiar una sociedad desigual e injusta. Es por eso que el pueblo trabajador tiene muchas reivindicaciones para sacar a la calle el 1º de mayo: Parar la guerra, la bélica y la social; defender la Sanidad Pública, parando la privatización y dotando a la Sanidad de los medios necesarios; o reivindicando la Auditoria a las cuentas de la Seguridad Social, para que el Estado devuelva todo el dinero de las Pensiones públicas que ha utilizado para pagas gastos ajenos a las pensiones.

1º de mayo de 1886: el movimiento obrero en el siglo XIX

Pero el hombre no es algo abstracto, un ser alejado del mundo. Quiendice: “el hombre”, dice el mundo del hombre. (Karl Marx, 1844, Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel).

Las revoluciones liberales que sacudieron los territorios de ambos lados del atlántico entre 1776-1848 pusieron fin al Antiguo Régimen, como lo denominó Alexis de Tocqueville. Estas revoluciones, mediadas por los ideales del liberalismo político y el nacionalismo, eran la otra cara de la revolución económica que se había desarrollado en Inglaterra medio siglo antes. La revolución industrial vino impulsada por una mentalidad abiertamente capitalista que sacudió los cimientos del modelo gremial. El poder que adquirieron los nuevos empresarios en las decisiones laborales con el fin de obtener el máximo beneficio, según el planteamiento del nuevo Homo oeconomicus, convirtió a los trabajadores de la industria en una mercancía más. Relegados de los derechos civiles propugnados en las revoluciones atlánticas, los nuevos individuos no propietarios no eran sujetos de derecho, sino más bien objetos de hecho. Un artículo del periódico británico el Gorgon, publicado el 26 de septiembre de 1818, relacionaba el progreso material de Inglaterra con la explotación de los nuevos trabajadores industriales: “el trabajo del tejedor, el hilandero, el tintorero, el herrero, el cuchillero y cincuenta más (…) constituye el principal artículo de circulación en este país. Nuestros comerciantes han extraído sus riquezas, y el país su gloria, comerciando con la sangre y los huesos de los oficiales y los braceros de Inglaterra.”

Las nuevas experiencias de clase en la industria y el campo fomentaron expresiones de rebeldía más allá de los motines del hambre característicos de los siglos del Antiguo Régimen. El movimiento obrero surgió en el siglo XIX como una respuesta al advenimiento de la industria capitalista, según E.P. Thompson (1963, La formación de la clase obrera en Inglaterra), como “resistencia a un cambio cultural profundo en las formas de vida de la clase trabajadora”. En este sentido, el movimiento ludita, fue una respuesta al fin del sistema gremial. El nuevo modelo industrial eliminaba la cualificación para los oficios, promoviendo la contratación de trabajadores no cualificados, mujeres y niños, a la vez que introducía maquinaria para aumentar la productividad y abaratar costes. Los luditas, que no eran otra cosa que artesanos agrupados en asociaciones de oficios, veían peligrar su forma de vida y optaron por la asociación y la acción directa, amenazando a comerciantes y fabricantes, asaltando fábricas y destruyendo máquinas, a la vez que demandaban un salario mínimo legal, prohibir la contratación de mujeres y niños y prohibir los productos de baja calidad. Con la extensión de la industrialización al continente europeo y Estados Unidos, la nueva experiencia de clase favoreció la creación de una nueva conciencia de clase. Mientras en Filadelfia, Estados Unidos, se constituía el primer Partido de los Trabajadores en 1828, en Inglaterra se creaban los primeros sindicatos de clase como la Gran National Consolidated Trade Union (1833) y la London Working Men´s Association (1836). Entre 1838-1848, el movimiento cartista inglés comenzó a demandar el sufragio universal y una mayor democratización del sistema liberal donde los trabajadores tuviesen representación y capacidad de elaborar leyes que defendiesen sus derechos, antecediendo así a los partidos socialdemócratas, los cuales surgirían con fuerza en el último tercio del siglo, como fueron el Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (1869), el Partido de los Trabajadores de Estados Unidos (1876) o el Partido Socialista Obrero Español (1879).

A mediados del siglo XIX, tras las revoluciones de 1848, el denominado socialismo científico –marxista- y el anarquismo comenzaron a irrumpir en los discursos de los movimientos obreros. Tanto socialistas como anarquistas fundarían en Londres (1861) la Asociación Internacional de los Trabajadores, una asociación que promovía la revolución social como forma de emancipación de la clase obrera. El discurso estaba cambiando. Ya no solo se reivindicaban mejoras laborales y la democratización del sistema liberal. El propio sistema liberal era el problema, había que cambiarlo mediante la revolución social. El conservador Alexis de Tocqueville, agudo analista por su parte, comenzó a verlo en las revoluciones desarrolladas en Europa en 1848, especialmente en Francia, donde se proclamó la II República. En sus Recuerdos de la Revolución de 1848, Tocqueville vio un cambio profundo producido en las reivindicaciones populares con respecto a revoluciones anteriores: “¿no ven ustedes que sus pasiones se han convertido, de políticas, en sociales? ¿No ven ustedes que, poco a poco, en su seno se extienden unas opiniones, unas ideas que no aspiran sólo a derribar tales leyes, tal misterio, incluso tal gobierno, sino la sociedad misma, quebrantándola en las propias bases sobre las cuales descansa hoy?” En realidad, los movimientos obreros franceses estaban recuperando algunas de las posturas formuladas durante la Convención Nacional (1792-1794) de la I República Francesa, en concreto las desarrolladas durante el gobierno jacobino.

Con el desmoronamiento del II Imperio de Napoleón III (1852-1871) tras la guerra franco-prusiana, mientras Guillermo II se proclamaba emperador del II Reich alemán en Versalles, en París un movimiento insurreccional popular acabó tomando el poder. En la mañana del 18 de marzo de 1871, París despertaba con gritos de ¡Viva la Comuna! Se había constituido el primer gobierno de la clase obrera de la historia, la primera experiencia real del socialismo autogestionario. Como bien señalaría Marx (1871, La guerra civil en Francia), lo que se había producido era un nuevo régimen con “anhelo de una República que no acabase sólo con la forma monárquica de la dominación de clase, sino con la propia dominación de clase”. La respuesta del liberalismo conservador tanto en Europa como en Estados Unidos fue la represión ante el miedo de la extensión de la revolución social auspiciada por la AIT.

1º de mayo de 1886. Se habían convocado huelgas en Estados Unidos pidiendo la consecución de la jornada laboral de ocho horas. La mayoría de los trabajadores dedican entre catorce y dieciséis horas al trabajo, desde las cuatro de la mañana hasta las ocho de la tarde. Gobernantes, grandes magnates, policía y prensa se organizan para tumbar cualquier reivindicación del movimiento obrero, procediendo, si es necesario, de la forma más brutal. Todavía muchos trabajadores tienen en su memoria la huelga del ferrocarril de 1877, una huelga realizada en el sector simbólico del nuevo capitalismo corporativo estadounidense. Con la crisis de 1873, como siempre, los grupos asalariados debían pagar el pato. Los salarios habían descendido y las condiciones laborales eran cada vez más duras. La reacción fue desmedida. Tropas federales y ejércitos privados de las empresas ferroviarias se cobraron cien muertos y cientos de heridos, listas negras y muchos detenidos, mientras los líderes empresariales aprovecharon para ejecutar reducciones salariales y despidos masivos, purgando a cualquier trabajador susceptible de pertenecer a algún partido o sindicato obrero. Tienen miedo de que se desarrolle una revolución como la Comuna de París de 1871, tienen miedo de la primera supuesta conspiración comunista que se cernía, como un fantasma, sobre Estados Unidos. La patronal se apoya cada vez más en el incipiente gansterismo, convertido en brazo paramilitar de la patronal para reprimir y boicotear manifestaciones, mítines y huelgas de los trabajadores. Sin embargo, los trabajadores no reculan, no se achantan. Impulsados por la desesperación de sus condiciones de vida y de trabajo, cada vez son más los que se unen a sindicatos y partidos obreros.

1º de mayo de 1886, Chicago, la metrópoli del medio oeste estadounidense. Cincuenta mil trabajadores han abandonado el trabajo y han declarado la huelga general. Sorprende la serenidad de los obreros, firmes y pacíficos durante toda la jornada ante las provocaciones de la patronal. 2º de mayo de 1886. Esquiroles contratados por la patronal y amparados por la policía atacan a los piquetes que se encuentran en las puertas de la fábrica de maquinaria agrícola de McCormick. 3º de mayo. Los trabajadores en huelga organizados por los sindicatos reaccionan con un mitin en las cercanías de la fábrica. Cuando el anarcosindicalista August Spíes está hablando, salen de la fábrica cientos de esquiroles para cargar contras los manifestantes, a la vez que aparece la policía y comienza a disparar. Cuando el caos comienza a disiparse, yacen en el suelo decenas de heridos y seis muertos. 4º de mayo. Los anarquistas vinculados a la AIT y la Central de Sindicatos de Chicago convocan un mitin en Haymarket Square al que acuden más de quince mil trabajadores. En este mitin toma la palabra el anarcosindicalista Samuel Fielden. Aunque ha comenzado a llover, la mayoría de los trabajadores sigue en la plaza. Ciento ochenta policías hacen su aparición y avanzan para dispersar a los manifestantes. Un ruido atronador sacudió la plaza. Una bomba había sido tirada contra la policía, que reacciona disparando contra los trabajadores. Cuando termina el caótico y sangriento evento, yacen en el suelo sesenta personas entre muertos y heridos, tanto policías como manifestantes. ¿Quién tiró la bomba? No se sabe. La prensa amarilla, controlada por la oligarquía de Chicago, señala que es una respuesta de los trabajadores a los acontecimientos del 3 de mayo; los acusados, por su parte, defienden su inocencia y su actitud pacífica, señalan que ningún manifestante iba armado y que la bomba fue tirada seguramente por algún esquirol o policía infiltrado, pagado por la patronal para justificar la dura represión que vendría a continuación. ¿Quién tiró la bomba? Nunca se supo. Cientos de trabajadores fueron detenidos y el juicio a los mismos estuvo mediado por el amaño de pruebas, testigos falsos y miembros del jurado comprados. Quince anarquistas fueron acusados de asesinato: ocho fueron juzgados y siete condenados a muerte. Uno de los reos se suicidó en prisión, dos vieron sus sentencias conmutadas a cadena perpetua y el resto fueron ahorcados en noviembre de 1886.

En 1904, la II Internacional, excluidos ya los anarquistas tras las disputas internas en la I Internacional con los marxistas, reivindicó que todos los primeros de mayo se realizasen paralizaciones y huelgas con el fin de obtener la jornada laboral de ocho horas, como acto en memoria a la lucha de los trabajadores de Chicago en 1886. En España se consiguió tras la Huelga de la Canadiense en Barcelona, cuando el 3 de abril de 1919 el gobierno de Romanones decretó la jornada máxima legal de ocho horas. Se convertía así en el primer país europeo en reconocer dicho derecho, seguido por Francia apenas dos meses después. El 1º de mayo fue adoptándose a lo largo del siglo XX en varios países como día festivo, como Día Internacional de los Trabajadores. Es un día donde no solo no se trabaja, sino un día donde los trabajadores del siglo XXI deberíamos recordar que los derechos laborales han costado mucho sufrimiento, muertes y luchas, y que hoy más que nunca, en un contexto de capitalismo salvaje, es necesario salir a la calle a defenderlos y a cuestionar un modelo capitalista, que, aunque nos lo quieran hacer pensar, no es una consecuencia natural e inevitable de la naturaleza humana. Otro mundo es posible.

Rodrigo Muñoz Martínez
Docente y miembros de Tribuna Socialista en Coria (Cáceres)

Un 1º de mayo lleno de incertidumbres, reivindicativo

oy más que nunca cabe recordar que el Congreso Obrero Socialista de la II Internacional reunido en París en 1889, al que acudió Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE y de la UGT, decidió declarar el día 1º de Mayo como jornada reivindicativa y de homenaje a los llamados “Mártires de Chicago”.

La primera jornada internacional del 1º de Mayo se produjo hace ya 132 años siendo su seguimiento desigual en Estados Unidos y Europa, pero, a partir de ahí se dieron pasos seguros y firmes por parte de la clase trabajadora ante los Estados y las patronales para reivindicar un trabajo digno y decente.

Pero para Izquierda Socialista PSOE, aun siendo importante recordar el origen de esta efeméride, así como los 45 años de la legalización de los sindicatos en España, no puede pasar por alto las preocupaciones de la Confederación Sindical Internacional (CSI) y consecuentemente de UGT y CCOO, que pasan por seguir luchando por el mejoramiento de la calidad de vida dentro y fuera del trabajo.

Así, y con el acervo que nos caracteriza decimos alto y claro que ayer y hoy, al igual que los sindicatos, nosotros defendemos la paz. Cerca de 60 conflictos tienen lugar de momento, ocasionando millones de víctimas incluyendo la pérdida de cientos de miles de vidas humanas.

Desde IS-PSOE somos muy conscientes de la enorme tensión global, exacerbada por la guerra lanzada por Putin que condenamos, pero la paz es un elemento central de los valores y por eso rechazamos la atrocidad de la guerra. Por ello, reclamamos a los poderes públicos para que trabajen en favor de lograr un marco para la seguridad común, donde recordemos generalmente quien paga las consecuencias son los trabajadores y trabajadoras, Marco que debe abordar las causas ideológicas, sociales y económicas de los conflictos y pedir cuentas a los responsables de iniciar y respaldar guerras.

Centrándonos en las necesidades de la clase trabajadora de nuestro País, los sindicatos de clase más representativos nos llaman a la movilización bajo las siguientes premisas.

El empleo como principal objetivo La reforma laboral alcanzada con el Gobierno de España dentro del diálogo social, aborda aspectos de gran calado. No obstante, hay que continuar con la protección del empleo con una revisión de las causas y los costes del despido para evitar que se utilice como modo de ajuste, acudiendo, por el contrario, a los mecanismos de ajuste interno que contiene el acuerdo alcanzado en el seno del dialogo social.

Comisión Permanente Federal de Izquierda Socialista PSOE. 1º de Mayo 2023

Bajar y contener los precios CCOO y UGT saludan que el Gobierno haya tomado medidas positivas pero insuficientes para proteger a las personas más afectadas por la fuerte subida de los precios. Hay que actuar sobre las causas de la subida de los precios energéticos, de los alimentos, de alquileres e hipoteca, a la vez que lograr un reparto equilibrado del ajuste entre todas las rentas.

Reparto de los beneficios, provocado por la inflación, donde las empresas han incrementado sus beneficios, apoyados en subidas de precios y márgenes empresariales, pero no repercutiendo en los salarios de sus trabajado- res estos beneficios.

Subir los salarios, el aumento de la desigualdad también frena el crecimiento económico, no podemos consentir que se pretenda salir de esta crisis, a costa de devaluar los salarios, de generar más pobreza laboral y mayor desigualdad social. Por eso es importante desarrollar una negociación colectiva que frene la dinámica de pérdida del poder adquisitivo de los salarios, para evitar que se genere un polvorín social y poner en riesgo la recuperación económica.

Por último, Izquierda Socialista PSOE, se suma al manifiesto y a las convocatorias que hace el PSOE en todos los ámbitos, al tiempo que hacemos un doble llamamiento a todas las trabajadoras y a todos los trabajadores:

El primero es que no caigan en la trampa de ningún populismo yen concreto de Vox. Este partido no defiende a los asalariados, es más, viene votan- do en el Congreso de los Diputados contra la clase trabajadora.

El segundo, todo trabajador y toda trabajadora que opta por afiliarse a un sindicato refuerza ese poder, y contribuye a la fuerza colectiva de un movimiento cuya misión es mantener los logros de la acción sindical en el pasado, y prolongarlos hacia el futuro.

Es así como podemos construir y garantizar la paz. Por tanto nos sumamos a las manifestaciones convocadas por los sindicatos UGT Y CC.OO en toda ESPAÑA.

¡¡Viva el 1º de Mayo!!

Maria Iglesias
Tribuna Socialista

1º de mayo:

¡Subir salarios!, ¡contener precios!,¡Igualdad!

¡Contra la Guerra y la Explotación!

Este 1º de mayo, los trabajadores y trabajadoras de este país tenemos la oportunidad de salir a las calles a denunciar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y pensiones, y reivindicar que se revierta la situación. De acuerdo con el Índice de Precios al Consumo (IPC), que publica el INE, el aumento acumulado de precios durante los últimos doce meses asciende al 8,4%. la subida nominal de salarios para 2022 que recogen los convenios es del 1,55% en promedio, la de los empleados públicos el 2% y la de las pensiones el 2,5% con carácter general. Esto es, en la actualidad la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y pensiones que sufre la clase trabajadora es de un 8,35%, 7,8% y 7,3% respectivamente, con respecto al año anterior. Cabe reseñar que entre los años 2008 y 2019 la pérdida de poder de compra de los salarios ya había caído un 4,8% Los sindicatos reconocen que se está generando “un polvorín social que pone en riesgo la recuperación económica”.

Aumentar salarios y reducir los precios son necesidades urgentes, pero… ¿por qué suben los precios? La primera respuesta quizás sería La guerra de Putin. Sin embargo, el IPC del 2021 se cerró en diciembre con un aumento del 6,5%, y la invasión de Ucrania fue el 24 de febrero de 2022. Por tanto, la guerra de Putin no es la causa del aumento de los precios, es la acción especulativa del mercado lo que desboca la inflación.

Según el gabinete económico confederal de CCOO, los precios al consumo han aumentado más en España que en el resto de la Unión Europea (ver gráfico 1). La razón está en una excesiva dependencia energética del gas, y del lucrativo negocio que el sector energético supone para las multinacionales quienes actuan en régimen de oligopolio y especulan a su antojo. Quienes pagamos su “fiesta de los beneficios”, otros lo llaman “pa la saca”, somo los trabajadores, que vemos como cierran nuestras empresas, temporal o definitivamente, por no poder hacer frente al aumento de la energía y materias primas. Vemos como el empleo, sobre todo industrial, pierde peso, y vemos como los precios de nuestra cesta de la compra se disparán, mientras que con nuestros salarios y pensiones cada vez cuesta más llenar el carrito.

Gráfico 1

Los salarios no son responsables de la inflación, pero se devalúan con el incremento desmedido. El Pacto de Rentas propuesto por el gobierno y que pasa por contener salarios y precios no es ninguna solución, sino una nueva amenaza sobre los bolsillos de la mayoría social pues los salarios se moderan, pero los precios no respetan el pacto.

En relación al empleo, uno de los grandes objetivos de la última reforma laboral del gobierno PSOE-UP pactada con los sindicatos es darle la vuelta a la contratación como a un calcetín, y que los contratos indefinidos sean la norma y no la excepción del total del volumen de contratación. En este sentido, es cierto que la contratación indefinida se ha triplicado desde diciembre (ver gráfico 1), pero no es menos cierto, que en la actualidad estos contratos todavía suponen solo un 30,7% de la contratación, teniendo en cuenta que tras la eliminación del contrato de obra o servicio estos contratos se han convertido en indefinidos, con lo que no se puede hablar estrictamente de “nueva” contratación.

La renuncia a derogar la reformas laborales de Zapatero (2010) y Rajoy (2012) ha dado paso a a una “maquillada derogación” de los aspectos más lesivos de aquéllas; la reforma laboral de PSOE-UP mantiene el abaratamiento del despido, intenta poner coto al fraude en la contratación, y aunque hace aflorar contratos indefinidos, sigue manteniendo un inaceptable índice de temporalidad y no toca aspectos esenciales para dignificar las condiciones laborales de los trabajadores tan depauperadas por la uberización del mercado de trabajo y las reformas laborales anteriores.

Un ejemplo de la tibieza de la reforma laboral lo podemos encontrar en la feria de abril de Sevilla, en la que los caseteros profesionales (gremio) anunciaban huelga por entender que la nueva reforma laboral les impedía contratar trabajadores para que trabajaran más de 12h al día. Sin embargo, la ministra de trabajo ha aclarado que “La reforma laboral no toca nada relativo a la jornada laboral y mucho menos al descanso”. Los caseteros han desconvocado la huelga al ver que la reforma laboral no era tan fiera como la pintaban, y que pueden seguir aplicando las mismas condiciones abusivas para lucro de sus propios bolsillos, a costa de explotar a los trabajadores.

En el 1 de mayo de 2021 los sindicatos nos convocaban bajo el lema “Ahora Toca Cumplir. Un País en deuda con sus trabajadores y trabajadoras». Hoy, un año después, los sindicatos sacan pecho de los acuerdos alcanzados en los últimos meses, como el aumento del SMI o la reforma de las pensiones, y la reforma laboral. Desde Tribuna Socialista, creemos que es absolutamente insuficiente y, aun así, nos sentimos apelados por el lema de este nuevo 1º de mayo, porque la solución, o una parte de la solución, pasa por subir salarios, contener precios y una justa redistribución de la riqueza.

Ya hemos hablado de la importancia de un aumento de los salarios, y de que el anunciado Pacto de rentas no supone ninguna solución, sino al contrario, empeoraría la situación de la clase trabajadora. Y para contener los precios no basta con subvencionar la energía ni por conseguir, durante tres meses, desvincular el precio de la electricidad del precio del gas (aunque ayudará). La lucha contra la subida de precios pasa por la independencia energética, es decir, ni depender del gas ruso, ni depender del gas argelino (en riesgo de encarecerse por el cambio de posición de España con respecto al Sáhara) ni depender del gas licuado norteamericano. Asegurar el autoabastecimiento energético en el país europeo con más horas de sol y más kilómetros de costa no es fácil, pero sí posible, si nos “independizamos” de los intereses de las multinacionales del sector, incluidas las españolas, y apostamos por un sector público energético fuerte.

Respecto a la redistribución de la riqueza, vemos como la derecha reclama bajada generalizada de impuestos, cuando en realidad lo que necesitamos es un aumento de los impuestos al capital y una mayor progresividad fiscal, para que quien más tenga más contribuya en beneficio de las rentas más bajas. Solo existe un pacto de rentas útil: el que redistribuye las rentas del capital para favorecer las rentas del trabajo.

Para acabar esta editorial, no podemos sino apelar a la unidad de la clase trabajadora, en España y en el mundo, y, por tanto, juntamente a la lucha por los derechos sociales y económicos de la clase trabajadora de nuestro país, hemos de exigir el No a la guerra de la Rusia de Putin, el No a la Guerra de expansión de la OTAN y el No a la carrera armamentística que no traerá otra cosa que nuevos recortes sociales en pro del gasto público militar y destrucción y empobrecimiento de la clase trabajadora en todos los pueblos del mundo.

Viva el 1º de mayo

¡Subir salarios!, ¡contener precios!, ¡igualdad!

¡Contra la Guerra y la Explotación!

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