Marchas republicanas 2025

No sabría decir cuantos miles de personas participaron en las marchas republicanas del pasado 15 de junio, seguramente que muchas menos de las que tomarían partido por la República si tuviesen la opción de hacerlo ante una urna y muchísimas más de las que la Casa Real y sus serviles instituciones deseaban. En todo caso ha sido una gran manifestación que pone el foco en el epicentro de los problemas que aquejan a nuestra sociedad, la Monarquía.

La decadencia política y de la propia institución monárquica estuvo marcada por la ridícula convocatoria de una carrera popular, convocada por el sumiso Ayuntamiento de Madrid, a nombre del X aniversario del reinado de Felipe VI, aunque hayan pasado once años, en lugar de diez, desde que Juan Carlos I El Comisionista se viese forzado a abdicar en su hijo.

En favor a la Corona y como siempre, infinitamente más importante que el esperpento de la carrera popular, el silencio sepulcral de la mayoría de los medios de comunicación, quienes no han reflejado como noticia que miles de personas se hayan echado a la calle a gritar ¡Viva la República! Es el mismo silencio cómplice que ha pretendido esconder los trapicheos del Emérito, finalmente sin éxito.

Marcha republicana con la sede del Ayuntamiento de Madrid al fondo 15 de junio de 2025

Quienes banalizan la reivindicación de la República como modelo de Estado, bien son ignorantes de sus propias contradicciones, bien son mal intencionados que intoxican en favor de la Monarquía, o ambas cosas.

Los malintencionados niegan la dictadura e inventan una historia alternativa, es decir, falsifican la historia. Son groseros en sus planteamientos, culpando a la II República de ser responsable de su caída y de la Guerra Civil. Es el mismo pensamiento pútrido de quienes culpan a la mujer violada de haber contribuido y provocado la violación. No es casualidad que unos y otros coinciden en el mismo espectro ideológico.

A mi modo de ver, el problema está en los ignorantes, pues muchos se reclaman de izquierdas, incluso dicen ser republicanos, pero solo de palabra y en días concretos del año. Enseguida precisan que España es una Democracia y que “a ver si al final vamos a conseguir que gobierne la extrema derecha”. Como si, por ejemplo, en la etapa de los gobiernos de Aznar no hubiese estado gobernando la extrema derecha o como si gobierno como los de Ayuso (Madrid), Mazón (País Valenciano), Prohens (Baleares)… no fuesen de extrema derecha y/o apoyados por la derecha abiertamente fascista. Claro que en una República no está garantizado que pueda gobernar un presidente muy de derechas, el ejemplo más cercano lo tenemos en la Francia de Macron. Hasta la abdicación de Juan Carlos I El Comisionista había quién decía que no se sentía monárquico, sino “juancarlista”. Debemos agradecer profundamente a Juan Carlos de Borbón que les bajase del guindo.

Una de las grandes contradicciones está en que decimos vivir en democracia, pero el pueblo no puede decidir en las urnas quién es su jefe del Estado. Además, asumimos una monarquía que Franco nos dejó dictada en las leyes de sucesión del jefe del Estado de los años 1947 y 1969. Y esta es una clave a tener en cuenta a la hora de quejarnos amargamente de la corrupción patológica que afecta a este país.

Basta con remontarse, por ejemplo, al reinado de Isabel II, la hija del Rey Felón, para ver que la corrupción es consustancial a los reinados de los Borbones, Autores como Jesús Cruz Valenciano, han catalogado el reinado de Isabel II como “uno de los más corruptos de la historia de España”. Esto no significa que otras dinastías sean puras y limpias, pues no es cuestión de los apellidos en el escudo, sino la falta de democracia y ausencia de verdaderos controles. De ahí que la figura del Rey, en el siglo XXI siga siendo “inviolable y no sujeto a responsabilidad” (Artº. 56.3 de la Constitución de 1978).

Poco ha cambiado la dinámica de esta dinastía desde Isabel II, o los Alfonso XII y XIII; estos últimos con sus intereses en la Compañía de Minas del Rif y de todos los parásitos de la Corte que se situaron en su Consejo de Administración ¿Por qué nos sorprende el caso Noos o los “regalos” de grandes empresas a los actuales habitantes de la Zarzuela? Véase como la empresa Navilot pagó una gran parte del viaje de novios de Felipe y Leticia.

Por lo anterior, para no caer en cínicas incongruencias, cuando se habla de eliminar los aforamientos a los políticos habría que comenzar por eliminar este blindaje de la figura del Rey, quien puede hacer lo que le venga en gana sin tener que responder ante la ley. Su padre, de la mano de jueces y fiscales, nos dio un masterclass al respecto.

El otro eslabón que engarza la Monarquía con la herencia franquista es que el jefe del Estado sea militar. Esta cualidad del rey es incluso anterior a la negociación y posterior proclamación del actual texto constitucional, pues por aquello de evitar vacíos de poder, Juan Carlos de Borbón heredó del franquismo la Corona y a la vez la gorra de plato, 48 horas después de la muerte oficial del dictador, el 22 de noviembre de 1975.

Son muchos los argumentos formales e históricos que podría aportar para defender que la pluralidad de pueblos que componen el Estado español avanzaría en democracia con un Estado republicano. Y también son muchos los que podría aportar para argumentar que muchos de los problemas que nos aquejan, como la corrupción, tienen su epicentro en la Monarquía.

Dos ejemplos para acabar:

  1. Sufrimos una gran confrontación social por la cuestión del independentismo; confrontación alimentada por la derecha heredera ideológica del franquismo y su concepto de la indivisibilidad de España, eso que ellos conocen como la España, Una, Grande y Libre. En esa misma orientación está la Casa Real, que no está dispuesta a que se ponga en cuestión quién es el amo del corral. De ahí la desafortunadísima intervención televisada de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, -infortunio al menos para la democracia que dicen que tenemos-, pues solo sirvió para echar más leña al fuego, si es que el Gobierno de Rajoy ya no había echado suficiente.
  1. Según el Artº. 56 de la CE, el Rey “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales”. Es decir, que en un momento en el que los pueblos, no así sus gobiernos, se estremecen con el exterminio; genocidio que Israel está cometiendo contra el pueblo palestino, el rey es el máximo representante en las relaciones internacionales y jefe de los tres ejércitos, pero no rompemos relaciones diplomáticas y comerciales con el Estado sionista israelí.
  1. El Rey ha estado presidiendo, sin rubor alguno, durante cinco años, la apertura del año judicial, a pesar de que el CGPJ estaba fuera de mandato porque la derecha se negaba a renovarlo, sin con ello perdía su control. Esto solo es posible por la anacrónica estructura del Poder Judicial, anecdótica en Europa por su ligazón con la Casa Real; una situación cuasi medieval.

Hoy que vivimos tiempos de guerra que no sabemos dónde acabaremos, termino recordando la Constitución de 1931, aquella contra la que Franco y sus secuaces, con el apoyo del fascismo italiano y el nacismo alemán, atentaron derrocándola y provocando la muerte de más de 700.000 españoles y españolas.

Constitución de 1931 Artº 6: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.”

Miembros de ASTRADE en las marchas republicanas del 15 de junio de 2025
Roberto Tornamira
Presidente de ASTRADE

Los Borbones y sus guerras: nuestros muertos


Edición especial por el 20º Aniversario de TS

2005-2025

Presentación

Los borbones nunca dan la cara, pero borbonean para garantizar sus privilegios. Así lo han hecho a lo largo de más de tres siglos, a costa del sufrimiento y la sangre de los pueblos del Estado español.

Este trabajo no pretende desvelar nada que no esté en los textos de historia; de algunos de ellos he tomado los datos objetivos: fechas, guerras y cifras de muertos, para presentarlos de manera lo más objetiva posible, sin renunciar a mi punto de vista firmemente republicano. Tampoco es mi pretensión profundizar en todo lo acontecido en los tres siglos y cuarto últimos de nuestra historia.

Es mi intención, y la del Comité de Redacción de Tribuna Socialista, contribuir al fomento del sentir republicano en nuestro país, y hacerlo en concreto en la antesala de las marchas republicanas que se preparan una vez más, este año para el 15 de junio de 2025, coincidiendo con el 20ª aniversario de Tribuna Socialista.

Es también el objetivo poner el foco en las guerras y conflictos sufridos en este largo periodo, como consecuencia de las decisiones de esta mezquina dinastía. Si estos hechos fuesen de dominio de toda la sociedad, serían más que suficientes para volver a dotarnos en el Estado español de un espacio de avance y prosperidad bajo una República como modelo de Estado. Solo la ignorancia de los hechos históricos, la propaganda maquilladora de la institución monárquica y los partidos políticos que trabajan a favor de esta institución hacen posible que la monarquía continúe en pie.

Esta familia de migrantes franceses reinan en nuestro país desde 1700, apoyados en fuerzas reaccionarias y militares; una minoría social insaciable e insensible al sufrimiento de las personas que componen la mayoría de la sociedad, como han sido insensibles al sufrimiento y la muerte de los cientos de miles de hijos de las familias más humildes y trabajadoras, a quienes enviaron a sus guerra por ambición de poder, llegando en ocasiones a enfrentarse distintas facciones de entre el mismo clan: ellos creaban el enfrentamiento mientras los muertos los ponían los hijos de los pueblos que componen España.

Continúan siendo insensibles hoy ante el genocidio en Palestina o los miles de muertos en el Atlántico y el Mediterráneo de quienes se ven obligados a abandonar sus países, sus familias y sus entornos sociales; no migran por ambición, como fue el caso de Felipe de Anjou.

Intentemos comprender nuestra actualidad, a base de conocer nuestra historia.

Roberto Tornamira
Presidente de ASTRADE

Su llegada a España hizo correr ríos de sangre

Felipe V (1700 – 1746)

Felipe de Anjou fue el primer Borbón que reinó en España con el nombre de Felipe V desde 1700 a 1746. Los chalaneos de la corte francesa de Luis XIV para hacerse con la corona española contra la Casa de Austria, con la que tenían lazos de parentesco, costó a España y a buena parte de Europa una guerra de sucesión de casi 15 años (1). Este conflicto segó la vida de entre 400.000 y 1.250.000 víctimas, según los distintos historiadores. Fue en el Tratado de Utrech, con el que se puso fin a esta guerra, donde se consignó que España cedía Gibraltar a la corona británica, por tanto, una pérdida que debe atribuirse a la Casa Borbón, por si interesa a los archipreocupados por la integridad de la patria.

Fernando VI (1746 – 1759)

A Felipe V le sucedió su hijo, Fernando VI, quien reinó desde 1746 a 1759. Este monarca tiene el dudoso orgullo de haber dictado la “gran Redada” o “prisión General de gitanos” (2), orden que, en 1749, pretendía eliminar a todas las personas de raza gitana que habitaban en España. El encargo lo ejecutó el Marqués de la Ensenada; quien es honrado hoy en día con una calle cercana a la Plaza de Colón de Madrid. La idea consistía en separar a hombre y mujeres, para que no pudieran reproducirse. Esta orden real puede considerarse el origen del estigma de la población gitana en nuestro país, y un claro ejemplo de genocidio.

Carlos III (1759 – 1788)

A la muerte de Fernando VI recayó la corona en Carlos III, hermanastro del anterior, reinando desde 1759 a 1788. Lo primero que hizo, el considerado “el mejor alcalde de Madrid”, tras ser coronado fue establecer el Derecho Divino, es decir, que, por si alguien tenía dudas o pretendía cuestionarle, su autoridad para gobernar proviene de la voluntad de Dios (3).

El que mandó construir la actual Puerta de Alcalá, nos metió en la Guerra de los siete años (4) que libraban Francia y Gran Bretaña, para qué: para recuperar Menorca y Gibraltar, territorios perdidos por sus antepasados en la Guerra de Sucesión. Esto ocurrió entre 1761 y 1763. Una de las más sonoras derrotas fue el intento de invadir Portugal, en 1762. De esta aventura bélica salió España escaldada, perdiendo algunas colonias en América: las dos Floridas, en favor de Gran Bretaña y Sacramento (en Uruguay), en favor de Portugal. Las víctimas sumaron 13.000 muertos, heridos y prisioneros, entre soldados y marineros. Para financiar esta guerra se creó la Lotería Nacional que hoy se continúa jugando en España con tanta fruición.

Este rey belicista, déspota ilustrado, nos volvió a involucrar en un conflicto armado, esta vez en la Guerra de independencia de los Estados Unidos de América (5), respecto de su metrópolis: Reino Unido. Se estima que España perdió 9.000 soldados en esta nueva aventura entre 1776 y 1779. Aunque para el “honor” borbónico se recuperó Menorca, Florida y la costa de Honduras.

Carlos III nos dejó en herencia la bandera rojigualda, que tanto gusta a los nacionalistas españolistas.

Carlos IV (1788 – 1808)

Heredó el trono Carlos IV y reinó de 1788 a 1808. Ni que decir tiene que la Corona española cerró sus fronteras y tomó medidas represivas para impedir que el furor revolucionario que se desató en Francia pocos meses después de la coronación de Carlos IV. Además de intentar, como otras casas reales europeas, salvar la vida Luis XVI, cuya cabeza rodaría en 1793. La respuesta de las monarquías, incluida la española, fue la de crear una coalición para atacar a la recién nacida República francesa, embarcando la Casa Borbón a los

españoles en una nueva guerra “La guerra de los Pirineos”. En la que murieron, resultaron heridos o desaparecieron entre 10.000 y 45.000 hispano-lusos (6).

Los monarcas de la Casa Borbón siempre nos han metido en problemas, por su cobardía o por su tendencia a arrodillarse ante dictadores; es lo que ocurrió cuando Carlos IV puso a disposición de Napoleón la escuadra española, desatando un nuevo conflicto con la Corona británica y que entrásemos en guerra con Portugal: ”La Guerra de las Naranjas” (7), conflicto que duró 18 días y del que no he encontrado datos de bajas.

Después, aprovechando las condiciones del Tratado de Fontainebleau (8), Napoleón ocupó España a nombre de la invasión de Portugal, tras la que Francia y España se repartirían el territorio portugués, pero que desembocó en la guerra de Independencia española en respuesta a la ocupación francesa, consentida por el Rey.

Fernando VII (1808 – 1813 y 1814 – 1833)

Estos desastres militares y los escándalos en torno a Godoy y el príncipe de Asturias (9), llevaron a la abdicación obligada de Carlos IV en su hijo Fernando VII en 1808, quien por su devenir como príncipe y su desempeño como rey se ganó a pulso reinar bajo el apodo de “el Rey Felón” (10). Reinó en dos etapas: una primera, durante dos meses en 1808, y la segunda de 1814 a 1833: entre 1808 y 1813 reinó José Bonaparte, el hermano de caudillo francés (11).

Mientras los españoles y españolas se dejaban la vida luchando contra el ejército invasor -se estima que hubo entre 300.000 y 500.000 víctimas– Fernando VII vivía cómodamente con su familia en el Castillo de Valençay; una prisión más cómoda aún que la que se ha dispensado al corrupto Urdangarín. En su ausencia se promulgó la Constitución de Cádiz (1812); liberal para aquellos años. Nada como salida de los borbones de España para que haya avances.

“En agradecimiento”, Fernando VII regresó a España en marzo de 1814 para orquestar un Golpe de Estado desde Valencia, dirigido por el general Francisco de Eguía, poniendo fin a la primera experiencia constitucional española y restaurando el absolutismo. Ciertamente no hay mayor felonía. Se abrió así el sexenio Absolutista que finalizó con el alzamiento del teniente coronel Rafael de Riego, en enero de 1820,

dando paso al trienio Liberal. Y aquí nace el himno de Riego, que fue adoptado como “marcha nacional de ordenanza”, lo que hoy llamamos himno nacional.

El Felón apeló a la Francia de Luis XVIII en 1823 para que enviase un ejército, “los Cien Mil Hijos de San Luis” (12), que posibilitase la reacción monárquica que acabó nuevamente con el segundo periodo constitucional. A este ejército se sumaron unos 30.000 monárquicos al que llamaron “Ejército de la Fé”, para mayor gloria de la historia Real.

Tras lanzar a un ejército extranjero contra su propio pueblo se abrió la Década Ominosa; una etapa de represión brutal que Benito Pérez Galdós narró en uno de sus episodios nacionales: “El Terror de 1824” (13).

Del Absolutismo al Liberalismo

Isabel II (1833 – 1868)

El reinado de este Borbón dejó en herencia La Corona a su hija de tres años, Isabel II, reinó entre 1833 y 1868, asumiendo la regencia durante su minoría de edad -hasta 1843- la viuda de Fernando VII, María Cristina de Borbón Dos-Sicilias. También nos dejó en herencia una guerra civil entre monárquicos (14): una primera contienda entre 1833 y 1840, una segunda desde 1846 a 1849 y la tercera de 1872 a 1876, guerras que enfrentaron a los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón y Borbón-Parma, hermano de Fernando VII, defensores de la monarquía tradicional, absolutista, que luchaban bajo el lema “Dios, Patria y Rey”; y a los “liberales” que es como se llama en la historia a los apoyos de la heredera del “insigne” Fernando VII. Se estima que estas contiendas se cobraron la vida de unas 130.000 víctimas.

Autores como Jesús Cruz Valenciano, han catalogado el reinado de Isabel II como “uno de los más corruptos de la historia de España” (15), tanto fue así que la corrupción de la clase minoritaria cercana a la institución monárquica cercenó la posibilidad de que España se subiese al tren de la industrialización.

Uno de los episodios más deplorables del reinado de Isabel II fue la conocida como “Noche del Matadero” (16), el 10 de abril de 1865, cuando la Guardia Civil y unidades del ejército reprimieron sangrientamente: murieron entre 15 y 20 estudiantes. El conflicto tuvo su origen en la orden emitida en octubre de 1864, por el gobierno del general Narváez -otro criminal con calle en Madrid- por la que se prohibía que las universidades hiciesen críticas al Concordato de 1851. Es un episodio muy ilustrativo, en el que no entro por cuestión de extensión y por estar fuera del objetivo de este artículo, pero que recomiendo a los lectores profundizar en él, pues se discutían conceptos educativos y de críticas a la monarquía realizadas por el republicano Emilio Castelar que hoy continúan de actualidad.

El conflicto armado del pueblo español al que nos arrastraron los borbones en sus peleas de familia -las guerras carlistas- no fue suficiente para Isabel II y sus gobiernos. Durante los años 1859 y 1860 tuvo lugar la primera guerra hispano-marroquí (17), motivada por la defensa de la ciudad de Ceuta -colonia española desde 1668 y la de Melilla -colonia española desde 1767-, aunque en realidad se trataba de una operación colonialista, aderezada por la codicia del generalato del ejército español, encabezada por el jefe del gobierno, el general O´donnell -otro “ilustre” en el callejero madrileño- y un intento de La Corona y sus apoyos de resarcirse del desastre de 1898. La contienda dejó 4.000 soldados españoles muertos.

En esta línea se desataron las guerras de la Conchinchina (Vietnam) entre 1858 y 1862 (18), con unos 1.000 muertos y heridos, y el intento de reanexión de la República Dominicana de 1861 (19) una aventura militar que costó la vida a 10.000 militares españoles y dominicanos proespañoles.

El sexenio democrático (1868 – 1874)

Al reinado de Isabel II le puso fin la revolución de septiembre de 1868. La reina salió para el exilio en París, bajo la protección de Napoleón III. Una vez más, la salida de los borbones de nuestro país abría un periodo democrático, el llamado sexenio democrático (1868 – 1874). A modo de contextualización, señalar solamente que en este periodo hay que distinguir tres etapas: (1868 – 1871) La del gobierno provisional, que promulgó la segunda Constitución española, la de 1869, que estuvo vigente hasta febrero de 1873; el reinado de Amadeo I de Saboya (enero 1871 a febrero de 1873); y la I República española (febrero de 1873 a diciembre de 1874).

Este paréntesis de esbozo democrático, -democrático si se compara con la historia anterior-, se vio cercenado por la restauración borbónica, de la mano, una vez más, de un general, Arsenio Martínez Campos, quien protagonizó un golpe de Estado, en diciembre de 1874, conocido como “El pronunciamiento de Sagunto”, que fue la vía que tomó la casa Borbón para regresar al poder, en la persona de Alfonso XII, hijo

de Isabel II y tatarabuelo de Felipe VI. Este golpe de estado militar puso fin a la I República española; una república que apenas la dejaron vivir 22 meses (Feb-1873 a Dic-1874).

Alfonso XII (1874 – 1885)

Con Alfonso XII la Casa Borbón había aprendido en la etapa de Isabel II que debían adaptarse a los nuevos tiempos y pactar con los liberales. Alfonso XII comenzó su reinado promulgando en junio de 1876 la tercera Constitución española, que estuvo vigente hasta el Golpe de Estado del general Primo de Rivera, con el visto bueno del rey, por no decir encargado por Alfonso XIII.

Es quizás el Borbón menos beligerante, salvo porque llegó al trono mediante un golpe de Estado militar y porque heredó de su madre la tercera guerra Carlista. En su reinado tuvo un escarceo colonial con Alemania, en 1883, en torno a las islas Carolinas y las islas Marshall (20).

Abriendo la puerta al fascismo

Alfonso XIII (1886 – 1931)

Tras su muerte por tuberculosis el 25 de noviembre de 1885, heredó la Corona su hijo Alfonso XIII, quien reinó entre 1886 y 1931. Este nació el 17 de mayo de 1886, tras la muerte de su padre. Ejerció la regencia su madre, la última de las muchas mujeres en la vida de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo-Lorena. Siendo aún menor de edad -comenzó su reinado sin tutelas en 1902-, en años de la regencia ejercida por su madre, se produjo el conocido como “desastre del 98” (21), referido a la pérdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam.

En 1909 comenzaron las escaramuzas con Marruecos. El detonante fue la actividad minera de la Compañía Española de Minas del Rif, que se había creado un año antes para explotar mineral de hiero en el protectorado español en Marruecos (22). En su Consejo de Administración se sentaban los pudientes empresarios de la época: Miguel Villanueva (ministro de Marina), Álvaro y Gonzalo Figueroa Torres (conde de Romanones y duque de las Torres), Juan Antonio Güell y López (conde de Güell) y Gerardo Roiz de la Parra y de la Pedraja (hijo de Jerónimo Roiz de la Parra), entre otros. Las tribus rifeñas consideraban, no sin razón, que España estaba usurpando las riquezas de su subsuelo, por lo que comenzaron a hostigar a la actividad minera, dejando 5 trabajadores muertos. La situación desembocó en la Guerra de Melilla y el desastre militar del Barranco del Lobo, que se saldó con la muerte de 150 españoles. Y como una de sus derivadas: La Semana Trágica de Barcelona (23). El rechazo social al conflicto, y en concreto al decreto por el cual el Gobierno de Maura movilizaba para la guerra a tropas reservistas, es decir, a los hijos y padres de la clase trabajadora. La represión se saldó con unos 160 muertos, 450 heridos y más de 1.700 arrestados.

Alfonso XIII y la minoría social privilegiada continuaron con sus pretensiones coloniales en Marruecos, intentando ocupar la Bahía de Alhucemas, en junio de 1921. Los rebeldes rifeños defendieron su territorio y plantaron cara al ejército español desembocando en el Desastre de Annual (24), con un coste de 13.000 vidas, solo en el bando español. Se abrió una investigación que redactó un expediente, conocido como el “Expediente Picasso” (25) considerado la mecha de ignición de la caída de la Monarquía borbónica en 1931, sin menospreciar la Huelga General de 1917 (26), la revolución de 1930 (27) y en medio la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera (28) y (29).

Una vez más, y como ya se ha visto en varios reinados borbónicos anteriores, un rey Borbón acude a un general del ejército para encargarle un golpe de Estado. Nunca lo reconocieron, aunque los hechos dejen clara su implicación.

El periodo de la Dictadura de Primo de Rivera no estuvo exento de conflicto armado. El 8 de septiembre de 1925 tuvo lugar el Desembarco de Alhucemas (30), con 200 muertos y 109 heridos, acción militar por la que España se hizo con el control del Rif.

En un nuevo acto “democrático” por parte de Alfonso XII, en enero de 1930 zancadillea a Primo de Rivera y nombra presidente del gobierno al general Máximo Berenguer, para que prosiguiera con un régimen dictatorial militar. Este nuevo periodo, conocido como “La Dictablanda” (31), tuvo dos presidentes de gobierno, ambos militares: el ya mencionado general Berenguer y el almirante Juan Bautista Aznar, tío-abuelo de José María Aznar.

De los crímenes más simbólicos del Alfonso XIII es el fusilamiento de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, por el intento de pronunciamiento militar de Jaca (32).

Al tío-abuelo de Aznar hay que agradecer que el 12 de abril de 1931 convocase elecciones municipales, comicios que se decantaron con tanta claridad hacia los partidos republicanos que Alfonso XIII hizo las maletas y puso dirección a París. El 14 de abril se proclamó la II República abriendo con fuerza las ventanas del Estado para sanear el pútrido ambiente social que había generado el reinado de Alfonso XIII.

El texto de la Constitución de 1931, cuarta Constitución en España, es digno de ser leído en su integridad, para poder valorar en su justo alcance el grado de progreso de aquel periodo de nuestra historia (33). Reseño a modo de muestra los tres primeros artículos:

Artículo 1º .- España es una República de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y Justicia.

Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.

La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.

La bandera de la República española es roja, amarilla y morada.

Artículo 2º.- Todos los españoles son iguales ante la ley.

Artículo 3º.- El Estado español no tiene religión oficial.

Franco se encargó, con su camarilla de generales golpistas, de poner fin a 5 años de democracia, exceptuando el bienio negro (noviembre 1933 a febrero de 1936).

Alfonso XIII se ubicaba ideológicamente en el fascismo falangista, y no dejó de intentar un pacto con Franco, desde el exilio (34). Franco cumplió parte de los acuerdos que pudiera haber hecho con la Casa Borbón y abrió la puerta a una nueva restauración en la ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947 (35). Restauración monárquica a la que puso nombre en la Ley de Sucesión de 1969 (36).

Los borbones son una familia que no tiene ningún reparo traicionarse unos a otros, incluso enzarzarse en un conflicto armado, en el que ellos raramente mueren, con tal de ponerse la corona en la cabeza. Esto lo hemos visto a lo largo de los reinados, broncas sucesiones y abruptas abdicaciones. Tras la II República no ha sido diferente: En 1041, Alfonso XIII abdica en su hijo Juan de Borbón, padre del hoy vecino de Abu Dabi (37). Franco, no solo no devolvió el poder a los borbones, tal y como habían hecho los generales golpistas que le precedieron, sino que quiso dejar claro que la sucesión en el reino de España la imponía él. Ante esto, es posible que un buen hijo hubiese forzado que se respetase la línea sucesoria; sin embargo, El Campechano se dejó querer por el franquismo y esperó seis años -desde su designación en la Ley de sucesión de 1969 hasta la muerte del dictador en 1975-.

La transición y aquí siguen 325 años después

Daría para otro artículo abordar esta cuestión de la sucesión en el Trono y las luchas intestinas en el seno del franquismo, entre quienes se decantaban por la continuidad de la dictadura con una figura decorativa y quienes querían una figura real que gobernase en la sombra, empezando por el propio Juan Carlos de Borbón. Saque cada cual sus conclusiones a la vista de los hechos acaecidos y acontecidos en estos últimos 50 años.

Juan Carlos I (1975 – 2014)

No por ser historia reciente dejaré de reseñar las guerras del reinado de Juan Carlos I (1975 a 2014). El conflicto armado más señalado en el que se ha involucrado a los pueblos del Estado español en su reinado fue la invasión de Irak (38), en la que España formó parte aportando apoyo logístico a las misiones militares de los USA y formando sobre el terreno a miembros de las fuerzas armadas iraquíes de la época post Sadam Husein. Pero el principal apoyo que España dio fue político, aunque sería más acertado decir que España se prestó a hacer de mamporrera de los objetivos de los Estado Unidos de América. Distintas fuentes dando diferentes datos de muertes en las participaciones militares españolas durante el reinado de Juan Carlos I, pero las 192 víctimas de los atentados de Atocha no se deberían sacar de las estadísticas, pues, salvo los hooligans de la derecha españolista, nadie duda de la relación directa entre nuestra participación en aquella guerra y dichos atentados.

Sobre este miembro de la dinastía borbónica, y para evitar entrar en otros derroteros ajenos a este trabajo, recomiendo la lectura del libro “La Gran Desmemoria” de Pilar Urbano. Hay muchos libros editados sobre Juan Carlos I, pero este que recomiendo cuenta con el certificado de calidad de que no gustó en el Palacio de la Zarzuela.

Irak es quizá el conflicto más claro por la mezquindad de José María Aznar, sin embargo, el jefe de los tres ejércitos nos ha involucrado en su reinado en diferentes conflictos, por mucho que los mencionen eufemísticamente como “misiones humanitarias”: Afganistán, Kosovo, Líbano… (39).

Felipe VI

La abdicación de Juan Carlos I en su hijo, Felipe VI, el 19 de junio de 2014, no fue voluntaria, sino bajo presión del aparato del Estado, con la convivencia de la propia Casa Real, a modo de enroque, para salvaguardar los intereses del clan ante la catarata de escándalos acumulados por el padre del actual rey, de tal magnitud que ni los diques de contención de la prensa y los “servicios del Estado” fueron capaces de ocultar y maquillar, como venían haciendo desde antes de 1975.

Felipe VI continua fiel al impulso bélico heredado en sus genes, y, aunque sea a nombre de misiones de paz, internacionales, etc., desde 2014 nos ha involucrado en no menos de 15 conflictos (40), con un soldado muerto cada 22 días desde 2011 (41).

Pongo fin aquí a una mera relación de datos: guerras, muertes y golpes de Estado, que son la pauta de una familia que lleva más de tres siglos en el poder, quitando y poniendo gobiernos, enfrentando a los españoles unos con otros…con el objetivo de mantener en sus manos los designios de la pluralidad de pueblos que nos configuran como Estado. Solo la resistencia y la lucha de esos pueblos nos han dado respiros de dignidad a lo largo de este largo periodo de nuestra historia.

Estamos en 2025 en una etapa en la que afloran las guerras y la barbarie, alentadas en muchas ocasiones por estados que se dicen democráticos. Las instituciones europeas y cada gobierno en su país, están lanzados a una campaña para convencer a la ciudadanía de que hay que prepararse para la guerra, argumentando con una hipotética extensión del conflicto entre Ucrania y Rusia; conflicto en el que Ucrania

juega el papel de “interpuesto” por los USA. Claro que no es descartable una generalización de la guerra en todo el continente, máxime cuando los gobernantes asumen que hay complacer las necesidades de los imperialismos, a los que estamos atados por nuestra pertenencia a la OTAN, con el objetivo de garantizar el incremento sostenido de las multinacionales y oligopolios como el del armamento, la energía, etc.

De momento, venimos sufriendo desde 2022 la guerra social que nos empobrece y que se deriva de la guerra en Ucrania, una guerra a la que nos ha empujado EE.UU., y a la que de forma complaciente ha aceptado la UE.

Los gobiernos de la Unión Europea se han lanzado a una campaña de sensibilización, a base de miedo y rusofobia. El futuro nos dirá a qué nueva guerra nos envía la Casa Borbón, lo que es seguro es que, en caso de conflicto, los muertos los pondrán los pueblos, aunque la guerra no sea de los pueblos.

Roberto Tornamira Sánchez
Presidente de ASTRADE

Referencias:

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Preparemos las marchas republicanas del 15 de junio

Abramos el camino a la III República

El 22 de marzo, en la sede de la Fundación Abogados de Atocha, en Madrid, ha tenido lugar el Encuentro de cargos públicos por la República, en el que también participaron cargos orgánicos de distintas organizaciones y partidos políticos.

La Junta Directiva de ASTRADE tomó la decisión de participar de la preparación de las marchas republicanas que se están organizando para el 15 de junio de este año, y es por ello que participamos en este evento preparatorio, en el que coincidimos con compañeros y compañeras del Comité para la Alianza de Trabajadores y Pueblos (CATP).

En las intervenciones que realizamos el compañero Miguel Sagüés, secretario y yo mismo en calidad de presidente de la Junta Directiva de ASTRADE, señalamos la importancia de que la República como modelo de Estado no quede en una mera celebración simbólica, de efeméride.

La Monarquía es una institución no democrática, en tanto que su titular no es elegido por las urnas; hoy, todas las personas menores de 64 años no votaron la Constitución, con independencia de lo que hubiesen votado de haber tenido la edad legal necesaria. Además, la monarquía española se asienta en las leyes de sucesión franquistas: Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, publicada en el Boletín Oficial del Estado» núm. 208, de 27 de julio de 1947, páginas 4238 a 4239 y en la Ley 62/1969, de 22 de julio, por la que se provee lo concerniente a la sucesión en la Jefatura del Estado. Esta herencia de la dictadura cuestiona esta institución, que pervive con aspectos propios del pasado más oscuro, como la coincidencia de la jefatura del Estado con la jefatura de los tres ejércitos.

No son cuestiones menores, pues el hecho en sí mismo de que el rey sea una figura que se sucede por herencia consanguínea, al margen de la voluntad del pueblo, se contradice con el artículo 1.2. de la Constitución vigente: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” qué soberanía tiene un pueblo al que se le niega la elección del Jefe del Estado, pero que asienta su legalidad en las leyes del gobierno golpista y criminal que sometió a su pueblo a una dictadura.

Cuando los teóricos constitucionalistas analizan la estructura del Estado se refieren a La Corona como la “clave de bóveda de la arquitectura constitucional”. Tienen rezón, es la clave de bóveda de un Estado que fue diseñado en el periodo de 40 años en el que a la pluralidad de pueblos que componen el Estado español se le negó la más mínima libertad. Y es producto de aquel diseño que la judicatura se inspire mayoritariamente en aquellas antidemocráticas costumbres. Por tanto, Franco murió, pero el franquismo continúa vivo en las instituciones.

A la pluralidad de pueblos que componen el Estado español no se les pregunta, ni hay intención de hacerlo, sobre qué modelo de Estado prefieren. De los 206 países que hay en el mundo, solo 43 tienen monarquía, el 20%, frente al 80% cuya institución máxima del Estado tiene su origen en las urnas y se renueva periódicamente.

Es preciso hacer pedagogía en la sociedad, y esta acción política habrá de ser obra de las organizaciones que se reclaman del progresismo, la democracia y el avance social en favor de la mayoría, pues la minoría privilegiada no tiene interés alguno en dejar de conservar su acomodada forma de vida, solo posible de mantener sobre la base la explotación de la mayoría.

Somos conscientes de que la tarea no es sencilla. No se nos escapa que es la minoría social la que detenta el control de los grandes medios de comunicación, los medios de producción y el capital mismo. Sin embargo, las dificultades no hacen menos justa la necesidad de avanzar hacia un futuro más libre y democrático, en el que las prioridades las marque la voluntad mayoritaria; un futuro en el que los jóvenes puedan emanciparse y formar su proyecto de vida, y no que el acceso a la vivienda sea una traba insalvable. Un futuro en el que nadie muera antes de que la Sanidad Pública le realice la prueba diagnóstica, porque tardó tanto que el paciente no llegó vivo a la fecha de la cita.

República tiene que ser sinónimo de derechos como Sanidad, Educación, Vivienda, Pensiones, Dependencia, servicios públicos gestionados por el Estado y protegidos contra la carcoma del mercado, que ve en estas necesidades sociales una actividad lucrativa.

República tiene que ser sinónimo de convivencia entre los pueblos que componen el Estado, sin nacionalismos hegemónicos e imperativos. Un Estado en el que la riqueza histórica, cultural y lingüística se valore y no se combata.

República tiene que ser sinónimo de paz, en la que la soberanía del pueblo impere en las relaciones con otros pueblos, sin que la fraternidad entre países se vea truncada por los intereses de los grandes sectores de la actividad económica y sus corruptores lobbies que arrastran a guerras ajenas a los pueblos. Un Estado que tenga la dignidad de romper las relaciones con estados genocidas, como es el caso actual del Estado sionista de Israel.

República son derechos, igualdad y rechazo de la guerra.

Hoy más que nunca, Salud y República.

Miguel Sagüés Navarro
Roberto Tornamira Sánchez
Miembros de la Junta Directiva de ASTRADE

8 de marzo: Día de la mujer trabajadora

Homenaje a Olga Tareeva

Olga Tareeva Paulova (Moscú, 1899-Nueva York, 1980), fue una militante marxista que se enfrentó al régimen de Stalin y que militó en la Internacional Sindical Roja y en el POUM. Aunque se la conoce por ser la viuda de Andreu Nin, no hay que referirse a él para destacar la prodigiosa fuerza de una mujer con una vida de lucha. Lucha por salir de Rusia y venir a Cataluña con Nin; lucha por encontrar los restos de su cuerpo, una vez asesinado y lucha por salvaguardar la legalidad del POUM de los ataques orquestados desde Rusia y lucha por la honorabilidad de los militantes del POUM.
Olga fue bailarina de El Bolshoi, militante bolchevique del soviet de Moscú y mecanógrafa en la Internacional Sindical Roja donde conoció a Andreu Nin. En 1922 se casaron en Moscú. Como militante obrera vivió de primera mano las complejidades de la Revolución Rusa, y las discrepancias y distanciamiento entre las ideas que defendían Lenin y Trotski, de las que se declaraba partidaria, y las de Stalin. Estas discrepancias de Nin y Tareeva hacia el régimen del miedo instaurado por Stalin, provocaron la expulsión de la URSS de Nin y una huelga de hambre de Olga y sus hijas, hasta que pudo marcharse de la URSS a reunirse con Nin.

un papel decisivo en el Proceso contra el POUM celebrado en Barcelona en 1938, poco antes de que Barcelona cayera en manos de las tropas franquistas.
Los dirigentes del POUM encarcelados comparecieron ante el Tribunal contra el Espionaje y Alta Traición. Entre los encausados estaba el propio Andreu Nin, que obviamente no podía estar presente porque había sido asesinado. Ocupando la silla vacía reservada a Andreu Nin, Olga puso un retrato suyo que nadie se atrevió a retirar. Finalmente, el Tribunal condenó a los dirigentes del POUM procesados como revolucionarios, no como fascistas como habían pretendido el PCE y el PSUC.
Olga se fue a vivir a Estados Unidos con sus hijas, y en 1970 ya anunció su deseo de volver a El Vendrell. Antes de su muerte, en Nueva York, dejó dicho que sus restos, una vez muerto, tenían que descansar en el cementerio de El Vendrell, donde algún día deseaba que si se podían recuperar los restos de Andreu Nin, pudieran reunirse. En el año 2013, los restos de Olga Tareeva vinieron al cementerio de El Vendrell, donde aún esperan a los de Nin.
El homenaje y reconocimiento que los y las socialistas hacemos a Olga Tareeva en este 8 de marzo, es un homenaje a todas las mujeres trabajadoras y a todas las mujeres que han contribuido y contribuyen a la democracia y a la lucha obrera.

Viva el día de la Mujer
Vivan las mujeres trabajadoras

Baltasar Santos
Primer secretario del PSC del Vendrell

8 de marzo: Día de la mujer trabajadora

Hace un año, el llamamiento al 8 de marzo del colectivo «Republicanas» comenzaba denunciando el asesinato de 8.190 mujeres y 12.000 niños en Palestina.

Hoy la cifra oficial proporcionada por el Ministerio de Sanidad de Gaza sobrepasa los 47.000 muertos, un 70% de los cuales eran mujeres y niños.

La actual tregua (que no alto el fuego) nos deja las terribles imágenes de miles y miles de familias avanzando a pie, con sus hijos y enseres a cuestas, hacia las ruinas de lo que fue su hogar.

Más aún que hace un año, no hay 8 de marzo sin apoyar a las mujeres palestinas, sin exigir el fin del genocidio, al alto el fuego permanente y la ruptura de relaciones diplomáticas del gobierno de nuestro país con el Estado sionista de Israel.

Hoy vivimos en todo el mundo bajo la amenaza de terribles retrocesos en los derechos y condiciones de vida de los trabajadores a todos los niveles. Y las mujeres trabajadoras, como sector especialmente explotado de la clase obrera, sufrirán con particular saña esos retrocesos si no los paramos.

El día 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, porque así lo decidió en marzo de 1911 la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, para honrar a las mujeres que lucharon y luchan por la emancipación de los trabajadores y, por tanto, por su propia liberación de la doble opresión que sufren.

En 1975, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió hurtar el carácter obrero de esa fecha, eliminando la palabra «trabajadora», en aras de una supuesta transversalidad en los problemas que afectan al conjunto de las mujeres. Lamentablemente, las direcciones de las organizaciones sindicales y políticas en todo el mundo han aceptado ese disparate, que sitúa en un mismo plano a burguesas y proletarias. Y no, no estamos en un mismo plano. De hecho, estamos en planos opuestos en la batalla por la emancipación y por la igualdad.

En nuestro país hay un claro escollo en esa batalla: la Monarquía y las instituciones heredadas del dictador.

Baste repasar la actuación de la judicatura en todas aquellas cuestiones que afectan al derecho de las mujeres a la vida y a la protección. Burlas, humillaciones, cuando no directamente culpabilización de las víctimas.

La lucha por la República ha de formar parte de este 8 de marzo. Pero no solo por la flagrante negación de democracia que supone el sistema monárquico, aunque también por eso. La lucha por la República tiene un contenido muy concreto. Es la lucha por parar los gastos militares y dedicarlos a las necesidades sociales.

La lucha contra las reformas laborales que han hecho proliferar los contratos a tiempo parcial, que afecta en especial a las mujeres manteniendo y aumentando la brecha salarial.

La lucha por los convenios colectivos, por salarios que permitan cubrir las necesidades vitales dignamente, por convenios que recojan sin ardides el principio fundamental «a igual trabajo, igual salario».

La lucha por la defensa del sistema público de pensiones.

La lucha por el reconocimiento pleno de enfermedades profesionales en los sectores donde hay una mayoría de mujeres.

La lucha por servicios públicos que permitan liberarse de la esclavitud doméstica. La emancipación no será posible mientras no se aseguren los medios suficientes para acceder al mercado de trabajo en condiciones de igualdad. Recordemos que las grandes luchas obreras consiguieron no solo guarderías públicas, sino también comedores y otros servicios incluso en los propios centros de trabajo.

La lucha por que se concrete en leyes el derecho a la vivienda, exigiendo, por ejemplo, la expropiación de las viviendas en manos de los fondos buitre. Prohibiendo los desahucios por imperativo legal. El derecho a la vivienda está por encima del derecho a la propiedad privada y a su explotación.

La lucha por mantener el derecho al libre uso del propio cuerpo, cuestionado hoy por las derechas franquistas (y conculcado en demasiados lugares del mundo). Por la salud reproductiva, por el aborto libre y gratuito sin restricciones y en centros públicos.

La lucha por la separación de Iglesia y Estado. Por la escuela pública y laica. Por una educación igualitaria, libre de prejuicios y estereotipos, con fondos suficientes, fondos públicos exclusivamente para la escuela pública, por una educación basada en el método científico, que incluya la educación para la libertad sexual.

La lucha en defensa de las libertades y derechos. Por la derogación de las leyes represivas, como la Ley Mordaza.

Por todo ello, en este régimen no cabe la emancipación de la mujer trabajadora, como no cabe el conjunto de reivindicaciones del movimiento obrero.

Los derechos duramente conquistados por la más que centenaria movilización de las mujeres nunca han estado asegurados. El capital y los gobiernos e instituciones a su servicio no cejan en su empeño por recortarlos, arrebatarlos incluso. Miramos con horror lo que está sucediendo en Estados Unidos, donde peligra hasta lo más elemental. Pero no hay que mirar más allá de Europa para ver esa misma dinámica. El dinero que se gasta en más y más armas no sale de las piedras, sale de nuestros bolsillos, de lo que aportamos para mejorar nuestras condiciones de vida, no para promocionar la muerte.

Por eso, de nuevo este 8 de marzo, las mujeres trabajadoras estaremos en la calle por nuestras reivindicaciones y, para realizarlas, no hay otro camino que la lucha contra la guerra y contra la guerra social. En nuestro país, esa lucha pasa por la República.

Silvia Martínez
Miembro del Colectivo Mujeres Republicanas

Editorial: ¡Franco ha muerto!, pero el franquismo no

Desde el 8 de enero se está conmemorando el 50 Aniversario de la muerte del dictador que el 18 de julio del 1936 se puso a la cabeza de un golpe de Estado militar contra la República y contra su Constitución democrática; golpe militar que desembocó en una guerra civil que le costó la vida a más de 500.000 personas en nuestro país.

En 2025 se conmemora la muerte del dictador que en 1936 encabezó el golpe de Estado militar contra la II República y que dio lugar a una guerra civil que costó la vida a mas de 500.000 personas.

En tanto que conmemorar lleva implícito rememorar, es necesario recordar, al menos, dos hechos importantes:

  1. Que los militares golpistas contra su propio pueblo contaron con la ayuda y participación de los fascismos nazi e italiano. Además de que las potencias europeas, particularmente Gran Bretaña y Francia, miraron para otro lado a nombre de la neutralidad -algo que pagaron muy caro pocos años después-.
  2. Que al medio millón de muertos que provocó el golpe de Estado, hay que añadir los estragos de la persecución tras la guerra: 120.000 desaparecidos, 700.000 presos sometidos a trabajos forzados y torturas, 2.400 fosas comunes datadas, aunque no todas abiertas aun hoy, miles de bebés robados, cientos de miles de exiliados, hambruna, enfermedades, retraso cultural y económico…

Conviene distinguir los muertos en la contienda, sin olvidar quién la provocó, de las atrocidades y los crímenes de lesa humanidad cometidos durante 36 años, tras la guerra.

Se cuentan por miles las publicaciones que demuestran estos y otros datos del horror franquista, pero basta con este resumen para que la muerte del dictador no se celebre con frivolidad.

Conviene no olvidar las atrocidades, desapariciones y muertos durante la guerra civil y tras la guerra, y conviene, por tanto, no celebrar el aniversario de la muerte del dictador con frivolidad

Sin embargo, aunque Franco murió, el franquismo continúa vivo y coleando; es el “atado y bien atado”. Esto queda patente con la actitud de la derecha política, buena parte de la judicatura y de los medios de comunicación. Cabría decir que el franquismo está desatado. Más allá de los juegos de palabras, somos conscientes de que la desfachatez de la derecha en España obedece a consignas y criterios de la derecha internacional, en función y a disposición del capital financiero. Están embarcados en una huida hacia adelante en el intento de zafarse de las contradicciones del sistema económico imperante, pues tienen mucho dinero disponible pero no encuentran donde invertir para rentabilizarlo, de ahí que los inversores vean en la vivienda un valor refugio, sin que les importe un pimiento si esa dinámica está truncando la vida de varias generaciones de jóvenes en nuestro país. O en la guerra y el genocidio, si eso dispara las acciones de la industria del armamento y posibilita que se apropien de mercados como el de la energía en Europa, por ejemplo.

Aunque Franco murió el franquismo continúa desatado como queda patente con la actitud de la derecha política, buena parte de la judicatura y de los medios de comunicación

Los nostálgicos y añorantes del franquismo están desesperados por no poder privatizar más aún de lo que ya se ha privatizado y a mayor ritmo. Los servicios públicos están en su punto de mira: sanidad, educación, pensiones y dependencia públicas. Lo están destruyendo para convertirse en los dueños de un mercado privado vedado para la gran mayoría de la sociedad.

Los servicios públicos (sanidad, educación, pensiones, dependencia) están en el punto de mira de los herederos del franquismo. Los están destruyendo para convertirlos en un mercado privado

En su decisión de derrocar al gobierno lanzan a su escuadrón de togas. Les sirve cualquier denuncia, por infundada que esté, para arremeter contra el gobierno y su presidente. Se inventan trabas a la aplicación de la Ley de Amnistía, mientras indisimuladamente lanzan mensajes de aproximación a la derecha catalana. Incumplen leyes del Estado, en las comunidades y municipios en los que gobiernan, o provocan muertes añadidas a las catástrofes naturales: como en el caso de la DANA en Valencia o el COVID en Madrid, pero no pasa nada porque la misma fracción judicial y fiscal que practica el “law fare” en favor de la derecha archiva las causas o no actúa cuando se trata de hacer justicia para el pueblo.

Los franquistas lanzan a su escuadrón de togas para practicar el Lawfare utilizando denuncias infundadas contra el gobierno y su presidente, dificultando la aplicación de leyes aprobadas por el parlamento o tapando las irresponsabilidades de sus políticos

En este contexto tenemos uno de los “nudos” heredados del franquismo: La Corona, que se instauró en las leyes de sucesión dictadas por el sátrapa: la “Ley de sucesión en la Jefatura del Estado, publicada en el BOE del 27 de julio de 1947, por la que “el Estado se declara constituido en reino”. Y la Ley 62/1969, de 22 de julio, en cuyo artículo primero se instauró La Corona en la persona de Juan Carlos de Borbón.

La ausencia de Felipe VI en los actos del 8 de enero, alegando problema de agenda, se suma al rechazo de la derecha a participar en cualquier acto de memoria histórica

Felipe VI no ha querido participar en los actos que tuvieron lugar el 8 de enero, a nombre de “problema de agenda”. De este modo, el heredero del heredero no se desmarca del rechazo de la derecha a cualquier acto de memoria histórica, por tenue que este sea, aunque se vista de “España en libertad”, “la transición”, etc.

Este año promete ser un periplo de celebraciones y efemérides:

  • Del 6 al 8 de febrero recordaremos la masacre cometida por el ejército de la rijogualda en la carretera de Málaga a Almería, “La desbandá”. Y 23 de febrero exigiremos que se desclasifiquen y se hagan públicos todos los documentos oficiales sobre la trama golpista que tuvo lugar en 1981.
  • El 23 de marzo recordaremos la muerte de Francisco Largo Caballero, tras pasar por el campo de concentración de Orianenburg, y el 28 de marzo recordaremos que Miguel Hernández moría abandonado por el régimen en el Reformatorio de Adultos de Alicante.
  • El 14 de abril celebraremos y conmemoraremos la proclamación de la II República como todos los años, con la vista puesta en la tercera.
  • El 1º de mayo celebraremos el día de los trabajadores, clase mayoritaria.
  • El 15 de junio nos manifestaremos para recordar la abdicación de Juan Carlos I El Comisionista.
  • El 19 de julio, recordaremos que el pueblo se echo a la calle a defender la República, frente a los golpistas.
  • El 5 de agosto recordaremos el fusilamiento de “Las 13 Rosas” y el 18 el fusilamiento de Federico García Lorca, asesinado por su opción sexual y por su obra en favor de los perseguidos, los diferentes y los menesterosos.
  • El 27 de septiembre recordaremos que en 1975 aun se produjeron cinco fusilamientos.
  • En octubre celebraremos la huelga revolucionaria de aquel mes de 1934.
  • El 20 de noviembre brindaremos por la muerte del dictador y exigiremos que el Valle de los caídos deje de ser un santuario para convertirse en un lugar para la memoria.
  • Y el 25 de diciembre recordaremos las 14 mujeres y los 182 hombres que fueron fusilados en Cáceres por mandato del gobernador Ricardo de la Rada.

Son muchas, demasiadas, las fechas que podríamos y deberíamos conmemorar para que nadie olvide que los crímenes del franquismo no pueden quedar impunes y que aun hoy hay fusilados en las cunetas. No debemos olvidar para poder entender lo que ocurre hoy.

Son muchas, demasiadas, las fechas que deberíamos conmemorar para que nadie olvide que los crimenes del franquismo no pueden quedar impunes

Más allá de las justas conmemoraciones, es un hecho que el Gobierno vive paralizado por la acción de los franquistas; a quienes, sin duda, la política de Trump va a envalentonar más aún, al menos en estos próximos meses. Es necesario abrir el debate de cómo conseguir hoy lo que se fue capaz o no se pudo conseguir hace 50 años: cómo acabar con los privilegios de la minoría que pervive gracias al aparato franquista incrustado en el poder. Esto hace que tengamos que recuperar el dilema que se abrió tras la muerte de Franco: la necesidad de la ruptura democrática con el franquismo y sus herederos, para que se pueda gobernar en favor de la mayoría, y esto solo tiene una senda, la de avanzar hacia la República.

El Comité de Redacción

Editorial: Una “clave de bóveda” anacrónica con poco que celebrar.

Termina 2024 y con él 10 años desde la abdicación de Juan Carlos I; una abdicación que se llevó a cabo a modo de enroque, para proteger a la Institución, dada la farsa que se escondía tras el maquillaje y la propaganda de una institución que se nos presentaba como modélica, según se vendió a la ciudadanía desde el minuto 1, corriendo un tupido velo sobre las leyes de sucesión franquistas y sobre la conducta y negocios del Sr. Borbón.

En junio vimos y pagamos la celebración de los 10 años de reinado de Felipe VI: desfiles, discursos, almuerzos y celebraciones, y muchas horas dedicadas por todos los medios de comunicación. Una manera de afianzar en el pueblo una idea que no termina de calar, por lo que de vez en cuando tienen que adornarles se pasean por las ciudades, pretendiendo proyectar una imagen de que son una familia más.

Desde Tribuna Socialista nos identificamos con Pablo Iglesias Posse, cuando el 10 de enero de 1912, en un discurso ante el Parlamento, decía:

No somos monárquicos porque no lo podemos ser; quien aspira a suprimir al rey del taller, no puede admitir otro rey”.

También con las palabras de Luis Gómez Llorente, cuando el 11 de mayo de 1978 defendía la República como modelo de Estado en el Congreso de los Diputados:

Ni creemos en el origen divino del Poder, ni compartimos la aceptación de carisma alguno que privilegie a este o a aquel ciudadano simplemente por razones de linaje. El principio dinástico por sí solo no hace acreedor para nosotros de poder a nadie sobre los demás ciudadanos.”

Estos insignes Socialistas defendían posiciones de principios que suscribimos. Hoy, hacemos un balance que, lejos del maquillaje y la manipulación, nos permita valorar si hay motivos para la celebración y el aplauso.

No necesitamos remontarnos a 1700, con Felipe V -primer Borbón-, ni a Carlos IV “El Cazador” -instaurador de la rojigualda-. Es suficiente partir de Juan Carlos I “El de Abu Dabi” para desear que Felipe VI sea el último de esta jefatura del Estado hereditaria.

Muchas veces nos han presentado a La Corona como la “clave de bóveda de la arquitectura constitucional”. Es una metáfora grandilocuente en la que se sitúa a la Institución monárquica por encima de todo lo demás. Sin embargo, nos sirve para explicar nuestro rechazo a la Monarquía, pues la “clave de bóveda de España” se asienta sobre dovelas afectadas por el mal de la piedra; solo hay que ver la descomposición del poder judicial y su ofensiva permanente contra el gobierno y contra toda la izquierda, por muy contenida que esta se muestre, o el papel del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en los años de reinado de “El de Abu Dabi”, o el esperpento de la política en los municipios, autonomías y en el Senado y el Congreso.

El problema de esta descomposición institucional es que nos afecta de manera grave a los todos los pueblos del Estado español, y como Trump dedicó a los mejicanos: “Os voy a construir un muro y lo vais a pagar vosotros”. A nosotros nos endosaron la Monarquía y la estamos pagando, y a qué precio. Veamos:

La abdicación de junio de 2014 no se produjo porque La Casa Real estuviese preocupada por las consecuencias de la crisis económica y de vivienda que veníamos sufriendo desde 2008, como consecuencia de la Ley 6/1998, la que abrió la veda a la desregulación del suelo de manera salvaje, ni por la acción de la banca privada que se sumó al jolgorio financiero con productos de alto riesgo -banca a la que se le dieron más de 100.000 millones de euros públicos para sanearse de la resaca-. No, nada de eso, el Rey estaba de caza en África, matando especies protegidas y dedicado a sus chanchullos económicos. Todo ello con el conocimiento y protección de los servicios de seguridad del Estado.

“La clave de bóveda” preside la apertura del año judicial, y lo ha estado haciendo durante 5 años, sin rubor, desde diciembre de 2018 -cuando expiró el mandato del anterior CGPJ- hasta junio de 2024 -momento en el que se ha renovado-.

Felipe VI se mostró muy aguerrido en el discurso del 3 de octubre de 2017, televisado en “prime time” por todas las televisiones y emitido por todos los medios radiofónicos. En su discurso, refiriéndose a las autoridades de Cataluña, dijo literalmente:

Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado.

Aun estamos esperando que el monarca dé un discurso recriminando las decisiones de las autoridades de Madrid, por las que se vulneró el derecho de miles de personas a ser atendidas en los hospitales, y que causaron la muerte de 7291 ancianos y ancianas en 2020.

O un discurso reprochando a las autoridades de las comunidades autónomas y municipios en los que gobierna la derecha que se vulnere el derecho constitucional a la vivienda de millones de personas, entre ellas varias generaciones de jóvenes. Instituciones del Estado que se niegan a aplicar normas y leyes legítimamente aprobadas.

Poco debería tener que celebrar el jefe de un reino que tiene casi 14 millones -un 28,6% de personas- en riesgo de pobreza y exclusión social.

Quizá debería mostrar preocupación porque no se cumplen las leyes que firma, como es el caso de la Ley 21/2021, en lo referente a la necesaria Auditoría a las a cuentas de la Seguridad Social, pues su reino le debe a los pensionistas más de 103.000 millones de euros, según el Tribunal de Cuentas del Estado, en su informe de 2020.

En su vacuo discurso navideño no ha mostrado preocupación alguna por el deterioro de la universidad pública, la sanidad, los 50.000 alumnos sin plaza de FP… Quizá porque, desde que nació, ha vivido en un hábitat en el que se ejercía el comisionismo y ha disfrutado de los frutos de tan “ilustre deporte” y nunca le ha faltado de nada.

El contexto de su discurso del día 24 de diciembre ya delata lo que piensa: nos habla de la preocupación por el problema de la vivienda desde el suntuoso Palacio Real. Desde ahí les habla a quienes en Valencia han perdido su casas y más humildes posesiones. Es la imagen de una Institución que nada tiene que ver con su pueblo.

A lo largo de estos diez años, en sus discursos, no ha hecho una sola autocrítica de las instituciones de las que es jefe. Tampoco este año ha dedicado una sola palabra de reproche a las instituciones que, por no hacer su trabajo, han provocado gran parte de las consecuencias del desastre de la DANA. Cuáles son para él las “enseñanzas necesarias que debemos sacar”. A qué se refiere con “el bien común que a todos beneficia”. Esas palabras del Rey no significan lo mismo para él que para las miles de familias que van a ser indemnizados con 5.000 ridículos euros por el coche que no les dio tiempo a sacar del garaje, porque el presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia no se preocupó hasta las 20:00, cuando las alarmas se habían dado desde primeras horas de la mañana.

Para Felipe VI, lo esencial es el cierre de filas en torno a la institución monárquica y su Constitución, único común denominador de todos los discursos del 24 de diciembre, incluidos los de su padre. Pero lo esencial para el pueblo es que se cumpla el derecho a acceder a una vivienda, que no nos destruyan, por la vía del recorte económico y la privatización, la Sanidad ni la Educación ni las Pensiones ni los servicios para la Dependencia, como la Residencias de mayores.

Las buenas palabras para los afectados por la DANA en Valencia no son suficientes, casi son ofensivas, cuando muchas de las 223 victimas mortales fueron arrastradas por el agua mientras Mazón comía tranquilamente y su Gobierno le esperaba para dar la alarma ¿no son recriminables las autoridades valencianas?

Es evidente que “la clave de bóveda” y toda la cúpula institucional tiene unas prioridades distintas a la mayoría social. Está muy claro que los intereses de las clases sociales son contrapuestos. Tribuna Socialista se sitúa con la clase mayoritaria: asalariados y asalariadas, desempleados y desempleadas, pensionistas, autónomas y autónomos, así como con los hijos e hijas de la clase productiva. A todas ellas y ellos les deseamos Salud y República para 2025.

Nos emplazamos desde ya a participar en las marchas republicanas que tendrán lugar en junio de este nuevo año.

Comité de Redacción

Marcha republicana 16J

El 16 de junio, tal y como estaba previsto y organizado, miles de republicanas y republicanos, llegados de diversos puntos del Estado, nos dimos cita en las calles de Madrid, no menos de 15.000, muchos más de los 4.000 que dijo Delegación de Gobierno, quien debería comprarse unas gafas nuevas de contar manifestantes o dejar de dar por válidas las cifras que le dictan los agentes de la “fachipol”.

                La pluralidad de las organizaciones y colectivos convocantes hizo muy variados los lemas que se corearon:

                -España mañana será republicana.

                -Ni uno más, Felipe “El último”.

Estos, entre otros muchos lemas y canciones. Las conversaciones, los carteles y las pancartas hacía alusión a la necesidad de avanzar en la Democracia, considerando la República como un medio para el avance en derechos y a la Monarquía como una institución anclada en el pasado: el más distante, por ser una institución proveniente de la Edad Media; y el más cercano, ya que La Corona actual se asienta en la herencia que las leyes de sucesión del dictador impusieron a la llamada transición.

                No se trata de cambiar un rey por un presidente, eso, dicho así, es una simpleza. Se trata de que el jefe del Estado pueda ser elegido por el pueblo soberano, en lugar de un relevo por genética. Es una cuestión básica en democracia y para que la democracia pueda deshacerse los lastres del pasado.

                Se trata de que el concepto de jefe del Estado, en paralelo con la jefatura de los tres ejecitos, es el contenido de esa herencia del franquismo. Los republicanos y republicanas no queremos un jefe del Estado militar, ya lo sufrimos desde 1939 a 1975, y continúa con la misma gorra de plato desde 1975, heredada claro está.

                Para avanzar en democracia es necesario que la estructura del Estado, sus tres poderes, no sean súbditos de un o una monarca, tanto da el género, que tiene sus raíces donde las tiene la Casa Borbón.

                República no es cuestión de símbolos, banderas, conmemoraciones…siendo estas muy importantes para garantizar la memoria histórica, es cuestión de derechos:

– Derecho de los pueblos a vivir en paz, sin constantes provocaciones para la confrontación, sean estas políticas, judiciales o del tipo que sean.

– Derecho a la libertad de expresión y movilización sin ser criminalizados por leyes como la “Ley Morzada” que tan ávidamente aplican jueces y fiscales.

– Derecho a vivir con dignidad, sin que más del 26% de la población viva en la pobreza y donde el 50% de los asalariados y asalariadas viven con menos de 1.500 € netos al mes en 12 pagas.

– Derecho a una red de servicios públicos bien dotada en medios y profesionales:

  • Con facultativos en todas las urgencias extrahospitalarias.
  • Con condicionales laborales para los profesionales de la Sanidad Pública que no les obligue a migrar.
  • Con una Educación pública de calidad, en lugar de financiar con dinero público educación segregacionista y de doctrina religiosa.
  • Con un Sistema Público de Pensiones que no sea sangrado por el Estado, para justificar su pretendida privatización. Cumplimiento de la Ley 21/2021 “Auditoría”.
  • Con una red de residencia para mayores en las que no se les ponga en riesgo por subordinar el bienestar de los y las residentes a los intereses económicos de las empresas.

                Son muchos los avances pendientes en derechos, pero esos avances difícilmente se van a conseguir en un Estado cuyo modelo esta enlazado con el franquismo.

Pascual Sánchez
Militante socialista de Madrid

16 de junio: Marcha Republicana

Este mes de junio, concretamente el día 18, se cumplen diez años desde la abdicación de Juan Carlos de Borbón en la persona de su hijo Felipe, pues, como todos y todas debemos saber, para ser rey en España solo se tiene que cumplir con el requisito de ser descendiente de la familia Borbón. Y en ese chollo llevan desde 1700, con Felipe V.

No es mi intención hacer un relato de la historia de la Casa Borbón, pero no me resisto a no hacer mención de algunos prendas de este clan de migrantes franceses.

Esta dinastía no ha escatimado en sangre ajena para consolidarse en el trono. Comenzó Felipe V metiéndonos en la Guerra de Sucesión (1701-1713) en su disputa con la Casa de Austria. Tras hacerse con el trono, este primer rey Borbón, impuso los decretos de Nueva Planta, derogatorios de las leyes que regían los reinos de Valencia, Aragón y Mallorca, así como con las del Principado de Cataluña. Es decir, que se le puede apodar perfectamente Felipe V “El Español”, como fundador del nacionalismo españolista excluyente que hoy conocemos.

En 1746 llegó Fernando VI, un racista consumado que se dedicó a perseguir a la etnia gitana. Este individuo destruyó familias enteras; separando a hombres por un lado y mujeres e hijos por otro, con dos destinos: trabajos forzados o prisión. Vamos, que cuando llegaron los nazis ya se había inventado bastante.

Carlos III, fue un déspota ilustrado que al menos no nos metió en demasiados líos bélicos, más allá del que lio su ministro de Hacienda y de la Guerra, el Marqués de Esquilache, quien a nombre de la seguridad impuso normas represivas que prohibían el uso del sombrero de tres picos y la capa, aunque la historia no deja claro si el motín no estuvo más bien motivado por los altos precios del pan y los productos básicos. Este Borbón también nos dejó en herencia la rojigualda, el himno y las Cibeles, entre otras muchas cosas.

En 1788 comenzó a reinar Carlos IV, conocido como “El títere de Godoy”. A este Borbón no se le ocurrió otra cosa que intervenir contra la Revolución francesa que comenzó 1789, en la que “rodaron cabezas”, y no es en sentido figurado. La aventura tuvo severas consecuencias para la España borbónica, y, a posteriori, abrió las puertas de par en par al clan Bonaparte.

Termino el somero repaso histórico con Fernando VII, del que bastaría decir que se le apodó “El Rey Felón”. Entre las muchas barbaridades que cometió está la de derogar la primera Constitución, “La Pepa”, la de 1812. Además, restauro el absolutismo en dos ocasiones, la 1ª entre 1814 y 1820 y la 2ª entre 1823 y 1833. Este segundo periodo es conocido históricamente como “la Década Ominosa” (abominable), por la represión y persecución que aplicó contra los precursores del trienio liberal.

Son muchos las sombrías páginas de nuestra historia que han firmado los miembros de esta dinastía. No sería del todo exagerado decir que a los españoles y españolas nos va la marcha. Pues aquí tenemos a los dos últimos ejemplares de esta familia; el Emérito, heredero directo de las leyes de sucesión del dictador y el hijo, que nada sabía del fortunón y los Ferrari, de lo que ha disfrutado en su juventud, ni de los inmuebles en Londres y vaya usted a saber qué más. Todo, producto de la práctica del deporte nacional por parte de su papá: “el comisionismo”.

Somos una sociedad que avanza y que mayoritariamente quiere evolucionar y no quedar anclados en el cepo del anacronismo. Por eso República es futuro y Monarquía rancio pasado. República con derechos sociales, con un fuerte y consolidado Estado de Bienestar, en el que Sanidad, Educación Pensiones y Dependencia no sean tajada para el beneficio privado. República para la convivencia, en la que los derechos, leguas, tradiciones y culturas de los pueblos que componen el Estado sean respetados y no excluidos ni perseguidos. República para la paz con otros pueblos, rompiendo con la dinámica de guerra en la que nos tienen sumidos.

Por todo eso, por la III República, saldremos a las calles de Madrid el 16 de junio.

Rogelio Obrador
Socialista, Laico y Republicano

Europa, España y las Repúblicas necesarias

«Es ineludible (…) un proceso constituyente en el continente, impulsado por una alianza entre trabajadores y pueblos, que alumbre una Unión Europa federal o confederal. Una unión que habría de incluir a la Federación de Rusia -el Estado más extenso del planeta- junto al conjunto de pueblos europeos; solo así podrá alcanzarse un futuro de paz estable y de prosperidad en la región»

Ante las inminentes elecciones al Parlamento Europeo, expongo algunas reflexiones urgentes sobre lo que entiendo como Repúblicas necesarias.

Las izquierdas soberanistas de las naciones sin Estado que actualmente forman parte del Reino de España -es decir, Catalunya, Euskadi y Galicia-, constituyen de hecho la principal fuerza republicana, pues el republicanismo español, fuertemente nacionalista, no alcanza por ahora a tener la coherencia ni la unidad necesarias para hacer caer la monarquía, sin las cuales jamás podrá proclamarse una República federal o confederal.

El nacionalismo españolista contribuye, en todo caso, a la continuidad del Estado borbónico impuesto por la dictadura, validado por la Transición, y, por tanto, a su proceso de descomposición. Un proceso histórico que conduce inexorablemente a su desmembración, con el consiguiente riesgo, a medio plazo, de una nueva confrontación civil.

Es obvio que estas naciones hermanas son mayoritariamente republicanas, y reivindican, por tanto, su derecho a decidir.

Muestran con cierta recurrencia su indignación de naciones oprimidas, ocupadas por un ejército franquista, que hirió de muerte a la II República española en el siglo pasado, e impuso una dictadura genocida.

Por ello, los pueblos soberanistas del Estado español, representan una opción netamente patriótica de ruptura democrática, al oponerse de forma efectiva a la forma de Estado impuesta durante la llamada Transición.

Una Transición dirigida por un rey Borbón, franquista e inviolable, fugado a Abu Dabi; sucedido por su hijo, también un rey Borbón, franquista e inviolable; es decir, impune, aunque delinca.

Por si fuese poco, detenta una jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas sustentada en las leyes fascistas de sucesión decretadas por Franco.

La alianza electoral de ERC, BNG y EH Bildu al Parlamento Europeo prueban su coherencia republicana y federalista, trasladando un potente mensaje democratizador, desde el Sur de Europa, al corazón de la Unión.

El nacionalismo no es algo intrínsecamente malvado, en tanto se constituye como expresión de la cultura, de la literatura, del arte, de la lengua de un pueblo. Sin embargo, es preciso distinguir entre sus aspectos culturales y sus aspectos políticos.

En efecto, respecto a lo primero, hay mucho que admirar en los nacionalismos, pues preservan la diversidad: diferentes modos de ver el mundo y de expresar el pensamiento que enriquecen el patrimonio cultural de la humanidad. Sin embargo, en política, el nacionalismo puede derivar en el mal absoluto.

Los movimientos de extrema derecha son una reacción a la ruina, cuando las capas populares se sienten abandonadas a su suerte. En el siglo pasado dio lugar al nazi-fascismo: una forma de nacionalismo intrínsecamente malvado; el mal en estado puro.

El nacionalismo, cuando oprime a otros pueblos, e inculca el odio proclamando su supremacía racial, religiosa, económica, militar o política, acaba imponiendo regímenes totalitarios.

Es el caso, actualmente, del Estado Israelí que, al oprimir sanguinariamente al pueblo palestino, ha derivado en un estado de características neonazis, causando un auténtico genocidio. La solución a este conflicto solo puede provenir de la imposición por parte de la comunidad internacional de una solución análoga a la que se alcanzó en Sudáfrica. Es decir, un Estado democrático único, laico, de ciudadanos libres, con los mismos derechos y deberes ante la ley, que acoja en paz y harmonía a ambos pueblos.

El nacionalismo español -que se materializó tras la llegada de los Borbones a España en 1700- tiene una componente fuertemente reaccionaria y ridículamente imperialista.

Así lo prueba el himno de la Armada española: “El imperio a España vendrá por los caminos del mar. Hay que morir o triunfar…” cuya letra fue escrita por José María Pemán, ferviente escritor monárquico, distinguido en 1981 con el Toisón de Oro, que ocupó en septiembre de 1936 la presidencia de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la incipiente dictadura.

Historiadores como Paul Preston afirman que este personaje celebraba la represión, alentando así la matanzaque llenó de fosas comunes cunetas y cementerios de España. Un horror aún impune.

El imperio a España vendrá… Afirmación cuando menos ridícula, pues el Reino de España es un Estado sometido al yugo imperialista, al igual que el resto de la Unión Europea, cuyas bases militares sobre nuestro suelo ponen en grave riesgo a los pueblos del Estado y a la paz mundial, al formar parte de una alianza militar compulsivamente agresiva, puesta al servicio del complejo militar-industrial de los USA.

Como es bien sabido, la OTAN, no es ni mucho menos una organización pacifista, pues constituye el instrumento principal de dominio político-militar sobre los pueblos de la Unión Europea, y de agresión directa a otros pueblos. Así es en el caso de Ucrania, utilizada, junto al resto de la Europa occidental, como ariete contra Rusia. Una guerra imperialista entre dos potencias, motivada por intereses económicos y geoestratégicos de los dos bloques realmente enfrentados: USA y Rusia.

Se trata de una guerra por el dominio de los mercados, de las fuentes de energía y de los minerales especiales. Es una guerra iniciada, de hecho, en 2014 por el llamado “golpe del Maidán” en Kiev, propiciado por el gobierno de los Estados Unidos de América.

Guerra imperialista que está provocando una auténtica guerra civil en el corazón de Europa, de forma análoga a lo que ocurrió en 1914, con el riesgo de extenderse al resto del continente; a fin de cuentas, una pequeña península del gran continente euroasiático.

Solo una Europa federada, sobre la base de una alianza entre trabajadores y pueblos, de Tarifa a los Urales, podrá asegurar una paz estable en el continente, pues Rusia es parte esencial de nuestro futuro y prosperidad, y no es ni ha sido nuestro enemigo, sino parte primordial de la cultura y de la ciencia europeas.

Por el contrario, los USA sí estuvieron en guerra contra España a finales del siglo XIX y, posteriormente, en la segunda mitad del siglo pasado, instalaron bases militares extranjeras en nuestro suelo. Una humillación impuesta al pueblo español por el gobierno norteamericano, como tributo imperial en pago a su apoyo al dictador genocida Francisco Franco, hipotecando de este modo la soberanía de nuestros pueblos; odiosa humillación ratificada una vez más por el régimen borbónico del 78.

Las instituciones de la Unión Europea padecen un grave déficit democrático; tan solo su Parlamento goza de cierta legitimidad, pues es la única institución cuya composición emana directamente de la voluntad popular; aunque sus poderes son muy limitados y no representa, en absoluto, la soberanía de sus pueblos.

Europa debe emanciparse del dictado de los USA y de los grupos de presión financieros, creando una defensa propia unificada, a las órdenes de un gobierno federal, o confederal, emanado de la voluntad popular.

Es ineludible, por tanto, en un futuro no lejano, un proceso constituyente en el continente, impulsado por una alianza entre trabajadores y pueblos, que alumbre una Unión Europa federal o confederal. Una unión que habría de incluir a la Federación de Rusia -el Estado más extenso del planeta- junto al conjunto de pueblos europeos; solo así podrá alcanzarse un futuro de paz estable y de prosperidad en la región.

Manuel Ruiz Robles
Capitán de navío retirado, ex miembro de la disuelta UMD
Portavoz de militares demócratas (Anemoi).