8 de marzo: Día de la mujer trabajadora

Hace un año, el llamamiento al 8 de marzo del colectivo «Republicanas» comenzaba denunciando el asesinato de 8.190 mujeres y 12.000 niños en Palestina.

Hoy la cifra oficial proporcionada por el Ministerio de Sanidad de Gaza sobrepasa los 47.000 muertos, un 70% de los cuales eran mujeres y niños.

La actual tregua (que no alto el fuego) nos deja las terribles imágenes de miles y miles de familias avanzando a pie, con sus hijos y enseres a cuestas, hacia las ruinas de lo que fue su hogar.

Más aún que hace un año, no hay 8 de marzo sin apoyar a las mujeres palestinas, sin exigir el fin del genocidio, al alto el fuego permanente y la ruptura de relaciones diplomáticas del gobierno de nuestro país con el Estado sionista de Israel.

Hoy vivimos en todo el mundo bajo la amenaza de terribles retrocesos en los derechos y condiciones de vida de los trabajadores a todos los niveles. Y las mujeres trabajadoras, como sector especialmente explotado de la clase obrera, sufrirán con particular saña esos retrocesos si no los paramos.

El día 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, porque así lo decidió en marzo de 1911 la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, para honrar a las mujeres que lucharon y luchan por la emancipación de los trabajadores y, por tanto, por su propia liberación de la doble opresión que sufren.

En 1975, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió hurtar el carácter obrero de esa fecha, eliminando la palabra «trabajadora», en aras de una supuesta transversalidad en los problemas que afectan al conjunto de las mujeres. Lamentablemente, las direcciones de las organizaciones sindicales y políticas en todo el mundo han aceptado ese disparate, que sitúa en un mismo plano a burguesas y proletarias. Y no, no estamos en un mismo plano. De hecho, estamos en planos opuestos en la batalla por la emancipación y por la igualdad.

En nuestro país hay un claro escollo en esa batalla: la Monarquía y las instituciones heredadas del dictador.

Baste repasar la actuación de la judicatura en todas aquellas cuestiones que afectan al derecho de las mujeres a la vida y a la protección. Burlas, humillaciones, cuando no directamente culpabilización de las víctimas.

La lucha por la República ha de formar parte de este 8 de marzo. Pero no solo por la flagrante negación de democracia que supone el sistema monárquico, aunque también por eso. La lucha por la República tiene un contenido muy concreto. Es la lucha por parar los gastos militares y dedicarlos a las necesidades sociales.

La lucha contra las reformas laborales que han hecho proliferar los contratos a tiempo parcial, que afecta en especial a las mujeres manteniendo y aumentando la brecha salarial.

La lucha por los convenios colectivos, por salarios que permitan cubrir las necesidades vitales dignamente, por convenios que recojan sin ardides el principio fundamental «a igual trabajo, igual salario».

La lucha por la defensa del sistema público de pensiones.

La lucha por el reconocimiento pleno de enfermedades profesionales en los sectores donde hay una mayoría de mujeres.

La lucha por servicios públicos que permitan liberarse de la esclavitud doméstica. La emancipación no será posible mientras no se aseguren los medios suficientes para acceder al mercado de trabajo en condiciones de igualdad. Recordemos que las grandes luchas obreras consiguieron no solo guarderías públicas, sino también comedores y otros servicios incluso en los propios centros de trabajo.

La lucha por que se concrete en leyes el derecho a la vivienda, exigiendo, por ejemplo, la expropiación de las viviendas en manos de los fondos buitre. Prohibiendo los desahucios por imperativo legal. El derecho a la vivienda está por encima del derecho a la propiedad privada y a su explotación.

La lucha por mantener el derecho al libre uso del propio cuerpo, cuestionado hoy por las derechas franquistas (y conculcado en demasiados lugares del mundo). Por la salud reproductiva, por el aborto libre y gratuito sin restricciones y en centros públicos.

La lucha por la separación de Iglesia y Estado. Por la escuela pública y laica. Por una educación igualitaria, libre de prejuicios y estereotipos, con fondos suficientes, fondos públicos exclusivamente para la escuela pública, por una educación basada en el método científico, que incluya la educación para la libertad sexual.

La lucha en defensa de las libertades y derechos. Por la derogación de las leyes represivas, como la Ley Mordaza.

Por todo ello, en este régimen no cabe la emancipación de la mujer trabajadora, como no cabe el conjunto de reivindicaciones del movimiento obrero.

Los derechos duramente conquistados por la más que centenaria movilización de las mujeres nunca han estado asegurados. El capital y los gobiernos e instituciones a su servicio no cejan en su empeño por recortarlos, arrebatarlos incluso. Miramos con horror lo que está sucediendo en Estados Unidos, donde peligra hasta lo más elemental. Pero no hay que mirar más allá de Europa para ver esa misma dinámica. El dinero que se gasta en más y más armas no sale de las piedras, sale de nuestros bolsillos, de lo que aportamos para mejorar nuestras condiciones de vida, no para promocionar la muerte.

Por eso, de nuevo este 8 de marzo, las mujeres trabajadoras estaremos en la calle por nuestras reivindicaciones y, para realizarlas, no hay otro camino que la lucha contra la guerra y contra la guerra social. En nuestro país, esa lucha pasa por la República.

Silvia Martínez
Miembro del Colectivo Mujeres Republicanas

¡¡¡8 DE MARZO POR EL ALTO A LA GUERRA!!! ¡¡¡POR LAS REIVINDICACIONES!!!

Todo conflicto bélico abre una situación de inestabilidad política, ya que provoca hambre, muerte, paro, destrucción masiva… De manera brutal en los países implicados, en este caso Rusia y Ucrania, pero también en Europa y más allá. Utilizando la guerra como la pandemia, los Gobiernos de Europa intentan realizar la unión nacional y el consenso con la mentira de defender a Ucrania.

Es por ello que Mujeres Republicanas sitúa como una prioridad la lucha contra la guerra, contra los presupuestos de guerra (en nuestro país representan ya el 2,17 % del PIB) y contra las bases militares (que incluye el combate contra la ampliación de las bases de Rota y Morón), al servicio de la OTAN.

Nos indignamos frente al silencio o al cinismo de la dirección de las organizaciones que dicen defender los derechos de las mujeres y participan en la política de guerra.

Nuestra tarea se inspira en la tradición del movimiento obrero internacional que avanzó en paralelo con el combate por la emancipación de la mujer.

No somos neutrales, ni el Gobierno ruso, ni el de Ucrania, ni EE.UU., ni la OTAN, ni la ONU darán solución válida para la clase obrera. Solo puede darse a partir de la movilización de los pueblos y con la retirada de las tropas. Es por ello que para nosotras la posición del Gobierno del Estado español al lado de los intereses del imperialismo de EE.UU. se alinea con su política interna de frustrar los intereses de la clase trabajadora eliminando buena parte de lo que unos y otros incluso llevaban en sus programas electorales. Denunciamos su unidad en defensa de los presupuestos de guerra y en particular en defensa de las instituciones heredadas del franquismo.

No somos neutrales. Estamos del lado de las miles de mujeres rusas detenidas y muchas de ellas en paradero desconocido por manifestarse contra la guerra. Del lado de las cientos de miles que han huido o lo intentan, tanto compañeras ucranianas como rusas, y están en manos del gran negocio de la trata en los países de la «Europa libre». Del lado de las miles de desaparecidas a manos de torturadores. Del lado de las refugiadas. Del lado de las que, obligadas a quedarse, sufren la violencia en todas sus formas: física, mental, sexual y económica con total impunidad.

Estamos del lado de las miles de compañeras y compañeros que continúan manifestándose en Francia contra la reforma de las pensiones, del lado de las compañeras y compañeros que luchamos por defender nuestro sistema de pensiones también en nuestro país, del lado de las manifestaciones de los trabajadores alemanes contra la carestía de la vida, del lado de las manifestaciones en defensa de la enseñanza pública, del lado de las compañeras y compañeros sanitarios en las huelgas a lo largo y ancho de todo el Estado en defensa de la sanidad pública, del lado de las huelgas del sector del metal, de la industria, de las compañeras del servicio de ayuda a domicilio, de las trabajadoras de residencias, de todos los sectores en lucha por salarios dignos.

Aumentar el presupuesto militar va en detrimento de los gastos sociales y no hará otra cosa que destruir aún más los servicios públicos, recortar nuestros derechos y ahondar aún más en la explotación de la clase obrera y la de la mujer en particular. La posición del Gobierno, alineándose con los otros Gobiernos que están al servicio de los promotores de guerras, incluso apoyándose en la Iglesia católica, hace que nos reforcemos en la necesidad de mantener una posición enérgica de defensa de los derechos y las reivindicaciones. Lo que se avecina es profundizar en un ataque brutal a toda conquista social. También el mantenimiento de leyes como la Ley Mordaza, con la que pretenden mantenernos a raya en cualquier movilización.

Las mujeres somos víctimas de todo conflicto armado, y también las primeras en movilizarnos en contra.

ES POR ELLO QUE PARA NOSOTRAS LA LUCHA CONTRA LA GUERRA ES LA LUCHA POR LAS REIVINDICACIONES