El oligopolio bancario español saquea a sus cautivos clientes

Las entidades financieras en nuestro país -Las 24 entidades agrupadas en la Asociación Española de Banca (AEB) + las 9 de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) + las 42 de la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (UNACC), las conocidas como cajas rurales – suman un volumen de activos que multiplica por 2,66 el PIB español, a diciembre de 2024; PIB que se situó en 1.594.330 millones de euros.

Con datos de los anuarios de AEB, CECA y UNACC de 2024, el volumen de activos de sus entidades asociadas, expresado en millones de euros, es el siguiente:

  • Las 24 entidades de AEB aglutinan el 74% 3.133.938
  • Las 9 entidades de la CECA aglutinan el 22,66% 959.485
  • Las 42 entidades de UNACC aglutinan el 3,34% 141.640

El total de activos de las entidades financieras suma 4.235.063

Hago esta introducción para ayudar a entender uno de los ejes de este artículo: la concentración bancaria en España. Esta concentración se mide internacionalmente tomando la suma de los activos de las 5 entidades más grandes (índice Herfindahl-Hirschman (IHH), que en nuestro caso son:

Las cinco entidades más grandes conforman un oligopolio financiero que concentra el 85,05% del total de activos del sector -en 2008, la concentración bancaria en España era del 42%-. La concentración bancaria en la UE, en promedio, en 2024 era del 67,28%. Si algún lector tiene interés, no tendría ningún inconveniente en desagregar estas macro cifras por entidad y/o asociación patronal bancaria.

A la vista de estos datos, es comprensible la posición del Gobierno al mostrarse en contra de la operación hostil que el BBVA ha intentado para hacerse con el Banco Sabadell. De haber salido adelante la pretensión del BBVA, la concentración bancaria hubiese alcanzado el 87,35%, al unificarse BBVA y Sabadell, y pasar Ibercaja a formar parte del Top 5.

Es importante entender y tomar conciencia del nivel de concentración bancaria, pues, con las reglas del libre mercado, las cinco grandes entidades marcan la tendencia al resto del sector financiero. Aunque las entidades se agrupen básicamente como lo han hecho a lo largo de su historia, exceptuando: Caja de Ahorros y MP de Ontinyent y Colonya Caixa d`Estalvis de Poyença, el resto de entidades que se organizan en CECA pasaron de ser cajas de ahorros a bancos.

Esto puede parecer una cuestión menor; que sean cajas o sean bancos, pero no lo es, pues la diferencia es si los beneficios se reparten en dividendos o si se destinan a obra social, como ocurría antiguamente. El cambio lo señaló políticamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la década de los 90 del pasado siglo y lo voceó en España el “prestigioso” Rodrigo Rato, vicepresidente del Gobierno y Ministro de Economía con el Señor Aznar. El Sr. Rato decía que “las cajas de ahorro no puede ser entidades sin dueño”, es decir, no puede haber empresas que no tengan accionistas. Esta orientación política, puramente liberal, contra las cajas de ahorro llevó a una campaña de desprestigio de las cajas; en muchas de las ocasiones merecido, pero que la finalidad era que el sector bancario, puramente privado, fagocitase al sector de cajas de ahorro, que eran entidades sin ánimo de lucro propiedad de los impositores, las entidades sociales y municipales.

Antes de la crisis financiera e inmobiliaria de 2008, el sector financiero se dividía del siguiente modo: 50% de los activos los acaparaban los bancos, las cajas el 45,4% y las cajas rurales el 4,6%. La comparativa deja claro hasta qué punto el objetivo del capital financiero internacional se ha conseguido: el 96,6% del volumen de activos está en manos de bancos, independientemente de la asociación patronal en que se organizasen las entidades.

El proceso de concentración bancaria en España no comenzó con la crisis de 2008, ni ha finalizado tras darla oficialmente por cerrada. Un par de ejemplos:

  • En 1982, el Estado puso 291.000 millones de pesetas (1.750 millones de euros), para sanear Banca Catalana, el Banco que en 1959 se montó la familia Pujol; entidad que terminó siendo absorbida en 1984 por el Banco de Vizcaya ´hoy inserto en el BBVA-.
  • En 1978, Banesto adquirió el Banco Coca. En diciembre de 1993 Banesto fue intervenido por el Banco de España y en 1994 fue adquirido por el Banco Santander.

Podría citar otros ejemplos, como el de Banco de Valencia, hoy digerido por Caixabank, los 18 bancos del Grupo RUMASA o Banco Simeón. Estos y otros muchos casos configuran la historia de la concentración de la banca en España, pagada, la mayoría de las ocasiones, con dinero público. En este sentido, cabe concluir que la viabilidad de una entidad financiera no reside en si es de naturaleza pública o privada, sino de cómo es gestionada. Por ende, con los mismos motivos que se entregaron las cajas a los bancos, podrían haber entregado los bancos a las cajas, o haberlos nacionalizado a todos, a fin de cuentas, todos lo hemos pagado.

En el año 2000 había 206 entidades financieras, entre bancos, cajas de ahorro y Coop. de Crédito. Hoy suman 75, por lo que la crisis de 2008 y los años posteriores tiene la peculiaridad de que la concentración bancaria se ha acelerado brutalmente, reduciéndose el número de entidades en un 64%.

Lo peor de este proceso acelerado de concentración, ha sido que por el camino se han destruido más de 120.000 puestos de trabajo y se han cerrado más de la mitad de las oficinas bancarias que había antes de 2008. Y todo esto nos ha costado 65.000 millones de euros públicos para el saneamiento de las entidades, más los 35.000 millones de la SAREB; al hacerse cargo el Estado de los inmuebles de las entidades. Un total de 100.000 millones de euros que bancos y banqueros no han devuelto a los contribuyentes.

El Estado, todos los gobiernos, tiene su responsabilidad en este devenir y en la cautividad que sufren los clientes de los bancos, pues no tenemos opciones públicas para domiciliar la nómina o la pensión, para pagar los recibos de los suministros domésticos, para depositar nuestros ahorros o para acceder a un préstamo hipotecario. Renunciar a dotar al Estado de banca pública, no para competir con las entidades privadas, sino para dar una solución a la sociedad que está siendo esquilmada a base de comisiones bancarias e intereses.

Hay unos gobiernos que tienen más culpa que otros, sin duda. Por ejemplo, Felipe González fue quién abrió la puerta a la privatización de la banca pública agrupada en Argentaria; operación de privatización que completó Aznar. Zapatero y Rajoy, muy particularmente este último y su ministro de Economía, Industria y Competitividad, el Sr. De Guindos, remaron a favor de la banca en la concentración bancaria de la crisis de 2008. Y el gobierno actual, habiendo que reconocer que se ha opuesto a que la concentración bancaria continúe, ha dilapidado en buena medida la posibilidad de dotar al país de una banca pública, que cubra las necesidades básicas de la mayoría social, al integrar Bankia en Caixabank, pues Bankia era una entidad 100% pública, saneada con 22.000 millones del erario público.

Entre las tres primeras entidades: Caixbank 18,5 + Santander 15 + BBVA 11, suman 44,8 millones de clientes. Es decir, que el 99% de la sociedad estamos cautivos y desarmados, en manos de un sector de actividad privada privilegiado.

Roberto Tornamira Sánchez
Fue Secretario Estatal del Sector Financiero,
Seguros y Oficinas de la FeSMC-UGT

Entrevista: Ana Usero

Por Roberto Tornamira
para Tribuna Socialista

Ana Usero es Secretaria General de la Sección Sindical de la UGT en CaixaBank en Madrid. Es representante de los trabajadores y trabajadoras desde 2012. Trabajadora del sector financiero desde enero de 1997.Licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Carlos III.

Pregunta:Hace muchos años que los sindicatos del sector financiero no convocaban movilizaciones sectoriales ¿qué motiva que comencéis hoy día 8 de febrero con esta Manifestación y anunciéis huelga de 24 horas para el 22 de marzo?

La plantilla del Sector financiero lleva desde el 2008, el comienzo de la crisis, asumiendo con gran responsabilidad cambios en los modelos de gestión del negocio y relación con el cliente. Estos cambios han sido impuestos por las direcciones de las entidades sin contar ni con el cliente ni escuchar a los empleados. Hemos sufrido no solo el rechazo social por una gestión política que en muchos casos no compartimos, sino una persecución laboral interna para cambiar el modelo de negocio y conseguir los beneficios que el modelo anterior no conseguía. Cuando hablamos de persecución, no exageramos. La vigilancia de producciones individualizadas casi cada hora es habitual. Nos solo hablo de producción en el sentido de ventas, sino también en imponer un autoservicio al cliente y una digitalización obligada sin tener en cuenta la sensibilidad de cada cliente. Los seguimientos de autoservicio y de operaciones por ventanilla han establecido también una calificación de tu rendimiento laboral.  Esto ha generado un clima laboral insostenible para cualquier empresa saludable y socialmente responsable. Además, escudados en esta “crisis”, han metido la tijera en cada uno de los convenios negociados. Los convenios del sector financiero eran probablemente de los mejores convenios de este país. Esto no nos lo ha regalado nadie. Son fruto de años de lucha, de negociaciones y de un excelente trabajo de la representación sindical.

Cuando ha tocado apretarse el cinturón, nosotros lo hemos hecho. En los últimos 5 años hemos perdido un enorme poder adquisitivo directo en tablas, pero además el sector ha establecido de forma unilateral complementos salariales absorbibles con las subidas en salario base, que provocan que la subida salarial real sea muy inferior a la pactada en convenio.

Toda esta situación ha generado una gran frustración en las plantillas que ve como año tras año se duplican los beneficios, los salarios de los consejos y los dividendos a los accionistas. Mientras sus salarios son congelados y la presión laboral crece de forma exponencial.

Sinceramente, no podemos más. Tenemos la sensación de que en cada presentación de resultados se ríen de nosotros.No nos han dejado ninguna otra salida que comenzar con movilizaciones.

Pregunta: Las entidades financieras en nuestro país, se han concentrado en las últimas dos décadas hasta conformar un oligopolio financiero ¿Qué porcentaje del volumen de activos se reparten las cinco entidades más grandes? ¿Piensas que esta concentración financiera va a continuar incrementándose?

Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter concentran casi el 95% de los activos financieros de este país, pero solo entre las tres primeras se agrupa más del 85%.

Cuando hablaban de mejorar la productividad del sector financiero vía fusiones, en realidad hablaban de un mayor control no solo del aspecto económico, sino de la capacidad de intervenir en las políticas económicas más profundas de un país. Si controlas las políticas de financiación a empresas y particulares, los flujos de inversión que se destinan a unos sectores u otros, o los proyectos privados de inversión, consigues un poder político y económico muy importante.

Imaginemos que los tres bancos no apuestan por financiar parques solares, mucho más atomizado en pequeños inversores y solo apuestan por eólicos o energías no renovables, controladas por empresas del Ibex, empresas que dominan el sector y que tienen más intereses económicos. El Ibex, vía cruce de accionariado, puede controlar sectores estratégicos de este país controlando los flujos de capital hacia determinadas inversiones.  Aunque parezca ciencia ficción puede pasar. Quien domina el capital domina un país. Por eso la intervención de Bankia fue una oportunidad perdida para crear un Banco Público de calidad y con capacidad no solo para dar servicio a colectivos que no son rentables desde el punto de vista económico, sino para evitar de alguna forma el exceso de control sobre la economía de este país del sector privado.

Cuando desaparecieron las antiguas Cajas de Ahorro, se las acusaron de estar “politizadas” y tomar este tipo de decisiones en base no a criterios económicos, sino en base a factores sociales importantes.  Pues eso es justo lo que acaban de conseguir con el oligopolio financiero: eliminar la intervención pública y la decisión democrática vía elecciones de proyectos de inversión socialmente rentables.

La concentración financiera hoy por hoy es imparable. Seguirán engullendo a los pequeños que aún sobreviven en España y después, si nada cambia, veremos fusiones de bancos fuera de nuestras fronteras.

Pregunta: El sector ha perdido mucho empleo, desde la crisis de 2008, y paralelamente se han cerrado miles de oficinas ¿en cuanto cifras esta contracción de plantilla y de sucursales? Aunque no lo perciba la opinión pública, la carga de trabajo está llevando a los trabajadores y trabajadoras del sector financiero a situaciones de presión, estrés y ansiedad ¿puedes describir cómo se está viviendo internamente en las oficinas?

Las cifras aproximadas desde el 2008 sitúan esta pérdida en más de 128.000 empleos, lo que supone un 47% de la plantilla total.

Como el número de clientes no ha disminuido podemos afirmar que la carga de trabajo a los trabajadores del sector se ha incrementado al menos en ese porcentaje. Esto unido a que la diversificación del negocio ha llevado al sector a un intrusismo en comercializar productos de otros sectores como el de seguros y el del pequeño electrodoméstico hacen que la carga de trabajo impuesta sea muy superior a la de épocas anteriores. Donde antes atendías las necesidades financieras de un cliente, ahora tienes que sumarle atender y provocar artificialmente una necesidad de coberturas de seguros y de móviles, colchones, televisores….

La presión comercial que sufren los empleados es difícilmente imaginable. Hay reportes de actividad casi cada hora, reuniones para priorizar los 20 productos del día. Seguimientos individualizados y rankings públicos.

El número de bajas laborales por la presión comercial es el secreto mejor guardado del sector.Las empresas se niegan a analizar y hacer público este dato, porque nos encontraríamos con una sorpresa de magnitudes socialmente inasumibles.

Cada día recibimos llamadas de ataques de ansiedad, depresiones y enfermedades derivadas del exceso de estrés laboral y la carga de trabajo.Muchos compañeros están al borde del colapso y ese pesimismo es contagioso.

La ciudadanía además nos percibe como cómplices de unas decisiones políticas y empresariales que ni hemos provocado ni compartimos, con lo que a la sobrecarga de trabajo y el exceso de presión comercial se une una relación con tus clientes complicada.  El resultado es un polvorín que siempre explota del lado del empleado.

Otro gran secreto de la banca es el número de horas trabajadas fuera de horario laboral no recogidas ni reguladas. Un gran porcentaje de los compañeros amplían sistemáticamente su jornada laboral para suplir esa reducción de plantilla y el aumento de carga de trabajo. La presión para que “cumplas tus objetivos” es tremenda. Esto solo se consigue ampliando jornada.

Tenemos un control horario ficticio donde al empleado que teclea la jornada real se le recrimina y se le hostiga para que confirme el horario establecido y evite poner la jornada real. 

El cierre de oficinas se sitúa en 28.000 oficinas en todo el sector, un 61% aproximadamente.

Hay una concentración oficinas que aleja al cliente, especialmente en las plazas más pequeñas.

La exclusión financiera se agranda especialmente por dos vías. Una la geográfica: pueblos sin oficinas ni acceso a servicios financieros y otra por una digitalización impuesta especialmente a raíz de la pandemia que la sociedad no ha sido capaz de seguir.

Pregunta: Las entidades financieras llevan tres años consecutivos batiendo récord de beneficios ¿repercuten esos beneficios en los salarios de los trabajadores y trabajadoras del sector?

Los beneficios del sector que hemos visto anunciados a bombo y platillo estas semanas, son lo esperado con un escenario de subidas de tipos de interés. En muchos casos se ha duplicado la cuenta de resultados conseguida como he comentado a costa de la salud de sus empleados.

La diversificación del negocio que supone una sobrecarga de trabajo al empleado revierte beneficios millonarios a los bancos. Donde antes se suponía que eran ingresos extraordinarios, ahora son recurrentes, gracias a su plantilla. Esto hace que, con tipos de interés altos, los beneficios aumenten de forma exponencial.

Los empleados esperábamos que la misma responsabilidad que hemos tenido nosotros en épocas difíciles, la tuvieran nuestros directivos ahora que todo sonríe.

Pues esa responsabilidad que deberían tener con la plantilla y con la sociedad se les ha olvidado enterrada por la codicia de sus altos directivos.

El acuerdo para el empleo y la negociación colectiva firmado por la CEOE, UGT y CCOO en 2023 recogía subidas salariales marco del 4%, 3% y 3% en los siguientes años.  Este acuerdo marco está pensado para una red de empresas muy diverso y a él han hecho referencia empresas con estructuras mucho más precarias que la banca.  Nuestras patronales se han descolgado de este acuerdo y las subidas salariales que proponen son un insulto a los trabajadores del sector.

Mientras sus consejos de administración y sus directivos se aprueban subidas para 2024 del 5% como es el caso de Goirigolzarri y Gortázar de Caixabank. Entre 2021 y 2022 estos mismos directivos han tenido subidas totales del 28% en el caso de Gorigolzarri y del 11% en el caso de Gortázar según la CNMV.

Pregunta: Por terminar por donde comenzamos ¿Qué pedís en las mesas de negociación?

Lo que pedimos es básicamente dos cosas:

  1. La posibilidad de recuperar el poder adquisitivo perdido durante estos años y tener revalorizaciones acordes a la inflación actual y a los beneficios obtenidos por nuestras empresas. Nuestra propuesta es una recuperación salarial en tablas del 9% el primer año más 1% en función del beneficio de la entidad y ¡% en función de la subida del IPC, y para el segundo y tercer año un 4% más 1% en función del beneficio de la entidad y ¡% en función de la subida del IPC respectivamente. Con estas subidas recuperaríamos el poder adquisitivo perdido en los últimos dos convenios y cubriríamos las posibles subidas de inflación de los siguientes.
  •  Reducir la presión comercial existente en oficinas para conseguir un clima laboral digno y saludable.

Cada vez es más clara la necesidad de Banca Pública

Por tercer año consecutivo, los bancos españoles han batido récord de beneficios. Solo eloligopolio que concentra más del 70% del mercado financiero, compuesto por: Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Bankinter, ha ganado más de 26.000 millones de € en 2023.

Un incremento medio del 18,22% en 2022 y del 26,71% en 2023, en tanto que sus plantillas, como muchos otros trabajadores, tienen una pérdida acumulada de poder adquisitivo de entre el 9% y el 12%. Es más que comprensible que los sindicatos del sector financiero se estén movilizando y que hayan convocado una huelga para el 22 de marzo.

                Los banqueros, en las juntas de accionistas venderán que los resultados obedecen a la magnífica labor de los equipos directivos y los consejos de administración, justificando así que la presidenta del Santander gane 11,7 millones de euros, que el presidente del BBVA 8,29 millones de euros o que el presidente de Caixabank 2,2 millones de euros al año (datos de 2022, pues aún no se han publicado las retribuciones de 2023).

                Nada dirán de las horas de trabajo no pagadas a sus trabajadores y trabajadoras, ni de los procesos de ansiedad que hacen padecer a sus plantillas por la carga de trabajo y la consecución de objetivos. No cuantificarán los recortes de personal o los obtenidos por cierre de miles de sucursales. Ni explicarán que los beneficios proceden de las comisiones abusivas a los clientes. Mucho menos pondrán el acento en que por un préstamo personal están cobrando entre un 5% y un 12% TAE, según la entidad y la cuantía.Como no han dudado a la hora de subir el coste de las hipotecas, llevando al límite a muchos de los hipotecados.

                Estos emperifollados banqueros viven en su burbuja de avaricia, pues por un lado saquean a sus clientes y cada día les dan un peor servicio, y por otro se hacen los remolones para pagar intereses por los depósitos. Cómo será de escandaloso que, hasta el Banco Central Europeo (BCE), llama la atención a los bancos españoles por “quedarse atrás a la hora de retribuir los depósitos”.

                Frente a esta orgía de beneficios económicos, los banqueros lloran lágrimas de caimán porque el Gobierno les ha hecho pagar 637 millones de euros, – las compañías energéticas han pagado 817- del gravamen extraordinario.Pero no recuerdan que para obtener esos beneficios fueron dopados con más de 100.000 millones de euros de dinero público; entre el dinero para el saneamiento bancario, 65.000 millones, más los 35.000 de la Sareb que la Comisión Europea obligó a que el Estado lo cubriese con deuda pública, de esa que pagamos todos.

                Si a lo expresado hasta aquí añado la exclusión financiera que el cierre de oficinas bancarias ha ocasionado en la “España vaciada”, a lo largo de los tres últimos lustros, la conclusión es que se hace más necesario que nunca que el Estado se dote de Banca Pública. Una prueba cuantitativa de ello es que los ahorradores se están llevando el dinero de los depósitos a los productos de ahorro que ofrece el Banco de España: desde noviembre de 2022 a noviembre de 2023 se ha pasado de 950 millones en Letras del Tesoro, a 23.977, es decir, que se ha experimentado un crecimiento del 2.424%. Los pequeños ahorradores, los que necesitan un préstamo hipotecario para adquirir una vivienda, los que necesitan banca básica, requieren que el Estado les dé una solución.

                Incluso el propio Estado necesita una solución para no depender de las entidades privadas, a la hora de hacer llegar a sus destinatarios las campañas de ayuda que lanza el Instituto de Crédito oficial (ICO). Esto ya ocurrió en la etapa de pandemia, cuando el Gobierno lanzó las líneas de avales para facilitar liquidez a empresas y autónomos. Más de 91.000 millones de euros que se gestionaron a través de las entidades financieras. Los bancos aprovecharon para colocar sus productos condicionando a los beneficiarios de las ayudas públicas. Ocurre otro tanto de lo mismo ahora, con la línea de 2.500 millones de euros en avales que el Gobierno ha lanzado para la adquisición de vivienda para jóvenes menores de 35 años; las entidades pretenderán colocar los seguros de protección hogar de sus aseguradoras.

                Este país tiene muchos problemas y retos pendientes de resolver: política de vivienda, que no decaiga aún más la industria, apostar decididamente por la investigación… además de blindar los pilares básicos del Estado de Bienestar: Pensiones, Sanidad, Educación y Dependencia.

                Una herramienta fundamental para las necesidades del Estado y para las de los ciudadanos de a pie es tener una Banca Pública que no compita con la privada, que no entre en su lógica.

                No vale decir que en Europa no hay banca pública. Países como Alemania, Francia, Italia o Finlandia la tienen. Es tan solo un problema de valentía política para apostar por fortalecer el Estado. Ya sé que eso no gusta a los de siempre, a los que pretenden jibarizar el Estado hasta su mínima expresión, ni gustará a los banqueros que incrementan insultantemente sus fortunas cada año. Pero que le vamos a hacer, la democracia consiste en respetar las decisiones de la mayoría del pueblo soberano, si no es así, entonces no le llamemos democracia.

Roberto Tornamira Sánchez
Fue Secretario General de FeS-UGT-Madrid

MoMentuM: Economía Digital

Los servicios bancarios son un servicio
básico que la sociedad necesita

La exclusión financiera se extiende en nuestra sociedad. Afecta a las generaciones de más edad, afecta a más del cincuenta por ciento de los municipios del todo el Estado y afecta a los millones de clientes de servicios bancarios que no tiene capacidad económica para invertir. Y ha afectado a más de 120.000 trabajadores y trabajadoras del sector, quienes han perdido su puesto de trabajo.

En la “España vaciada” se combina la desaparición de las oficinas bancarias, con la precaria situación de acceso a internet que aún se sufre en muchas localidades. Esto provoca un coste añadido a los ciudadanos de estos municipios que tienen que hacer kilómetros de desplazamiento para realizar operaciones bancarias básicas.

Que afecte a estos colectivos de población no significa que sólo les afecte a ellos. Los jóvenes y los clientes, con independencia de su edad, de las entidades financieras de las grandes urbes también ven como son mal atendidos o sencillamente no atendidos por las entidades en las que mantienen una cuenta corriente.

Desde hace unos años, se ha conformado un oligopolio que concentra más del 70% del mercado financiero en manos de cinco grandes entidades: Caixabank, Santander, BBVA, Sabadell y Unicaja+Liberbank (los tres primeros aglutinan el 60% del negocio). Siempre ha sido muy difícil para los clientes visualizar y demostrar que se están tomando medidas y fijando criterios de actuación que se manifiestan contrarios a los intereses de la clientela, pero a la vista de lo que está ocurriendo no es descabellado pensar que es eso lo que está pasando.

Cobrar comisiones de mantenimiento de cuenta cada tres meses, aunque ya no te informen de tus movimientos bancarios por escrito; cobrar comisiones por hacerte tu mismo una transferencia, desde el ordenador de tu casa; tener que realizar en el cajero automático prácticamente todas las operaciones que necesita el 85% de la clientela; trasladar el riesgo de manejo de efectivo al cliente, en plena calle… Son alguna de las situaciones más habituales que se están produciendo.

A ello hay que añadir que la red de cajeros automáticos sufre de un deterioro y déficit de mantenimiento galopante: no es difícil acudir a una oficina con dos o tres cajeros automáticos y que haya que esperar una larga cola, porque de tres solo funciona uno.

El servicio de atención presencial también está en franco deterioro, no por culpa de los trabajadores de las oficinas, sino por la escasez de plantilla que sufren; por la combinación de la ola de despidos que ha sufrido el sector y por la pandemia: bajas más empleados en teletrabajo.

Todas estas vicisitudes son comunes a la práctica totalidad de las entidades financieras, excepto a las que solo ofrecen servicio virtual; estás no ofrecen cajeros y la plantilla es ínfima, en comparación con las entidades tradicionales.

La banca, siempre ha fundamentado su negocio en la confianza. Pero hoy esa confianza se está deteriorando. Una inmensa mayoría de clientes se sienten excluidos de un servicio que se basaba en esa confianza para mantener su dinero, poco o mucho, en custodia de unas entidades que lo manejaban en el mercado interbancario (prestándoselo entre ellas).

Dicen que no nos cobran por mantener nuestro dinero en una cuenta a la vista, pero sí nos acribillan a comisiones, bajo motivaciones muchas veces difíciles de entender, por ejemplo “comisiones por gastos de correspondencia”, aunque haga años que no te envían una carta. Argumentan que los tipos de interés del BCE están en cero o cercano a cero, lo cual es cierto. Pero ellos cobran en torno a un 6% los créditos al consumo; esos que las familias trabajadoras siempre han necesitado para comprar el frigorífico, la lavadora la televisión, etc.

Se desprecia a los depositantes. La banca se ha transformado en un servicio exclusivo para inversores. El problema es que esa gran mayoría de quienes estamos obligados a mantener una cuenta bancaria no tenemos capacidad de ahorro y mucho menos aún de inversión. Y no es una exageración decir que tenemos una cuenta corriente de forma obligada, pues no se puede hacer nada sin una cuenta corriente: no se puede cobrar la pensión, no se pueden pagar los recibos de los suministros ni podemos pagar los impuestos, esto último solo afecta a quienes no eludimos al fisco.

Qué se puede hacer ante esto y quién debe hacerlo

El Estado debería asumir sus responsabilidades y dar respuesta a una situación que se agrava. El servicio bancario es un servicio básico que la sociedad necesita, por tanto, son las instituciones del Estado quienes deben velar por que sea un derecho efectivo.

Hay normativa comunitaria y estatal que regula los derechos de los clientes y que no haya abuso en la prestación de estos servicios. Sin embargo, sin que haya una ley que obligue a tener una cuenta bancaria, la vida diaria es difícil de entender sin una herramienta básica como lo es una cuenta corriente.

El Estado, a través del FROB, ha tenido en sus manos una entidad, Bankia, que era en el 61% de sus acciones propiedad del Estado. Sin embargo, desde 2012; cuando el Estado nacionalizó la entidad, invirtiendo 22.400 millones de euros, no se orientó a dar una alternativa bancaria a la sociedad, sino que se dedicó a competir en el mercado como un banco más; pecando de los mismos malos “usos y costumbres” que las demás. Fue una oportunidad perdida, aunque el 14% de las acciones de la actual Caixabank no son un mal punto de apoyo económico para constituir una banca pública.

Es conveniente que se conozca que, en Europa, aunque no sea objeto de una especial publicidad, existe una importante presencia de una banca pública rentable y solvente en: Alemania, Francia, Suecia, Italia, Finlandia, Países Bajos, Suiza, Dinamarca, Noruega, etc. España es un caso extremo en el sentido de no disponer de ningún banco público que trabaje directamente con el público.

La banca pública no tiene porqué competir con la banca privada, aún menos cuando las entidades privadas están renunciando a dar un servicio decente a millones de clientes que no tienen capacidad para invertir en fondos de inversión. Nadie tiene que pensar que la banca pública regalará el dinero; hay que buscar el equilibrio entre rentabilidad social por el servicio que se presta y la rentabilidad económica, sin la presión de un accionariado que demanda dividendos cada año.

El Estado cuenta con el Instituto de Crédito Oficial (ICO), que sufre una dependencia de las entidades privadas para distribuir sus campañas crediticias y de préstamo. Un particular y una empresa no pueden dirigirse al ICO para obtener financiación de forma directa.  Por otra parte, una vez entregada Bankia a “la Caixa”, el Estado solo cuenta con Correos y lo que queda de la antigua red de Caja Postal, con más de 8.300 puntos de atención en todo el territorio, particularmente en la “España Vaciada”. En cada oficina bancaria funcionaba una estafeta de correos, muy empleada por cierto para realizar giros bancarios. Dichas estafetas se privatizaron desde 1991 vendiéndolas a un banco extranjero que poco tiempo después prescindió de las mismas, y que en este momento serian de gran utilidad para realizar las operaciones financieras más elementales

La creación de una banca pública, a partir de estas herramientas del Estado, resolvería la dependencia del ICO de las entidades privadas, dotaría de contenido financiero a Correos; que, por cierto, está siendo colonizado por Banco Santander y, sobre todo, daría una solución para los depositantes que solo demandan servicios básicos de ingresos, reintegros, cobros y pagos de recibos. Resulta evidente que no podrán edificarse unos parques sociales de viviendas de alquiler sin una entidad financiera pública que aporte la financiación crediticia necesaria, pues de los presupuestos de los ayuntamientos no cabe esperar la financiación crediticia necesaria

A corto plazo lo más acuciante es la dotación de las oficinas de Correos de un servicio financiero que sería, sobre todo, de gran utilidad, en aquellas ciudades en las que no ha quedado ninguna oficina bancaria. El gobierno podría contar para lograr dicho propósito de los recursos derivados de la venta de la participación en CaixaBank, donde en este momento no se aprecia ninguna influencia de la participación pública citada.

Roberto Tornamira Sánchez
Ex Secretario Federal de UGT en el Sector
Financiero, Seguros y Oficinas.
Miembro del Comité por la Alianza de
Trabajadores y Pueblos.

Julio Rodríguez López
Ex Presidente del Banco Hipotecario de España.
Miembro de Economistas Frente a la Crisis.