
Este mes de agosto hemos vivido las evidentes consecuencias del abandono de las políticas de inversión pública. Hasta el 7 de septiembre 341.203 hectáreas quemadas (según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico), el mayor número de la serie histórica, y que las distintas administraciones achacan al cambio climático, a los pirómanos, a la España vaciada, a lo que convenga para no señalar lo evidente: no hay recursos, ni bomberos, ni prevención, los medios están obsoletos, y tampoco hay dinero que dedicar a lo público. Hoy mismo (24 de septiembre) bomberos y agentes forestales convocan a toda la sociedad a una manifestación en Valladolid para pedir estabilidad laboral y aumento de recursos. Consideran la gestión forestal inadecuada y sujeta a intereses privados.
El fuego es un síntoma y una tragedia, este verano han muerto tres bomberos y seis voluntarios. En todo el Estado los daños son millonarios y los desplazados se cuentan por miles. En Madrid, en el incendio de Tres Cantos murió un vecino intentando salvar a sus animales, hubo más de 180 personas desalojadas y el humo se pudo sufrir en Madrid a más de 30 kms.
Se veía venir. Los bomberos de la CAM tenían convocada una huelga desde el 15 de julio al 15 de agosto reclamando un nuevo convenio, el vigente data de 2008. Denunciaban los bajos salarios, la temporalidad, el reconocimiento de la categoría de bombero forestal y protección ante los agentes cancerígenos a los que se ven expuestos debido al carácter de su trabajo. La huelga se interrumpió ante la oleada de incendios y concretamente por el de Tres Cantos.
Los incendios no son un problema de temporada ni son un imponderable. Privatizar su gestión supone negar toda prevención para optimizar beneficios. Es ahí donde hay que buscar la temporalidad, las malas condiciones laborales y la falta de profesionales. Los bomberos trabajadores de Tragsa, subcontrata del servicio en Madrid, señalan que su salario apenas es 100€ mayor que el Salario Mínimo Interprofesional. Según CCOO y UGT en la CAM se pagaron 18 millones de euros en horas extras en 2023 y solo hay 1.600 efectivos de los 2.200 prometidos. El País señala que los datos de Eurostat muestran que las plantillas retrocedieron en más de 2.600 personas, siendo España es uno de los pocos países europeos que perdió bomberos en 2024.
Todos estos datos demuestran que los incendios no son fruto del azar, son la negativa a mantenerlos como un servicio público en beneficio de la población para entregarlos a manos privadas, en beneficio de la empresa privada. Por eso no se cuidan los bosques en invierno y se despiden los bomberos cuando acaba el verano, y esto genera muertes y devastación.
La privatización de los servicios públicos es una política general para entregar a unos pocos los presupuestos que deberían ir destinados a garantizar el bienestar de la población. Los partidos de la derecha son los principales promotores de esta política, pero los partidos de izquierda deberían dedicar sus esfuerzos a revertir las privatizaciones legislando y financiando, no asumiendo la privatización bajo el eufemismo de la “colaboración público-privada”. No es casual que la inyección de dinero público en la gestión privada de la sanidad supere los 8.000 millones de euros anuales, ni que seamos uno de los países europeos que menos invierte en sanidad per capita. Tampoco que las universidades públicas se quejen permanentemente de la falta de recursos para mantener su personal e infraestructuras. Y esto se extiende a todos los empleados públicos, a la justicia, a los servicios sociales, a las infraestructuras de transporte…, etc., y claro está a bomberos y la protección y vigilancia del medio ambiente.
No podemos olvidar lo ocurrido este verano; no es la primera vez que sufrimos incendios y, si no se pone remedio, no será la última. Exijamos plantillas suficientes, que se limpien y mantengan los bosques permanentemente, que se doten recursos, que se revierta lo privatizado, que se pidan responsabilidades por el abandono.




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