El Estado y sus dogmas

Respetemos la Constitución, pues sin ella no hay patria, pero reconozcamos asimismo que contiene artículos irracionales, sostenidos en creencias retrógradas y privilegios heredados de un pasado ominoso. Uno de los más escandalosos, a mi parecer, es la inviolabilidad del Rey, que lo hace impune incluso cuando delinque.

Ciencia frente a dogmas

Es sabido que el conocimiento científico es un conocimiento abierto al cambio, siempre en revisión, apoyado en la evidencia empírica y en el consenso de la comunidad científica.

Por otro lado, la ideología es, según la RAE, el «conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político».

Sin embargo, cuando un precepto ideológico se transforma en dogma -es decir, en una creencia de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión- puede llegar a ser contrario al conocimiento científico y, por tanto, a la evidencia empírica, constituyendo un obstáculo que debe ser removido.

Tales obstáculos ideológicos impiden a menudo el perfeccionamiento de las leyes y el avance en derechos sociales, como lo son, por ejemplo, los derechos sexuales y reproductivos; en particular el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, que debería estar blindado en la Constitución.

Estos dogmas -utilizados a menudo por el poder para mantener el statu quo- entorpecen el progreso y provocan enormes injusticias y sufrimientos.

Dogmas contra el progreso: la historia como advertencia

A lo largo de la historia, las sociedades han oscilado entre el deseo de avanzar en el conocimiento y la necesidad de preservar un orden establecido. En este conflicto constante, los dogmas -ya sean religiosos o ideológicos- han actuado con frecuencia como frenos al pensamiento crítico, la investigación libre, el progreso científico y las transformaciones sociales. Lejos de ser simples errores del pasado, estos episodios revelan cómo la imposición de un dogma, incuestionable y sancionado por la autoridad, ha tenido consecuencias profundas y duraderas en el desarrollo de las sociedades.

Uno de los casos más conocidos es el de Galileo Galilei, astrónomo y físico del siglo XVII, cuyo apoyo al heliocentrismo -la teoría de que la Tierra gira alrededor del Sol, propuesta inicialmente por Copérnico- lo enfrentó con la Iglesia Católica. A pesar de contar con pruebas empíricas obtenidas mediante su telescopio, Galileo fue juzgado por la Inquisición, obligado a retractarse y condenado a arresto domiciliario de por vida. El problema no era la pretendida falsedad de sus descubrimientos, sino que contradecían la interpretación oficial de las Sagradas Escrituras. Este ejemplo no solo evidencia cómo un dogma religioso puede suprimir el conocimiento, sino también el miedo institucional a perder control sobre la narrativa del mundo.

Más trágico aún fue el destino de Miguel Servet, médico y teólogo aragonés del siglo XVI, que se atrevió a cuestionar tanto la Trinidad cristiana como algunas prácticas médicas de su tiempo. Perseguido por católicos y protestantes por igual, fue finalmente arrestado en Ginebra bajo órdenes de Juan Calvino y condenado a la hoguera. Además de sus ideas teológicas, Servet hizo importantes observaciones sobre la circulación pulmonar de la sangre, adelantándose a su tiempo. Pero su pensamiento científico fue considerado peligroso no por lo que decía de la medicina, sino por lo que implicaba en términos de autoridad religiosa. Su cruel e injusta ejecución, quemado vivo en la hoguera, prueba cómo el dogma puede matar tanto ideas como personas.

La Revolución Científica y el Movimiento Obrero

La Revolución Científica, iniciada en el siglo XVI, y la Ilustración, iniciada en el XVII, propiciaron el desarrollo de las fuerzas productivas y el despertar de las conciencias. Ambos movimientos priorizaron la razón y la lógica sobre la tradición y la superstición. La Ilustración, de hecho, se conoce como el «Siglo de las Luces» porque puso la razón en el centro de la búsqueda de la verdad. 

En el siglo XVIII surge en Inglaterra el movimiento obrero debido a la Revolución Industrial y a la pavorosa explotación laboral, y, en Francia, ya a finales de siglo, la burguesía progresista, con el apoyo de las capas populares, impulsan su Revolución, proclamando la República francesa. En el siglo XIX, a medida que el proceso de industrialización se extendió, el movimiento obrero se expandió simultáneamente por Europa.

En el siglo XIX, pensadores tales como Karl Marx, Frederic Engels y Lenin, aportaron al movimiento obrero las bases teóricas y prácticas que posibilitaron la Revolución rusa a principios del siglo XX y la implantación del primer Estado obrero de la Historia.

Lejos de marcar una ruptura definitiva con la superstición y las creencias contrarias a la razón, trajo nuevas formas de dogmatismo, ahora bajo ropajes ideológicos.

Un caso paradigmático fue el del lisenkoismo en la extinta URSS. Trofim Denísovich Lysenko (1898-1976), un agrónomo sin formación científica sólida, promovió teorías pseudocientíficas que negaban la genética mendeliana.

Apoyado por Stalin, su doctrina se convirtió en política oficial del Estado. Los genetistas que se opusieron -muchos de ellos destacados científicos- fueron silenciados o encarcelados. Como resultado, la biología soviética sufrió un retraso de décadas, y las hambrunas causadas por políticas agrícolas fallidas se cobraron millones de vidas. En este caso, el dogma no era religioso, sino ideológico, pero el efecto fue el mismo: el pensamiento crítico fue suprimido en nombre de una verdad impuesta desde el poder.

Conclusión

Estos sucesos abominables nos recuerdan que el conocimiento florece solo en un ambiente donde se permite la duda, la crítica y la revisión constante de las ideas. Cuando se elevan ciertas creencias al rango de incuestionables -sean de origen divino o político-, se condena a la sociedad al estancamiento o incluso al retroceso.

La historia de Galileo, Servet o los científicos soviéticos perseguidos por Stalin -sin minimizar la aportación de este dirigente político al desarrollo tecnológico de la URSS y a la victoria europea sobre el nazismo- no es solo una lección del pasado: es una advertencia permanente sobre los peligros de subordinar la razón al dogma.

Manuel Ruiz Robles

Europa humillada

Europa -desde Tarifa a los montes Urales- es una pequeña península del gran continente euroasiático: una realidad material ineludible para cualquier proyecto político de largo alcance, con posibilidades razonables de éxito; como supo anticipar, con indudable visión estratégica, el general De Gaulle.

Necesitamos una Unión Europea capaz de fundamentar su estrategia en su evidente realidad continental; de lo contrario, tenderá a desgarrarse como consecuencia de sus contradicciones internas, focalizadas por su humillante subordinación al imperialismo USA, que la desprecia.

Europa es cuna de civilización, patria de la Ilustración y de la Revolución francesa, que nos legó los derechos del hombre y los valores de libertad, igualdad, fraternidad. Abrió el camino a la revolución industrial y cruzó el Atlántico llevando en su mochila la racionalidad del método científico. Más adelante, la Revolución rusa, liderada por Lenin e impulsada por el movimiento obrero, puso en práctica la ciencia política basada en los escritos del genial judío alemán Carlos Marx, que dio lugar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy extinta.

Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que, en cuatro décadas, logró sacar de la miseria y la ignorancia a decenas de millones de personas, transformando al pueblo ruso en uno de los más cultos y avanzados del planeta.

Rusia puso en órbita el primer satélite artificial de la historia en 1957 y en la primavera de 1961 llevó al primer hombre al espacio, Yuri Gagarin; astronauta que, desde su atalaya en el cosmos, contempló estremecido la inmensa soledad del Universo, y nos informó cabalmente de que allí no había ningún Dios. Lo recuerdo bien porque en aquella primavera del 61 yo tenía 17 años y era alumno de primer curso en la Escuela Naval de Marín, con las inquietudes propias de mi generación.

También por aquellos días, como el sediento va a la fuente, recurrí insaciable a mis lecturas para dar respuesta a los interrogantes que mi percepción de joven adolescente se planteaba: de dónde venimos y hacia dónde vamos. Y aplaqué en parte mi sed de conocimiento en un libro de historia natural escrito por Charles Darwin, “El origen de las especies”. Y en los versos del poeta Miguel Hernández, “Vientos del pueblo me llevan”, obtuve una respuesta certera a mis inquietudes: vamos de la vida a la nada.

Dos años después, en el verano del 63, Valentina Tereshcova se convertía en la primera mujer cosmonauta de la historia de la Humanidad. Lo recuerdo vivamente, porque en aquellos días conocí en Pontevedra a mi futura compañera de lucha, Rosa, una joven adolescente de 16 años, hoy madre de mis seis hijos, abuela de mis doce nietos y bisabuela de mi bisnieto Senda.

Rosa, mi compañera (1964)

Un año antes, en octubre de 1962, se producía la “crisis de los misiles”, cuando los despliegues estadounidenses en Italia y Turquía fueron respondidos por los despliegues soviéticos en Cuba, lo que llevó a la Humanidad al borde del abismo. La URSS retiró finalmente sus misiles, a fin de evitar una conflagración nuclear.

Extinta la antigua Unión Soviética en 1991, el imperialismo USA dominó la esfera internacional, impulsando la expansión de la OTAN hacia el Este de Europa, lo que incrementó peligrosamente la tensión, alcanzando un punto de ruptura con el golpe del Maidán, seguido de la persecución y asesinato de parte de la población rusófona de Ucrania.

La pretensión del presidente Zelensky de llevar la OTAN hasta las fronteras de la Federación de Rusia fue la gota que colmó el vaso.

En efecto, de haberse llevado a cabo tal pretensión, Rusia hubiese quedado al alcance de misiles nucleares hipersónicos, con tiempos de vuelo hacia Moscú de menos de 15 minutos, desestabilizando de ese modo el equilibrio estratégico, conocido como Destrucción Mutua Asegurada (DMA). Esa explosiva contradicción dio lugar a la “operación militar especial”, ordenada por el presidente Putin, que desencadenó la guerra de Ucrania.

Ante ese panorama desolador resulta indignante el recuerdo del “banderista” presidente Zelensky, admirador del colaboracionista nazi Stepán Bandera, aplaudido en pie por la inmensa mayoría de los representantes de la “soberanía europea”, hoy humillada por el “gran hermano” americano.

La humillante situación actual es evidente, los USA exigen ahora el final de la guerra de Ucrania y pretenden:

  • Que Ucrania pierda el 20 % de su territorio.
  • Que Ucrania ceda a los USA, para su explotación en exclusiva, la riqueza minera en tierras raras, elementos clave para la producción de nuevas tecnologías, en particular de microchips.
  • Que la Unión Europea asuma los costes de la guerra, en particular el coste económico de la reconstrucción.
  • Que la Unión Europea envíe tropas permanentes a Ucrania, que no estarían cubiertas por el artículo 5 de la OTAN: “las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas (…)”.

Esto último significaría el relevo del averiado ariete llamado “Ucrania” por el nuevo y más potente ariete llamado “Unión Europea”. Aunque, eso sí, sin la cobertura del citado artículo 5. Lo que posibilitaría a los USA instrumentalizar a la UE contra la Federación de Rusia, sin correr el riesgo de estar obligada a implicarse directamente en una posible guerra, que arrasaría Europa.

En efecto, no serían los USA quienes estarían en guerra con Rusia, sino la Unión Europea, incluida Ucrania; es decir, nuestros hijos y nietos, que serían carne de cañón de intereses foráneos.

La Unión Europea debe liberarse del humillante y peligroso vasallaje, haciendo avanzar un proceso constituyente capaz de dotar a la Unión Europea de una estructura federal, auténticamente democrática. Creada la base democrática de su unidad federal, lo demás se dará por añadidura; en particular, una industria pública de defensa, junto a una defensa unificada más eficaz y menos costosa, con capacidad de disuasión militar multi horizonte, potenciada por su enorme capacidad económica, cultural, científica y tecnológica.

Solo así será posible conjurar el peligro que para Europa representa la nueva oligarquía tecno-fascista que, amenazante, vocifera desde la otra orilla del Atlántico.

Manuel Ruiz Robles
Capitán de Navío (r) de la Armada.
Fue miembro de la autodisuelta
Unión Militar Democrática (UMD).

La revolución de la IA

El impacto que la Inteligencia Artificial (IA) tendrá sobre la actividad productiva hace prever una seria remodelación de la fuerza de trabajo cualificada. Esta nueva revolución tecnológica tendrá efectos adversos sobre el empleo, dada la pérdida masiva de puestos de trabajo que implica a medio plazo y que, muy probablemente, no será compensada por un incremento equivalente en el número de trabajadores cualificados.

Sin embargo, aun siendo muy seria esta amenaza para la clase trabajadora, la más grave es probablemente la que se deriva de la manipulación de las conciencias mediante las redes sociales y la adicción que ello conlleva, de especial gravedad por su evidente toxicidad psicológica sobre los menores.

A fin de ilustrar el impacto que tendrá, que está teniendo ya esta revolución tecnológica, puede ser de utilidad para su comprensión la realización de una prueba sencilla, planteando una tarea concreta a un chatbot; es decir, un sistema informático que basado en la IA permite mantener una conversación hombre-máquina, simulando las respuestas que daría una persona.

Por ejemplo:

“Escriba un texto de unas 1400 palabras que, desde una perspectiva marxista, analice los riesgos para las democracias de las redes sociales, las chatbots y la inteligencia artificial (IA); en particular, el riesgo de una evolución del capitalismo hacia formas de tecno-feudalismo y nuevos totalitarismos.”

El resultado ha sido la redacción totalmente automática del siguiente texto:

Introducción

En la actualidad, las redes sociales, los chatbots y la inteligencia artificial (IA) han transformado radicalmente la forma en que nos comunicamos, interactuamos y consumimos información. Sin embargo, desde una perspectiva marxista, es crucial examinar cómo estas tecnologías pueden amenazar las democracias y contribuir a una evolución del capitalismo hacia formas de tecno-feudalismo y nuevos totalitarismos. Este análisis se centrará en los riesgos inherentes a estas tecnologías, su relación con el poder económico y político, y las implicaciones para la lucha de clases.

1. Redes Sociales y la Manipulación de la Opinión Pública

Las redes sociales han emergido como plataformas dominantes para la comunicación y la difusión de información. Sin embargo, su estructura y funcionamiento están profundamente influenciados por intereses capitalistas. Las empresas que controlan estas plataformas, como Facebook, Twitter y Google, operan con el objetivo de maximizar sus beneficios, lo que a menudo se traduce en la manipulación de la información.

Desde una perspectiva marxista, esto puede verse como una forma de control ideológico. Las redes sociales no solo facilitan la comunicación, sino que también actúan como herramientas de propaganda. La información se filtra y se prioriza de acuerdo con algoritmos que favorecen el contenido que genera más interacción, lo que a menudo significa que las noticias sensacionalistas y polarizadoras reciben más atención. Esto puede llevar a la desinformación y a la creación de burbujas informativas, donde los usuarios solo se exponen a opiniones que refuerzan sus creencias preexistentes.

Además, la manipulación de la opinión pública a través de las redes sociales puede ser utilizada por actores políticos y económicos para desestabilizar democracias. La interferencia en elecciones, la difusión de noticias falsas y la polarización social son solo algunos ejemplos de cómo estas plataformas pueden ser utilizadas para socavar la voluntad popular. En este sentido, las redes sociales se convierten en un campo de batalla ideológico donde las luchas de clases se manifiestan de nuevas maneras.

2. Chatbots e IA: Automatización y Desigualdad

La llegada de chatbots e inteligencia artificial ha prometido aumentar la eficiencia y reducir costos en diversas industrias. Sin embargo, esta automatización también plantea serios riesgos para la fuerza laboral y, por ende, para la democracia. Desde una perspectiva marxista, la automatización puede ser vista como una extensión de la lógica capitalista que busca maximizar la producción mientras minimiza los costos laborales.

La sustitución de trabajadores por máquinas no solo genera desempleo, sino que también exacerba la desigualdad económica. A medida que las empresas se vuelven más dependientes de la IA, los trabajadores menos calificados se ven desplazados, mientras que aquellos con habilidades técnicas avanzadas se benefician. Esto crea una brecha creciente entre las clases sociales, donde una élite tecnológica acumula riqueza y poder, mientras que las clases trabajadoras enfrentan precariedad.

Además, la IA y los chatbots pueden ser utilizados para la vigilancia y el control social. Las tecnologías de reconocimiento facial y análisis de datos permiten a los gobiernos y corporaciones monitorear a la población de maneras sin precedentes. Esto plantea un riesgo significativo para las libertades civiles y la privacidad, elementos fundamentales de cualquier democracia. La posibilidad de un estado de vigilancia, donde la disidencia es reprimida y la oposición es silenciada, se convierte en una realidad tangible.

3. Tecno-feudalismo: Una Nueva Forma de Dominación

El concepto de tecno-feudalismo se refiere a una posible evolución del capitalismo hacia un sistema donde el control de la tecnología y la información se convierte en la base del poder. En este nuevo orden, las grandes corporaciones tecnológicas actúan como señores feudales, controlando no solo los medios de producción, sino también el acceso a la información y a los recursos digitales. Este fenómeno plantea serias implicaciones para la democracia y la lucha de clases, ya que la concentración de poder en manos de unas pocas empresas puede llevar a una forma de dominación que recuerda a las estructuras feudales del pasado.

En un sistema tecno-feudal, la mayoría de la población se convierte en «siervos» digitales, dependientes de las plataformas y servicios que estas corporaciones ofrecen. La falta de acceso a la tecnología y a la educación digital puede perpetuar la desigualdad, creando una clase de «excluidos» que no pueden participar plenamente en la economía digital. Esto no solo limita las oportunidades económicas, sino que también restringe la capacidad de los individuos para ejercer su voz en la esfera pública, debilitando así la democracia.

Además, el tecno-feudalismo puede dar lugar a una nueva forma de control social. Las corporaciones tecnológicas, al tener acceso a grandes volúmenes de datos sobre los usuarios, pueden influir en sus comportamientos y decisiones de maneras que son difíciles de detectar. La personalización extrema de la publicidad y la manipulación de la información pueden llevar a una ciudadanía pasiva, donde las personas son más susceptibles a la propaganda y menos propensas a cuestionar el statu quo. Este fenómeno puede ser visto como una forma de alienación, donde los individuos se sienten desconectados de su propia representación y de la capacidad de influir en su entorno político y social.

4. Nuevos Totalitarismos: La Amenaza de la IA y el Control Social

La combinación de redes sociales, chatbots e inteligencia artificial también plantea el riesgo de nuevos totalitarismos. A medida que los gobiernos y las corporaciones se vuelven más adeptos en el uso de estas tecnologías, la posibilidad de un control autoritario sobre la vida cotidiana se vuelve más real. La IA puede ser utilizada para la vigilancia masiva, la represión de la disidencia y la manipulación de la opinión pública, creando un entorno donde la libertad de expresión y los derechos humanos son sistemáticamente violados.

Desde una perspectiva marxista, este desarrollo puede ser visto como una forma de control de clase. Los regímenes autoritarios pueden utilizar la tecnología para mantener su poder y suprimir cualquier forma de resistencia. La historia ha demostrado que los regímenes totalitarios a menudo recurren a la propaganda y a la censura para controlar la narrativa y silenciar a sus oponentes. En la era digital, estas tácticas se vuelven más sofisticadas y efectivas, lo que plantea un desafío significativo para la democracia y la justicia social.

Además, el uso de la IA en la toma de decisiones políticas puede llevar a una deshumanización del proceso democrático. Las decisiones que afectan a la vida de las personas pueden ser tomadas por algoritmos que carecen de empatía y comprensión de las complejidades humanas. Esto puede resultar en políticas que favorecen a las élites económicas y marginan a las comunidades más vulnerables, perpetuando así las desigualdades existentes.

5. Resistencia y Alternativas: Hacia una Democracia Digital

A pesar de los riesgos asociados con las redes sociales, la IA y el tecno-feudalismo, también existen oportunidades para la resistencia y la construcción de alternativas. Desde una perspectiva marxista, es fundamental que los movimientos sociales y las organizaciones de base se apropien de estas tecnologías para empoderar a las comunidades y promover la justicia social.

La resistencia y las alternativas hacia una democracia digital son temas muy interesantes y relevantes en la actualidad. La idea de una democracia digital implica utilizar la tecnología para fomentar la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas. Sin embargo, también enfrenta desafíos, como la desinformación, la privacidad de los datos y la desigualdad en el acceso a la tecnología.

Las alternativas pueden incluir plataformas de votación en línea, foros digitales para el debate público y herramientas que permitan a los ciudadanos expresar sus opiniones de manera más efectiva. Es fundamental que estas iniciativas se desarrollen de manera inclusiva y ética, asegurando que todos tengan voz y acceso.

La resistencia hacia una democracia digital a menudo surge de preocupaciones legítimas sobre la seguridad, la privacidad y el control de la información. Muchos ciudadanos temen que la digitalización de los procesos democráticos pueda llevar a la manipulación de datos o a la vigilancia masiva.

Sin embargo, estas preocupaciones también han impulsado la búsqueda de alternativas más seguras y transparentes. Iniciativas como el uso de blockchain para garantizar la integridad de las votaciones, así como el desarrollo de plataformas de participación ciudadana que priorizan la privacidad, son ejemplos de cómo se pueden abordar estos desafíos.

Además, es crucial fomentar la educación digital para empoderar a los ciudadanos, permitiéndoles navegar de manera crítica en un entorno digital cada vez más complejo. En este camino hacia una democracia digital, la colaboración entre gobiernos, organizaciones civiles y el sector tecnológico será fundamental para construir un sistema que no solo sea accesible, sino también justo y representativo para todos.

Conclusión

El chatbot ha redactado el texto solicitado de 1400 palabras a partir de unas concisas indicaciones de 45 palabras. Esta tarea la ha realizado en un tiempo récord de 3 segundos, imposible de emular por un ser humano.

El impacto que tendrá la IA sobre las fuerzas productivas es evidente; probablemente muy superior al que tuvo la máquina de vapor en la segunda mitad del siglo XVIII, que impulsó la revolución industrial a lo largo del siglo XIX y parte del XX. La máquina de vapor sustituyó la fuerza de trabajo física por la fuerza de la máquina, multiplicando enormemente la productividad.

La capacidad de los algoritmos de aprendizaje automático, tratamiento de gigantescas cantidades de datos y enorme potencial de mantener conversaciones coherentes a través de las redes, indiscernibles de las de un ser humano, supondrá un cambio radical en la explotación de la fuerza de trabajo y en la estructura de los medios de producción.

La automatización de la fuerza de trabajo intelectual -que sustituirá en parte a la fuerza de trabajo humana- implica un crecimiento exponencial de la productividad, pero también una amenaza, junto a las redes sociales, por su posible utilización para el control totalitario de las poblaciones.

En efecto, los algoritmos de la IA pueden perpetuar o amplificar sesgos existentes en los datos utilizados para su entrenamiento y aprendizaje automático, representando una amenaza, junto las redes sociales, por su capacidad de manipular el sentido común de las poblaciones, en función de los intereses de una casta de ultrarricos propietarios de tales medios, ajenos al interés público; es lo que se ha dado en llamar tecno-feudalismo.

Por último, termino haciendo hincapié en la necesidad de que nuestro país no pierda una vez más la carrera de los grandes avances científicos y tecnológicos, que inexorablemente impulsará la IA. Para ello es esencial poner en valor el talento de nuestros jóvenes, dándoles las oportunidades que posibiliten el desarrollo de sus capacidades.

Por tanto, es de vital importancia que no se pierda el enorme talento potencial de la juventud, con especial atención a las capas sociales más desfavorecidas. El principal obstáculo sigue siendo la pervivencia de una estructura social profundamente injusta. Remover tal obstáculo es interés objetivo del conjunto de la sociedad.

Manuel Ruiz Robles, capitán de navío (r) del cuerpo de ingenieros de la Armada, Ingénieur Supélec por la Universidad de París (1970).

Por España contra el Rey

Toma este breve artículo, de crítica y denuncia, el título de la obra “Por España contra el Rey”, del genial escritor valenciano Blasco Ibáñez (1867-1928), autor de “Cañas y barro” fundador del periódico El pueblo”, que sobrevivió a su muerte, editado en Valencia con el subtítulo de “Diario republicano de la mañana.

El diario “El pueblo”, desde su fundación por Blasco Ibáñez hasta su último número en 1939, incautado por la Falange, trató de aunar siempre, desde su primer número, a todas las fuerzas antimonárquicas, tratando fraternalmente a todo aquel que se identificara como republicano.

Autor de obras universales, tales como “La barraca”, Una nación secuestrada” y “Los cuatro jinetes del apocalipsis”, publicada esta última en 1916, en pleno horror de la Gran Guerra, en donde la muerte y la desolación cabalgaron por primera vez, a una escala nunca vista, en una Europa devastada.

A juicio de no pocos analistas existe un riesgo cierto de que se repita por tercera vez una Gran Guerra. Son múltiples la señales que la anuncian: la guerra proxy de los USA contra la Federación de Rusia, utilizando a Ucrania como cebo; el genocidio que el gobierno sionista de Netanyahu está perpetrando en los territorios históricos del pueblo palestino, con imágenes diarias de un horror difícil de soportar sin sentir nauseas; además de otras numerosas regiones del planeta, incendiadas por Occidente y castigadas por los espantosos males que, irracionalmente, la especie humana se inflige a sí misma.

Rusia, gobernada por un régimen no menos oligárquico, alienante y criminal que el capitalismo global de Occidente, es una potencia nuclear de primera magnitud, con el consiguiente riesgo de una respuesta suicida al humillante cerco de la OTAN, que arrasaría países que, como España, tienen bases militares estratégicas de los USA instaladas en su territorio.

Siendo Rusia el país más extenso de la Tierra es obvio que no aceptará ver amenazada su supervivencia por la entrada de Ucrania en la OTAN, o la instalación junto a su frontera de misiles que porten armas nucleares, con tiempos de vuelo hacia Moscú de escasos minutos, que neutralizarían toda posibilidad de una respuesta efectiva.

Guerra de Ucrania apoyada irresponsablemente por Felipe VI. Un rey cuya persona es inviolable, aunque delinca. Un rey que mantiene secuestrada esta “democracia modélica” del Reino de España; en realidad un reino heredado de Franco, “atado y bien atado” mediante la falsa ley de Amnistía de 1977, una ley electoral preconstitucional y su candado constitucional. Lo que impone de hecho un nuevo bipartidismo en esta segunda restauración borbónica, análogo al turnismo de Cánovas y Sagasta a finales del siglo XIX, fundamentados en el poder de las oligarquías y el caciquismo.

La reciente tragedia en el levante español, causada por el cambio climático y la tradicional corrupción urbanística, agravada por evidentes negligencias, han provocado un aterrador balance de muertos y heridos, incluida una gigantesca devastación, nunca vistos.

Tras el desplome de agua, cañas, y barro por el barranco del Poyo, con su rastro de muerte y desolación, se ha escenificado, con seis días de retraso, una indignante comitiva real a la zona cero de la tragedia.

Un postureo real, o quizás algo más, que ha entorpecido, en un escenario dantesco, las tareas de rescate de cadáveres y de limpieza, acabando la farsa como el rosario de la aurora.

Farsa promovida por una iniciativa del rey Felipe VI, ansioso por limpiar la imagen de su corona, en otro intento oportunista de proyectar un perfil de “rey salvador”, análogo a su discurso a la Nación televisado en directo por TVE, retransmito en directo por todas las cadenas el 3 de octubre de 2017, de funesta memoria en los Països Catalans.

Esta segunda debacle de Felipe VI ha sido un burdo intento de limpiar y de afianzar su corona, análoga a la actuación de Juan Carlos I durante el autogolpe del 23-F de 1981; un Borbón “rey salvador” que, además de defraudar a la Hacienda pública, ha trasladado su domicilio fiscal a Abu Dabi, poniendo a buen recaudo su oculta fortuna familiar.

Alguien debería aclarar el porqué de tan burda comedia, además de identificar quién o quiénes han movido los hilos de una tramoya tan inquietante.

¿Fue una decisión del Rey Felipe VI? ¿Entonces, por qué tardó seis días en aparecer en Paiporta, la zona cero de la tragedia? ¿Fue casual la agresión al Presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez, que acompañaba al Rey? ¿Por qué el Rey se quedó allí tras la evacuación del Presidente Sánchez, y no abandonó inmediatamente el lugar? ¿Por qué Felipe VI no prestó tampoco la menor atención a la Reina Leticia, embarrada y desamparada? ¿Acaso sabían ciertos servicios del Estado que la violencia iba a ir dirigida exclusivamente contra el Presidente del Gobierno de España y la Reina Leticia, y no contra el Rey? ¿Fue casual? ¿Fue planeado? ¿Con qué finalidad? ¿Fue una actitud “valerosa” la del Rey y “cobarde” la del Presidente? ¿Hubo una conspiración para agredir al Presidente del Gobierno de España forzando su evacuación? ¿Se buscó dar una falsa apariencia de “huida precipitada” del Presidente Sánchez? ¿Por qué medios afines a la monarquía apoyan la imagen de un “Rey salvador”, que nadie ha votado, protagonista de una comedia tan burda, y, en cambio, enfangan la del legítimo Presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez, votado en las urnas?

La cruda realidad es que la juventud trabajadora está siendo enviada a despedazarse y morir en las trincheras, a ambos lados de los frentes de batalla entre Oriente y Occidente, mientras los oligarcas promotores de guerras, siguen acrecentando sus beneficios a costa de los muertos de la clase trabajadora: nuestros muertos.

No nos callarán.

Manuel Ruiz Robles
Capitán de Navío de la Armada (retirado).
Portavoz del colectivo ANEMOI
Fue miembro de la Unión Militar Democrática (UMD)

La falsa neutralidad de la Constitución española

Os dejo aquí algunas reflexiones, como continuación a mi reciente participación en una charla/coloquio en A Casa da Cultura de Redondela, organizada por el Colectivo Republicano de Redondela -que preside nuestro compañero el cabo Marco Santos-, el Ayuntamiento de la citada ciudad y A Nova Peneira.

La llamada Transición española, dirigida por Juan Carlos de Borbón, el sucesor del dictador y criminal Francisco Franco, estuvo condicionada por las presiones y amenazas del ejército franquista. Esta desventajosa correlación de fuerzas condujo a las principales fuerzas políticas en la clandestinidad a desistir de la confrontación con el aterrador poder del Estado dictatorial -constituido en Reino en julio de 1947- renunciando a la recuperación de la legalidad republicana y al inicio de un proceso constituyente en libertad.

Altos mandos del ejército de Franco, jerarcas de la dictadura, policías torturadores y jueces emboscados -que complementaban la acción represora de la justicia militar- entraron todos ellos a formar parte de la elite política, en simbiosis con el nuevo régimen juancarlista, incluidos exministros que habían firmado penas de muerte.

El “consenso” impuesto por el Rey afianzó al sucesor designado por Franco, dando paso a una democracia secuestrada.

El proceso de reforma de la dictadura era ineludible, debido al gigantesco empuje de la clase trabajadora y la inexorable internacionalización del capital. Sin embargo, estuvo dirigido y vigilado por el designado por el dictador en la Ley 62/1969, Juan Carlos de Borbón, mediante el poder que le otorgaba su control sobre el núcleo duro del aparato de Estado, que transitó intacto de la ley a la ley. Los mismos militares, los mismos jueces, los mismos policías.

De aquellos polvos estos lodos, con sus insoportables latrocinios, pues al morir Franco, la dictadura continuó existiendo. «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos» (Antonio Gramsci)

La monarquía, la jefatura del Estado, la inviolabilidad de su persona y la nueva dinastía borbónica, que habría de sucederle, quedó totalmente blindada en la Constitución; como también el mando supremo de las fuerzas armadas, constituidas en garantes del ordenamiento constitucional; un disparate inadmisible en cualquier país de nuestro entorno europeo.

La monarquía quedó, pues, apuntalada a toque de corneta.

La Ley de Amnistía del 77, una ley preconstitucional de punto final, es decir de impunidad de los crímenes del franquismo, marcó la línea a seguir por el Parlamento español en lo referente a lo militar. Prueba ello es, que aquel Parlamento, pretendidamente “constituyente”, no solo mantuvo expulsados a los condenados en consejo de guerra por su pertenencia a la Unión Militar Democrática (UMD), autodisuelta en junio de 1977, sino que incluyó un párrafo infame en la falsa ley de amnistía.

Un párrafo redactado con la finalidad de procesar al entonces capitán de aviación José Ignacio Domínguez, a su regreso del exilio. De hecho, fue condenado en consejo de guerra a finales de diciembre de 1977, seis meses después de las primeras elecciones generales.

Los compañeros de la UMD represaliados fueron parcialmente rehabilitados una década después, pero no se les dejó solicitar destino o acceder a ningún curso de ascenso. De este modo la monarquía impidió que la actuación democrática de la UMD fuese emulada por los cuadros de mando del Ejército de Franco, quedando estanco y blindado ideológicamente frente al pueblo.

El origen fraudulento de la Constitución del 78, está indeleblemente ligado a las leyes de sucesión dictadas por un régimen criminal, (Ley de sucesión publicada en el BOE nº 208 y la Ley 62/1969 de 22 de julio) que dieron lugar a una monarquía, cuyo primer eslabón de la cadena sucesoria reinstaurada por Franco es el propio dictador.

Debido a ello, no solo no hubo un proceso democrático constituyente, sino que el propio proceso de reforma de la dictadura -con el fin de adecuarla formalmente a una democracia, aceptable por la Comunidad Económica Europea- se desarrolló bajo la tutela del poder del Estado franquista. Esa presión irresistible, junto al clima amenazante y de extrema violencia policial y militar, fue el entorno en el que nació el Régimen del 78.

De aquellos polvos, a los escándalos de Juan Carlos de Borbón, pagados con fondos reservados del Estado, no pasó mucho tiempo. Luego vinieron los fraudes a la Hacienda pública, y demás latrocinios, que precipitaron su abdicación.

Por si fuera poco, el diario ABC, tradicional portavoz de la monarquía, reproduce hace unos días las conversaciones publicadas en exclusiva por Okdiario, que revelan la podredumbre del Estado borbónico.

Tras escuchar estas conversaciones, ya no puede quedar la menor duda de que el Rey fue, como mínimo, conocedor del 23-F y que, asustado por las advertencias de su secretario Sabino Fernández, abortó el golpe militar que venía consintiendo.

elDiario.es publicaba hace unos días que “la Asamblea Republicana de Vigo ha denunciado al Rey emérito y a las Infantas por presuntos delitos fiscales y blanqueo. La acusación, dirigida a la Fiscalía General del Estado y a la Agencia Tributaria, considera que la creación de una fundación por parte del rey Juan Carlos, para asegurar la herencia de sus hijas, demuestra que el Borbón posee fondos en el extranjero y que los ocultó a la hacienda pública tras dos regularizaciones”.

La periodista Ana Pardo de Vera ha declarado recientemente: «Existen documentos que avalan que Felipe VI fue cómplice de su padre, incluso su luna de miel fue pagada con dinero que no pertenecía al salario que se le pasaba a Juan Carlos I…»

No es de extrañar, pues, que monárquicos juancarlistas, devenidos en felipistas, acaben convirtiéndose en leonoristas, y la cascada de latrocinios, delitos impunes y basura borbónica acabe desbordando la paciencia de las naciones sin Estado, que hartas de tanto expolio, se planten, proclamando sus Repúblicas.

Es exactamente lo que sucedió en Catalunya hace unos años, dando lugar a la violenta respuesta del Estado borbónico, que apaleó, procesó, condenó y encarceló a gente pacífica, cuyo pecado consistió en pretender depositar su voto en una urna.

Felipe de Borbón, con su intervención reaccionaria del 3 de octubre de 2017, y la aplicación del famoso Articulo 155 de la Constitución -que permite la implantación de una dictadura “constitucional”- ha puesto en evidencia su parcialidad y falsa neutralidad constitucional.

El apoyo incondicional de los países de la OTAN al gobierno colonial y sionista de Netanyahu, mientras éste sigue masacrando miles de niños y personas inocentes en Gaza, así como la implicación de España en la guerra de Ucrania, muestran la gravedad del momento, magistralmente analizado por nuestro compañero el “Teniente Segura” en su libro “La trampa ucraniana”. Una guerra imperialista por el control de las fuentes de energía. Complicidad criminal que alcanza al rey Felipe VI como Jefe del Estado y mando supremo de las Fuerzas Armadas, por muy inviolable que se considere.

Termino este breve relato destacando que se trata de una Constitución clasista de origen franquista, impuesta manu militari. Su bandera, la bandera de Franco y los Borbones, no representa de ninguna manera a los pueblos del Estado, sino lo peor de nuestra historia. Fue impuesta en 1843 como bandera del Estado español durante el reinado de Isabel II (1833-1904), reina Borbón derrocada por la Revolución Gloriosa de 1868, que dio paso al sexenio democrático. Los Borbones han sido y siguen siendo el principal obstáculo para la democracia, pese a su pretendida neutralidad.

Manuel Ruiz Robles
Ex miembro de la disuelta Unión Militar Democrática (UMD)

Entrevista: Manuel Ruiz Robles

Manuel Ruiz Robles nació en Madrid el 19 de julio de 1943. Tras finalizar sus estudios secundarios ganó su oposición de ingreso a la Escuela Naval de Marín (Pontevedra), incorporándose el 1 de agosto de 1960. Tras su graduación en la Escuela Naval en julio de 1965, realizó estudios de ingeniería de telecomunicación y de doctorado en física de la energía en la Universidad de París. Es además Licenciado en Ciencias por la Universidad Autónoma de Madrid.

En septiembre de 1970 fue destinado como profesor a la Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada (ETEA) en Vigo (Pontevedra), actualmente abandonado su uso militar y abierta para disfrute público.

Fue miembro de la autodisuelta Unión Militar Democrática (UMD), una organización clandestina opuesta a la dictadura.

En la Transición fue arrestado, interrogado en un juzgado militar y estampada una nota desfavorable en su Hoja de Hechos por criticar públicamente en Diario16 la Ley de Amnistía de 1977, que excluyó a varios de sus compañeros de la Unión Militar Democrática (UMD), condenados en Consejo de Guerra.

Desarrolló la mayor parte de su carrera militar en el Cuerpo de Ingenieros de la Armada, como jefe de programas de investigación en áreas de contramedidas electrónicas y sensores de infrarrojo; simultáneamente fue profesor de electrónica en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Armas Navales (ETSIAN).

Entre otras actividades, fue conferenciante en el CESEDEN, representante del Ministerio de Defensa en el Programa Nacional de Microelectrónica, delegado español en el Comité Científico de la OTAN (Sección de Óptica e Infrarrojo), etc.

Fue condecorado en dos ocasiones con la Cruz al Mérito Naval, por su labor científico-técnica. Alcanzó el empleo de Capitán de Navío de la Armada, pasando en el año 2008 a la situación de retirado al cumplir 65 años.

Actualmente es portavoz del “Colectivo Anemoi” y de “Militares Contra la Guerra”.

Manuel Ruiz jura la bandera de España el 16 de julio de 1961

Pregunta: Como militar de profesión ¿qué opinión tienes de la situación que se vive desde el inicio de la guerra en Ucrania, por la invasión del ejercito ruso en el este de aquel país, junto a la espiral que se esta desatando en Oriente Medio?

Es inaceptable que un país invada a otro. Ahora bien, creo que se trata de una situación que tiene similitudes con la del año 1914, es decir, una guerra imperialista entre dos potencias, motivadas por intereses económicos y geoestratégicos de los dos bloques realmente enfrentados: USA y Rusia.

Se trata del dominio de los mercados, de las fuentes de energía y de los minerales especiales. Es una guerra iniciada, de hecho, en 2014 por el llamado “golpe del Maidán” en Kiev, propiciado por los USA.

Por el contrario, la invasión de Alemania en 1945 por los ejércitos aliados estuvo plenamente justificada.

La espiral en oriente medio comparte motivos con el conflicto en Ucrania; es la lucha por la hegemonía mundial y el control de los mercados de la energía. Estamos pasando de un mundo unipolar, liderado por los USA, que impone sus reglas a los demás, a un mundo multipolar, en donde la hegemonía de Occidente tiende a debilitarse.

Pregunta: La idea que tenemos las personas civiles del mundo militar es que el honor es un valor muy interiorizado ¿Hay honor en la acción de ejércitos, como el israelí, que combaten contra población civil?

No hay honor alguno en ello. Los ejércitos que combaten contra población civil, como el israelí, contraen una grave responsabilidad ante la comunidad internacional. La llamada “obediencia debida” no es eximente. En este caso se trata de un autentico genocidio. Es necesario que se impongan sanciones duras a Israel, en tanto no cese el horror.

Pregunta: Desde tu punto de vista ¿los gobiernos europeos tienen autonomía en el seno de la OTAN o están subordinados a intereses estratégicos ajenos a los pueblos europeos?

La OTAN es el instrumento de los USA para regimentar a la Unión Europea e imponer su hegemonía. Obedece, esencialmente, a intereses estratégicos angloamericanos, ajenos a los intereses de los pueblos europeos.

Pregunta: A primeros de mes, Israel atacó el Consulado de Irán en Damasco causando 10 víctimas mortales, tras lo que Irán ha respondido con ataques aéreos sobre Israel ¿Es legítimo que el Gobierno de Netanyahu responda a estos ataques?

No es legítimo que la potencia agresora, Israel, responda a una respuesta limitada de Irán. En cualquier caso es urgente la presión diplomática, a fin de evitar una escalada del conflicto y que la guerra se extienda a toda la región.

Pregunta: Las últimas administraciones estadounidenses, incluido Obama, vienen presionando a sus aliados para que incrementen sus presupuestos en Defensa ¿Qué opinas, es una necesidad estratégica para el ejército español, u obedece esa presión a las necesidades de los USA, tanto económicas como geoestratégicas?

No corresponde en absoluto a necesidades estratégicas europeas, pues su actual presupuesto global es muy superior al de Rusia, que no representa una amenaza real para la Unión Europea; tampoco para el ejército español. Se trata, sobre todo, de intereses económicos del complejo militar-industrial de los USA; un enorme peligro para la democracia, advertencia del general Eisenhower a mediados del siglo pasado, que hoy se hace trágicamente realidad.

Pregunta: ¿Piensas que hay un antes y un después en lo que está ocurriendo en Palestina desde hace más de seis meses, o crees que todo va a continuar igual que desde hace 75 años de ocupación del territorio palestino?

En efecto, hay un antes y un después. Pienso que la situación actual es catastrófica e insostenible, producto de un régimen de apartheid. No habrá paz estable en tanto no se implique la comunidad internacional en negociar una solución análoga a la de Sudáfrica, es decir un Estado democrático único, laico, de ciudadanos libres, con los mismos derechos y deberes ante la ley.

Es necesario el reconocimiento inmediato del Estado Palestino, que habría de abrir paso, tras la necesaria implicación de la comunidad internacional, a un único estado democrático palestino-israelí, en dónde convivan ambos pueblos en paz.

Pregunta: Por último ¿Es contradictorio ser militar y estar contra la Guerra?

En absoluto. Entiendo la función militar como un servicio al pueblo, en aras de evitar la guerra mediante la disuasión.

El colectivo de “Militares Contra la Guerra” ha emitido varios comunicados, denunciando la gravedad de la situación. Nuestro primer comunicado pide el alto el fuego inmediato y el cese del envío de armas; está firmado por militares tan conocidos como el General Julio Rodríguez (ex JEMAD), el Teniente Coronel José Ignacio Domínguez (ex UMD), el Teniente Luis Gonzalo Segura o el Cabo Marco Antonio Santos; todos ellos comprometidos, generosa y valientemente, con la causa de la Paz.

Posteriormente, ante la injustificable invasión de la Franja de Gaza por el ejército israelí, hemos manifestado nuestra rotunda condena al genocidio que se está perpetrando por el gobierno sionista. Esta posición contra la guerra y contra el genocidio del pueblo palestino, es compartida por eminentes intelectuales judíos; es urgente y necesario parar la Guerra, los pueblos no quieren la guerra, no es su guerra.


Conferencia en el Centro Superior de Estudios para la Defensa Nacional (CESEDEN) en 1988
Roberto Tornamira, para Tribuna Socialista