Canciones con poder: Las nanas de la cebolla

Este poema fue escrito por Miguel Hernández en septiembre de 1939, estando preso en la cárcel de Torrijos; un edificio que está situado en el distrito de Salamanca, en Madrid, flanqueado por las calles: Conde Peñalver, Juan Bravo, General Díaz Polier y Padilla. Su nombre “cárcel de Torrijos”, obedecía a la c/ Torrijos en la que se sitúa el edificio, hoy calle Conde de Peñalver. Uno de esos edificios de la vergüenza que el Ayuntamiento de Madrid debiera recordar con una placa que contribuya a combatir la desmemoria.

En palabras de la escritora chilena Concha Zardoya, Las nanas de la cebolla es “una de las más trágicas canciones de cuna de toda la poesía española”. La inspiración le llegó a Miguel Hernández por la pena y la impotencia de saber que su mujer llevaba tiempo comiendo solo pan y cebolla, a pesar de estar en aquellos momentos amamantando a su hijo último hijo, Manuel Miguel. La situación se la transmitió en sus cartas a la cárcel, Josefina Manresa, su mujer. En la respuesta que Miguel Hernández envió a su esposa incluyó Las nanas de la cebolla, y escribió:

«Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme…»

Traigo este poema a Canciones con Poder para contribuir a difundir que hoy, cuando estamos finalizando el año 24 del s. XXI, el hambre mata cada día a más de 24.000 personas en todo el mundo, muchas de ellas como consecuencia de los conflictos armados. Son la parte más extrema de los 282 millones de personas que pasan hambre en el mundo.

Que nadie piense que esto no va con nosotros. Puede que nadie muera de hambre en España, pero hay 6.235.971 de personas que en España sufren inseguridad alimentaria, según el estudio de Ana Moragues Faus y Claudia Magaña González, realizado en 2022 para la Universidad de Barcelona.

La situación de mayor brutalidad se está produciendo en Gaza (Palestina), donde la ONU estimaba en el mes de junio pasado que el 96% de la población pasa días enteros sin comer o no come adecuadamente todos los días.

Ante tanta brutalidad, evitemos que nuestras hijas e hijos pequeños “…sepan lo que pasa ni lo que ocurre”, pero nosotros y nosotras no nos derrumbemos. Digamos que no en nuestro nombre, al hambre, a las guerras y a los genocidios. Exijamos a nuestro Gobierno la ruptura de relaciones económicas y diplomáticas con los estados, como el israelí, que pisotea los derechos humanos y extermina a la población gazatí.

Miguel Hernández moría en el penal de Alicante el 28 de marzo de 1942, sin haber llegado a la edad de 32 años. Su poesía comprometida con los desfavorecidos, hoy no guardaría silencio.

Roberto Tornamira
Miembro del Comité de Redacción
de Tribuna Socialista

Las nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha La carne aleteante,

cerrada y pobre: súbito el párpado,

escarcha de tus días el vivir como nunca

y de mis noches. coloreado.

Hambre y cebolla: ¡Cuánto jilguero

hielo negro y escarcha se remonta, aletea,

grande y redonda. desde tu cuerpo!

En la cuna del hambre Desperté de ser niño:

mi niño estaba. nunca despiertes.

Con sangre de cebolla Triste llevo la boca:

se amamantaba. ríete siempre.

Pero tu sangre, Siempre en la cuna,

escarchada de azúcar, defendiendo la risa

cebolla y hambre. pluma por pluma.

Una mujer morena, Ser de vuelo tan alto,

resuelta en luna, tan extendido,

se derrama hilo a hilo que tu carne es el cielo

sobre la cuna. recién nacido.

Ríete, niño, ¡Si yo pudiera

que te tragas la luna remontarme al origen

cuando es preciso. de tu carrera!

Alondra de mi casa, Al octavo mes ríes

ríete mucho. con cinco azahares.

Es tu risa en los ojos Con cinco diminutas

la luz del mundo. ferocidades.

Ríete tanto Con cinco dientes

que en el alma al oírte, como cinco jazmines

bata el espacio. adolescentes.

Tu risa me hace libre, Frontera de los besos

me pone alas. serán mañana,

Soledades me quita, cuando en la dentadura

cárcel me arranca. sientas un arma.

Boca que vuela, Sientas un fuego

corazón que en tus labios correr dientes abajo

relampaguea. buscando el centro.

Es tu risa la espada Vuela niño en la doble

más victoriosa, luna del pecho:

vencedor de las flores él, triste de cebolla,

y las alondras. tú, satisfecho.

Rival del sol. No te derrumbes.

Porvenir de mis huesos No sepas lo que pasa

y de mi amor. ni lo que ocurre.

Miguel Hernández Gilabert


Enlace a la interpretación de José Mercé, con la colaboración de Pasión Vega y Carlos Sanlúcar. Canción incluida en su álbum “Ruido”, en el que incluye Las nanas de la cebolla: