Quizás, para entender los resultados del referéndum del pasado 4 de septiembre en Chile, haya que remitirse al inicio, cuando empezó todo, al 18 de octubre del 2019. No solo era un movimiento contra la subida de los treinta pesos del transporte, también por una educación pública y una jubilación digna entre otras reivindicaciones.

El 12 de noviembre de aquel mismo año hubo una huelga general que recorrió el país de este a oeste. En esta huelga, se vio reconocida la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas, se paralizaron todos los sectores productivos del país. El contenido político de este gran movimiento reivindicativo lo sintetiza la frase que sale de las gargantas de los chilenos, “no son 30 pesos son treinta años” y que enlaza con la demanda de una Asamblea Constituyente.
Tras el intento de los partidos tradicionales para que el Parlamento chileno fuese el encargado de redactar el nuevo texto constitucional, la mayoría mostró su desconfianza hacia ese parlamento e impuso unas elecciones para elegir una comisión constitucional que redactase el nuevo texto. El 25 de octubre del 2020 se dio un voto mayoritario para que la comisión constitucional estuviese compuesta por diputados representativos, y solo para ese fin concreto.

La mayoría de los elegidos eran independientes, sin vinculación con los partidos tradicionales, identificados con movimientos sociales, feministas con posición de género, interclasistas. En esta comisión hubo un gran ausente, una representación de trabajadores fiel a sus intereses.
El pasado 4 de septiembre, los chilenos rechazaron la propuesta de constitución que la comisión elegida para tal fin había pactado con sectores de la derecha antes de someterla a referéndum.
El 61,87% votó por el rechazo el texto propuesto, mientras que solo el 38,13% votó a favor. Una derrota clarísima para los que apostaron por un texto constitucional que, si bien significa una ruptura con la anterior constitución, no reflejaba las necesidades del gran movimiento reivindicativo que se inició el 18 de octubre del 2019 y que no solo era no a la subida de 30 pesos en el transporte.
El pueblo chileno tiene una gran experiencia en lo que son los pactos con sus enemigos de clase, quizás ese sea el problema, que los trabajadores chilenos no admiten más paños calientes, y están buscando una alternativa que los represente de verdad.