¿Hacia dónde va Europa?

La editorial del Tribuna Socialista de octubre (nº 159) llevaba por título «Tiempos convulsos» y describía brevemente los distintos focos bélicos en el mundo, y la relación de causa efecto entre las economías de guerra que la mayoría de estados adoptan, aumentando el gasto militar en detrimento del gasto dedicado a cubrir las necesidades de la mayoría social.

El aumento del gasto militar va en detrimento de las necesidades de la mayoría social en Europa

En 2019, el PSOE se convirtió en la principal fuerza de izquierdas integrada en el grupo socialdemócrata del Parlamento Europeo y promovió el nombramiento de Josep Borrell como Alto Representante de la UE, es decir el máximo responsable de la diplomacia europea y de defensa, aunque las decisiones en materia de PESC (Política Exterior y de Seguridad Común) deben ser adoptadas por unanimidad de los 27 estados miembros.

Cuando Borrell asumió en 2019 en cargo de Mr PESC, la agenda estaba marcada por la relación Rusia-Ucrania, la relación UE-EEUU y la situación en oriente próximo

Su «mandato» de cinco años se inició con una reunión de ministros de asuntos exteriores de la UE con trestemas importantes en el orden del día:

1.- La relación Ucrania-Rusia: una relación tensa, que desembocó hace 1000 días en la invasión de Rusia a Ucrania. La historia de este conflicto no nace en 2022, sino que viene precedida de una lucha entre oligarquías, con intereses en la energía, la agricultura y la salida al mar Negró. También es fundamental para entender el conflicto, la instalación de bases de la OTAN en los países de influencia rusa.

La respuesta de la UE a dicho conflicto ha sido la de apoyar económica y armamentísticamente a Ucrania, y como dice el propio Josep Borrell al final de su mandato, «En Ucrania las cosas van peor, no podemos estar satisfechos de cómo van las cosas», pero sin embargo marcha de la UE con el mensaje de que hay que seguir apoyando a Ucrania porque sino la guerra se acaba con la victoria de Rusia, sobre todo ahora que parece que Trump dejará de apoyar a Ucrania.

«En Ucrania las cosas van peor. No podemos estar satisfechos de cómo van las cosas».

Josep Borrell. Noviembre 2024

2.- La relación UE-EEUU: En 2019, gobernando Trump en EEUU, la UE se planteaba otro tipo de relación con los USA. Sin embargo, la respuesta de la UE ha sido la política de seguidismo de la OTAN, incluso aumentando el gasto militar de los estados miembros de la UE, tal como comenzó pidiendo Obama, continuó pidiendo Biden y ahora, de nuevo, también Trump. Así las cosas, Borrell ha defendido hasta la saciedad el aumento del gasto en defensa y los distintos estados de la UE han obedecido aplicando las economías de guerra en sus presupuestos con las consecuencias que apúntaba en el primer párrafo.

La sumisión de Europa a los intereses de la OTAN, y por ende de Estados Unidos ha sido clara durante el mandato de Borrell

3.- Oriente próximo: La intervención de Europa en Oriente próximo ha sido de tolerancia con la actuación de Israel. Incluso ante el genocidio de palestinos, y aunque Borrell haya mostrado su apoyo a la ruptura de relaciones de la UE con Israel, su propuesta no ha salido adelante, y la Unión Europea prefiere mantener las relaciones con Israel intactas. Es lo que en la práctica podemos calificar como una «omisión de ayuda a Palestina y la paz en oriente medio»

La Unión Europea ha rechazado la propuesta de Borrell de romper relaciones con el estado sionista de Israel

Por su parte, la nueva flamante «Alto Representante de la UE», la estonia y anti rusa Kaja Kallas, cargo que empezó a ejercer el pasado lunes dos de diciembre, no solo va a seguir una línea continuista de la seguida por Borrell, sino que va más allá: defiende el aumento del gasto de guerra que están aplicando y tendrán que aplicar de forma creciente todos los estados miembros, y defiende la guerra contra Rusia.
De hecho, la nueva Miss PESC, encargada de la diplomacia europea se ha despachado en sus primeras horas en el cargo con declaraciones tipo: «Los ciudadanos rusos deben pagar un precio por la guerra en Ucrania». ¡Los ciudadanos rusos!, ¡no Putin ni quienes mandan a sus pueblos a la guerra, sino los ciudadanos rusos!. ¡La nueva máxima diplomática de la UE arremete contra los ciudadanos rusos!.

«Los ciudadanos rusos deben pagar un precio por la guerra de Ucrania»

Kaja Kallas.
Nueva Alto representante de la diplomacia europea.
Diciembre 2024

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha calificado a la nueva Miss PESC como «la persona que hace falta para la diplomacia europea» a la que le espera un mandato de «Guerras, conflictos y sufrimiento» en Ucrania, Oriente Medio y África; una situación ante la que «Europa debe desempeñar un papel más importante». Por tanto, más guerra y más sufrimiento para los pueblos en guerra, y para todos los ciudadanos europeos que las sufragamos y soportamos.

Úrsula Von del Leyen ha anunciado que Europa afronta un mandato de Guerras, conflictos y sufrimiento

Presidenta de la Comisión

Política de confrontación y guerra es a la que nos aboca la Unión Europea. Nos anuncian más guerra contra Rusia, y ponerse de perfil ante el conflicto de oriente medio, dejando hacer a la ultraderecha sionista de Israel.

Mientras tanto, los ciudadanos europeos hacen frente al aumento del coste de la vida, la crisis industrial, y el deterioramiento de los servicios públicos, santo y seña de la Europa social, que se diluye a pasos agigantados. Y ante este escenario, la respuesta es «guerra, conflictos y sufrimiento».

Invertimos en guerra para proteger justo lo que estamos perdiendo por dedicar fondos a sufragar las guerras

¿Alguien se puede extrañar de que crezca el mal llamado antieuropeismo cuando la respuesta a las necesidadesde los trabajadores de la UE es la guerra? ¿Cómo no va a crecer la desconfianza en la UE?
Invertimos en guerra para proteger justo lo que estamos perdiendo por dedicar fondos a sufragar las guerras.

Las voces contra la guerra se alzan cada vez más fuertes en España, Europa, Rusia, EEUU y en el resto del mundo

Como explicaba Vicent Garcés en el número 160 de Tribuna Socialista:
«Las voces contra la guerra se alzan cada vez más fuertes en España, Europa, los EE.UU. y el resto del mundo. Esas voces y lo que representan han de crecer frente a las que están creando las condiciones para la guerra (…) La necesaria lucha contra el cambio climático, contra el hambre y la pobreza y contra las desigualdades es incompatible con el desplazamiento de las ingentes cantidades de recursos humanos y económicos hacia la guerra que se está produciendo». Sin embargo, lo que nos depara la UE es más de lo mismo, y en cantidad:

Poco a poco, los Gobiernos y los medios de comunicación nos van preparando para una guerra generalizada. Hace unos días el señor Biden, al que le quedan pocas semanas de presidencia, decide que Zelenski puede utilizar los misiles de largo alcance suministrados por los Estados Unidos contra la Federación Rusa. Pronto fue secundado por Starmer en Gran Bretaña y Macron en Francia. Putin responde amenazando con la posibilidad de utilizar armas nucleares tácticas. Alemania ha elaborado un plan de contingencias, de 1.000 páginas, para la guerra. Suecia, Finlandia y Noruega preparan a su población. Los tambores de guerra suenan por todo el mundo, incluyendo el Pacífico, donde Japón ha botado su primer portaaviones desde la II Guerra Mundial. Al mismo tiempo crece la indignación entre las poblaciones de todos los países. El 80% de la población alemana se opone a la guerra, tanto Zelenski como Putin se enfrentan a crecientes dificultades para reclutar jóvenes soldados y multiplican los mercenarios…

Y en materia de relaciones comerciales, además de la negativa de romper relaciones con Israel, la UE, por medio de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde anuncia comprar más a EEUU para evitar que Trump lance una guerra comercial con la UE.

Paralelamente, la UE firma el acuerdo de libre comercio con MERCOSUR, que implica la eliminación de aranceles, y la entrada en Europa de productos procedentes de países cuyas políticas medioambientales y de sostenibilidad de los recursos naturales es muy inferior a la europea, lo que en la práctica significa que la ganadería y agricultura europea juegan en desventaja.

Importar más productos de EEUU y el tratado de libre comercio con MERCOSUR es un nuevo lastre para el campo europeo por mucho que se defienda el papel geoestratégico de esas decisiones

De hecho, la UE defiende mayor autonomía respecto a Rusia, China y EEUU, pero en la práctica, todo apunta a que la economía europea será cada vez más dependiente de terceros.

La lucha contra la guerra, contra la guerra social y contra el genocidio está más que nunca relacionada con la lucha por las reivindicaciones sociales y políticas. El No a la guerra debe extenderse entre las filas socialistas, frente a los que defienden lo contrario, entre la mayoría social.


Baltasar Santos
Comité de redacción TS
1er Secretario PSC-El Vendrell

Razones para entender la desafección por las elecciones europeas

A partir del próximo 6 de junio están convocadas elecciones al Parlamento Europeo. En España votaremos el próximo domingo 9 de junio. La participación en las Elecciones Europeas no ha parado de descender desde la primera convocatoria en 1972. Desde 1994 menos de la mitad de los votantes europeos acude a las urnas en cada convocatoria. Solo unos pocos paises registran participaciones altas, pero la razón es que en Bélgica, Bulgaria, Chipre, Grecia y Luxemburgo el voto es obligado. La desafección es clara, pero ¿cuáles son las razones?

Una primera razón es el carácter de «elección de segundo orden» de estos comícios. Mientras en la mayoría de elecciones, el pueblo elige sus representantes para que a su vez elijan un gobierno, en el caso de las elecciones al parlamento europeo no es así. Elegimos representantes, pero éstos no eligen ningún gobierno. El Gobierno de Europa es la «Comisión Europea» que ostenta el poder legislativo y el poder ejecutivo y cuya composición es de un miembro (comisario) por cada Estado.

De hecho, la iniciativa legislativa de los representantes elegidos por el pueblo se reduce a la posibilidad de proponer a la Comisión Europea la adopción de medidas legislativas, pero su proposición no tiene carácter vinculante. Por otro lado, no tiene ninguna facultad para controlar o decidir sobre la política económica y monetaria que es competencia exclusiva del Banco Central.

Una segunda razón, es la percepción de que cuando se trata de recortes o de fiscalizar las políticas de los países miembros, la Unión Europea tiene competencias. Cuando se trata de homogeneizar derechos en toda la Unión Europea, entonces la UE no tiene competencias, ya que las mismas residen en los estados miembros. Es decir, la misma Unión Europea que impone el cierre de los astilleros, el cierre de las minas, la libre deslocalización de industrias o que pone trabas al sector agrario y ganadero, en nombre de la “libre competencia» y la lucha contra el cambio climático, rechaza la posibilidad de establecer iguales derechos sociales para todos los europeos.

La tercera de las razones es la subordinación a los Estados Unidos. Desde su fundación, la subordinación a los intereses norteamericanos ha sido una constante. Por poner solo un ejemplo que diversos artículos de Tribuna Socialista han analizado en profundidad durante los últimos años: el papel de Europa en la guerra de Putin. ¿quién además del propio Putin está alimentando esta guerra sino EEUU? Desde el inicio de la guerra de Ucrania, ¿qué pais ha aumentado exponencialmente su cuota de mercado de gas licuado en Europa sino EEUU?

Como cuarta razón para explicar la desafección por las elecciones europeas, podemos hablar de la propia desmovilización de los partidos, especialmente los de izquierda. Por poner solo un ejemplo. ¿En cuántas agrupaciones socialistas se han organizado grupos para pegar carteles o hacer campaña electoral?. Respuesta: en muy pocas, y con un material muy exíguo: solo un 10% de los carteles de farola, ni un solo folleto explicando el programa electoral, sin carteles de papel, El resultado: menos interventores y apoderados para las mesas electorales y reducción de la militancia a ser meros espectadores de los actos en que interviene Pedro Sánchez.

Iré a votar, pero sin ilusión ni esperanza de cambio. Habría que ir pensando en constituir una nueva Europa que sea una verdadera alianza democrática de trabajadores y pueblos.

Carlos Fernández

EUROPA, MÁS EUROPA FRENTE A LA BARBARIE


Por Manolo Romero

Coordinador RUGE-UGT en Sevilla

Este 9 de junio se celebran las elecciones europeas y, probablemente, significarán el inicio de la ruptura del proceso integrador o, esperemos, de una nueva fase de profundización de las relaciones e integración entre los Estados miembros. Afirmaciones como estas pueden parecer manidas, pero esta vez no sólo está en juego el futuro del mayor proyecto de unión entre naciones de la Historia, sino el riesgo de que volvamos 70 años atrás, el riesgo de volver a esa concepción nacionalista excluyente entre pueblos, el riesgo de levantar muros entre vecinos y el riesgo de la pérdida de derechos y libertades.

Siguiendo el pensamiento de Robert Schuman, uno de los padres fundadores del proyecto comunitario, Europa está en riesgo constante, no se construye de una sola vez; sino de manera prolongada en el tiempo, con vaivenes y amenazas que hacen vital el compromiso de la ciudadanía y, en especial, de la clase trabajadora, para su supervivencia.

Hoy, de nuevo, la barbarie llama a las puertas de Europa. Algo que creíamos extinguido tras el último gran conflicto de Los Balcanes, vuelve a suceder casi treinta años después. Al margen de la amenaza en sí misma que la guerra constituye, es importante reflexionar sobre la capacidad de la Unión Europea para revolver estos conflictos y, llegado el extremo, participar de ellos para asegurar el respeto a los derechos humanos y garantizar las libertades. Si en Europa radica el origen del conflicto (no olvidemos, tanto Ucrania como Rusia son Europa), también de Europa debe partir la solución. Son muchos los intereses que giran en torno a las guerras y si en el mundo hay una institución que de verdad vele por los derechos y el progreso de las personas, esta es la Unión Europea. Por tanto, necesitamos unas instituciones comunitarias comprometidas, fuertes, solventes, ajenas a presiones de otras potencias, y que reivindiquen los valores y el acervo comunitario.

Por ello, es hoy más importante que nunca apostar por más Europa, votar con sentimiento comunitario para que quienes pretenden destruir la Unión desde dentro no se valgan de ella. Esta amenaza es la que hoy día representa la ultraderecha y el nacionalismo populista excluyente, ese que creímos superado hace tantas décadas y que hoy vuelve al albur de la desinformación y financiada, a menudo, por quienes no representan ni el 1% de la ciudadanía.

Precisamente por eso comentaba la importancia de la clase trabajadora y también las clases medias, como músculo demográfico para proteger nuestras instituciones. Porque que el progreso y la justicia social sigan siendo principios inspiradores de este proyecto transnacional nos beneficia, ante todo, a las mayorías sociales; y somos nosotros quienes tenemos el deber de protegerla.

Por ello es más importante que nunca la movilización. La paz, la convivencia, las libertades y la redistribución de la riqueza son premisas que han beneficiado a la sociedad en su conjunto, sí, pero en especial a la clase trabajadora. Quienes antes sufrían las guerras ahora disfrutan de la paz; quienes antes se veían desprotegidos y en la pobreza ante las crisis ahora reciben un sistema de protección social; o quienes eran perseguidos por su origen o religión ahora ven respetada su identidad. Todo esto es una realidad mayoritaria para los pueblos y ciudadanía de Europa. Sólo nuestra voluntad y compromiso cívico puede salvar un modelo que, pese a sus muchas carencias, nos han convertido en el lugar del mundo con mayor calidad de vida y esperanza en el futuro.

Desde las instituciones comunitarias, gracias a las fuerzas políticas mayoritarias europeas resultantes tras cada comicios, se han impulsado a lo largo del tiempo medidas que han mejorado sustancialmente la vida de la gente. Muchas de ellas, que repercuten en las mayorías sociales, que han fortalecido el salario mínimo, regulación de las plataformas digitales o el teletrabajo, aportado nuevos derechos por la conciliación, la exigencia de modificar la regulación del despido porque sale demasiado barato, medidas para mejorar la vida de la juventud, etc.

En definitiva, en estos momentos de crispación en los que recorre Europa la amenaza de la polarización social, basada en los bulos y en la guerra del último contra el penúltimo, frente al extremismo, apostemos por más Europa. Como dijo Altiero Spinelli, otro de los padres fundadores del proyecto europeo, “sólo el europeísmo de verdad y una soberanía propiamente europea permitirá que sean los europeos los que resuelvan sus problemas”.

Sevilla, a 31 de mayo de 2024.

Europa Nos Necesita


Foto del mural “El Futuro es Europa”, en frente de la Comisión y del Consejo Europeo
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En estas elecciones europeas, la Historia, caprichosa, parece querer repetirse. Hace un año, después de unas elecciones generales muy disputadas, la izquierda resistió en España, contra viento y marea, para seguir transformando la sociedad en favor de la mayoría social. ¿Quién nos iba a decir que un año más tarde, tendríamos que librar la misma batalla, pero esta vez, para preservar la Europa de los derechos humanos?

En esa situación estamos. Tenemos que disputar un partido de vuelta, a una escala mayor, para evitar que la extrema derecha, en pleno ascenso, desfigure el proyecto europeo en el que tanto hemos soñado tantas generaciones de españoles. Y, si bien es cierto que hablamos muchas veces del peligro que supone la extrema derecha por los horrores inolvidables que ha provocado, creo que es necesario comprender concretamente la desgracia que supondría una coalición con la extrema derecha para la Unión Europea, una vergonzosa posibilidad a la que se abre Von der Leyen. Esto nos llevaría a una Europa menos respetada en el mundo, a una Europa antisocial totalmente incapaz de hacer frente al cambio climático, y a una Europa en la que los derechos humanos estarían en peligro.

En primer lugar, iríamos hacia un bloqueo de la política exterior europea, o incluso peor, hacia el inmovilismo frente a violaciones del derecho internacional. En efecto, yo he visto con mis propios ojos, como países gobernados por la extrema derecha han vetado en las instituciones iniciativas europeas destinadas a condenar y actuar frente a regímenes autoritarios. Con un ejecutivo comunitario en manos de la extrema derecha, ni hay esperanza para Palestina, ni hay coalición con las democracias del mundo, ni habrá ningún tipo de duda en mirar hacia otro lado cuando sucedan genocidios si hacerlo conviene a los negocios. Iríamos entonces hacia una Europa aislada en el mundo multipolar que nos acusa de tener una doble vara de medir frente a las catástrofes que suceden a escala internacional. El ejemplo global de coherencia y justicia que España ha dado con el reconocimiento de Palestina no salvaría a Europa de ser vista con desprecio por su hipocresía. Europa se quedaría definitivamente sin voz en el mundo y dejaría de ser un modelo de democracia inspirador para otros continentes. La Europa que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2012 se desvanecería.

En segundo lugar, se pondría en peligro nuestra capacidad colectiva de resolver el mayor desafío que enfrenta la humanidad en la actualidad: hacer frente a la crisis climática y ecológica con una transición justa cuya ambición esté a la altura. Con la extrema derecha en el ejecutivo europeo, la lucha contra el cambio climático dejaría de ser una prioridad a causa del negacionismo de estos partidos y de la preocupación por el color de piel como única agenda política. Al mismo tiempo, las debilitadas políticas ambientales diseñadas por lo que quedase de la derecha convencional europea acabarían suponiendo una transferencia regresiva de rentas de los que menos tienen a los que más. Con la derecha, la austeridad siempre es para el pueblo, mientras las élites se forran. La mayoría social acabaría pagando no ya la transición de todos, sino la de los más ricos que no quieren contribuir con sus suculentos beneficios al interés general. Incluso los agricultores vivirían peor, porque después de cincuenta años de comisarios europeos de agricultura de derechas (y el último además de extrema derecha), sus problemas no harían más que crecer. Una Comisión sin una política climática firme no podría reducir la inflación ligada a la pérdida del rendimiento agrícola a causa del cambio climático. Una Comisión con una política comercial ambigua sería una doble condena para los agricultores, al desprotegerlos frente a productos que vienen de fuera, mientras ponen barreras dentro de Europa reduciendo así la capacidad exportadora de una potencia agrícola como España. Una Comisión y un Parlamento que no se ocupen de los problemas reales del medio ambiente y de los agricultores simplemente nos harán la vida más difícil a todos, con un impacto a largo plazo preocupante e impredecible.

En tercer lugar, los derechos humanos y la democracia estarían bajo amenaza en una Europa que nada tendría que ver con la visión de sus fundadores. La Comisión dejaría de ser un contrapeso para países como Hungría que intentan saltarse el Estado de derecho y controlar los tribunales constitucionales para aplicar su agenda involutiva. Si Meloni es una aliada de la Comisión, los derechos del colectivo LGTBIQ+ no sólo se verían atacados en Italia, sino en todo el continente. Del mismo modo, podemos esperar que el feminismo, la lucha contra la desinformación y todas aquellas cuestiones relacionadas con profundizar nuestras democracias y avanzar en derechos, acabarían en el cajón del olvido. Europa ya no sería aquella idea moderna de rechazo unánime al fascismo como condición para poder construir un continente basado en normas justas y en una convivencia democrática.

Frente a esta Europa oscura, existe un modelo capaz de resolver los conflictos territoriales, capaz de acabar con la austeridad para gobernar en favor de la mayoría social, capaz de acelerar la transición ecológica con un despliegue récord de energías limpias, y capaz de ampliar la democracia con nuevos derechos. Es el mismo modelo que ha logrado que la extrema derecha retroceda en España porque ha puesto en práctica soluciones justas a los desafíos que enfrenta nuestra sociedad. Ese modelo se llama socialismo democrático, y liderado por el PSOE en España, ha logrado avances colectivos inimaginables hace sólo unos años.

Nos encontramos ahora ante unas elecciones cruciales para el futuro de Europa. Y tenemos que ser conscientes de que la situación no es “que viene el lobo”, porque el lobo ya gobierna en países como Italia, Hungría, Suecia y, en breve, Holanda, y ahora está a punto de tocar poder en Europa. Nuestra movilización es la única que puede frenar a los que quieren acabar con la Europa de democracia, de paz y de fraternidad. Por eso, en estas elecciones, debemos votar masivamente al PSOE, porque necesitamos Más Europa y porque el socialismo es el único modelo que funciona para la mayoría social en un mundo tan complejo. Este 9 de junio, llenemos las urnas de esperanza. Europa nos necesita.

Joaquín Gonsálvez Castillo
Sº de Organización de las Juventudes Socialistas de Benalmádena (Málaga).Fue becario en el Consejo de la Unión Europea

Defender la justicia social en Europa

Mientras decenas de miles de personas se manifestaban en Madrid en defensa de la sanidad pública, la ultraderecha se concentraba en Vistalegre bajo el lema ¡Europa Viva 24! con la presencia presencial o telemática de los principales líderes de la ultraderecha europeos y mundiales, incluído el provocador Javier Milei. De lo que más se ha hablado en los medios es de los insultos proferidos contra la esposa de Pedro Sánchez, abriendo incluso una crisis diplomática con el pais hermano Argentina. Sin embargo, lo más grave de las intervenciones de Milei fue el ataque furibundo al concepto de justicia social.
La justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en los derechos humanos, y es imprescindible para que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial y para una sociedad en paz.
Todas las personas tenemos necesidades básicas comunes, que se traducen en derechos humanos fundamentales: el derecho a la propia identidad, a la supervivencia, a la salud, a la educación, a expresarnos con libertad y a ser tratados con dignidad y respeto… Atacar el concepto de justicia social es arremeter contra la salud, contra la educación, y contra todos los servicios públicos que nos permiten mantener unos mismos derechos independientemente del nivel de renta de las personas.
El liberalismo económico ha cargado reiteradamente contra las políticas sociales que garantizan esta justicia social, permitiendo que sea el mercado quien regule. Quien pueda pagar un médico privado permanecerá sano, quien pueda pagarse una carrera universitaria podrá acceder a un trabajo más cualificado…y quién no, pues se siente.
Cuando las necesidades fundamentales no se satisfacen se genera desigualdad, pobreza, guerra y muerte, y por eso la socialdemocracia siempre ha defendido las políticas sociales, los servicios públicos y la redistribución de la riqueza, frente a quienes quieren dejarlo todo en manos del mercado, la desregulación y favoreciendo al más poderoso económicamente.
Lo que defienden Orban en Hungría, Meloni en Italia, Milei en Argentina, LePen en Francia, o Abascal y Feijoo en España son políticas de recortes sociales. Lo que proponen para Europa y para el mundo es la guerra, el conflicto, la desigualdad y la libertad de mercado extrema, creando zonas francas, sin derechos para que las empresas exploten a los «zurdos», los «descamidados», en definitiva, a la clase trabajadora.
Defender la socialdemocracia y defender Europa es defender la justicia social, defender los servicios públicos, los derechos colectivos, las políticas de redistribución de la riqueza, y eso hoy está en claro peligro, por la tibieza de las propuestas de políticas sociales europeas, por la falta de unas instituciones europeas que se centren en la justicia social y por el ataque furibundo de la extrema derecha que se aprovecha de la debilidad institucional europea y del populismo que arraiga cuando no hay propuestas sociales.
A la clase trabajadora de España, de Europa, del mundo, no nos basta hoy con avisar «que viene el lobo». El lobo ya está aquí hace años, privatizando la sanidad, la educación y las pensiones. El lobo ya está aquí hace años creando división entre pobres y más pobres.
Para el futuro de la clase trabajadora en España, en Europa y en el mundo es necesario fortalecer la socialdemocracia pasando a la acción con políticas de fortalecimiento de los servicios publicos y de nacionalización de los sectores estratégicos hoy en manos privadas. Con políticas de redistribución de la riqueza. Con impuestos…sí, con impuestos progresivos que hagan que contribuya más el que más tiene y que permitan financiar la salud, la educación, la vivienda, las pensiones, las infraestructuras. Con políticas de recuperación del poder adquisitivo de los salarios y de contención de los precios. La receta está inventada pero hay que ponerse a cocinar porque sino la barbarie irá a más.
Los signos distintivos de la vieja Europa, la Europa de los derechos que soñaban Willy Brandt y Olof Palme se contruía bajo el paradigma de la Justicia Social. Eso es lo que se quieren cargar esta gente de la derecha y la extrema derecha. El 9J piensa qué, a quién y por qué votas.

¡Más justicia social!

Baltasar Santos
Primer Secretari agrupació PSC-El Vendrell