Las legítimas reivindicaciones de la clase trabajadora

Al igual que otras reivindicaciones, como son el derecho a huelga y a la no criminalización del conflicto obrero, la derogación de la Ley Mordaza, la derogación de las reformas laborares 2010 y 2012, que están en el sentir de la mayoría de la clase trabajadora, y que son de gran importancia para seguir avanzando en derechos y mejoras en las condiciones de vida, está la lucha por recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores en sus empresas y centros de trabajo, dicho de otro modo: el derecho a no renunciar a la recuperación del salario perdido.

Un problema que parecía haberse solucionado con el acuerdo que alcanzaron las patronales y los sindicatos para la negociación colectiva; que traería la paz social, tal y como decía el presidente de la patronal, el Sr. Garamendi, y que se consideraba por los dirigentes de nuestros sindicatos como un gran paso, ha resultado, y así se está manifestando, insuficiente para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias. La ola inflacionaria que deriva de la especulación en el incremento de los precios que provocan las decisiones, poco democráticas, del sector financiero, el sector de distribución de alimentos, etc., es una de las formas por las que las rentas de los trabajadores son saqueadas.

En el centro de trabajo, donde soy miembro del comité de empresa por UGT, venimos desde al menos un año poniendo todo nuestro esfuerzo y trabajo en informar a los trabajadores de la realidad económica que venimos sufriendo, explicando que no podríamos aceptar acuerdos que no aseguren el poder de compra. Los comunicados y las asambleas que el comité realizó sirvieron para que los trabajadores adquiriesen conciencia ante esta grave situación, y así lo demostraron cuando nos comunicaron las condiciones que los negociadores del convenio sectorial habían alcanzado. Los trabajadores se expresaron en las asambleas que el comité realizó para explicar el contenido del preacuerdo, de manera unánime, disconformes, ya que el mismo, que sí garantizaba el poder de compra de los próximos 3 años, no hacía referencia alguna sobre la pérdida salarial acumulada del 9,45% que los trabajadores de STEF-Madrid tuvieron en los años 2021 y 2022.

El convenio sectorial de Logística, Paquetería, y Actividades Anexas al Transporte de Mercancías de la Comunidad de Madrid fue aprobado por la mayoría de los delegados de UGT que acudieron a la convocatoria para la asamblea. Esto no impide, ni mucho menos, renunciar a la recuperación del poder de compra perdido. Para ello, es necesario seguir trabajando por la unidad entre el comité de empresa y los trabajadores, ya que no se puede emprender ninguna lucha al margen de los trabajadores y trabajadoras de la empresa. Y los trabajadores y trabajadoras no pueden pensar que con votar en las elecciones sindicales cada cuatro años es suficiente, como en la sociedad misma, vemos que es necesario implicarse y movilizarse en la defensa de los derechos y en la justa reivindicación que garantice unas condiciones de vida y trabajo dignas.

La lucha por la recuperación salarial que pueda evitar el continuo empobrecimiento de los trabajadores, es la única alternativa a la que la clase trabajadora puede optar, para que el saqueo al que nos tienen expuestos mediante la especulación de los precios, no impida que nuestras necesidades básicas y la de nuestras familias queden sin cubrir e imposibilitadas.

Ante la grave situación inflacionaria y los bajos salarios, los compañeros de STEF en Francia, en la localidad de Vitry -sur-seine, iniciaron el pasado 13 de noviembre, con el apoyo del sindicato de la CGT francesa, una huelga para conseguir un aumento de 100 euros más al mes. Después de prorrogar la huelga hasta su tercer día, la empresa accedió a reestablecer las negociaciones debido al apoyo que fue teniendo la huelga con el paso de las horas. Durante las negociaciones, el 25% de los trabajadores de la empresa decidió unirse a las movilizaciones.

La determinación de los trabajadores a mantener el conflicto obligó a la empresa a acelerar los encuentros para responder a las reivindicaciones por el aumento de los 100 euros. Al final, los trabajadores consiguieron: el aumento de 30 euros brutos mensuales de salario, la revalorización de la prima por exposición al frio durante el trabajo con 20 euros netos suplementarios, más una prima de 100 euros durante los meses de noviembre y diciembre para sufragar los días de huelga. El 16 de noviembre los trabajadores, una vez finalizada la huelga, vuelven a su actividad diaria con la cabeza bien alta, tras haber obtenido avances concretos en su remuneración. Los trabajadores han demostrado que con unidad se pueden conseguir las reivindicaciones. Sin embargo, “aún queda mucho camino que recorrer“, reconocen los trabajadores de la Vitry, sabiendo que la crisis inflacionista donde los capitalista no dudarán en imponer cualquier otra medida de regresión social, para recuperar las concesiones dadas.

La situación que ha llevado a los compañeros franceses a mantener el conflicto y sus reivindicaciones hasta el final, son las mismas por las que estamos luchando actualmente en STEF-MADRID: salarios que no llegan para hacer frente a cubrir las necesidades básicas para los trabajadores y sus familias, cubrir los pagos de hipotecas y alquileres, consumo de energías y combustibles, una alimentación sana y equilibrada. Necesidades que, con los salarios que percibimos, minorados por la subida de los precios, no son suficientes incluso solicitando prorratas de pagas y anticipos a la empresa.

A VECES LAS HUELGAS HAY QUE HACERLAS POR DIGNIDAD”

Juan Fernando Díaz-Mayordomo Martínez
Sindicalista de la UGT en Stef-Madrid

Origen, transformaciones y actualidad

A lo largo de la historia, uno de los problemas que ha sufrido la clase trabajadora, desde que el trabajo empezó a ser reconocido y remunerado, ha sido la cantidad económica que se considerase suficiente para compensar su esfuerzo y el beneficio que produjese su productividad. La cantidad que se daba en dinero o especie era únicamente la que permitiese cubrir sus necesidades básicas de subsistencia, y que del mismo modo no generase un peligro o amenaza para los burgueses propietarios de los medios de producción, y a las estructuras del Estado puesto en función de sus intereses económicos y sociales. En este recorrido histórico podemos recordar la ”Ley de bronce del salario” del siglo XVIII, expresada en la obra de David Ricardo, entre otros, lo que se podía considerar el sistema económico de un nuevo modelo liberal.

En la actualidad, los bajos salarios siguen siendo un problema social, político y económico. Los bajos salarios y el paro, dos variables de peso, que afectan a la sociedad actual y son la razón del crecimiento de la pobreza; tanto relativa como extrema, y exclusión social. Una pobreza que con el paso de los siglos ha cambiado sus formas. En las sociedades antiguas se revelaba como una situación de penuria extrema; en las sociedades modernas era considerada la sombra de la riqueza; y en la actualidad se considera como lo negativo al desarrollo. Del mismo modo que el concepto de pobreza se transforma con el paso de los siglos, las ayudas también han ido cambiando, desde las ayudas para alcanzar la mera supervivencia de las sociedades antiguas que ofrecía el orden económico establecido, a otras más actuales como el ingreso Mínimo Vital. Otras medidas de gobierno, como el incremento del salario mínimo interprofesional, ayudan a mejorar la situación económica de los más desfavorecidos, actualizando un salario que se entiende como “suficiente”, mínimo para cubrir las necesidades que una persona necesita dentro de los estándares de la vida actual. Estos cambios y medidas para paliar la pobreza son más bien parches para evitar un estallido social que rompa los diques de una democracia que, en realidad, está basada en la desigualdad de clases, con profundas brechas sociales.

Las diferentes crisis económicas, reformas laborales, la Covid-19 y el aumento escandaloso del coste del consumo eléctrico y energético, han sido un nuevo lastre para la mayoría social, la clase trabajadora, que ha sufrido las consecuencias una vez más ,de tal manera que el riesgo de pobreza ha aumentado notablemente, afectando a capas de la población que aún no estaban en esta situación, dejando en evidencia la legislación laboral que no es capaz de afrontar las problemáticas de los nuevos tiempos.

Una de las consecuencias que ha tenido de la desproporcionada subida de precio en el consumo de energía eléctrica ha hecho crecer el IPC, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores, teniendo en cuenta que los salarios se mantienen o las subidas son muy inferiores, una media del 1,5% frente al 5,5% del actual IPC (al cierre de noviembre). Una de las razones más evidentes de la devaluación salarial, es sin duda, la pérdida de una herramienta fundamental para los intereses de la clase trabajadora, como es la negociación colectiva. No hace falta decir que, tan importante herramienta, se ha perdido a causa de una reforma laboral que lo impide, dando prioridad a los convenios de empresa, dejando en segundo plano los convenios sectoriales, lo que supone una indefensión en muchos de los casos para los trabajadores, ya que en muchos sectores donde la fuerza sindical no está presente o la afiliación es baja, la capacidad de negociación es mínima, lo que condiciona los resultados de los posibles acuerdos, beneficiando a las grandes empresas y haciendo pagar a los trabajadores, una vez más, las consecuencias de la inflación. Esperemos recuperar pronto esta herramienta.

Mientras tanto, la clase trabajadora espera con incertidumbre el resultado de la negociación para la modificación de la reforma laboral, que permita recuperar esa capacidad de diálogo para los sindicatos, arma básica en tiempos de democracia en un Estado social y de derecho.

El resultado de la negociación sobre la reforma de la reforma laboral va a ser fundamental para el futuro de la clase trabajadora, una clase trabajadora que se divide entre los que esperan que sea un éxito, recuperando derechos que no debieron de perderse en ningún momento y otros que esperan resignados, acostumbrados en los últimos tiempos, a ver como sus condiciones laborales se deterioran. Esa división es el fracaso mismo de la sociedad, la espera.

No nos engañemos, no será un éxito, y tampoco motivo de resignación, lo que si será es la hoja de ruta de las futuras reivindicaciones, motivos fundados en la razón para movilizarse y continuar la lucha, recuperar la conciencia de clases, recuperemos valores.

Juan Fernando Díaz-Mayordomo Martínez

Sindicalista de UGT en Madrid