Elecciones autonómicas en Galicia 18 de febrero 2024

Las expectativas y esperanzas poco fundadas han llevado a una abultada decepción en la izquierda, en Galicia, en general y muy particularmente en el mundo socialista del PSOE. Estos son los datos de las elecciones del 18 de febrero, comparativos con las celebradas el 12 de julio de 2020:

El análisis cuantitativo deja claro que el PSdG ha caído en diputados (-5), porque ha caído en votos (-46.059), a pesar de que la participación ha sido 12 puntos superior.

El PP ha crecido en votos, pero, aún así, ha bajado en diputados, aunque esto no le hace perder la mayoría absoluta, que en la Xunta está en 38 diputados. Tendría que haber perdido 3 diputados más para no tener mayoría absoluta por quinta vez consecutiva: 38 diputados en 2009; 41 en 2012; 41 en 2016; 42 en 2020; y los 40 de ahora.

El único Partido que ha ganado sustancialmente, tanto en votos como en diputados, ha sido el BNG, que ha obtenido un crecimiento del 50% sobre los votos de los anteriores comicios, lo que le ha proporcionado 6 diputados más, si bien, a efectos prácticos de la aritmética parlamentaria gallega poco cambia.

Todas las elecciones territoriales tienen sus particularidades. Sin embargo, tanto en Madrid, como en Euskadi, como en Galicia, el PSOE no solo no gana las elecciones, sino que además ha dejado de ser la fuerza de izquierdas más representativa, en favor de Más Madrid, Bildu o BNG, respectivamente.

No olvidemos que estas elecciones han sido anticipadas 6 meses porque así lo decidió Feijóo. Posiblemente, porque tras su fracaso en la investidura en septiembre del año pasado necesitaba revalorizarse en el seno de su propio Partido, en el que las ambiciones personales están a flor de piel.

Desde nuestro punto de vista, el debate sobre la Ley de Amnistía no ha sido determinante en el resultado; el PP gana por mayoría absoluta desde 2009 y no llevamos 15 años discutiendo de amnistía. Además, si este fuese un asunto determinante para el electorado gallego, el BNG, que apoya la amnistía, no hubiese obtenido los resultados tan positivos que ha recibido en las urnas. Por mucho que el pueblo gallego tenga su idiosincrasia, como cada pueblo del Estado español, está incluido en el barómetro del CIS de enero que dice que la amnistía solo está entre las tres primeras preocupaciones para el 2,3% de la población.

Desde luego que toca pensar por qué el PSdG-PSOE ha caído de manera tan abultada.

Un hecho objetivo, que no ayuda, es el que en estos 15 años pasados el Partido Socialista en Galicia ha tenido 5 secretarios generales diferentes y 4 candidatos distintos. Es evidente que esto no es lo mejor para consolidar un proyecto en un territorio en el que, además, el nacionalismo se sitúa en el mismo espectro ideológico, la izquierda. Si a esto se le añade la forma en la que se quitan y se ponen los líderes en el PSOE, en general, por ungimiento del líder federal, tenemos otro factor que contribuye al fracaso, como es la desafección de las bases militantes hacia las decisiones de las direcciones. El PP no es más democrático a la hora de imponer a sus líderes, a quienes incluso fulmina.

Por otra parte, está la estrategia. Se dice que las elecciones en Galicia las ganan, para el PP, las y los alcaldes. A este respecto hay que saber que de las 146 alcaldía que tiene el PP, sobre 300, solo el 17% son alcaldesas, el 22% en el PSOE y el 34% en el BNG -sirva esta información añadida como mensaje de cara al cercano 8-M-.

Lo anterior, además del sesgo machista, nos dice que el PP tiene el 48,66% del poder municipal, una base muy sólida para optar a la mayoría absoluta en la Xunta y las diputaciones. Este poder municipal, los gallegos y gallegas lo conocen de cerca, se ejerce con un alto grado de caciquismo. En los concellos, a los jóvenes que aún quedan en la Galicia del interior, les es más fácil encontrar empleo en los ayuntamientos -en el mantenimiento de carreteras y cunetas, en las subcontratas municipales, etc- si dan garantías de votar al Partido del alcalde. Cada cual que saque sus conclusiones y/o contraste este hecho. Esto no pretende ser excusa justificativa de los malos resultados socialistas.

No debemos dejar de observar que el porrazo electoral no solo se lo ha dado el PSdG-PSOE, también lo han sufrido, más si cabe, Podemos y Sumar que, en 2020, los primeros se presentaron como Podemos IU ANOVA y parte de los hoy Sumar Galicia eran En Marea, entre ambos han perdido 54.513 votos. Hacemos mención a estos partidos, pues, junto al PSOE han conformado los gobiernos de coalición pasado y actual.

El contenido de los programas y las campañas puede explicar por qué, a pesar de que la participación a crecido un 12%, la abstención es del 39%. De los 500.000 gallegos y gallegas que viven en el extranjero, pero que están censados en Galicia, solo ha votado el 6%. Además, tanto el voto nulo y el blanco suman un 1% del censo y han crecido un 16% y un 9%, respectivamente. Volviendo al barómetro del CIS del mes de enero, la pregunta nº 8 decía: ¿Y cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?, el resultado no dejó lugar a la duda:

1º.- La crisis económica, los problemas de índole económica, con un 37%.

2º.- La sanidad, con un 17,6%

3º.- Los problemas relacionados con la calidad del empleo, con un 14,1%

La pérdida de poder adquisitivo de los salarios y las pensiones que contrasta con los multimillonarios beneficios de las grandes empresas de la energía o del sector financiero. Los efectos de la privatización de la sanidad pública, y la precarización de las condiciones de vida y trabajo, por supuesto la ausencia de puesto de trabajo. Estas son las preocupaciones, que más bien poco han pesado en las propuestas de los partidos.

A lo anterior, hay que añadir los incumplimientos de promesas electorales, incluso legales, de los partidos mencionados que han formado y forman parte del Gobierno de coalición anterior y el actual. Incumplimientos tales como la no derogación de todos los elementos lesivos de las reformas laborales de 2010 y 2012, de ahí que la precariedad y la inseguridad en el empleo esté cronificada. Estos partidos y sus socios parlamentarios de izquierdas han sido incapaces de derogar la “Ley Mordaza”. Y unos y otros, a fecha de hoy, mantienen el incumplimiento de la Ley 21/2021, en su Disposición Transitoria sexta, encargar una Auditoría a las Cuentas de la Seguridad Social.

Estas cuestiones, señaladas a modo de ejemplo, afectan al electorado en Galicia, en Murcia, en Cataluña en Huelva y en Madrid, así como en los demás territorios que componen este Estado plural.

Si las elecciones se dirimen en las acusaciones y las campañas de desprestigio del contario, es entendible, aunque no se comparta, por qué más de un tercio del electorado que el día 18-F se quedó en casa.

Si a las imposiciones desde arriba le sumamos que las bases de afiliados se sienten “pagacuotas”, meros costaleros a los que se les llama para ir a las mesas electorales y poco más, y le añadimos la falta de consolidación de proyectos y la desventaja en el poder municipal, pensamos que hay ingredientes suficientes como para que la Ejecutiva Federal del PSOE y los demás partidos de la izquierda no nacionalista se lo hagan mirar.

Recuperar las propuestas netamente de izquierdas es absolutamente imprescindible para recuperar la confianza de la mayoría social en cada región y que como clase trabajadora tengamos una referencia clara.

El Comité de Redacción

Las elecciones andaluzas

Los resultados de las elecciones andaluzas han dado una victoria contundente al PP en una plaza de tradicional voto socialista. Las mayorías absolutas del PSOE de 2004 y 2008 han ido reduciéndose hasta llegar a la amplia victoria popular de 2022.
A partir de 2004, el PSOE ha ido perdiendo base electoral, comenzando un declive que viene explicado en gran medida por la aplicación de políticas, tanto a nivel estatal como autonómico, contrarias a los intereses de sus bases tradicionales. Los escándalos de corrupción seguramente pasan factura sobre todo a la izquierda, pero lo más importante es sin duda la valoración que hace el electorado de izquierdas sobre la mejora de condiciones de vida y trabajo a consecuencia de la aplicación de políticas de los gobiernos de izquierda.
La crisis financiero – inmobiliaria de 2008 -2014 y el pacto con el PP para priorizar el pago de la deuda supusieron una pérdida por parte de la socialdemocracia de sus bases. Circunstancia, que se puso de manifiesto con el movimiento 15M. Este movimiento surgió como reacción a la precariedad y a las condiciones económicas de las clases medias y trabajadoras. La crisis bancaria, el elevado endeudamiento público y privado, la corrupción política, el alto déficit en las administraciones autonómicas y municipales y las políticas de reducción del gasto social dieron lugar a que un sector del electorado de izquierdas buscara construir otras organizaciones que defendieran un cambio de modelo productivo y una renovación democrática. Podemos capitalizó la movilización y monta plata- formas con representación en las asambleas locales autonómicas y generales. Asimismo, se montó Ciudadanos, frente a un PP acosado por la corrupción, sobre dos ejes programáticos: la unidad de España, frente a las demandas de autogobierno de los nacionalismos
catalán y vasco, y la lucha contra la corrupción.
El triunfo de la moción de censura al gobierno del PP y la formación del gobierno de coalición con Unidas Podemos, apoyados en los partidos nacionalistas del País Vasco, Navarra, Cataluña y las plataformas de la España despoblada, marcaron un intento de revertir
las políticas de derechas frente a la crisis y cambiar el modelo de crecimiento basado en la especulación, el turismo de baja calidad y la devaluación salarial. Entre 2015 y 2019 las coaliciones de izquierda recuperaron gobiernos locales y autonómicos.
Pese a los procesos internos del PSOE, en las anteriores elecciones andaluzas de 2018 el PSOE se mantuvo como el partido más votado en tres de cada cuatro municipios, aunque no logró gobernar en Andalucía, pero en estas elecciones el PP ha sacado mayoría absoluta y ha doblado los votos y los escaños.
Son varias las causas que nos han llevado a esta situación. Por una parte, el hundimiento de Ciudadanos, partido que ha demostrado que su verdadero y principal proyecto era el nacionalismo españolista. Por otra, la falta de un claro proyecto federalista democrático y republicano en las filas de la izquierda, que dé solución a la diversidad de los pueblos y culturas de España. Circunstancia que ha facilitado el crecimiento del apoyo a las opciones españolistas, frente a la crisis del modelo territorial, cuyos representantes genuinos son las derechas.
Asimismo, el Partido Popular ha sabido esconder su radicalidad derechista y se ha presentado como moderado utilizando hábilmente a VOX y su campaña. Por último, la crisis de las plataformas de Podemos y la división de las organizaciones y plataformas a la izquierda del PSOE han desmovilizado y desperdiciado votos de la izquierda y han favorecido, debido al funcionamiento del sistema electoral, al Partido Popular. Las crisis en las plataformas de Podemos, la división en las organizaciones a la izquierda del PSOE y el desencanto de la ciudadanía de izquierdas, por el incumplimiento de las promesas electorales de sus organizaciones, da lugar a la abstención, que, en el caso de Andalucía, se ha concentrado en los electores de izquierda. Siendo posible que la confusión y la falta de posturas claras frente a la crisis del modelo territorial hayan propiciado un pequeño transvase de votos de la izquierda al PP. Con todo, este no puede decirse que haya sido importante, ni muchos menos, que vaya a consolidarse necesariamente.
La pandemia ha sacado a la luz las debilidades de nuestro sistema sanitario y la fragilidad de los servicios sociales, sobre todo en lo que respecta a la atención de los mayores en las residencias de la tercera edad y a la problemática de la juventud respecto al empleo y la vivienda. También, se han puesto en relieve las dificultades de nuestro modelo económico de cara a un crecimiento sostenible ecológicamente y justo socialmente. A pesar de los esfuerzos para evitar los efectos de la pandemia en la economía, en actualidad todavía no hemos recuperado los niveles de inversión en sanidad, educación y servicios sociales anteriores a la crisis de 2008. Los fondos europeos destinados a la recuperación parecen haberse quedado ofuscados por el aumento de los costes de la energía, la inflación y las consecuencias de la guerra de Ucrania.
Es evidente que tanto la crisis sanitaria, con sus efectos sobre la salud y la economía, como la guerra en Ucrania y sus consecuencias sobre el nivel de vida de los ciudadanos, fundamentalmente los trabajadores europeos, han tenido influencia en estos resultados.
Con el gobierno español alineado, junto con el resto de los gobiernos europeos, tras los EE. UU. y la OTAN, que van aumentando el presupuesto para la guerra y el rearme y, aparecen empeñados en la prolongación del conflicto bélico, más que en la negociación para terminar con el mismo, es difícil explicar las políticas relativas a la mejora del mercado de trabajo del gobierno central, como el aumento del salario mínimo o la disminución de la precariedad en el empleo y la disminución del paro.
Con la inflación disparada y las perspectivas de recuperación abortadas a consecuencia de los efectos de la guerra, ha aumentado la inseguridad sobre el futuro de las clases medias y trabajadoras. Todo esto, unido a la crisis constitucional del sistema de las autonomías, que se abrió con el procés catalá y que no esta solucionada, sino agravada por la coyuntura económica y los problemas de financiación de los gobiernos autonómicos y locales. Problemas de financiación que previsiblemente se verán agravados si se destinan más fondos al rearme y a la guerra.
En esta guerra, como en todas, no hay pueblos ni ciudadanos vencedores, todos somos perdedores y sopor- tamos el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo, especialmente en Europa y el norte de África.
La confusión y la falta de políticas claras de redistribución de la renta y de un crecimiento equitativo, así como una apuesta clara contra la guerra y por la paz son el caldo de cultivo del crecimiento del voto de la derecha.
El PP no se ha regenerado, ni ha moderado sus posiciones en materia de libertades democráticas, ni respecto a la defensa de los sistemas públicos de educación y protección a la ciudadanía, continúa siendo el mismo partido que utilizo el aparato del estado para ir a por sus adversarios políticos. Sigue siendo el mismo partido que se niega a renovar el poder judicial porque lo utiliza políticamente para reconquistar poder y el gobierno.
Los resultados de estas elecciones no son directamente exportables a las futuras contiendas electorales tanto locales, como autonómicos o generales, pero si que son un aviso al PSOE y a las izquierdas, de la posibilidad de perder los gobiernos en un futuro cercano.
No todo está perdido, pero es preciso un giro en el partido socialista que recupere políticas de recuperación y transformación del modelo productivo justas, que sean transparentes y mantengan y profundicen las conquistas sociales en educación, pensiones, sanidad, condiciones de trabajo, que avancen en conquistas democráticas y libertades y apuesten decididamente por la paz y contra el rearme, tanto en Europa como en el norte de África. Que introduzcan medidas de regeneración democrática y abran, ya de una vez, un serio debate sobre federalismo y financiación de las Comunidades Autónomas.
Somos socialistas del sur de Europa y estamos obligados a defender el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y trabajar por una solución pacífica a los conflictos y no mediante el armamento y el impulso de la guerra.

Marta Climent Viguer
Trinidad Piquer Campos
Valencia