El capital y la extrema derecha son pareja de baile

Asistimos a una marea alta del extremismo, en defensa de quienes se benefician de un sistema económico depredador. Argentina, Países Bajos…y la derecha española de toda la vida.

Habrá quien piense que qué tienen que ver unas cosas con otras. La respuesta es que les une seguir garantizando que unos pocos viven excelsamente bien, a costa de que muchos se hundan en la pobreza, sobrevivan o simplemente pasen su vida trabajando para pagar: hipotecas, alquileres, gastos educativos, alimentos, etc., pero sin poder garantizar a sus hijos e hijas una vida futura mejor que la que ellos y ellas han tenido, es decir, la inmensa mayoría de la sociedad.

Cuando el presidente electo de Argentina dice que su prioridad es el libre mercado, salvaguardar la propiedad, que le sobran los ministerios de sanidad, de educación, de cultura… está diciendo lo mismo que hace el PP allá donde gobierna: privatizar la sanidad, la educación, las residencias de mayores y todo aquello que a la mayoría le garantiza unas redes de seguridad que el mercado privado no garantiza a quienes viven de su salario.

El señor Milei pregona la “libertad carajo”. La señora Ayuso, es tan simple en su concepto de “libertad” que la reduce a poder salir a tomar cañas. Pero la libertad es algo más complejo, y esa; la verdadera Libertad, es vulnerada constantemente por estos dirigentes políticos. Por ejemplo, a los miles de ancianos y ancianas a los que, en 2020, se les negó su Libertad de ser atendidos en un centro hospitalario; restricción de la Libertad que le costo la vida a 7291 personas en las residencias de Madrid.

La Libertad se restringe cuando los gobernantes privatizan un servicio público. Por ejemplo, el litro de gasolina 95 en Argentina está, en estos momentos, en torno a 0,86 céntimos de euro (hoy en Madrid de la gasolina 95 está, en promedio a 1,68 €). ¿A cuántos argentinos y argentinas se les va a restringir la Libertad de viajar por carretera cuando YPF sea privatizada? Misma restricción que muchas personas sufren en España; eso que conocemos como “pobreza energética”, al tener que restringir las horas de funcionamiento de su calefacción en los meses de frío o el uso de los electrodomésticos, porque no pueden hacer frente al precio de la energía.

Es fácil hablar de “libertad”. Incluso se utiliza este término para que forme parte del nombre de un partido político, como hizo el señor Geert Wilders, al montarse el Partido por la libertad, cuando en 2006 se escindió del Partido Popular por la Libertad y la Democracia.

Al margen del nombre que le pongan al partido, de si son neerlandeses, argentinos, italianos o españoles, todos son minarquistas, neoliberales, conservadores, etc. Todos coinciden en reducir el Estado a la mínima expresión: ejercito, policía, justicia y poco más. De ahí la consigna de criticar al Gobierno por su número de ministerios.

La idiosincrasia del país, la situación concreta en cada lugar y momento, hace que tengan matices, formas de expresar su ideología, pero todos son pareja de baile del capital.

Donald Trump, Jair Bolsonaro, Nicolás Sakorzy, Victor Orbán…, como los Feijóo, Milei, Meloni o Wilders, todos apelan a la “libertad”, todos han gobernado y/o gobiernan a nombre de la “libertad”, pero, en su concepto, el único libre es el Mercado. La “libertad” de las grandes corporaciones, multinacionales y cárteles de subir los precios de los combustibles, de los alimentos, de la energía o del mismísimo dinero.

El problema es que su “libertad” colisiona frontalmente contra la Libertad de la mayoría de la sociedad. Según Our World in Data, con datos de 2021, el 85% de la población mundial vive con menos de 30 dólares (27,50 €), o sea que es pobre. Y la pérdida de poder adquisitivo, producto de la especulación que utiliza la guerra como excusa, nos hace cada día más pobres a los pobres y empuja a la pobreza a cientos de miles cada día.

Mención aparte merece Benjamín Netanyahu, líder actual del partido conservador israelí, Likud. Este individuo -pues el liberalismo se caracteriza por la defensa del individualismo- gobierna Israel teniendo causas pendientes con la justicia; el fiscal general de aquel país le acusó, en 2021, de corrupción en tres causas: soborno, fraude y abuso de confianza. En el ejercicio de su “libertad”, pretende reformar el sistema judicial de Israel; una reforma que atenta contra la capacidad de supervisión del Tribunal Supremo. Según Amnistía Internacional: “tiene consecuencias alarmantes para los derechos humanos, especialmente para la población palestina, así como para otros grupos marginados de Israel.” Entre otras cosas, quiere Netanyahu, otorgar al gobierno de Israel poder absoluto sobre el nombramiento de jueces y fiscales

Lo que el sionista genocida israelí quiere hacer se parece mucho a lo que, en los hechos, viene haciendo en el Estado español el Partido Popular (PP) con el secuestro del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que fue renovado a finales de 2013 y no se ha vuelto a renovar. Es decir, que uno de los tres poderes del Estado lleva 10 años sin ser renovado, 5 años con el mandato caducado. Esta aberración democrática es posible al ejercicio del la “libertad” del PP para boicotear la democracia que dice defender.

Por tanto, Libertad sí, pero para qué.

En democracia, solo cabe responder afirmativamente a la pregunta cuando la Libertad para, entre otras muchas cosas, poder expresarse, manifestarse, opinar… libertades que se ven comprometidas por leyes, como la “Ley Mordaza” (Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana). Una ley que legisló la mayoría absoluta del PP, no para “proteger la seguridad ciudadana”, sino para todo lo contrario, para frenar y amedrantar a la ciudadanía que protestaba legítimamente contra las políticas económicas del Gobierno del conservador Rajoy. Una Ley que habría que derogar, pues cuestiona el derecho de libertad de expresión y manifestación, cuando, por ejemplo, autoriza a realizar un cacheo a la fuerza, es decir, aunque el afectado haya manifestado su voluntad en contrario; pero se tendrá que causar el menor perjuicio posible a la intimidad y dignidad de su persona.” (Chabaneix, Abogados Penalistas).

El extremismo español se ha lanzado a las calles agitando la bandera, acude a las instituciones europeas, ha puesto en marcha todos sus “resortes” en la Justicia, en las fuerzas de seguridad del Estado (sindicatos policiales y colectivos de militares en la reserva), el clero y la patronal. Vamos, los de siempre. Dicen que para salvar a España y que no se rompa.

Cuidado con los libertadores, ojo con los salva patrias. Al final siempre terminan guardando silencio cuando los comisionistas saquean las arcas del Estado o se benefician de su cargo para enriquecerse, incluso los justifican. Son los mismos que trasvasan ingentes cantidades de dinero público al libre mercado, como hizo el Gobierno del caso “Kitchen” cuando le dio 100.000 millones a la banca y no les ha reclamado la deuda. Eso sí que rompe a un país. Pero es una música con la que al capital en encanta bailar.

El Comité de Redacción

Francia: derecha frente a extrema derecha

Así se ha presentado la segunda vuelta de las elecciones en Francia: Macron, líder de un partido creado “ad hoc”, en abril de 2016, y Marine Le Pen, heredera del partido fascista que creó su padre, Jean-Marie Le Pen, junto a fascistas reconocidos como Jacques Doriot o André Dufraisse.

La respuesta del electorado francés ha sido muy educada; 17 millones de electores no han ido a votar, han votado en blanco o han hecho voto nulo, en total casi un tercio del electorado. Esto, a pesar de las presiones y las amenazas que los medios de comunicación de masas han lanzado, incluso más allá de las fronteras francesas.

Las instituciones oficiales se han llevado un buen susto; un susto que en España debe ser que no asusta, porque el Partido VOX, hermanado con el de Le Pen, está en los gobiernos de Murcia y Castilla y León y sustenta con sus votos a los de Madrid y Andalucía. Permítaseme una digresión: Es curioso que VOX haya incluso enviado a la señora Olona a la fiesta de cierre electoral y en apoyo de Le Pen, un partido en cuyo programa aspira a restringir las importaciones de los productos agrarios, entre otros países, de España. ¿Qué les dirá el señor Abascal o la misma Sra. Olona a los agricultores españoles cuando vayan a las manifestaciones a intentar hacer su “caldo gordo”, por ejemplo, el 1º de mayo en Cádiz, donde VOX convoca a los trabajadores de todos los sectores de la producción?, y más curioso aún si cabe ¿qué les dirán a los dirigentes de VOX los agricultores españoles?

Todos quieren hacer responsables a los que no tenían una posición definida, a los obreros y a las rentas bajas. Bueno, no sé si el control del voto llega tan lejos como para saber el nivel de renta de cada elector/a y lo que votan, pero, en todo caso, los únicos culpables, en Francia como en España o en cualquier otro país, de que la extrema derecha ocupe cada vez mayor espacio político, son los partidos que renuncian a sus políticas, son los que hacen programas electorales que duran exactamente lo que comienza y acaba la campaña electoral, los partidos que se reclaman de la izquierda pero que se han transformado en máquinas electorales presidencialistas y que celebran congresos para cubrir el expediente, en los que se aprueban las resoluciones que dicta el aparato…

La mayoría social, muchos de ellos “educados en el apoliticismo”, no es la culpable de las irresponsabilidades de las direcciones de los partidos que dicen representar los intereses de los más desfavorecidos, pero que no pasan de ser meros gestores de los intereses de la minoría.

La sensación de tener que votar entre “lo malo” y lo peor” es un efecto que tiene su origen en el cansancio de la mayoría social defraudada porque en cada crisis, tenga ésta el origen que tenga, ven como siempre el coste se carga en las mismas espaladas, mientras la minoría privilegiada sigue a lo suyo; el enriquecimiento por todas las vías y cada vez más rápido, sin miramiento.

El resultado de las elecciones francesas del domingo 24 de abril es que ha ganado el mal menor; Macron ha perdido 2 millones de votos en comparación con las elecciones de 2017. Es el resultado de políticas permanentes de ataque a los derechos sociales y laborales de la clase trabajadora francesa, ataques al sistema público de pensiones, privatizaciones, etc. Agresiones contestadas con huelgas generales y revueltas como la de los chalecos amarillos. Movilizaciones que dieron sus frutos pues obligaron al Gobierno de Macron a dar marcha a tras en su pretensión de reformar el sistema público de pensiones, a pesar de que, en su arrogancia, el señor Macron les etiquetaba de fascistas.

Las presidenciales van a tener un segundo capítulo en cuestión de mes y medio, en las elecciones legislativas. Veremos. Pero Macron, como todos los gobiernos europeos, y de la OTAN, están sometidos a utilizar la excusa de la Guerra para “repartir” los esfuerzos económicos y continuar con las contrarreformas.

Próxima parada Junio: legislativas en Francia y cumbre de la OTAN en Madrid, veremos las novedades que trae Biden, el verdadero jefe de la OTAN, ¿incremento del gasto en armamento para alimentar su industria de guerra?

Roberto Tornamira

Militante Socialista de Madrid