La muerte de Franco: cuatro meses de vértigo

En el verano de 1975 se estaban instruyendo y llevando a cabo consejos de guerra sumarísimos contra militantes antifranquistas (FRAP y ETA) acusados de terrorismo y rebelión militar, que culminaron en once condenas a muerte.

En aquellos días yo era un joven oficial del cuerpo de ingenieros de la Armada, con cinco hijos en edades comprendidas entre los seis años y un año, y mi esposa encinta de nuestro sexto hijo.

Los cuatro meses de vértigo que transcurrieron hasta la muerte de Franco los vivimos intensamente, pues nuestro compromiso democrático nos situaba de hecho en el ojo del huracán.

Me encontraba destinado en Madrid, en un centro cívico-militar de investigación y desarrollo tecnológico, perteneciente a la Marina -y de profesor en la ETSIAN- situados ambos centros en la calle de Arturo Soria, próximos al Pinar de Chamartín.

Cuando me disponía a iniciar mi permiso reglamentario, en el verano del 75, una noticia saltó a la prensa: nueve oficiales del ejército habían sido detenidos. Se trataba de nuestro comandante, Luis Otero -fundador junto a Juli Busquets de la clandestina Unión Militar Democrática (UMD)-, y de ocho compañeros más, entre los que se encontraban los capitanes Xosé Fortes y Fernando Reinlein. En la madrugada del 29 de julio fueron detenidos en sus domicilios.

Acusados de conspiración para la rebelión militar, fueron juzgados pocos meses después en consejos de guerra. Estos juicios militares se celebraron con serias irregularidades procesales y sin derecho efectivo a la defensa. La mayoría fueron condenados a largos años de prisión y expulsados del ejército.

En aquellos años el país se encontraba inmerso en una profunda crisis política, social e internacional. El dictador, enfermo y cada vez más incapacitado, seguía siendo formalmente el jefe del Estado, con el auxilio de Juan Carlos de Borbón, que lo había sustituido en sus funciones desde el 19 de julio hasta el 2 de septiembre de 1974, y, un año después, desde el 30 de octubre al 20 de noviembre de 1975.

El aparato de la dictadura, impuesta desde 1939, se mantenía activo en la represión criminal y en la defensa del Estado fascista. Franco, ya moribundo, firmó sus últimas penas de muerte.

El 27 de septiembre de 1975 fueron ejecutados cinco jóvenes antifranquistas: José Humberto Baena Alonso, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo, miembros del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), yJuan Paredes Manot (“Txiki”) y Ángel Otaegui Etxeberria, militantes de ETA político-militar.

Los consejos de guerra, que condenaron a muerte a los once jóvenes resistentes, fueron celebrados con graves irregularidades procesales, sin garantías jurídicas ni derecho efectivo a la defensa. La presión popular forzó el indulto de seis de ellos, pero los otros cinco fueron asesinados. Fue uno de los hechos más trágicos y simbólicos del final de la dictadura.

Las condenas a muerte de estos jóvenes antifranquistas provocaron una ola de indignación nacional e internacional sin precedentes contra la dictadura. En Euskadi, que se encontraba en estado de excepción, se decretó una huelga general, que fue seguida mayoritariamente.

Numerosos gobiernos y organizaciones de derechos humanos condenaron las penas de muerte. En Europa se produjeron manifestaciones masivas: en París, Roma, Londres, Bruselas y Estocolmo, miles de personas salieron a las calles para protestar. Algunos países, como Suecia, Noruega y los Países Bajos, retiraron temporalmente a sus embajadores de Madrid. En Roma, manifestantes asaltaron la embajada española, y en varias capitales se realizaron actos simbólicos de duelo por las víctimas. En Lisboa la embajada española fue asaltada e incendiada. El Papa Pablo VI había pedido clemencia, al igual que numerosos líderes internacionales, pero el régimen desoyó todos los llamamientos.

El 1 de octubre de 1975 un Franco tembloroso daba su último discurso en la Plaza de Oriente de Madrid, flanqueado por Juan Carlos de Borbón y una muchedumbre enardecida que reclamaba mano dura.

El 13 de octubre de ese mismo año, José Ignacio Domínguez, capitán de aviación, piloto de reactores y dirigente de la UMD, que se encontraba en el extranjero y por ello logró esquivar las detenciones de la madrugada del 29 de julio, daba una memorable rueda de prensa en París. Dos años más tarde, a su regreso a España, era también juzgado en consejo de guerra, condenado y expulsado del ejército.

Ninguno de nuestros compañeros de la UMD, ya excarcelados, pudo beneficiarse entonces de la ley de Amnistía de 1977, mientras que, por el contrario, sí se amnistiaron delitos de sangre; en particular, cientos de miles de crímenes del franquismo, que aquella infame ley de “punto final” impidió que fuesen juzgados, quedando impunes.

En el interior de España, el clima era de represión y miedo, pero también de creciente movilización obrera, estudiantil y vecinal. Las huelgas y protestas se multiplicaban, y la oposición -clandestina pero activa- comenzaba a coordinarse en torno a la idea de una ruptura democrática. El propio régimen mostraba signos de descomposición, dividido entre los llamados “aperturistas”y los“inmovilistas”, que pretendían perpetuar la dictadura.

El 2 de noviembre Juan Carlos de Borbón, en viaje sorpresa, visitaba las tropas españolas en El Aaiún (Sahara), dirigiéndose a los militares: “España no dará un paso atrás, cumplirá todos sus compromisos, respetará el derecho de los saharauis a ser libres”“No dudéis que vuestro comandante en jefe estará aquí, con todos vosotros, en cuanto suene el primer disparo”.

El estatus jurídico del Sahara español en aquellas fechas era de provincia española (la número 53), sin representación política plena en las Cortes franquistas. Los saharauis tenían nacionalidad española reconocida, pero con limitaciones de derechos políticos y civiles.

El 6 de noviembre se inicia la invasión marroquí del Sahara español, conocida como la Marcha Verde. El entonces jefe de la dictadura en funciones cedió ilegalmente el Sahara español al Reino de Marruecos, en un intento desesperado por afianzar su acceso al trono y la reinstauración impostora de la monarquía borbónica, dejando abandonado a su suerte al pueblo saharaui. Documentos secretos de la CIA, ya desclasificados, prueban que aquellos hechos de Juan Carlos de Borbón podrían haber constituido presuntos delitos de alta traición. En aquellos funestos días, nuestro querido compañero, el capitán Bernardo Vidal, miembro de la UMD, ayudó a escapar a muchos dirigentes saharauis.

El estatus actual del antiguo Sahara español sigue siendo ambivalente, pues, diplomáticamente, hay un giro hacia la aceptación del plan de autonomía propuesto por el Reino de Marruecos como base de negociación; mientras que legalmente, desde la perspectiva de la ONU, sigue considerándose una cuestión de descolonización con derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.

El 20 de noviembre de 1975, Franco murió tras una larga agonía médica retransmitida por los medios oficiales. El presidente del gobierno Arias Navarro, con aspecto lúgubre y compungido, abrió un informativo especial de televisión española con las palabras: “¡Españoles, Franco ha muerto!.

Dos días después de la muerte de Franco, el 22 de noviembre, Juan Carlos de Borbón jura ante las Cortes franquistas lo principios del Estado fascista -basados en el totalitarismo, el nacionalismo extremo y el culto al lídersiendo proclamado Rey de España.

La muerte de Franco marcó el principio del fin de cuarenta años de dictadura y abrió el camino, lleno de incertidumbres, hacia la Transición democrática. Sin embargo, los fusilamientos de septiembre quedaron grabados en la memoria colectiva como el último acto oficial de la dictadura que ponía en evidencia la extrema brutalidad del franquismo y también como un recordatorio del alto precio que costó la libertad en España.

Este periodo, comprendido entre el verano y finales de diciembre de 1975, constituye por tanto un episodio esencial de la memoria democrática: el cierre violento de una dictadura genocida y el preludio de una nueva etapa política, nacida entre el dolor, la resistencia a la dictadura y la esperanza de unos pueblos que aspiraban a recuperar la libertad.

Aún quedaban por delante tres años de luchas populares y de sufrimiento. Finalmente, la Constitución fue consensuada entre los partidos políticos en 1978, y, pese a ser monárquica y contener artículos dictados manu militari –como el de la inviolabilidad del Rey- abría una nueva época en la Historia de España, aún sin cerrar.

Manuel Ruiz Robles

Franco murió, pero no el franquismo

Declaración de ASTRADE:

50º aniversario de la muerte de Franco

El 20 de noviembre de 1975 fallecía oficialmente el asesino de masas que lideró un golpe de Estado militar, provocó una guerra civil -del 18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939-. Una guerra que dejó más de 700.000 víctimas; según las estimaciones de Enrique Moradiellos. Y más de medio millón de exiliados, víctimas también de aquella guerra desencadenada por el golpe militar.

Cinco décadas de la muerte de un asesino que, tras la guerra, en el periodo 1939 – 1946, provocó que otras 200.000 personas perdieran la vida entre ejecuciones datadas y “desaparecidos”, cuyos restos van apareciendo en las fosas comunes; la primera exhumación fue en octubre del año 2000, en Priaranza del Bierzo (León). Muchas víctimas de la crueldad del franquismo no cuentan en las cifras de represaliados, como el caso de Miguel Hernández, murieron por causas atribuibles a la enfermedad; para no decir que murieron en abandono en las cárceles franquistas, fue el final del poeta alicantino, en marzo de 1942.

El desprecio que Franco tenía por la vida de las personas es comparable con el desprecio por la cultura y la educación, expresado por su amigo y compañero de armas Millán Astray, que gritó en el paraninfo salmantino: “¡Viva la muerte!” y “¡Muerte a los intelectuales!”. El modelo educativo del régimen constitucional de la II República fue abolido a partir de 1939, para sustituirlo por el dogmatismo católico y la depuración de los libros de texto, con el objetivo de someterlos a las consignas del movimiento nacional. Décadas oscuras en las que la Iglesia cimentó su actual predominio en el negocio de la educación concertada.

Económicamente, España sufrió las consecuencias de la mediocridad de los dirigentes fieles al dictador, creando una autarquía que se tradujo en miseria y precarias condiciones de vida para la mayoría social, y en una corrupción sin paragón para el resto. Una mayoría social atemorizada y reprimida, sometida a persecución y tortura ante cualquier atisbo de rebeldía, o que simplemente se saliera de las normas, muchas veces absurdas, dictadas por las instituciones de la dictadura.

Aquel mismo 20 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue nombrado Capitán General de los tres Ejércitos, a tenor de lo dispuesto en el Decreto-Ley 16/1975 de 20 de noviembre, dos días antes de recibir La Corona. Juan Carlos de Borbón juró fidelidad a los principios del Movimiento Nacional el 23 de julio de 1969, al ser designado sucesor de Franco, juramento que revalidó 48 horas después del “Franco ha muerto”, cuando fue proclamado Rey de España. Sin pedir la opinión de los y las españolas se dio continuidad a la vinculación entre la jefatura del Estado y la jefatura del Ejército, doblete que los golpistas otorgaron a Franco en otoño de 1936, a los pocos meses del golpe de Estado y con la Constitución de 1931 aun en vigor.

En el reciente libro que el vecino de Abu Dabi ha puesto en el mercado, bajo el indecente título “Reconciliación”, admite su “admiración por Francisco Franco, a quien respetaba por su inteligencia y sentido político”. Es de agradecer la sinceridad, pues los hechos constatables y la confesión del padre de Felipe VI, viene a dar la razón a quienes mantenemos que la Monarquía es una herencia del franquismo.

Como bien dice el historiador Julián Casanova: La corrupción en el franquismo fue persistente…”. Vemos cada día que la “cultura” franquista persiste hasta nuestros días, de la mano de altas instituciones que nunca renegaron de la fidelidad a los principios del Movimiento Nacional. Todavía -de aquellos polvos estos lodos- sufrimos un poder judicial que garantiza la impunidad y la arbitrariedad a los herederos de la dictadura.

Celebramos el 50 aniversario de la muerte de un dictador, pero la Cruz continuará en el Valle de Cuelgamuros, según lo que conocemos de la resignificación de este patético símbolo del franquismo.

Hemos conseguido imponer la libertad, ya no se tortura, hemos avanzado, pero queda mucho por avanzar, pues el franquismo pervive en el régimen monárquico heredado. Bienvenida por tanto la efeméride de la muerte de Franco, para recordar que un potente movimiento de masas conquistó libertades y derechos, siendo conscientes de que una buena parte de las instituciones franquistas continúan vivas y son una amenaza permanente. Defender hoy las libertades exige responder a las reivindicaciones de vivienda, combatir la pérdida de capacidad de compra de salarios y pensiones, defender la sanidad y la educación PÚBLICAS; amenazadas por estas instituciones. Avanzar en democracia es romper definitivamente con el franquismo y su presencia en las instituciones.

La Junta Directiva
20 de Noviembre de 2025

Editorial: ¡Franco ha muerto!, pero el franquismo no

Desde el 8 de enero se está conmemorando el 50 Aniversario de la muerte del dictador que el 18 de julio del 1936 se puso a la cabeza de un golpe de Estado militar contra la República y contra su Constitución democrática; golpe militar que desembocó en una guerra civil que le costó la vida a más de 500.000 personas en nuestro país.

En 2025 se conmemora la muerte del dictador que en 1936 encabezó el golpe de Estado militar contra la II República y que dio lugar a una guerra civil que costó la vida a mas de 500.000 personas.

En tanto que conmemorar lleva implícito rememorar, es necesario recordar, al menos, dos hechos importantes:

  1. Que los militares golpistas contra su propio pueblo contaron con la ayuda y participación de los fascismos nazi e italiano. Además de que las potencias europeas, particularmente Gran Bretaña y Francia, miraron para otro lado a nombre de la neutralidad -algo que pagaron muy caro pocos años después-.
  2. Que al medio millón de muertos que provocó el golpe de Estado, hay que añadir los estragos de la persecución tras la guerra: 120.000 desaparecidos, 700.000 presos sometidos a trabajos forzados y torturas, 2.400 fosas comunes datadas, aunque no todas abiertas aun hoy, miles de bebés robados, cientos de miles de exiliados, hambruna, enfermedades, retraso cultural y económico…

Conviene distinguir los muertos en la contienda, sin olvidar quién la provocó, de las atrocidades y los crímenes de lesa humanidad cometidos durante 36 años, tras la guerra.

Se cuentan por miles las publicaciones que demuestran estos y otros datos del horror franquista, pero basta con este resumen para que la muerte del dictador no se celebre con frivolidad.

Conviene no olvidar las atrocidades, desapariciones y muertos durante la guerra civil y tras la guerra, y conviene, por tanto, no celebrar el aniversario de la muerte del dictador con frivolidad

Sin embargo, aunque Franco murió, el franquismo continúa vivo y coleando; es el “atado y bien atado”. Esto queda patente con la actitud de la derecha política, buena parte de la judicatura y de los medios de comunicación. Cabría decir que el franquismo está desatado. Más allá de los juegos de palabras, somos conscientes de que la desfachatez de la derecha en España obedece a consignas y criterios de la derecha internacional, en función y a disposición del capital financiero. Están embarcados en una huida hacia adelante en el intento de zafarse de las contradicciones del sistema económico imperante, pues tienen mucho dinero disponible pero no encuentran donde invertir para rentabilizarlo, de ahí que los inversores vean en la vivienda un valor refugio, sin que les importe un pimiento si esa dinámica está truncando la vida de varias generaciones de jóvenes en nuestro país. O en la guerra y el genocidio, si eso dispara las acciones de la industria del armamento y posibilita que se apropien de mercados como el de la energía en Europa, por ejemplo.

Aunque Franco murió el franquismo continúa desatado como queda patente con la actitud de la derecha política, buena parte de la judicatura y de los medios de comunicación

Los nostálgicos y añorantes del franquismo están desesperados por no poder privatizar más aún de lo que ya se ha privatizado y a mayor ritmo. Los servicios públicos están en su punto de mira: sanidad, educación, pensiones y dependencia públicas. Lo están destruyendo para convertirse en los dueños de un mercado privado vedado para la gran mayoría de la sociedad.

Los servicios públicos (sanidad, educación, pensiones, dependencia) están en el punto de mira de los herederos del franquismo. Los están destruyendo para convertirlos en un mercado privado

En su decisión de derrocar al gobierno lanzan a su escuadrón de togas. Les sirve cualquier denuncia, por infundada que esté, para arremeter contra el gobierno y su presidente. Se inventan trabas a la aplicación de la Ley de Amnistía, mientras indisimuladamente lanzan mensajes de aproximación a la derecha catalana. Incumplen leyes del Estado, en las comunidades y municipios en los que gobiernan, o provocan muertes añadidas a las catástrofes naturales: como en el caso de la DANA en Valencia o el COVID en Madrid, pero no pasa nada porque la misma fracción judicial y fiscal que practica el “law fare” en favor de la derecha archiva las causas o no actúa cuando se trata de hacer justicia para el pueblo.

Los franquistas lanzan a su escuadrón de togas para practicar el Lawfare utilizando denuncias infundadas contra el gobierno y su presidente, dificultando la aplicación de leyes aprobadas por el parlamento o tapando las irresponsabilidades de sus políticos

En este contexto tenemos uno de los “nudos” heredados del franquismo: La Corona, que se instauró en las leyes de sucesión dictadas por el sátrapa: la “Ley de sucesión en la Jefatura del Estado, publicada en el BOE del 27 de julio de 1947, por la que “el Estado se declara constituido en reino”. Y la Ley 62/1969, de 22 de julio, en cuyo artículo primero se instauró La Corona en la persona de Juan Carlos de Borbón.

La ausencia de Felipe VI en los actos del 8 de enero, alegando problema de agenda, se suma al rechazo de la derecha a participar en cualquier acto de memoria histórica

Felipe VI no ha querido participar en los actos que tuvieron lugar el 8 de enero, a nombre de “problema de agenda”. De este modo, el heredero del heredero no se desmarca del rechazo de la derecha a cualquier acto de memoria histórica, por tenue que este sea, aunque se vista de “España en libertad”, “la transición”, etc.

Este año promete ser un periplo de celebraciones y efemérides:

  • Del 6 al 8 de febrero recordaremos la masacre cometida por el ejército de la rijogualda en la carretera de Málaga a Almería, “La desbandá”. Y 23 de febrero exigiremos que se desclasifiquen y se hagan públicos todos los documentos oficiales sobre la trama golpista que tuvo lugar en 1981.
  • El 23 de marzo recordaremos la muerte de Francisco Largo Caballero, tras pasar por el campo de concentración de Orianenburg, y el 28 de marzo recordaremos que Miguel Hernández moría abandonado por el régimen en el Reformatorio de Adultos de Alicante.
  • El 14 de abril celebraremos y conmemoraremos la proclamación de la II República como todos los años, con la vista puesta en la tercera.
  • El 1º de mayo celebraremos el día de los trabajadores, clase mayoritaria.
  • El 15 de junio nos manifestaremos para recordar la abdicación de Juan Carlos I El Comisionista.
  • El 19 de julio, recordaremos que el pueblo se echo a la calle a defender la República, frente a los golpistas.
  • El 5 de agosto recordaremos el fusilamiento de “Las 13 Rosas” y el 18 el fusilamiento de Federico García Lorca, asesinado por su opción sexual y por su obra en favor de los perseguidos, los diferentes y los menesterosos.
  • El 27 de septiembre recordaremos que en 1975 aun se produjeron cinco fusilamientos.
  • En octubre celebraremos la huelga revolucionaria de aquel mes de 1934.
  • El 20 de noviembre brindaremos por la muerte del dictador y exigiremos que el Valle de los caídos deje de ser un santuario para convertirse en un lugar para la memoria.
  • Y el 25 de diciembre recordaremos las 14 mujeres y los 182 hombres que fueron fusilados en Cáceres por mandato del gobernador Ricardo de la Rada.

Son muchas, demasiadas, las fechas que podríamos y deberíamos conmemorar para que nadie olvide que los crímenes del franquismo no pueden quedar impunes y que aun hoy hay fusilados en las cunetas. No debemos olvidar para poder entender lo que ocurre hoy.

Son muchas, demasiadas, las fechas que deberíamos conmemorar para que nadie olvide que los crimenes del franquismo no pueden quedar impunes

Más allá de las justas conmemoraciones, es un hecho que el Gobierno vive paralizado por la acción de los franquistas; a quienes, sin duda, la política de Trump va a envalentonar más aún, al menos en estos próximos meses. Es necesario abrir el debate de cómo conseguir hoy lo que se fue capaz o no se pudo conseguir hace 50 años: cómo acabar con los privilegios de la minoría que pervive gracias al aparato franquista incrustado en el poder. Esto hace que tengamos que recuperar el dilema que se abrió tras la muerte de Franco: la necesidad de la ruptura democrática con el franquismo y sus herederos, para que se pueda gobernar en favor de la mayoría, y esto solo tiene una senda, la de avanzar hacia la República.

El Comité de Redacción

Más allá de efemérides

A partir del primero de enero se abre un año que a buen seguro se verá atravesado por cientos de actos al cumplirse el 20 de noviembre próximo el cincuenta aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Con el título “España en libertad” –la libertad de vivir, la libertad de ser libres, la recuperación de ese término tan manoseado y adulterado por la derecha– así lo ha anunciado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el fin de valorar la transformación de nuestro país en este medio siglo, a la vez que para homenajear a las personas y colectivos que lo han hecho posible. Conociendo el percal de la derecha patria, embebida sin remedio en esa “España Una, Grande y Libre” –que nunca fue una, ni grande y mucho menos libre durante los otros casi cinco decenios de muerte, exilio, represiones y miedos impuestos por el régimen fascista– emblema del criminal dictador, podemos imaginar la escandalera permanente de tanto vocero intransigente y falaz que inundará el día a día de los trescientos sesenta y cinco del 2025. Más si las actividades culturales y otros eventos se desarrollarán en universidades y escuelas, destinos necesarios y en gran medida tan alejados quizás por desidia política –inexplicable en determinados mandatos de gobiernos socialistas– de la enseñanza de nuestra historia reciente a adolescentes y jóvenes a lo largo del tiempo democrático abierto a la muerte del dictador.

Uno de los primeros disparates, si no el primero, que ya se ha lanzado advirtiendo al respetable de las barbaridades que aguardan es el aplicado por Isabel Díaz Ayuso –en realidad no se debe el desbarro a su menguado saber sino a la mano que la mece–, que aquí queda como reseña: “Para que no haya dudas: Pedro Sánchez ha enloquecido. Como su gobierno está en sus últimas horas, ha decidido quemar las calles y provocar violencia con grupos muy minoritarios, que últimamente salen justo cuando él lo pasa mal. La Comunidad de Madrid, garante de la Transición, la libertad y la Constitución, no se sumará a un solo de estos eventos e iniciativas promovidas por Sánchez. Madrid, con la democracia y contra el guerracivilismo.” Tal cual.

Tomando lo dicho por la presidenta de la Comunidad de Madrid, materia hecha carne de lo que ideológicamente representa el Partido Popular en todo lo ancho de España, ahora surge la segunda parte de lo que se puede abrir a primeros de año, que no concluye con el final de los protocolos de la efeméride citada y que de forma directa sí afectará a las voces provenientes del Partido Socialista de Madrid o PSM-PSOE, obligados a dar respuestas adecuadas a la insolencia e infamias de la derecha ultra madrileña en el presente y con vistas a las elecciones autonómicas y municipales de 2027. Acontecimientos ya suficientemente conocidos han devuelto al Partido Socialista de Madrid a donde solía, es decir, a la larga marcha por el desierto desde hace ya la friolera de casi treinta y seis años. Hechos siempre surgidos desde oscuros rincones de la política sitúan a los socialistas madrileños peor que en el último punto de partida, aquel en el que a través de unas elecciones primarias hoy quiméricas Juan Lobato fuera elegido para que pudiera acceder con derecho a la obtención de la confianza de los ciudadanos al cabo del tiempo que hubiera sido necesario en la oposición –llevaba tres años, una eternidad para algunos y un chiste para tantos que ven al PSOE en los gobiernos de Madrid como un apunte en una enciclopedia–. No fue posible, y él, Juan Lobato, tuvo su parte de responsabilidad al acelerar con una decisión torpe e irrespetuosa con los debidos procedimientos lo que ya era un canto general: la llegada de otra estrella que hiciera olvidar sus buenas maneras en la Cámara y fuera de ella. Ahora se ignora quién responderá con el reclamado ardor a Díaz Ayuso. Lo cierto es que la nueva estrella tiene luz, pero carece de voz donde debe expresarse en la defensa de los intereses madrileños: la Asamblea de Madrid. Por tanto, los truenos que hayan de sonar se oirán lejos de Vallecas.

Fernando Ruiz Cerrato
Militante Socialista PSOE
Madrid-Fuencarral

Franco murió en 1975, pero el franquismo está vivo

Ha sido a partir de la propuesta de Ley de Amnistía para los encausados por el “procès” cuando hemos comenzado a manejar en nuestra sociedad el sajonismo “law fare”, que hay quien lo define como: «uso de acciones legales para causar problemas a un oponente«.

Esta realidad ha tomado una nueva dimensión en España en el momento en que el juez Juan Carlos Peinado, titular del Juzgado de Instrucción nº 41 de Madrid, ha admitido a trámite una denuncia de “Manos Limpias” (organización de extrema derecha), contra la mujer del presidente del Gobierno; denuncia basada en especulaciones de algunos medios de comunicación del universo de la derecha, reconociendo los denunciantes que algunas de las informaciones contenidas en la denuncia pudieran ser falsas. Y es en estas condiciones en las que se admite a trámite una denuncia. Es evidente que se el juez, si no ha cometido prevaricación, se le parece mucho.

Esta práctica de utilizar la ley y el poder judicial, por parte de jueces, a partir de publicaciones mediáticas o sobredimensionando de hechos por un marcado sesgo ideológico, no es nueva en nuestro país:

-En 2016 tuvo lugar un altercado en un bar de Alsasua, entre un grupo de jóvenes y otros clientes no tan jóvenes. Hasta ahí nada que no pase cuando el alcohol está por medio. La diferencia estriba en que en ese pueblo de Navarra hay un profundo sentir independentista vasco y que los clientes no tan jóvenes era guardias civiles. Lo que normalmente se hubiese resuelto con una multa por agresiones en un juicio de faltas, se convirtió en una petición de entre 12 y 62 años de prisión, sumando un total de 375 años para los ocho jóvenes, por acto terrorista. Hasta la Audiencia Nacional tuvo que reconocer que no procedía el delito de terrorismo. Pero algunos de los encausados sufrieron privación de libertad durante dos o tres años.

-Alberto Rodríguez, diputado de Podemos en el Congreso, perdió su escaño en octubre de 2021, porque el Tribunal Supremo dio más valor al testimonio de un policía que al testimonio de un diputado electo. Lo que fue un forcejeo en una manifestación se convirtió en una agresión. En enero del presente año, el Tribunal Constitucional ha reconocido que la condena fue desproporcionada y que Rodríguez no debió perder su escaño.

-Mónica Oltra, la que fuera vicepresidenta del Gobierno de la Comunidad Valenciana, tuvo que dimitir en junio de 2022 ante las denuncias de la derecha valenciana, admitidas a trámite en los juzgados. El caso abrió las puertas al PP a volver al poder en esa Comunidad. Este mes de abril, el juzgado nº 15 de Valencia ha archivado la causa contra la ex vicepresidenta valenciana.

Podría relatar otros casos, como la campaña de acoso y derribo que el PP lanzó contra el juez Baltasar Garzón, por atreverse a abrir causa contra los crímenes del franquismo tras la guerra civil. En 2009, el Tribunal Supremo archivó la querella admitida contra el magistrado por la Audiencia Nacional. Incluso el Comité de Derechos Humanos de la ONU concluyó que “los juicios contra Garzón fueron arbitrarios y no cumplieron con los principios de independencia e imparcialidad”. El hecho es que Baltasar Garzón perdió su profesión de juez. Si esto se le puede hacer a un juez qué no se nos hace a lo demás.

No puedo dejar de citar lo grotesco de las actuaciones del juez de la Audiencia nacional, Manuel García Castellón, al imputar por terrorismo a Puigdemont y otros dirigentes independentistas, por el hecho de que una persona murió de un infarto mientras había una movilización en el Aeropuerto del Prat.

La desesperación del nacionalismo español, ese nacionalismo que no admite otros nacionalismos en la piel de toro, la que considera un cortijo de su propiedad privada, se ha elevado desde hace algunos años, con la no renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuyos miembros, mayoritariamente “conservadores”, llevan 9 años en el cargo desde que fueron elegidos. Y ahora, la mayoría absoluta del PP en el Senado le permite utilizar esa cámara de las Cortes como arma arrojadiza con el Congreso de los Diputados.

En paralelo, y, de paso, para defender lo indefendible como es la corrupción en la que está sumido el Gobierno de Díaz Ayuso en Madrid, han utilizado la misma táctica que la extrema derecha portuguesa para hacer dimitir a Antonio Costa, en noviembre de 2023. Han utilizado el nombre “Begoña Gómez” denunciando que había ocultado una subvención pública. Manos Limpias, quienes fueron condenados por extorsión y estafa, aunque oh Casualidad, fueron absueltos por el Tribunal Supremo, no explicaron en su denuncia ante el juzgado del juez Peinado que se trata de otra Begoña Gómez, una señora de Cantabria.

La forma, la persona de la esposa del presidente del Gobierno, el presidente del Gobierno mismo, no son más que los instrumentos para desestabilizar al Gobierno, con el objetivo espurio de que el que navegaba con un narco en aguas gallegas, pueda hacerse con el poder por una vía antidemocrática, pisoteando la voluntad del pueblo soberano, ese al que se refiere el Artículo 1.2 del la Constitución de 1978.

Así de grave es la situación, ni más ni menos que un golpe de Estado, sin tanques por las calles. Basta la connivencia de un juez y unos mafiosos para desestabilizar un país.

El sábado día 27 estuve en Ferraz, para apoyar a mi partido y a la figura del Secretario General y presidente del Gobierno, y lo haré tantas veces como sea preciso. Pero pienso que la situación es tan grave y viene desde tan lejos, que no puede zanjarse con unos días de reflexión y una gran concentración de socialistas en apoyo a la persona. Los partidos antifascistas y los sindicatos de clase tienen que organizar una gran movilización de toda la sociedad contra los franquistas que llevan casi 50 años incrustados en las instituciones del Estado.

Roberto Tornamira
Militante Socialista de Madrid

El dique de contención

Por Manuel Ruiz Robles

Frente a la marea fascista, que avanza, el único dique de contención posible es la formación de un frente amplio constituido por las fuerzas gubernamentales y no gubernamentales, parlamentarias y no parlamentarias, que, conscientes de la gravedad del momento, acuerden un programa común de emergencia antifranquista que merezca el apoyo masivo de todos los demócratas y progresistas de nuestro país.

Dicho programa debería de comportar, a mi juicio, dos vertientes esenciales. La primera, y prioritaria, un plan de acción de emergencia social que afronte la grave crisis económica y social en la que nos adentramos a pasos agigantados. La segunda, no menos importante, el inicio de negociaciones básicas para dar por agotado el régimen del 78 y su monarquía, abordando seriamente el establecimiento de un pacto histórico para la proclamación de la III República, federal o confederal, y la constitución de un gobierno provisional que decrete una ley electoral justa, convocando seguidamente a los pueblos y naciones históricas del Estado español a elecciones constituyentes.

El núcleo promotor de tal frente amplio antifranquista habría de estar constituido, por tanto, por las fuerzas políticas y sociales de ámbito estatal o autonómico que, manifestando claramente su posición republicana, rechacen los planteamientos del reformismo españolista, pues este no conduce a ninguna salida democrática viable sino a la descomposición catastrófica del Estado. Tal descomposición implicaría a medio plazo la deriva hacia una nueva forma de “dictadura constitucional”, lesiva para el conjunto de los pueblos del Estado español y de la clase trabajadora.

El dominio de los medios por parte de la derecha económica hace irrisoria cualquier esperanza democrática al respecto. Los lideres de opinión son creados con la misma facilidad con la que son destruidos, de no seguir estos el papel que el poder financiero les asigna en esta farsa democrática que no cesa: antaño juan-carlista hogaño felipista.

De proseguir las élites políticas, por inercia o desidia institucional, la senda monárquica trazada por el régimen del 78, nos veríamos abocados más pronto que tarde a un proceso de involución política de gravísimas consecuencias, cuyos indicios son abrumadores.

El espejismo de un añorado regreso al bipartidismo de las cuatro últimas décadas no se traduciría en una renovada esperanza, sino todo lo contrario, pues ha quedado manifiestamente diáfano el carácter caciquil y mafioso de tal periodo, con la consiguiente desafección del electorado al régimen monárquico impuesto por la llamada Transición.

Un periodo histórico marcado por los latrocinios, consentidos y perpetrados, por la familia reinante -la dinastía Borbón- y el terrorismo del aparato del Estado, cuyas raíces toxicas proceden de la evidente impunidad de los crímenes franquistas y de la marea de corrupción que nos asfixia.

Las masas explotadas, y los sectores más precarios de la sociedad, acabarían siendo pasto de todo tipo de aventureros políticos, vinculados a una monarquía cuyo absolutismo encubierto ya nadie podrá maquillar de forma efectiva por más tiempo.

En efecto, la interpretación del artículo 58.3 de la Constitución como impunidad absoluta del Rey, lo pone en evidencia: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados…”

¿O es que alguien ha refrendado de forma fehaciente tales latrocinios?

Los crímenes del golpe militar del 36, la guerra y la dictadura, impuestos por el franquismo, asimismo impune, golpean la conciencia de todos los demócratas. Son víctimas abandonadas por un régimen corrupto y criminal, de raíces monárquico-franquistas, pretendidamente democrático, sostenido por el poder de la misma oligarquía terrateniente y financiera que sostuvo la dictadura.

Víctimas del franquismo que el genial pintor malagueño Pablo Ruiz Picasso plasmó en un grito estremecedor que clama justicia, desde el lienzo inmortal, a la conciencia de la Humanidad.

Manuel Ruiz Robles, es capitán de navío (r), miembro de la Unión Militar Democrática (UMD), que luchó contra la dictadura fascista.