¡Pueblos del Estado, construyamos la República!

Por Manuel Ruiz Robles

Frente a la gigantesca ola reaccionaria, blanqueada por el régimen del 78 impuesto por la reforma de la dictadura, es urgente que avancemos en la construcción de la República. La errónea política de apaciguamiento está facilitando el regreso amenazante de un monstruo que nunca se extinguió.

El franquismo es culpable del golpe militar contra el gobierno legítimo de la II República, además de ejecutor de la sanguinaria represión contra la oposición al golpe una vez acabada la contienda, con más de 130.000 desapariciones forzadas que no prescriben.

La dictadura terrorista del general Franco se prolongó cuatro décadas, asesinando opositores incluso hasta los días previos a su mutación engañosa.

El franquismo sigue hoy muy vivo en las actuales Fuerzas Armadas, de imposible reforma. Su blanqueamiento sistemático por los sucesivos ministros de defensa no ha cambiado su esencia, como lo prueban los continuos sucesos de enaltecimiento del franquismo, pese al tiempo transcurrido. Esta intolerable situación representa una amenaza muy real para los intereses de los trabajadores, las trabajadoras y las libertades populares tan duramente conquistadas.

La República que construyamos ha de ser respetuosa con la soberanía popular, expresión política de la libertad de los pueblos y base del poder capaz de disputar de forma efectiva la hegemonía política a la oligarquía financiera y terrateniente.

Una oligarquía cuyo instrumento de dominio fue la dictadura franquista y hoy lo es un régimen monárquico escasamente parlamentario, subordinado a la dictadura impuesta por el tratado de Maastricht, enemigo de los pueblos.

La amenaza reaccionaria agita por doquier, hoy como ayer, la bandera rojigualda de la dictadura franquista, que adoptó la bandera de los Borbones. Una dinastía que jamás trató fraternalmente a los pueblos y naciones del Estado español.

Lo prueba el inconstitucional y agresivo discurso del rey Felipe VI contra la Generalitat de Catalunya, representante legítima del pueblo catalán, cuyas más altas autoridades electas fueron procesadas, condenadas y encarceladas; si bien parcialmente indultadas, aunque no amnistiadas.

Nuestra querida Catalunya, una nación sin Estado, fue brutalmente apaleada por las fuerzas del orden borbónico, es decir violentamente reprimida por querer ejercer pacíficamente su legítimo derecho a decidir su futuro. Un pueblo humillado por un rey medieval, vergonzosamente adulado hasta la náusea, que como su patético progenitor es inviolable e impune aunque delinca.

Y por si fuese poco:

Al Rey, jefe del Estado, le corresponde el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, así como, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz. (CE 78)

El escudo de la Segunda República tampoco representa a los pueblos del Estado, pues éste ignora a muchos pueblos y naciones que constituyen parte de nuestro ser histórico; una realidad plurinacional que rechazó suicidamente aquella añorada República, debilitando a las fuerzas republicanas frente al agresor nazi-fascista. La historia no se repite, pero a veces regurgita venenosas toxinas.

Un pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre. La unidad no nacerá jamás de la coerción violenta, sino del libre consentimiento. Por ello, dadas nuestras circunstancias históricas, algunos militares pensamos que solo una República confederal en una Europa de los pueblos, libre a su vez de la dictadura neoliberal impuesta por el tratado de Maastricht, tendría un largo recorrido en paz y en libertad.

Por ello la bandera roja, amarilla y morada -enseña histórica de progresistas, demócratas y republicanos desde la década de 1830- limpia de símbolos equívocos, puede llegar a ser la de una República confederal, libre y fraterna, que está por construir.

Algunos republicanos de izquierda replican erróneamente que algunas fuerzas del llamado bloque de investidura no son republicanas. Su concepto ortodoxo de la República -fundamentalista y jacobina- explica que alguno de sus lideres históricos se haya manifestado junto a fuerzas neofascistas en Barcelona, no hace tanto tiempo, exigiendo la “sagrada unidad” de la patria.

El bloque de investidura es sin duda esperanza de un futuro más democrático y solidario. Un futuro que deseamos fervientemente, en donde la libertad y la fraternidad, que brotan de la justicia social, sean sus líneas de acción prioritarias, pues sin libertad no hay justicia social ni patria que valga ni paz que resista.

Es de esperar, por tanto, que el bloque que sostiene actualmente al Gobierno de coalición progresista, sea capaz de construir y ensanchar «…las grandes alamedas por donde pasen la mujer y el hombre libres para construir una sociedad mejor».

Manuel Ruiz Robles, activista del movimiento de militares republicanos y republicanas.

El dique de contención

Por Manuel Ruiz Robles

Frente a la marea fascista, que avanza, el único dique de contención posible es la formación de un frente amplio constituido por las fuerzas gubernamentales y no gubernamentales, parlamentarias y no parlamentarias, que, conscientes de la gravedad del momento, acuerden un programa común de emergencia antifranquista que merezca el apoyo masivo de todos los demócratas y progresistas de nuestro país.

Dicho programa debería de comportar, a mi juicio, dos vertientes esenciales. La primera, y prioritaria, un plan de acción de emergencia social que afronte la grave crisis económica y social en la que nos adentramos a pasos agigantados. La segunda, no menos importante, el inicio de negociaciones básicas para dar por agotado el régimen del 78 y su monarquía, abordando seriamente el establecimiento de un pacto histórico para la proclamación de la III República, federal o confederal, y la constitución de un gobierno provisional que decrete una ley electoral justa, convocando seguidamente a los pueblos y naciones históricas del Estado español a elecciones constituyentes.

El núcleo promotor de tal frente amplio antifranquista habría de estar constituido, por tanto, por las fuerzas políticas y sociales de ámbito estatal o autonómico que, manifestando claramente su posición republicana, rechacen los planteamientos del reformismo españolista, pues este no conduce a ninguna salida democrática viable sino a la descomposición catastrófica del Estado. Tal descomposición implicaría a medio plazo la deriva hacia una nueva forma de “dictadura constitucional”, lesiva para el conjunto de los pueblos del Estado español y de la clase trabajadora.

El dominio de los medios por parte de la derecha económica hace irrisoria cualquier esperanza democrática al respecto. Los lideres de opinión son creados con la misma facilidad con la que son destruidos, de no seguir estos el papel que el poder financiero les asigna en esta farsa democrática que no cesa: antaño juan-carlista hogaño felipista.

De proseguir las élites políticas, por inercia o desidia institucional, la senda monárquica trazada por el régimen del 78, nos veríamos abocados más pronto que tarde a un proceso de involución política de gravísimas consecuencias, cuyos indicios son abrumadores.

El espejismo de un añorado regreso al bipartidismo de las cuatro últimas décadas no se traduciría en una renovada esperanza, sino todo lo contrario, pues ha quedado manifiestamente diáfano el carácter caciquil y mafioso de tal periodo, con la consiguiente desafección del electorado al régimen monárquico impuesto por la llamada Transición.

Un periodo histórico marcado por los latrocinios, consentidos y perpetrados, por la familia reinante -la dinastía Borbón- y el terrorismo del aparato del Estado, cuyas raíces toxicas proceden de la evidente impunidad de los crímenes franquistas y de la marea de corrupción que nos asfixia.

Las masas explotadas, y los sectores más precarios de la sociedad, acabarían siendo pasto de todo tipo de aventureros políticos, vinculados a una monarquía cuyo absolutismo encubierto ya nadie podrá maquillar de forma efectiva por más tiempo.

En efecto, la interpretación del artículo 58.3 de la Constitución como impunidad absoluta del Rey, lo pone en evidencia: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados…”

¿O es que alguien ha refrendado de forma fehaciente tales latrocinios?

Los crímenes del golpe militar del 36, la guerra y la dictadura, impuestos por el franquismo, asimismo impune, golpean la conciencia de todos los demócratas. Son víctimas abandonadas por un régimen corrupto y criminal, de raíces monárquico-franquistas, pretendidamente democrático, sostenido por el poder de la misma oligarquía terrateniente y financiera que sostuvo la dictadura.

Víctimas del franquismo que el genial pintor malagueño Pablo Ruiz Picasso plasmó en un grito estremecedor que clama justicia, desde el lienzo inmortal, a la conciencia de la Humanidad.

Manuel Ruiz Robles, es capitán de navío (r), miembro de la Unión Militar Democrática (UMD), que luchó contra la dictadura fascista.

Ninguna vergüenza

Es culpable, eso está claro. No está en la cárcel porque a algún monárquico, que conocía bien a las familias “Reales”, se le ocurrió poner en la Constitución que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”.

Ya lo escribí hace unas semanas, ese señor, su hijo, su nieto/a, etc., pueden hacer lo que les dé la gana, seguir aprovechando su Real puesto para sus intereses privados, cobrar comisiones de decenas de millones de euros, robar, o violarme delante tuya, y no pasaría nada, yo quedaría violado y él tan libre y contento.

Después de haber incumplido la ley en varias ocasiones, de haber prevaricado, de que lo hayan pillado en sus corruptelas, el tío se viene a España tan tranquilo.

Nos enteramos, que viene en un avión privado que pagaremos entre tú y yo, o que pagará alguien, como favor, para un futuro tráfico de influencias. Un avión que está equipado con todo tipo de lujos y costando el viaje, con tasas e impuestos, más de 100.000 € (lo que un españolito/a gana en cuatro años).

Nos enteramos, que ese avión de lujo tiene capacidad para 16 personas, por lo que el “Emérito” ha tenido un problema, no ha podido traerse a todo su séquito, por lo que habrá tenido que decirle, a algunos de ellos, que se queden en Emiratos Árabes, donde se exilió poque allí se siente a gusto, ya que como bien sabes es donde no se cumple la mayoría de los derechos humanos.

A propósito, ya sabrás quien le paga ese numerosísimo séquito de guardaespaldas, asistentes, secretarios, periodistas, médicos, enfermeros, fisios, conductores, etc., etc. Sí, así es, eso también lo pagamos entre tú y yo.

Y, además, el tío es un caradura y no tiene vergüenza alguna.

Acabo de ver el telediario y ponen las imágenes de como sale del coche, sonríe a la cámara, como si nada hubiera pasado, y hace la señal de la victoria ¡¡¡. Con dos cojones. Piensa que somos gilipollas, está claro.

Y para rematarlo, una periodista, en la distancia, le pregunta “si va a dar explicaciones” y él contesta con orgullo y superioridad “¿Explicaciones, de qué?”. Definitivamente nos menosprecia, se burla, se ríe de nosotros.

Ver eso era vergonzoso. Un tipo que debería estar en la cárcel, un tipo que se ha lucrado a costa de los españoles, que debería haber sido juzgado por corrupción, pues los delitos son evidente, que huyó de la justicia, que vuelve en avión de lujo y con su séquito, pagado por quienes había robado, que no da ninguna explicación, que llega haciendo la señal de la victoria, que considera que no debe dar ninguna explicación … y resulta que cientos de sangenjinos y sangenjinas van a verlo y gritan “Viva el Rey.

Tenemos un país jilipollesco, un país tan absurdo donde se permite que en 2022 una familia pueda hacer lo que quiera, porque desciende de no sé qué Reyes que gobernaron España de forma absolutista, hace trescientos años.

Este es un país de pandereta, de tradiciones feudales, de blanco y negro, inexplicable, un bochorno, una vergüenza, un hazmerreir para toda Europa.

Rafael Fuentes
Militante socialista de Málaga
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