La farsa de Trump: ni acuerdo, ni paz, ni alto el fuego

El pasado sábado 29 de noviembre, aniversario de la Resolución 181 de la ONU que dividió Palestina a cuenta del imperialismo, volvieron a movilizarse las organizaciones palestinas en más de 40 ciudades de todo el Estado español.

La movilización en solidaridad con la lucha y la resistencia palestina, por los derechos humanos, por la paz, unió a colectivos palestinos, partidos de izquierda, estudiantes, pensionistas y organizaciones sindicales que salieron a las calles de pueblos y ciudades exigiendo un alto el fuego definitivo en Gaza y Cisjordania, y a nuestro Gobierno, el embargo total de armas y la ruptura de todas las relaciones económicas y políticas que el Estado español mantiene con el Estado criminal y genocida de Israel.

La estrategia de Trump y Netanyahu de intentar quitar del foco mediático el genocidio que están perpetrando en Gaza mediante la publicación de un falso acuerdo de paz no ha sido suficiente para desmovilizar a la ciudadanía que no se ha dejado engañar. Madrid, Barcelona, y hasta cuarenta localidades, han respondido de manera clara y masiva a la farsa, dejando claro que la lucha por la libertad y el derecho a decidir del pueblo palestino sigue estando en el centro de las reivindicaciones de la clase trabajadora.

Mientras muchos militantes de partidos y sindicatos participan masivamente en las movilizaciones, los partidos que se reclaman de la izquierda deberían participar de manera organizada con consignas claras. Es lo que ellos esperan de las organizaciones sindicales confederales de las Comisiones Obreras (CCOO) y de la Unión General de Trabajadores (UGT), que tras la pasada convocatoria para la jornada de lucha y huelga del pasado 15 de octubre, parecía que iban a continuar participando, y no ha sido así .

Pese a todo, la base militante política y sindical continúa saliendo a las calles dando ejemplo de lucha a todas las organizaciones de izquierda, reivindicando con su solidaridad un derecho tan legítimo como es la libertad de decidir del pueblo palestino.

La mayoría social quiere una paz justa para Palestina, sin falsos pactos, y así se ha reflejado en las calles de todo el Estado español y de muchos otros países en la Jornada Internacional por Palestina en el 78º aniversario de la partición. Porque la lucha es el único camino, debemos continuar con la lucha y las movilizaciones si queremos una Palestina libre desde el rio hasta el mar.

J. FER
Miembro del comite por la alianza de trabajadores y pueblos (CATP)

Embargo de armas integral y  Ruptura total de relaciones con Israel. El Genocidio continua

Las movilizaciones por Palestina deben continuar

El 15 de octubre se llevó a cabo una jornada de lucha por Palestina en todo el Estado español. En esta ocasión, las confederaciones sindicales de UGT y CCOO se unieron a las movilizaciones convocando paros parciales de dos horas en cada turno de trabajo dando cobertura legal a las asambleas, concentraciones u otras acciones y actividades que se pudiesen desarrollar en los centros de trabajo y empresas.

Para muchos, esta movilización llega algo tarde y puede que incluso se la considere insuficiente. Tampoco cabe duda que esta convocatoria de huelga viene provocada por el empuje de los movimientos sociales y las organizaciones en apoyo a la resistencia Palestina, que llevan más de dos años organizando y movilizándose contra el genocidio, exigiendo al Gobierno el embargo de armas y la ruptura total de relaciones con el Estado sionista de Israel.

Es necesario valorar positivamente que se debata sobre la masacre que sufre el pueblo palestino entre los trabajadores y trabajadoras en sus empresas y centros de trabajo, en los comités y en las secciones sindicales, a pesar de la trampa tendida por Trump y Netanyahu con el eufemístico “acuerdo de paz”.

Hasta ahora, la paz y la tregua son inexistentes. Las muertes continúan y la ayuda humanitaria, bajo el control del ejército sionista, es claramente insuficiente. Lejos de un plan de reconstrucción y reparación para el pueblo palestino de lo que se habla es de si se anexiona Cisjordania al Estado de Israel y de la preparación de un gran negocio para la familia Trump y los oligarcas israelíes.

Sólo una salida basada en el derecho del pueblo palestino a decidir su futuro puede garantizar la paz y la reconstrucción. Esta jornada de lucha, no puede ser puntual o residual, sino el comienzo de muchas más. Las futuras movilizaciones deben tener consignas claras que favorezcan la unidad, que garanticen el derecho de los palestinos a la autodeterminación, configurando un Estado palestino real y no un reconocimiento sobre el papel que continúe bajo el yugo de los EE.UU. y la UE.

El movimiento obrero, con sus organizaciones sindicales a la cabeza, debe dar pasos adelante para poner fin al genocidio que el Estado de Israel está perpetrando sobre la población palestina; matando una generación de jóvenes y niños.

Es prioritario dirigirse de forma clara y contundente al Gobierno para que rompa todas las relaciones con Israel, para que aplique un embargo total de armas que sea real y definitivo. Y con la garantía de que no se aumentará el gasto militar con unos presupuestos de guerra en detrimento de las conquistas sociales por las que hemos luchado tantos años.

Juan Fernando
Sindicalista de la UGT, en Madrid

El fin de una fase, el comienzo de otra… y la necesaria revisión


La Campaña por un Solo Estado Democrático (ODSC) es impulsada por palestinos y judíos, como Ilan Pappé, historiador de la Universidad británica de Exeter.

El fracaso más sonado de Netanyahu sigue siendo haber resucitado la causa palestina y haberla devuelto al centro de la atención mundial, después de haber dedicado su vida política a intentar enterrarla. Porque, independientemente de los instrumentos de poder de que disponga Israel, ahora se encuentra impotente ante la revolución moral y cognitiva universal… Nadie puede negar que no estamos viviendo el final del conflicto en Palestina, sino el comienzo de una nueva etapa de esta lucha colonial sangrienta, que dura ya más de ciento veinte años.

Las conclusiones de la cumbre de Sharm el-Sheikh —o más bien su puesta en escena— demostraron que lo que se dirimía allí no era ni el fin de la guerra ni la limitación de la expansión y la dominación, sino una simple reorganización de sus herramientas y sus objetivos. Israel reanudó inmediatamente sus incursiones y agresiones dirigidas a puntos concretos del territorio, en nombre de una seguridad en la que ya nadie cree. En cuanto al emperador del exterminio, Donald Trump, en ningún momento mencionó el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación: una forma de sumir de nuevo al mundo árabe en un ciclo político o apolítico infinito en torno a un «proceso» sin fin. Así, el pueblo palestino y sus élites se enfrentan a errar nuevamente, pero quizá también a una rara oportunidad de recuperar el sentido común, el equilibrio y el camino correcto.

El acuerdo de alto el fuego no marca ni el fin de la estrategia de aniquilación, ni una ruptura en el pensamiento sionista. Cierra un capítulo de devastación de un salvajismo obsceno, que ha durado dos años, para abrir otro – el de una aniquilación, más lenta, menos estruendosa. La próxima aniquilación no será forzosamente colectiva ni física: el imperio estadounidense y sus aliados han comprendido que la banda de asesinos que gobiernan Israel es una rémora para su plan de reconstitución de la influencia externa.

El objetivo ahora pasa a ser político: dirigentes y militantes. Pero el sistema exterminador se enfrenta a un desafío aún más temible –la marea mundial anticolonial y los tribunales internacionales que comienzan a rodear Israel moral y jurídicamente.

La prioridad para Gaza, y para todo el pueblo, es hacer que cese la guerra de exterminio que ha devorado a niños y ancianos, y permitir que respiren los supervivientes, que lloren a sus muertos, sus moradas, sus sueños. No es solamente una pausa humanitaria tras el infierno, sino una victoria estratégica: impedir la implantación del plan de desplazamiento y desarraigo que constituía el objetivo declarado de la alianza estadounidense-israelí de destrucción. Y ese resultado es producto de la resistencia heroica y única de Gaza.

Sin embargo, esta secuencia, la más feroz de toda la historia de la confrontación palestino-sionista, no ha revertido la relación de fuerzas: ha consolidado la superioridad del sistema estadounidense –israelí sobre Palestina y la región-, sin obtener una verdadera victoria política. Israel ha fracasado en sus grandes objetivos, siendo el primero de ellos la destrucción del movimiento Hamás, que conserva autoridad y control del terreno.

Israel, en sus dos vertientes, gubernamental y opositora, sigue inquieta, nerviosa, ávida de nuevos pretextos para golpear Gaza, como ya lo ha hecho en Líbano y Siria.

Pero el mayor fracaso de Netanyahu sigue siendo haber llevado la cuestión palestina al centro del mundo. Ya que, a pesar de la fuerza bruta, Israel se viene abajo ante una revolución ética e intelectual global, que ha desvelado la realidad del proyecto sionista: una empresa colonial racial, una de las más feroces de la historia. Ha puesto en evidencia la profunda inmoralidad de los regímenes occidentales y de sus dirigentes. El barniz moral que protegía a Israel se ha desmoronado hasta desaparecer. El descrédito que golpea hoy a Israel en la escena internacional es irreversible –pérdida estratégica reconocida incluso por algunos de sus más fieles amigos. Y cualquier intento de restablecer su imagen y su prestigio es ahora vano.

Ante estas verdades, el intelectual palestino –junto con las élites política y culturales- permanece perplejo. ¿Cómo transformar este momento de sangre y fuego en oportunidad para la resistencia y la reconstrucción? La tarea es ardua, incierta, pese a los esfuerzos sinceros de algunas iniciativas independientes. A la dificultad se añade la división: no solo entre la Autoridad de Oslo y la Resistencia, sino también entre los propios intelectuales, divididos sobre el sentido del triunfo y la derrota, sobre la interpretación de los resultados de esta guerra. Hay que distinguir aquí la divergencia crítica, legítima y necesaria del odio ideológico, ciego, de ciertos pensadores contra la Resistencia, esas mismas voces que, en el apogeo de la masacre, azotaban a su propio pueblo respetando a la Autoridad de Oslo, pese a estar alineada en la práctica con la posición sionista y emiratí.

Las iniciativas nacionales independientes, emprendidas por patriotas sinceros, mantienen visiones reformadoras importantes; pero aún no han realizado un cambio decisivo. Los obstáculos son numerosos: objetivos, propiciados por un entorno represivo y una sociedad fragmentada por la división; o bien subjetivos, ligados a la debilidad de imaginación y eficacia política. Quizás el pueblo aspire a nuevos modelos de dirección –sensatos, creativos, capaces de despertar a las masas y hablar a los jóvenes marginados o retirados de la vida nacional. No es un sueño irrealizable.

En cuanto a la Autoridad, nada puede esperarse de ella. Tres decenios de un poder dedicado a su propia supervivencia la han dejado sorda a la voz de su pueblo. Se ha enfangado en la coordinación de la seguridad incluso durante la guerra de exterminio, denunciando públicamente a la resistencia, esperando «volver a Gaza».

Sin comprender que aquello por lo que apostaba, entre los dirigentes israelíes, han desaparecido para siempre, que Israel se ha metamorfoseado, gobernado hoy por una casta mesiánica ahogada en el fantasma exterminador, que ha arraigado incluso en la consciencia misma de la mayoría de la sociedad sionista. Por ello la liberación ya no puede medirse en un plazo corto: vuelve a ser una empresa histórica. He ahí una verdad esencial, de la que se desprende la necesidad de crear un camino de lucha sostenible basada en la resistencia popular civil, que permita a los palestinos soportar el peso del combate y a la vez el de la reconstrucción –edificación de escuelas, instituciones culturales y económicas, estructuras sindicales y profesionales, sustentadas todas en la democracia-.

No sobrevivirá ningún cuestionamiento real de la política de exterminio sin una creciente presión externa, pero esta presión solo prosperará a condición de que se produzca una reconstrucción interna palestina. El corpus político palestino, en todas sus componentes, oficiales y populares, precisa una revisión audaz y lúcida: Hamás, Fatah, las otras facciones, así como las élites independientes comprometidas en los esfuerzos de reforma, deben repensar sus medios, renovar sus filas, abrirse a la juventud y a la cultura. Sí, todos sin excepción –instituciones, movimientos, individuos- estamos emplazados al examen de la consciencia, a la revisión interior. Henos aquí, pues, en los albores de una nueva fase. Tan peligrosa como la que termina, pero portadora de una oportunidad en su seno: la de volver a dar aliento y legitimidad al proyecto nacional palestino de liberación, a condición de una valentía moral, intelectual y política a la medida del dolor, para aliviar los sufrimientos de nuestro pueblo, sobre todo de Gaza martirizada, contribuir a sanarlo, y esbozar el camino, más seguro, más sencillo, hacia el futuro.

Awad Abdel Fattah
Coordinador de la Campaña por un Solo Estado Democrático (ODSC)
Fue secretario general de la «Agrupación Nacional Democrática»
dentro del Estado israelí, conocida como el partido Balad.
17 de octubre
Manifestación en Madrid, jornada de lucha contra el Genocidio 15 de octubre de 2025.

Un genocidio sostenido en el tiempo

Lo que está ocurriendo en Gaza provoca planteamientos profundos en cómo percibimos nuestro contexto vital y político. Me explico.

La intoxicación mediática impide que las masas salgan a la calle a exigir la ruptura de relaciones diplomáticas, y de todo tipo, con el Estado de Israel -la ausencia de información también intoxica a la opinión pública-. Además, lo impide que las grandes organizaciones políticas y sindicales tengan una posición clara y contundente frente al exterminio de gazatíes que está cometiendo Israel, pero que no decidan ponerse al frente de esa exigencia. Las dos cosas juntas, combinadas: intoxicación mediática e indecisión de las direcciones de las organizaciones de la izquierda, es la única explicación que encuentro a que la sociedad no esté movilizada contra el genocidio en Gaza.

La BBC informaba el 23 de marzo que ya eran más de 50.000 los muertos en Gaza -hace dos meses- y que los ataques en el sur de la franja se estaban intensificando tras la ruptura de la última tregua, por parte de Israel. Más de una cuarta parte de esos 50.000 muertos son niños y niñas, no menos de 15.000.

Aunque resulte una obviedad, no me resisto a no comentar la actitud asesina de la derecha española, al apoyar abiertamente a Netanyahu, en el caso de VOX, y el cínico balbuceo del PP para no condenar este genocidio. No cabe esperar otra cosa de los añorantes del franquismo y la División Azul.

La situación me lleva al sentimiento de que cada día me cuesta más apoyar al gobierno de coalición, pues siento que mantiene un doble lenguaje, en tanto que, por un lado, dice ser solidario y reconocer el Estado palestino; cosa cierta, pues ha sido un gobierno pionero en Europa en el reconocimiento del Estado palestino, pero por otro lado mantiene lazos comerciales, incluso de armamento y munición, con el gobierno sionista de Netanyahu. Este crimen de masas, este exterminio de un pueblo que se está cometiendo, no puede justificarse con diplomacias ni con atenerse a consensos en Europa, ni por intereses comerciales ¡es una cuestión de principios! Un genocidio no puede consentirse ni abordarse con paños calientes.

Ya sé que el criminal es el gobierno de Israel y las instituciones de ese Estado que merece cualquier calificativo excepto el de democrático. Ya sé que la prepotencia asesina de Israel sería imposible sin el apoyo que viene recibiendo de Washignton, tanto de la actual Administración con Trump como de la anterior con Biden. Pero me causa asco el cinismo que llevan implícitas las buenas palabras de los gobiernos europeos y que nadie plantee la ruptura con esos criminales genocidas, con ese estado fascista-sionista.

Estas reflexiones me llevan a la cuestión de a quienes estamos considerando nuestros aliados: ¿es EE.UU., nuestro aliado? ¿es correcto continuar en una estructura militar como la OTAN, comandada por los cómplices de una atrocidad del tamaño de lo que Israel está cometiendo? ¿Es esta Europa la que los pueblos europeos necesitan, cuando sus instituciones miran para otro lado o incluso, a la mínima oportunidad justifica el sionismo?

Resulta triste pensar que si estuviese gobernando la derecha las grandes organizaciones políticas y sindicales de este país estarían movilizando a la sociedad, como correctísimamente hicieron en 2003 para mostrar el rechazo de la sociedad española a la guerra de Irak en la que nos involucró el PP de Aznar, con consecuencias trágicas.

La brutalidad de lo que está ocurriendo en Gaza hizo posible que miles de personas, llagadas de distintos lugares, se manifestasen el día 10 de mayo por las calles de Madrid y que llenasen hasta rebosar la Puerta del Sol.

Miles de personas que viajaron a Madrid desde distintas comunidades autónomas: Euskadi, País Valenciano…, y por supuesto muchas y muchos madrileños. Convocados por partidos minoritarios, asociaciones y colectivos que, a falta de los grandes partidos y sindicatos de la izquierda, convocaron por redes sociales y en sus círculos próximos en un contexto de bochornoso silencio de los medios de comunicación de masas; más ocupados por dar aire a la concentración filofascista que el mismo día y a la misma hora se había convocado a poca distancia, en la Plaza de Colón. Concentración que se saldó con un estruendoso fracaso, silenciado también.

Como conclusión he de decir que me embarga un sentimiento de orfandad política. Una ausencia de organizaciones que no están a la altura de lo que representan ante las cuestiones de principios; revindicar el embargo de armas y bienes de un Estado ocupante que está exterminando a la población del territorio ocupado lo es. El hecho de que en el gobierno estén los partidos de la izquierda tradicional (PSOE, IU y Sumar) debería favorecer la movilización social desde estos partidos, y si me apuras desde las instituciones del Estado, pues estas no pueden ser ajenas a esta cuestión, salvo que La Corona, los jueces… se inscriban abiertamente entre los fascistas que apoyan el sionismo y la matanza de inocentes que está cometiendo Israel.

En todo esto no cabe argumentar ignorancia, pues este es un crimen sostenido en el tiempo: desde que la Sociedad de Naciones avaló la ocupación de Palestina, por parte de Gran Bretaña, a principios del s. XX, pasando por la vulneración de las resoluciones de la ONU, del derecho internacional y de todas las normas de defensa de los derechos humanos.

El pueblo palestino lleva décadas resistiendo opresión, asesinatos, exilio, así como los gazatíes llevan 20 meses resistiendo la lluvia de bombas, drones e incursiones de un ejército armado hasta los dientes y la hambruna que está provocando la negativa de Israel a que entre ayuda humanitaria en Gaza. Su resistencia es un aval para la libertad de todos los pueblos del mundo, por eso todos los pueblos del mundo tienen que salir a las calles a exigir a su gobiernos el embargo de armas y la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel.

Pascual Sánchez
Militante Socialista no afiliado
Dos planos diferentes de la Manifestación del 10 de mayo a su llegada a la Puerta del Sol (Madrid)

Contra el genocidio en Palestina

El genocidio en Palestina fue el eje central de la reunión de la comisión ejecutiva del PSC del Vendrell del pasado sábado 31 de mayo.

Ante la opinión unánime sobre la tibieza de la comunidad internacional sobre la situación en Gaza, la ejecutiva local resolvió actuar a nivel comarcal y provincial con alianzas con todos los partidos políticos y entidades para exigir el Alto el fuego en Palestina, la liberación de todos los palestinos secuestrados por el régimen sionista de Israel (entre ellos, el director de Hospital Abu Safiya), y que la comunidad internacional actúe de forma contundente contra los genocidas.

Entre las acciones anunciadas, a consensuar con otros participantes, está la constitución de un comité contra el genocidio en Palestina, una manifestación en el Vendrell, una cacerolada popular, y la presentación de una moción tanto en el pleno del consejo comarcal del Baix Penedés como en el Consejo de Federación del Camp de Tarragona.

Baltasar Santos
1er Secretario PSC el Vendrell

Sobre la Mocion presentada…

Comunicado de Juristas por Palestina, de 2 de mayo de 2025

ante el ataque armado contra el buque humanitario Conscience, de la Flotilla de la Libertad

Juristas por Palestina expresa su más enérgica condena ante el ataque armado perpetrado en la madrugada del 2 de mayo contra el buque Conscience, perteneciente a la Flotilla de la Libertad. Según la información suministrada por distintas agencias y medios, el buque, que navegaba bajo pabellón de Palaos, llevaba a defensores de derechos humanos de distintas nacionalidades como miembros de su tripulación y transportaba ayuda humanitaria con destino a Gaza. El buque fue atacado a las 00:23 horas locales, a unas 14 millas náuticas (25,9 km) al este de Malta, dentro de su Zona Económica Exclusiva (ZEE), espacio en el que rige el derecho de libertad de navegación, según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de las Naciones Unidas (CNUDM).

La acción armada tuvo lugar a través de drones (también armados), de los cuales al menos dos impactaron el buque, provocando un incendio a bordo, la destrucción de su sistema eléctrico y una brecha en el casco que lo dejó en grave riesgo de hundimiento. Este acto de violencia, presuntamente estatal, de Israel, podría haber costado vidas humanas, como ya sucedió en una ocasión anterior.
Aunque en esta ocasión la acción armada no haya causado muertes, constituye también una flagrante violación del Derecho Internacional, en particular del Derecho de los Derechos humanos, el Derecho del Mar y el Derecho internacional Humanitario.

Consideramos necesario destacar los aspectos siguientes. En primer lugar, el cometido del barco en sí, así como la misión de las personas que iban a bordo, eran de carácter sencillamente humanitario, pues se trata de defensores de derechos humanos que se dirigían a llevar ayuda humanitaria a Gaza. En segundo lugar, una agresión de este tipo no es la primera que se produce, pues el 31 de mayo de 2010 las fuerzas israelíes ya habían abordado otro buque de la Flotilla de la Libertad en aguas internacionales, el Mavi Marmara, que enarbolaba pabellón de Islas Comoras, y era parte de una flotilla de seis embarcaciones. Aquel ataque resultó en el asesinato de una decena de defensores de derechos humanos y más de 50 heridos. En tercer lugar, lejos de constituir un hecho aislado, esta acción armada forma parte del contexto más amplio de asedio y exterminio contra la población palestina, dado que además de bombardearse sistemáticamente personas e instalaciones civiles en Gaza, como hospitales, escuelas y refugios, sin respetar los principios básicos del Derecho internacional humanitario de distinción, proporcionalidad y precaución, se vienen cometiendo masacres documentadas fehacientemente por múltiples organismos. Y, en cuarto lugar, que este buque iba a intentar paliar en algo las dramáticas consecuencias del actual bloqueo de Israel, que impide el acceso de la población de Gaza a alimentos, medicinas y suministros esenciales, a consecuencia del cual, según han alertado diversos organismos de las Naciones Unidas, incluidos la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la UNRWA, la población civil de Gaza enfrenta niveles catastróficos de inseguridad alimentaria, falta de acceso a agua potable, medicinas y atención médica básica, en lo que califican como una crisis humanitaria sin precedentes. El riesgo inminente de hambruna masiva ha sido documentado como de Fase 5, es decir, de «catástrofe», el nivel más alto de emergencia alimentaria.

En definitiva, el acto del ataque armado contra un buque humanitario de la Flotilla de la Libertad no puede desvincularse de los graves crímenes, atroces y sistemáticos, realizados por Israel contra la población de Gaza, que reúnen los elementos definitorios de los crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra (como en relación con ambas categorías ha dejado claro la Corte Penal Internacional, a través de sus órdenes de arresto ya emitidas contra el primer ministro israelí, B. Netanyahu y el ex ministro de Defensa, Y. Gallant) y el crimen de genocidio.

Si bien la Corte Internacional de Justicia todavía no se ha pronunciado sobre el fondo en el asunto relativo a la Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en la Franja de Gaza (iniciado por Sudáfrica c. Israel), no es necesario esperar a la sentencia que el Tribunal de la ONU dictará en su día para calificar los actos cometidos hasta la fecha por Israel en Gaza como genocidio. Ciertamente, se trata de actos encajables en el Artículo II de la Convención de 1948 y el Artículo 6 del Estatuto de Roma, dado el reguero de pruebas que distintas autoridades y miembros de las fuerzas armadas de Israel han ido dejando sobre la intención de buscar la destrucción parcial o total del pueblo palestino como grupo nacional y étnico. Pruebas que han sido examinadas por distintos organismos expertos independientes y de prestigio, como, entre otros, la Relatora Especial de las NU para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados u organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. Recordemos además que la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio impone a todos sus Estados parte la obligación de prevenir y reprimir la comisión de este horrendo crimen.

En adición a lo ya dicho, Juristas por Palestina recuerda que la ocupación israelí de los Territorios Palestinos, incluyendo Jerusalén Este, ha sido calificada reiteradamente como contraria al Derecho Internacional por, entre otros, distintos organismos de las Naciones Unidas, en particular por la Corte Internacional de Justicia (a través de sus Opiniones Consultivas de 2004 –sobre las Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado– y de 2024 –sobre las Consecuencias jurídicas derivadas de las políticas y prácticas de Israel en el Territorio Palestino Ocupado, incluida Jerusalén Oriental–). Conclusiones que se alinean con múltiples resoluciones de la Asamblea General (como la 77/247) y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exigen el fin de la ocupación y el respeto al derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.

Junto a lo anterior, Juristas por Palestina se ve en la obligación de llamar la atención, así como de denunciar, también el doble rasero de muchos Estados, pues, mientras movilizan recursos para ayudar a Israel en catástrofes naturales como los incendios que actualmente está sufriendo (por ejemplo, a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil), permanecen cómplices del bloqueo ilegal a Gaza y de los crímenes aludidos, pese a su gravedad. Por ello, debemos recordar una vez más que el Derecho internacional exige a todos los Estados que cumplan y hagan cumplir el Derecho internacional humanitario, pues así lo impone el Derecho consuetudinario y el art. 1 común a los cuatro Convenios de Ginebra para la protección de los conflictos armados, que han sido ratificados por todos los Estados de la sociedad internacional, y forma parte por tanto también de sus Derechos internos. La utilización de la doble vara de medir reseñada implica una jerarquía de vidas humanas en contravención de las normas más elementales del Derecho internacional, e interno, consagradas entre otros instrumentos, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La falta de reacción de los Estados supone un gravísimo incumplimiento que trasciende el plano de lo meramente político, en la medida en que tiene perniciosos efectos jurídicos, pues puede impedir la rendición de cuentas, institucionalizar la impunidad cuando se trata de Israel, facilitar el camino para que la intolerable comisión del genocidio por su parte siga su curso en Gaza y erosionar el Derecho existente, lo cual sin duda repercutirá mucho más allá de Oriente Medio, generando sin duda otros impactos negativos en nuestra sociedad global.

A la luz de todo lo anterior, en relación con este último ataque a un buque de la Flotilla de la Libertad, proponemos que:

  • se constituya una investigación internacional independiente que esclarezca los hechos, de modo que pueda allanarse el camino para que pueda llevarse ante la justicia a los autores materiales e intelectuales del ataque.
  • la Fiscalía de la Corte Penal Internacional incluya este ataque en su examen sobre la situación en Palestina (Caso ICC-01/18) y actúe sin dilaciones.

Más allá del ataque al buque de la Flotilla de la Libertad, nos remitimos a las acciones que venimos solicitando a través de nuestras declaraciones e iniciativas anteriores, las cuales, en síntesis, pueden reconducirse a medidas que se incardinan en los frentes siguientes:

  • adopción de sanciones efectivas contra Israel, tanto a nivel estatal como en el marco de la Unión Europea y otros organismos multilaterales, inclusive un embargo total de armas;
  • suspensión inmediata de toda cooperación militar, comercial y diplomática con Israel, especialmente aquella que pueda facilitar o legitimar violaciones del Derecho Internacional Humanitario, en tanto persista la situación de ocupación;
  • exigencia a los Estados parte de los Convenios de Ginebra de que cumplan su obligación de «respetar y hacer respetar» el Derecho Internacional Humanitario (art. 1 común a las cuatro Convenciones de Ginebra), adoptando, entre otras medidas, acciones concretas para la protección efectiva de las misiones humanitarias internacionales, incluyendo la exigencia de garantías de no repetición de ataques a convoyes civiles en tierra, buques en el mar o vehículos en el espacio aéreo;
  • apoyo institucional y jurídico a las iniciativas en curso ante la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia, incluyendo el caso presentado por Sudáfrica contra Israel por genocidio.
  • medidas de los Estados y de las empresas para impedir que el sector privado pueda seguir apoyando la ocupación ilícita por parte de Israel de territorios palestinos.

Juristas por Palestina reafirma su compromiso con la defensa del Derecho Internacional, el Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos, incluyendo la dignidad de todos los pueblos y personas.

No podemos permanecer en silencio mientras Israel perpetra con impunidad violaciones sistemáticas del orden jurídico internacional, que constituyen crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y el crimen de genocidio.

Se precisa poner fin a tanta pasividad, y que tenga lugar una reacción adecuada. El Derecho, así como los principios de justicia y humanidad, nos exigen a todos una respuesta firme y coherente.

2 de mayo de 2025
Juristas por Palestina

“¡El Estado palestino es una herramienta para normalizar el apartheid y el genocidio!”

¿Cuál es la verdadera intención de los países que hablan de «solución de dos Estados» y prometen reconocer pronto un Estado palestino, lo que ha suscitado la cólera histérica de la coalición sionista en el poder?

¿Debemos creer lo que estos países hablan sobre la necesidad de una «solución de dos Estados», mientras se niegan o fingen ser incapaces de detener el genocidio sionista en la Franja de Gaza?

¿Qué es más fácil y más necesario en este momento: detener las masacres o establecer un Estado palestino, una tarea de gran envergadura que requiere un cambio radical en el equilibrio de poder y una presión real para eliminar los asentamientos sionistas y la presencia militar de los territorios ocupados en 1967, de conformidad con el derecho internacional, lo que no es el caso actualmente?

¿Se toman en serio estos países lo que dicen, o se trata de una maniobra de elusión para no asumir la audacia política y moral y adoptar una postura firme para detener la guerra, lo que requiere simplemente imponer un embargo de armas a la máquina de exterminio sionista, ir al Consejo de Seguridad y adoptar una resolución para detener la masacre, y boicotear el régimen de exterminio?

Sí, tal vez la reaparición de declaraciones sobre un Estado palestino sea un indicio de una toma de conciencia de la conclusión lógica de que no hay otra salida a este conflicto colonial que una solución política, más o menos justa, pero no es una toma de conciencia real y sincera, no es nada más que una tapadera para la prosecución de la masacre sionista.

No es necesario movilizar ejércitos gigantescos para obligar a Israel a poner fin a los crímenes más atroces de la historia. Todo lo que se necesita para detener la guerra es una decisión internacional y la iniciativa de cada país, extranjero, árabe o islámico, de dejar de vender armas, suspender los acuerdos de normalización y tomar medidas punitivas contra el autor del crimen de genocidio en virtud del derecho internacional. Quien no pueda detener una masacre humana de una brutalidad sin precedentes ¿está dispuesto o deseoso de actuar para imponer una solución política a Israel? Esta es una cuestión fundamental que no se puede obviar.

No estamos hablando de unos pocos países occidentales, como Irlanda, España y quizás Noruega, que han tomado decisiones progresistas contra Israel y que son sinceros cuando hablan de un Estado palestino independiente en Cisjordania y la Franja de Gaza, sino de los gobiernos occidentales que están aliados con Israel y apoyan su guerra genocida contra el pueblo palestino, como Francia, Gran Bretaña y Alemania, así como una serie de regímenes árabes que se han convertido en colonias israelíes por voluntad propia.

Esos gobiernos, los gobiernos europeos en particular, son plenamente responsables de la situación en Palestina. Ellos son los que han encubierto los crímenes de Israel durante las últimas décadas, los que le han proporcionado inmunidad permanente frente a la responsabilidad internacional y han allanado indirectamente el camino, a través de su apoyo y complicidad, al ataque del 7 de octubre y al genocidio que siguió, que solo puede entenderse en el contexto del encubrimiento de 75 años de criminalidad. Por eso sus pueblos se rebelan contra la alianza de sus gobiernos con el régimen genocida sionista, por los considerables estragos morales, económicos y políticos ocasionados por esta sórdida alianza.

El eslogan «la solución de los dos Estados» hace tiempo que se ha convertido en un cliché vacío de contenido, y es aún más nauseabundo cuando proviene de Gobiernos cómplices de los pies a la cabeza del crimen de genocidio, que son hostiles a Sudáfrica por su clara postura ética, y se muestran contrarios al Tribunal Internacional que ha reconocido efectivamente a Israel como una entidad fuera de la ley.

Estos países se contentan con declaraciones corteses, sabiendo que Israel -gobierno, oposición y sociedad- había suprimido de su agenda, y aun de su conciencia, la solución de los dos Estados, incluso en su forma mutilada, antes del ataque del 7 de octubre.

A pesar de su condena general del ataque de Hamás, los gobiernos europeos y de otros países, algunos de los cuales reconocieron que el conflicto no puede finalizar sin una solución política, no han añadido nada nuevo a la retórica de una solución de dos Estados, ni han definido lo que entienden por una solución de dos Estados y cuáles serían los mecanismos para su aplicación. Esto significa una vuelta a lo que llevó a la continuación de la colonización y el genocidio, que se desarrollaron bajo la retórica vacía de una solución de dos Estados.

Antes del acontecimiento sísmico del 7 de octubre, el régimen saudí estaba a punto de firmar un acuerdo de normalización con Israel, por mediación de la administración del imperialismo estadounidense, para completar el llamado acuerdo Abraham, que colocaba a los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos bajo la influencia directa de Israel, pero el ataque de Hamás dispersó todas las cartas y desbarató el plan estadounidense-sionista. Este plan consistía en eliminar la cuestión de Palestina de la agenda internacional, de acuerdo con las intenciones israelíes, y separar la cuestión de Palestina de la esfera árabe.

Tras el ataque del 7 de octubre, fue el reino de Arabia Saudí, consciente de su necesidad de calma para proseguir su proyecto de reforma y desarrollo, el que tuvo la iniciativa de una coalición internacional de 83 países para reintroducir la «solución de los dos Estados». No fue por ningún sentido de responsabilidad nacional, religiosa o humanitaria, sino únicamente porque la cuestión de Palestina se ha convertido en una cuestión de seguridad y un factor de inestabilidad en los propios países árabes.

Esto no significa que la continuación del plan vaya a tener un final positivo, ni que haya aspecto positivo alguno en esta orientación y en esta actividad diplomática, en un contexto complejo. Todo depende de la voluntad e intención, así como del deseo de activar todos los medios de presión y poder de que disponen los Estados árabes.

La reproducción del mito de la solución de los dos Estados significa la normalización del sistema de apartheid y genocidio.

¿Por qué la reintroducción de la solución de los dos Estados es una ilusión que solo reproduce un desastre? Hay cuatro razones:

1- no habla de lo que es un Estado, de su soberanía, de sus fronteras y su independencia, sino más bien una vaga entidad desprovista de cualquier signo de soberanía;

2- no habla de un calendario para su aplicación;

3- no se habla de adoptar un mecanismo de aplicación de la solución, es decir, un mecanismo de presión económica, diplomática y jurídica internacional real sobre un Estado salvaje y brutal, que continúa alterando radicalmente la realidad demográfica en Cisjordania y Jerusalén, en flagrante desprecio del derecho internacional y el orden moral;

4- la solución de los dos Estados es injusta para el pueblo palestino y no hace justicia a su derecho a la autodeterminación en todos sus componentes.

La necesidad de cambiar el método de definir la solución.

Desde el desastre de los acuerdos de Oslo, el estallido de la segunda Intifada y la revelación del engaño israelí, se han multiplicado las voces contrarias a la «solución de los dos Estados», incluidas las de antiguos dirigentes, intelectuales, universitarios, activistas y otros, basadas en la conclusión de que Israel es un proyecto colonialista, similar a los proyectos colonialistas de Occidente, cuya estructura es incompatible con cualquier compromiso con los pueblos autóctonos. Una gran proporción de palestinos creía que era posible llegar a un compromiso con Israel, un compromiso que se probó con el acuerdo de Oslo, cuyas catastróficas consecuencias para el proyecto de liberación palestina han continuado en términos materiales, políticos y morales.

Frente al proyecto de normalización con Arabia Saudí, que si no incluye la definición de la forma, las fronteras y la soberanía de un Estado independiente, significará la perpetuación del Estado errante y la perpetuación de la catástrofe palestina, existen dos direcciones u opciones, quizás sin una tercera vía, que permitirían frenar la carrera hacia una mayor normalización y abrir un verdadero horizonte de liberación.

La primera consiste en anunciar un programa que exija la realización del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino en sus tres componentes: Cisjordania, Gaza y Jerusalén, los refugiados y la diáspora, y los palestinos de los territorios del 48. Inspirándose en este programa, se acordó lanzar una campaña palestina, internacional, popular y oficial que exponga los peligros de la normalización con el régimen de apartheid y genocida, presionando para que se ponga fin al genocidio, al plan criminal de expulsión en Gaza, por la reconstrucción lo antes posible, y la paralización y eliminación de los asentamientos y puestos de control en Cisjordania y Jerusalén, la liberación de los presos y el cese de todas las formas de represión, opresión y persecución. […]

También es necesario vincularla al reconocimiento del derecho al retorno de los refugiados palestinos a sus hogares y a la garantía del derecho a la plena igualdad para los palestinos del 48.

La segunda dirección es hacer campaña por el desmantelamiento del sistema colonial de apartheid desde el río hasta el mar, y por el establecimiento de la justicia y la coexistencia entre palestinos e israelíes en un sistema democrático e igualitario. Un único Estado democrático. Esta es la dirección correcta, la más justa y la menos costosa en opinión de los defensores de una solución democrática de un solo Estado en la Palestina histórica.

La realidad de las relaciones de fuerza actuales es tal que ninguna de estas soluciones puede alcanzarse a corto o medio plazo. Como parte de una brutal alianza colonial imperialista, Israel se considera militarmente victoriosa, dirigida por un régimen fascista y apoyada por una sociedad movilizada de modo fascista contra el pueblo palestino y su derecho a existir.

No cederá a ninguna de esas exigencias sin una presión real y un cambio en el equilibrio de fuerzas en un plazo determinado.

Pero Israel, a pesar de su enorme poder militar y el alineamiento del Occidente colonialista, experimentaba ya radicales transformaciones internas, atraviesa una crisis sin precedentes, que tendrá profundas implicaciones a medio y largo plazo.

Un régimen racista, colonialista y ultraviolento, que alberga en su seno contradicciones fundamentales, que rechaza cualquier forma de reconciliación con la población autóctona, y que es estructuralmente hostil a la igualdad, la paz y la justicia, no puede eludir la responsabilidad oficial y popular internacional, ni el colapso interno, que podría ocurrir en un plazo inferior a una década.

Israel ha perdido su imagen moral a los ojos de Occidente y de sus pueblos, y amplios sectores de estos pueblos se han rebelado contra él. Ya no es el supuesto oasis democrático que se pintó en la mente de Occidente y en la conciencia de las generaciones más jóvenes, ni la víctima merecedora de simpatía. En consecuencia, amplios sectores de la opinión mundial, árabe y musulmana, están dispuestos a dar la espalda al régimen racista y aceptar una fórmula humana e igualitaria en Palestina.

Esto está condicionado a la reestructuración del movimiento nacional palestino movimiento, un horizonte amplio para una solución, una estrategia de acción y movilización, y al desarrollo de un lenguaje y un discurso de liberación moderno, en lugar de los viejos conceptos que obstaculizan la expansión y la influencia de la opinión pública mundial. No hay alternativa a la adopción de un proyecto de liberación democrático y humano, en el que las nuevas generaciones, las más conscientes y las más capaces de comprender los cambios que se están produciendo en la sociedad humana, desempeñen un papel protagonista.

Awad Abdel Fattah,
Co-coordinador de la Campaña por un solo Estado Democrático
Antiguo secretario general de la Agrupación Democrática Nacional, partido palestino del interior

Entrevista: Taher Ali

Taher es un palestino de segunda generación, nacido en el exilio. Militante de la causa por la Liberación Nacional Palestina.

Pregunta: ¿En qué ha cambiado la llegada de Trump a la Casa Blanca en relación con la administración Biden?

A fecha de hoy, los cambios son evidentes. En lo material el genocidio ha frenado en cuanto a su intensidad, un relativo Alto el fuego, intercambios de prisioneros, o más ayudas humanitarias mejoran parcialmente la muy deteriorada vida del pueblo palestino en la franja. En lo político ha habido también un gran cambio significativo, se habla de las soluciones genocidas con desparpajo, se ha roto con la hipocresía occidental liberal, y los portavoces de la industria de la matanza hablan sin tapujos ni maquillajes.

Por lo demás sigue la desposesión, la miseria, y la ayuda a todos los niveles al proyecto colonial llamado ‘Israel’.

Pregunta: Desde el 7 octubre del 2023 han muerto casi 48.000 gazaties más los miles de desaparecidos que muy probablemente se encuentran bajo los escombros ¿Pase lo que pase de aquí en adelante deben juzgarse estas muertes como genocidio?

Según fuentes como The Lancet podríamos estar hablando de cientos de miles de muertes. Es desde luego un genocidio, y si existiera algo así como el derecho internacional y humanitario serían juzgadas. Sin embargo, el único capaz de hacer pagar un precio a los genocidas es el pueblo Palestino con su resistencia.

Pregunta: ¿Qué debiera de ocurrir o que debieran de hacer las naciones que no son ni Israel ni EE.UU., frente a la pretensión de Trump y Netanyahu de expulsar a los gazatíes de su territorio para colonizarlo y /o reconvertirlo en zona turística?

Cualquier estado que quisiera aparentar una defensa de los derechos humanos debería cortar relaciones, e imponer sanciones. La pretensión no es de Trump y Netanyahu, ni el genocidio nazi fue un capricho en la locura de Hitler. El imperialismo genocida alemán era un hermano gemelo al del resto de potencias coloniales con la particularidad de que se desarrolló en Europa.

Trump y Netanyahu son meros personajes que responden a intereses imperialistas, capitalistas y coloniales concretos. Solo la desaparición de la colonia ‘Israel’ puede frenar la limpieza étnica de nativos palestinos. Igual que solo la desaparición del III Reich frenó el holocausto contra gitanos, eslavos, judíos, comunistas, disidencias sexuales, etc.

Lo de convertirlo en una zona turística es una bravuconada reflejo de que en año y medio de matanzas no han podido impedir que la resistencia palestina siga plantando cara al ejército colono.

Pregunta: El territorio palestino comenzó siendo ocupado por el imperialismo británico en 1915, con el apoyo de la Sociedad de Naciones. Tras la segunda guerra mundial la URSS, los USA y Gran Bretaña, con el aval de las Naciones Unidas -heredera de la Sociedad de Naciones- decidieron deslocalizar a los judíos del continente europeo y trasladarlos a Palestina. Desde la guerra de 1948 se ha venido intentando la opción de los dos estados ¿Cuál es tu opinión sobre esta opción de dos estados?

La cuestión es si se pueden construir ‘opciones’ sobre la desposesión de un territorio de personas nativas, y mantener una entidad colonial injertada a sangre y fuego. La respuesta histórica es que eso es imposible. Solo posteriormente al genocidio total o casi total de los pueblos nativos se han podido implantar colonias estables. Sin el exterminio de los pueblos originarios no hay colonia posible.

EEUU existe sobre este tipo de exterminio, por ejemplo, y aun así siguen temiendo y reprimiendo a los pueblos originarios sobrevivientes. Con todo, ellos fantasean con ser parte de América. Más bien de ser la mismísima América. La oligarquía está en manos euroamericanas y solo los burgueses que aceptan el Poder Blanco pueden prosperar. La entidad Sionista, está aún mucho más atrás de eso, ellos se sienten parte de Europa, no de Asia. Juegan la Eurocopa, cantan en Eurovisión, arrancan olivos (ni aunque medio Mediterráneo sea europeo se conforman), y plantan flora típica del centro europeo. Que es el origen real de la élite colonial.

Desde el inicio de la colonización, se han expuesto ideas sobre consentir unas reservas o bantustanes para nativos, de mayor o menor tamaño, ello revestido con todos los eufemismos habidos y por haber. Estás promesas suelen servir para cooptar a las élites nativas más cercanas al imperialismo, y para tratar de calmar a parte de las masas oprimidas con promesas y migajas, pero tiene corta duración. Tan pronto como pasa la sensación de peligro para los colonos la idea se esfuma. Y la comunidad internacional solo vuelve a acordarse del estado Palestino, cuando la resistencia emplea la lucha armada.

Quienes proponen soluciones en base a dos estados, y esto lo practica la izquierda que se conforma con ser gestora de los intereses del imperialismo, ocultan el significado real de sus palabras incluso aunque crean que tal disparate es posible. El significado real conlleva dos opciones:

El primero es la voluntad de violar el derecho natural de los refugiados y refugiadas palestinas a volver a sus lugares de origen (derechos también afirmados en múltiples declaraciones y resoluciones de las Naciones Unidas). Somos 14 millones de palestinos entre el interior y la diáspora, mientras que los colonos israelíes que realmente viven en la Palestina histórica (lo que llaman los poderosos territorios palestinos e ‘Israel’) apenas son 6 millones si descontamos los que viven fuera y quitamos también a los palestinos nativos con nacionalidad israelí. 14 millones frente a 6. No dan las cifras para que democráticamente pudiera mantenerse la Entidad Sionista.

La otra opción que obvian maliciosamente es arrebatar derechos políticos a los palestinos, perpetuar el régimen de apartheid y que así si pueda mantenerse algo llamado ‘Israel’.

Hay otra tercera opción aún más retorcida, y es que los palestinos viviéramos en los bantustanes de Gaza y Cisjordania aunque nuestros lugar de origen sean otros. Ahí trataríamos de tener que vivir sin derecho real al retorno, sin soberanía de fronteras, aguas, ni cielo, sin ejército, sin continuidad territorial que permitiera una economía y vida nacional y sujetos a los caprichos genocidas y expansionistas del ocupante.

Hoy en día el régimen colonial de Tel Aviv ocupa parte de Líbano y gran parte de Siria. Un régimen que además tiene un fuerte compromiso con el genocidio internacional, desde la participación en la operación Cóndor, el apoyo a la matanza de congoleños por diamantes y minerales en estos días, o también muy recientemente su apoyo incondicional al régimen de Bakú que ha perpetuado un genocidio contra el pueblo armenio en Nagorno Karabaj hace un par de años, ante la pasividad internacional. De esto sacamos dos lecciones: la primera es que no se trata de religión, pues sionistas judíos ayudan a azeríes musulmanes a realizar una limpieza étnica contra armenios cristianos. La segunda lección es que solo la lucha armada protege a los pueblos frente a la colonización y la limpieza étnica.

Pregunta: Partiendo del reconocimiento del Estado palestino, algo que han hecho en 2024 y por vez primera tres países de la UE: España, Irlanda y Noruega, además de otros 140 países, lo que significa el 81% de la Asamblea General de la ONU. Y aceptando que a los palestinos no se les puede recluir en bantustanes sin fronteras y sin continuidad territorial, sin derechos sobre su espacio aéreo y sobre sus aguas, etc., ¿piensas que es factible el planteamiento que, aunque minoritario, también existe de la convivencia en un solo Estado?

La única solución es una Palestina libre desde el Río hasta el mar y esto es incompatible con un estado colonial como ‘Israel’, efectivamente. Hablamos a de un solo estado democrático donde convivan todas las personas independientemente de su credo, y en igualdad. Debe haber justicia, memoria y reparación, y deben se desmantelar todas las estructuras de opresión colonial. Está ha sido la línea de la Resistencia Palestina históricamente. Palestina es un territorio árabe, mayoritariamente musulmán, y con una importante minoría cristiana que ha rondado el 21%. También hubo siempre una fracción mucho menor de judíos nativos. Cómo el militante judío del Frente Popular para la Liberación de Palestina Nader Sadaqa, que lleva encarcelado por la ocupación 23 años y que podría ser liberado al fin con los intercambios de rehenes.

Hoy en día todas las facciones incluyendo las más demonizadas tienen esta posición. No cabe la persecución religiosa, o la discriminación por ningún aspecto. Cuando digo que es la posición de todas las facciones incluyo a Hamás, pueden consultar sus estatutos de 2017 en internet, que modificó las posiciones anteriores con una visión acientífica e incluso eurocéntrica.

Tenemos el antecedente en la liberación de Argelia. La resistencia argelina no tomo París, ni venció al ejercito nuclear galo en una batalla total; hizo la colonización insostenible con resistencia integral en todos los ámbitos, sostenidos a su vez por la lucha armada. Cuando finalmente se liberaron, el Frente de Liberación Nacional argelino suplicó a los colonos que se quedarán, les reconocieron como compatriotas argelinos para construir la nueva república juntos. Sin embargo, la aplastante mayoría de franceses y franco-descendientes se fue, los conocidos como pied noires. Podían haber vivido e incluso nacido en Argelia, pero solo en tanto en cuanto lo hicieron en colonias blancas, con vecinos blancos, sí que los nativos fueran elevados a la categoría de humanos. No querían permanecer en un país en los que su voto valiera lo mismo que los indígenas. Es de suponer que en Palestina sucederá algo parecido.

Ser colono no es un pecado original, ni una cuestión genética. Ser colono es una posición política que se refrenda todos los días con acciones y omisiones. Todo colono tiene la posibilidad de serlo, tiene la obligación moral de hacerlo. Pero es su decisión.

En la Palestina libre habrá palestinos musulmanes, cristianos, judíos y ateos.

También es natural que una Palestina libre ponga en duda la separación artificial que franceses y británicos crearon en todo el levante árabe. Los libaneses en palestina eran considerados palestinos y viceversa. Se podía ir en tren a Siria sin aduanas. Tenemos la misma lengua, la misma cultura, y una historia muy parecida, y es natural que vayamos hacia nuestra unificación. Un solo estado, sí, pero uno que tienda los brazos y cosa los fragmentos que de su corazón fueron cercenados.

Pregunta: En los últimos 17 meses se han convocado concentraciones, manifestaciones y otros actos de protesta contra el genocidio. Sin embargo, parece que hay dos bloques de colectivos, al menos en Madrid, que dicen luchar por lo mismo, pero que no convocan las movilizaciones unitariamente ¿por qué crees que ocurre esto?

Hay muchos territorios en los que salen diferentes corrientes para apoyar al pueblo palestino. Las diferencias estriban en lo que a estos movimientos les parece táctico, pero también hay diferencias políticas de fondo.

Si acudimos a los lemas el bloque de Asambleas por la Resistencia, que se llama Madrid por Palestina en Madrid es el que tiene madurez política y un compromiso internacionalista explícito. Se habla de apoyar a la Resistencia, se la legítima explícitamente.

Algo similar se ha desarrollado en paralelo en el ámbito autónomo de Euskal Herria, donde Palestinarekin Elkartasuna también muestra madurez política y compromiso internacionalista al priorizar el derecho a la resistencia, o la desaparición del proyecto colonial sionista.

Los otros bloques, con menos presencia de organizaciones políticas palestinas, apoyados por sectores de la izquierda institucional y sobre todo por un el bloque de ONGs impone un discurso menos amenazante para el status quo. Hacen peticiones a sus gobiernos sobre la venta de armas y ruptura de relaciones en el mejor de los casos, como RESCOP, que va madurando poco a poco su línea política, o directamente hablan de paz en abstracto como Gernika-Palestina en Euskal Herria.

Todas las movilizaciones por Palestina son necesarias, aunque la situación requiere más valentía y más escucha a las organizaciones palestinas centradas en su propia liberación nacional.

Hay un marginal tercer grupo, que consiguen relevancia gracias a contactos y medios como la oscura organización Recortes Cero. Que consigue que famosos y organizaciones como UGT o CCOO se sumen a dañinas campañas de “ni genocidio ni terrorismo” que bajo la excusa de la oposición al genocidio y el apoyo a la colonización sionista equiparán a víctimas y verdugos, a terroristas sionistas que cometen un genocidio con la teórica resistencia que la enfrenta. Estos últimos los menciono para poner sobre aviso a los desinformados que quieran apoyar a Palestina sinceramente, porque solo benefician a la propaganda sionista.

Pregunta: ¿Qué futuro inmediato prevés en este conflicto por la ocupación del territorio palestino?

Es difícil hacer predicciones porque el orden mundial está teniendo movimientos sísmicos. EEUU declina y nuevos actores entran a jugar un papel en coaliciones o por separado en sus esferas de influencia. El fin del poderío absoluto estadounidense da pie a nuevos movimientos soberanos en aquello que se llamaba el Tercer Mundo. Varios movimientos de liberación nacional han desarrollado capacidades en la guerra asimétrica capaz de humillar a ejércitos ‘invencibles’, de paralizar parte del comercio mundial, y además se han legitimado ante las masas populares. Por el contrario, EEUU y sus satélites como la UE están en franca decadencia y sin ninguna credibilidad internacional.

No parece que la colonia israelí sea capaz de seguir existiendo mucho tiempo más. Intelectuales como Illan Pappe han reducido su existencia a dos años como mucho. El fin de la sensación de seguridad, el fin del mito de la invencibilidad, las rupturas internas entre castas colonas por origen racial, por laicismo o religiosidad, por liberalismo hipócrita o formas más evidentemente fascistas, hacen ingobernable el proyecto. En su caída las colonias suelen ser aún más sanguinarias, no lo podemos perder de vista. Además, el fin de la ocupación sionista no lleva automáticamente la liberación de Palestina si nos remontamos a la experiencia histórica por ejemplo de Vietnam. Después de expulsar a los colonos franceses tuvieron que sufrir y combatir a los EEUU. Las palabras de Trump sobre anexionarse Gaza han sido probablemente un sondeo sobre esta posibilidad.

Roberto Tornamira Sánchez, para Tribuna Socialista

Palestina, una tierra negada y silenciada por la UNED


DENUNCIA DE CENSURA

A lo largo de estos doce meses de guerra y genocidio en Gaza han llegado noticias sobre actos de censura en universidades alemanas, británicas o estadounidenses, negando la participación de académicos o rechazando la publicación de artículos. También ha tenido lugar algún incidente en universidades españolas, a pesar de que en el país han prevalecido las movilizaciones contra la guerra, han tenido lugar centenares de actos de solidaridad y la propia CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) ha asumido el compromiso de revisar la cooperación con las universidades israelíes cómplices con el colonialismo y la guerra. Pero hay un caso escandaloso de censura académica que ha tenido lugar en la UNED, y que se ha intentado tapar con silencio y evasivas. Un caso que ilustra la incoherencia y el miedo de más de un gobierno universitario.

Unas semanas después del inicio de la guerra de Israel contra Gaza, el profesor de Sociología Ramón Adell y el equipo de audiovisuales de la UNED (UNED Media) puso en marcha la realización de un documental histórico sobre la cuestión palestina, concebido y pilotado por la realizadora Yolanda Prieto. El plan era que, al igual que otros documentales de temática histórica e internacional realizados en ese departamento, el documental de Palestina pudiera utilizarse en las actividades de la universidad y emitirse en el programa que ésta tiene en RTVE y que da una proyección social a sus actividades.

En el documental participó una decena de académicos de varias disciplinas, periodistas especialistas en Oriente Medio y defensores de los derechos humanos. Debe señalarse que entre ellos-as había personas que conocen muy bien, desde dentro y de manera directa, la realidad palestina e israelí. El resultado fue un documental en dos episodios que lleva por título “Palestina, una tierra negada” que recapitula las claves históricas de la desposesión palestina y permite entender mejor la situación actual. El documental utiliza un inestimable material audiovisual histórico y el relato explicativo corre a cargo de los mencionados especialistas. En suma, un trabajo de factura profesional y de excepcional valor didáctico.

El documental se concluyó en marzo. Pero cuando los realizadores se dispusieron a entregarlo a la instancia que debía incluir el trabajo en la programación de televisión, el responsable de Comunicación y Marketing de UNED Media se opuso a su emisión. Alegando que el material es parcial y sesgado (a favor del relato palestino) se permitió señalar una serie de temas que deberían incluirse en un trabajo de este tipo, desplegando una retahíla de lugares comunes y tópicos sobre la cuestión como la justificación del sionismo por el holocausto o la ocultada colaboración nazi-islámica.

Los realizadores y los participantes en el documental consideraron que la decisión de esa persona era simple y llanamente un acto de censura y recurrieron al Rector de la UNED. En esa instancia la respuesta fue el silencio, validando de hecho la cacicada del responsable de comunicación.

Cabe señalar que la UNED tiene una considerable colección de material audiovisual sobre Israel, de toda factura, fruto de actividades diversas a lo largo de varios años. Es incontestable que la producción de un material histórico sobre el hecho colonial y el origen del conflicto en Palestina enriquecería el fondo de la universidad y diversificaría las lecturas.

Podemos aventurar múltiples razones detrás de la decisión; la censura por razones ideológicas, el miedo a cuestionar relatos instalados o la negativa a debatir y contextualizar. Y eso es lo grave, con esas actitudes se participa en mantener la coraza de impunidad de la que ha disfrutado Israel, y con ello la justificación de la limpieza étnica, del colonialismo, de la deshumanización y al final del genocidio en curso. Este tipo de censura tiene sus raíces en la actitud complaciente con Israel que ha prevalecido durante décadas, incluso por parte de la academia. Hoy, revisar ciertos postulados canónicos supone asumir que hubo una larga connivencia con el discurso justificador del colonialismo israelí, y esto es un sapo difícil de tragar. Si no hay argumentos para mantener el relato justificador del genocidio, se recurre a la censura disimulada. Como ha sido este caso.

Este gesto de desprecio por el conocimiento histórico desde las instancias de gobierno de la UNED es llamativo y escandaloso. Exigimos que la UNED levante el embargo sobre el documental “Palestina, una tierra negada“. Ayudadnos a que el Rector y el equipo de gobierno de la UNED reconsidere su silencio censor.

Las-los intervinientes en el documental:

Luz Gómez García, catedrática de Estudios Árabes de la UAM

Carmen Ruiz Bravo-Villasante, catedrática de Estudios Árabes de la UAM

Sonia Boulos, profesora titular de Derecho Internacional de la Universidad Nebrija

Shereen Dagani, periodista de RNE

Teresa Aranguren, periodista y escritora

Ramón Adell Argilés, profesor de Sociología de la UNED

Héctor Grad, profesor de Antropología social de la UAM

Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales de la UCM