
Un año se cumple ya desde la invasión rusa de Ucrania. Un año en que más de 240.000 personas han muerto (40.000 de ellos civiles), según estima el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE. UU. Casi ocho millones de refugiados han tenido que huir del país, y cinco millones son refugiados dentro de la propia Ucrania.
Ucrania está siendo arrasada. El Banco Mundial calcula que en 2022 el país verá su PIB reducido en un 45%. Las tierras de cultivo han sido vendidas a multinacionales americanas. Los niños y las mujeres ucranianas refugiadas se ven sometidos a una durísima situación, mientras las mafias de la trata de mujeres se ceban en ellas como buitres. Toda Europa sufre las consecuencias de la guerra y las sanciones a Rusia. Los precios se disparan y la industria europea está en peligro de desaparecer. Pero los EEUU, con los países de la OTAN y la UE sumisamente tras ellos, insisten en que la guerra tiene que continuar, y la alimentan con entregas de armas cada vez más potentes a Ucrania, hasta la destrucción del país y el hundimiento de Rusia como competidora de los EE.UU. El gobierno de Putin responde a la escalada alimentada por la OTAN con una escalada simétrica.
Como señala un informe del Ministerio de Defensa español, “la contienda, sobre la que se proyecta la sombra de la amenaza nuclear rusa, apunta a un callejón sin salida”.
Mientras las sanciones arruinan a la población trabajadora de Europa, el dinero que necesitan desesperadamente la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos, se desvía a los gastos militares, a enriquecer a la industria de arma- mentos. “Me gustaría gastar el dinero de los impuestos de los suecos en escuelas, hospi- tales y pensiones, pero desafortunadamente
ahora hay que gastar más dinero en defensa”, decía cínicamente la primera ministra sueca, Magdalena Andersson. Así, en España, el gobierno multiplica el gasto militar, interviene directamente en la guerra y permite que se amplíen las bases USA, sin ni siquiera debate en el parlamento. Producto de esta situación, los bancos, las petroleras, las industrias energéticas recogen fabulosos beneficios sobre la base del empobrecimiento de la población trabajadora.
En toda Europa, los pueblos se empiezan a levantar contra la guerra. Como los 50.000 que se manifestaron en Copenhague el pasado día 5, contra la propuesta de aumentar la jornada laboral eliminando un festivo para financiar el gasto de guerra. En distintas ciudades europeas se preparan movilizaciones alrededor del 25 de febrero por un alto el fuego inmediato, por el fin de las entregas de armas. Una campaña internacional ha reunido más de 1.200 firmas de diputados, concejales, responsables sindicales, militantes de distintos signos. Se basa en el Manifiesto titulado ¡Alto a la Guerra! ¡Alto el fuego inmediato, sin condiciones!
El CATP llama a participar en las movilizaciones convocadas en distintas ciudades del Estado para el día 25, a firmar y hacer firmar el manifiesto. Así como a participar en los actos de presentación de ese manifiesto que se van a celebrar en distintos lugares del Estado. Febrero: día 23; Sabadell; día 24, Bilbao; día 28; en Castellón. Marzo: día 1, Barcelona – Facultad de Economía‐; día 1,Getafe…
El CATP organiza una reunión estatal el 22 de abril, en la que la lucha contra la guerra estará en el centro. Os animamos a participar en ella.
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