Llevamos un tiempo en el que no ha habido acontecimiento político en el que el ex presidente del gobierno Felipe González (FG a partir de aquí) no haya tenido un protagonismo relevante, pero no es precisamente porque la militancia de nuestro partido le reclame. Nos lo traen a portadas de periódicos y otros medios de comunicación, los poderosos, aquéllos que hace unos años lo veían como el enemigo número uno.
Felipe ya no es Felipe, dicen los veteranos socialistas que entregaron los mejores años de sus vidas para hacer grande al partido obrero con más años de historia de nuestro país; el partido que ha resistido dictaduras y guerras porque sus militantes lo han defendido de todo tipo de agresiones.
Sorprendió en la última campaña electoral a las europeas reclamando la Gran Coalición. En la víspera de las autonómicas de Catalunya volvió a sorprender diciendo que los votos no podían estar por encima de la ley, para negar el derecho a decidir al pueblo catalán. No son pocas las veces que ha mostrado su disposición a colaborar con Rajoy y por supuesto lo ha hecho con la Casa Real en los momentos en que más visible era su implicación en la corrupción que corroe nuestra sociedad.
En su última aparición, el 24 de enero, en el periódico El País, del grupo Prisa, en una larga entrevista, vuelve a marcar línea y se opone desde todos los ángulos a que se constituya un gobierno de izquierdas. En una de las perlas de la entrevista, viene a decir que «ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobernase».
Es decir, que para él cualquier gobierno, sea del PP o del PSOE, estaría obligado a darse apoyo recíproco, obviando lo que ha hecho el PP durante estos 4 años, indultándolo, y negando a la mayoría del país la posibilidad de dar un cambio de rumbo total a las políticas ejecutadas hasta el momento.
FG y el coro de voces territoriales que con distintas palabras dicen lo mismo que él, sólo apunta dos opciones de gobierno: o con PP o con Ciudadanos. Es decir, siempre con la derecha, para seguir aplicando los recortes que el FMI, y el resto de organismos internacionales exigen y que en estos momentos cifran en más de 10.000 millones de euros que evidentemente se concretan en más recortes, más pérdida de derechos y más sufrimiento.
Según publicaba el ABC, el domingo 31 de enero, el 90% de los militantes del PSOE está en contra de las opiniones de Felipe cuando defiende una alianza con el PP, estadísticas que aunque tomamos con mucha prudencia viniendo de donde vienen, permiten deducir que, hoy, millones de trabajadores ven en el otrora “Isidoro” de la clandestinidad antifranquista, a un desconocido que representa los intereses más oscuros del capital.
Aun así, la influencia en ciertos sectores del partido sigue siendo notable, y para conseguir su objetivo, está presionando hasta las últimas consecuencias al partido que se lo dio todo, llevándolo al borde de la peor crisis que haya conocido en su historia reciente.
En el Comité Federal del pasado 30 de enero se puso de manifiesto la tremenda división que hay dentro de nuestro partido, división que expresa cómo una parte del partido, que se alinea con la vieja guardia, quiere dar continuidad a las políticas aplicadas por el PP, adornándolas o maquillándolas de diferentes formas. Por otra parte, viendo que la aplicación de las políticas de austeridad y recortes supondrían que nuestros militantes nos abandonen y nuestros votantes opten por otras alternativas, buscan una tabla de salvación en la constitución de un gobierno con la parte “dulce” de la derecha, Ciudadanos, quien pone como condición para acordar con el PSOE la complicidad de PP, condicionando así las políticas del futuro gobierno progresista a poco que éste quisiera hacer realidad nuestros compromisos electorales.
Un hipotético acuerdo con Ciudadanos sustentado por PP en la retaguardia, sería la forma que tomaría la «Gran Coalición» defendida por la vieja guardia. Sería la fórmula más beneficiosa para el PP, que impondría lo esencial de su política y no aparecería en la primera línea del desgaste político que supondrá en el futuro aplicar las políticas que están determinadas en los Presupuestos Generales que han dejado aprobados para 2016.
Todos los poderes financieros, mediáticos e institucionales, incluso internacionales, arriman el hombro para que haya un «gobierno estable». El problema es ¿qué gobierno va a tener la fuerza suficiente para aplicar las políticas que exigen estas instituciones internacionales? El escenario actual parece conducirnos hacia un callejón sin salida, en el que sólo es posible el caos y el sufrimiento para los más desfavorecidos. Sin embargo, es posible salir de esta situación y abrir una perspectiva de futuro para la mayoría social.
No podemos negar que desde Podemos se añade una tensión interesada a la negociación de este posible pacto, pero tampoco puede nadie negar que la responsabilidad de alcanzar dicho pacto para frenar y revertir la actual situación en la que millones de familias trabajadoras se encuentran en la actualidad requiere situar los intereses de la clase trabajadora por encima de los intereses electoralistas y partidistas. Frente a la fraudulenta estabilidad demandada por los mercados reclamamos la auténtica responsabilidad de atender las necesidades de la población.
La salida política pasa por un GOBIERNO DE IZQUIERDAS que ponga fin a las políticas del PP y abra el camino hacia un tiempo nuevo.
La semana del 18 de enero Tribuna Socialista inició una recogida de firmas, dando apoyo a una carta, abierta y colectiva, dirigida a Pedro Sánchez, en la cual mostramos todo nuestro apoyo para que trabaje para la formación de este gobierno de izquierdas. La carta fue entregada a la mesa del Comité Federal durante su celebración el mismo día 30, con 911 firmas recogidas en pocos días y que tiene representación de todas las ciudades importantes del estado español. Hoy supera los 1.000 firmantes.
La carta finaliza reclamando lo siguiente:
Accede al nº 63 de TS pinchando aquí http://es.calameo.com/read/004538602b4964c8a06bc