Tres lustros en el camino hacia la “REsPÚBLICA”

Desde el principio, número tras número, TS ha defendido la opción por la República como modelo de Estado y/o como forma de Gobierno. Y lo hemos hecho anteponiendo los valores que conservamos en nuestra memoria histórica, pero sin romanticismos simbólicos ni anclas en el pasado.  Con la consideración que otorgamos a esta forma de Estado: justicia, responsabilidad, libertad y democracia. Son valores que representan y encuadran la convivencia pacífica en sociedad. No son privativos de una forma de Estado, pero en nuestro imaginario los asociamos a la forma republicana.

-Un Estado en el que la Justicia sea igual para todos y todas, pero de verdad, y su prestigio no deje lugar a las dudas.

-Un Estado en el que la irresponsabilidad y la inviolabilidad sólo den cobertura a los actos de Estado y al desempeño democrático de las instituciones.

-Un Estado en el que las libertades no se vean condicionadas y los derechos fundamentales: huelga, expresión, manifestación…no se vean lesionados ni agredidos por visiones ideológicas de gobierno.

Esta concepción de la República es respetuosa con el marco jurídico de nuestro ordenamiento constitucional. En consecuencia, nuestra posición se orienta a una reforma constitucional, no por imposición; la República sí ha de ser, será por la voluntad democrática libremente ejercida por el deseo mayoritario de los ciudadanos.

Este respeto a las normas de convivencia, a la voluntad de decidir, y a las instituciones democráticas de quienes nos reclamamos republicanos hace aún más extraño que quienes precisamente representan a una institución «fundamental», se comporten con tal desprecio a los ciudadanos y a las leyes que nos hemos dado: la corrupción es incompatible con la democracia.

No sólo es falta de respeto, sino que, presuntamente, se cometen delitos amparándose en las garantías jurídicas que reservamos a altas instituciones para preservarlas, otorgándoles una protección que sorprendentemente se utiliza para eludir controles y no rendir cuentas ante el Parlamento, y la Justicia. Además, no sólo se eluden controles, también responsabilidades fiscales, y se utiliza la institución para conseguir trato de favor, contratos, comisiones…vil enriquecimiento como fin último.

Es decir, el absurdo es que quienes ostentan la institución monárquica se comporten sin ningún respeto para con ella ni para nuestro país, mientras que quienes queremos poder decidir libremente, mediante una reforma democrática, cambiar la Monarquía por una República, sustentamos con nuestro escrupuloso respeto a las normas aquello que deseamos cambiar.

La República es para Tribuna Socialista un motor de avance hacia el futuro, mientras que la Monarquía es un eslabón que aún mantenemos con nuestro más triste y lamentable pasado. Ha sido una herramienta subsumida por la democracia mediante la constitución de 1978. Han transcurrido cuarenta y dos años de aquello y es el momento de comenzar a madurar el derecho de los pueblos del Estado a su avance democrático, sin ligaduras a estamentos cuya función social no se corresponde con una verdadera democracia.

Nuestra actitud, a pesar de todo, es un acto de conciencia, de responsabilidad y de respeto a nuestra convivencia democrática. Y, lo es aún más ante la evidencia de que ya nada justifica su existencia, de que no hay ningún motivo para preservar una institución que actúa a espaldas de quien dice representar.

Ninguna institución sirve si no tiene absoluto respeto por aquellos y aquellas a quienes representa, y no puede mantenerse si, como consecuencia de su propio comportamiento, deja de tener la confianza de los ciudadanos para el cumplimiento de sus tareas.

QUOUSQUE TANDEM ABUTERE PATIENTIA NOSTRA?

(¿cuánto tiempo abusarás de nuestra paciencia?)

En coherencia con todo lo anterior, en el Tribuna Socialista número 1, publicábamos un artículo, de la compañera Silvia Font, titulado “Propuesta por un Estado laico”. Las críticas de esta pasada semana, al Presidente del Gobierno, por no haber asistido a una misa, demuestran que el cambio constitucional no es solo la necesidad del cambio de un Rey por otra persona que encarne la cualidad de Presidente. El cambio obedece a la necesidad de dejar de ser un Estado cuyas leyes máximas aún miran hacia el pasado más lejano, cuasi medieval.

Esa coherencia nos ha llevado a colaborar con el Comité por la Alianza de los Trabajadores y los pueblos (CATP) en el trabajo por la unidad para caminar hacia la República.

Por tanto, TRIBUNA SOCIALISTA, reitera su compromiso con una reforma constitucional, para que los ciudadanos decidan libremente sobre la forma del estado español, y manifiesta su inequívoca posición a favor de la  III REPÚBLICA.

Eduardo Hernández Oñate

Tribuna Socialista

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