En el siglo pasado coexistían en España dos tipos principales de entidades financieras, con intereses opuestos, los Bancos y las Cajas de Ahorros. Con el RDL de 11/2010 de 9 de julio y con el posterior RDL 2/2011 de 18 de febrero las Cajas de Ahorro tuvieron que desaparecer, se reconvirtieron en Bancos. Frecuentemente encontramos en los medios de comunicación artículos en contra de este tipo de entidades. El público en general también muy a menudo tiene un mal concepto de ellas.
Para hablar del origen de las Cajas de Ahorro, paradójicamente, hemos de hablar primero de los Sindicatos Obreros de mediados del siglo XVIII, ya que su Caja de Resistencia, además de sostener las huelgas, tenía una vertiente asistencial. Cuando un afiliado moría, el Sindicato cuidaba de su viuda y de sus hijos huérfanos. También cubría la invalidez y la larga enfermedad de sus afiliados. Esta circunstancia comportó un incremento extraordinario de la afiliación sindical. Los burgueses más civilizados, que eran los que consideraban que la represión no podía ser la única arma contra los obreros, idearon un sistema para frenar lo que para ellos era una peligrosa progresión sindical y crearon las primeras Cajas de Ahorros, ligadas a los Montes de Piedad. Si un obrero tenía un contratiempo importante, dejaban un objeto pignorado (normalmente el colchón) a cambio del dinero que necesitaban. Cuando devolvían el dinero, lo recuperaban. Los Montes de Piedad fueron un recurso de la derecha política para atenuar el poder de los Sindicatos, cosa que consiguieron en parte. La izquierda política vio desde sus inicios en las Cajas de Ahorros un rival, lo que no favoreció una buena opinión sobre ellas.
El éxito de las Cajas ligadas a los Montes de Piedad, dieron como fruto una segunda fase de Cajas más generalistas, como por ejemplo en Cataluña, la “Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis de Catalunya i Balears” más conocida como “La Caixa” creada en 1904. Inicialmente, por estatutos, no podían tener como clientes personas que estuvieran por encima de un determinado nivel de renta. En ellas, además, se fomentaba el ahorro para la futura vejez, los futuros planes de jubilación.
Actualmente la opinión pública no recuerda que las Cajas de Ahorro nacieron con el propósito de fomentar y favorecer el ahorro de las clases humildes, los trabajadores. Tal es así que en sus inicios abrían solo los domingos. El único día que los obreros tenían libre. Eran entidades sin ánimo de lucro y por tanto en sus estatutos se fijaba que todos sus beneficios se destinaran a obra social. Las Cajas llegaron a ser muy potentes, llegando a controlar prácticamente más del 50% del mercado financiero. Sus beneficios eran también muy cuantiosos. Su Obra Social destinaba todos estos beneficios, repito sus estatutos así lo exigían, a toda clase de ayuda social. Millones de euros se destinaron a la investigación contra todo tipo de enfermedades, pero principalmente contra el cáncer o la SIDA. Se destinaron también a paliar la pobreza, a la integración social y laboral, a la cultura en general en todos sus ámbitos, a becas, y un largo etc. Cualquier persona, científico, asociación, empresa, ONG, artista o entidad vecinal, podía presentar su proyecto y obtener fondos si, después de su estudio, se aprobaba la concesión.
Los Bancos per contra, son entidades con propietarios, los socios, sus accionistas. Las ganancias van a parar directamente a los bolsillos de sus socios mediante el pago de dividendos. Casi todo el mundo puede ser accionista de un Banco, pero son los grandes accionistas los que tienen las mayores fortunas de este país.
El modelo de las Cajas era un modelo de éxito que ayudaba de forma activa a la gente humilde. Sin embargo, fue un modelo atacado continuamente por los diferentes estamentos. Ya en 1928 se creó la CECA, la “Confederación Española de Cajas de Ahorro” para defender sus intereses de forma unida.
¿Cuáles fueron las razones reales de su desaparición?
A mi entender hay dos que provienen de las razones que hemos comentado. Por un lado, el gran capital no podía permitir la existencia de un modelo de gestión económico exitoso que no se basara al ciento por ciento en el capitalismo salvaje de nuestros días. Tampoco podían permitir que las ganancias del sistema financiero se pudieran repartir de una forma altruista. Eran muchos beneficios que no iban a parar directamente a los poderosos de siempre. Un pastel demasiado atractivo para repartirlo con el resto de la gente.
¿Como lo consiguieron finalmente? Generando la crisis de los títulos de renta fija, la que se ha conocido como crisis de las preferentes y fomentando una campaña de descredito y desinformación sin precedentes en los medios de comunicación. Esperaron su momento y lo hicieron aprovechando las consecuencias de la crisis inmobiliaria del 2008, cuando muchas entidades financieras estaban ya debilitadas por los impagados.
A mi entender, la crisis de los títulos de renta fija tuvo unos responsables directos que no se acostumbra a nombrar en los medios de comunicación. La culpa está repartida entre la Unión Europea, el Gobierno nacional de turno, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, todos ellos poniéndose, sabiéndolo o no, al servicio de la Gran Banca.
Como decíamos, los Bancos funcionan con acciones que constituyen su patrimonio. Estas acciones dan dividendos, que son la forma de repartir los beneficios entre sus accionistas. Cuando necesitan financiar sus proyectos, una forma de conseguirlo es haciendo una ampliación de capital, emitiendo más acciones.
Las Caja de Ahorros, no funcionan con acciones, no tienen dueños, no disponian de este mecanismo. Dentro de su patrimonio tenían unos títulos de renta fija que o bien formaban parte de sus activos de forma permanente o bien tenían unos vencimientos o finalidades concretas. Eran una de las formas de financiar sus proyectos. Ejemplos de renta fija podían ser las participaciones preferentes, la deuda subordinada o las cedulas hipotecarias. Cada Caixa tenía sus propias emisiones de renta fija. Títulos que no cotizaban en bolsa, que no eran de renta variable como algunos dicen aún en muchos artículos colgados por Internet, que tenían un vencimiento concreto, un tipo de interés concreto y formaban parte del patrimonio individual de cada Caja de Ahorros.
Las Cajas, a la práctica, no negociaban estos títulos entre ellas, ni con otras Entidades. Los tipos de interés de estos productos estaban siempre por encima de cualquier otro producto de mercado para que siempre fueran competitivos y deseables, y gozaban de cierto prestigio. Estos elevados tipos de interés junto con que las emisiones no eran muy grandes, hacía que siempre hubiera en cada Entidad una lista de espera de clientes que querían estos productos. Cuando, por ejemplo, un cliente deseaba vender sus títulos de deuda subordinada, se le ofrecía la compra a otro cliente de la lista de espera y así hasta su vencimiento. El cliente que quería vender recuperaba su dinero de forma inmediata. La liquidez era total con este sistema y muy semejante al funcionamiento de un plazo fijo. Muchos empleados y sus familiares figuraban en estas listas esperando la posible compra dado que se consideraban productos muy seguros y muy rentables. Tenían más de un siglo de existencia con una utilización eficiente y correcta. Estos productos además gozaban con la aprobación expresa del Banco de España. El Banco de España que, además, auditaba de forma anual las Cajas. Se comercializaron así y sin incidencias durante décadas y este sistema hubiera seguido funcionando durante tiempo y tiempo.
En el año 2011, de un día para otro, sin previo aviso ni a clientes, ni a empleados de oficinas, con la excusa de la transparencia, siguiendo unas directrices difusas de Europa, con el visto bueno del Gobierno, con el silencio y la complicidad del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se obligó a que todas las transacciones de compra y venta de estos productos (participaciones preferentes, etc…) tenían que efectuarse necesariamente a través del mercado secundario español de renta fija. De la noche a la mañana se cambiaron las reglas del juego. Se prohibía expresamente la venta individualizada entre clientes de la misma Entidad. Se obligaba a todas las empresas que habían emitido títulos de renta fija, las Cajas principalmente, pero también empresas como TELEFONICA, REPSOL, ENDESA…que también habían emitido participaciones preferentes a depositar estos títulos en un mercado global secundario. Repito de la noche a la mañana. Además, estos títulos empezaron a tener una cotización.
Cuando estos títulos entraron de forma masiva y de golpe como oferta en este mercado secundario, sin una contrapartida de demanda inmediata, lógicamente colapsaron el mercado. Su recién nacida cotización cayó en picado. Los clientes de estos productos se sintieron estafados. El mercado se colapsó durante unos años, el producto dejó de tener liquidez y a estar desprestigiado. Todos los clientes querían recuperar su dinero a la vez. Algunos lo conseguían con una pérdida considerable otros no. Todo esto provocó pánico. Los medios de comunicación incrementaron ese pánico. Fue una rueda. La idea que se transmitió era el engaño, la realidad es que un cambio legal varió el funcionamiento de estos títulos, y no permitió que se hiciera de una forma ordenada y escalonada.
Algunas Cajas, las más solventes, encontraron formas de tranquilizar y facilitar la recuperación del dinero a sus clientes. Otras Cajas ya debilitadas no pudieron hacer frente a la situación. Pero todas perdieron su prestigio y la confianza de sus clientes.
Nadie puede adivinar el futuro, los empleados fueron acusados de engañar a los clientes. Simplemente no podían prever los cambios futuros. Si lo que perseguía el legislador era favorecer un sistema más global y transparente, podría haberlo hecho dejando vencer las emisiones vigentes y fijando la nueva norma para las posteriores, por ejemplo. En mi opinión, los gobernantes eligieron este sistema, a unos por incompetencia les colaron un gol, pero otros accedieron con el claro propósito de desprestigiar y hacer desaparecer las Cajas. Cosa que consiguieron. Con su desaparición, desaparecieron también millones de euros de ayudas a través de sus Obras Sociales. Unos fondos que hacían mucha falta y que difícilmente recuperará el sistema, dado que ahora ya forman parte del patrimonio de los poderosos de siempre y que los mantienen a buen recaudo en sus ya muy repletos bolsillos.
María Pilar Solà Pardo
Ex-empleada de Caja de Ahorros