
De nuevo Europa en guerra, y, como otras veces, un dictador disfrazado de elecciones plebiscitarias ha decretado una invasión y la guerra a otro país, siempre más débil.
Putin, de manera larvada antes y abiertamente ahora, está arrasando a la barbarie al pueblo ruso, y masacrando al ucraniano.
Otra vez asistimos a maniobras de contención y condena, a intentos de apaciguamiento para «convencer» al lobo de que respete las vidas ajenas…los nuevos Sudetes y Polonia (Donbas, y Crimea) no sirven para que veamos sus verdaderas intenciones ni para, finalmente, evitar la guerra abierta.
Y en medio los seres humanos, muerte tras muerte.
¿Y, qué hacemos los demás? Enviamos material bélico, hacemos declaraciones e imponemos sanciones, mientras la guerra continúa.
La guerra, la destrucción, las masacres, las constantes violaciones de todos y cada uno de los derechos humanos continúan sin que seamos capaces de frenar esta locura.
En medio de semejante situación, es comprensible que se ayude a Ucrania, refugiados, hospitales, ayuda material de reconstrucción, e incluso material bélico, ya hubiese querido nuestra 2 República…y sin embargo esta política de «ayuda» se asemeja demasiado a aquella de » No intervención». Ni evita la guerra, ni la pone fin, tan sólo la alarga y las personas siguen sufriendo y muriendo.
Y no se nos olviden las guerras de Yemen, Afganistán, Sudan, Sahara, etc.
¿Qué hacer?
Lo sabemos perfectamente.
Solo organismos internacionales de Paz, con el reconocimiento y respeto inexcusable de todos serían capaces de imponer la paz. La paz humanitaria, no la paz romana.
La ONU, y otros organismos internacionales deben ser respetados y tenidos por garantes absolutos de la paz y el respeto de los Derechos Humanos.
No podemos perpetuar las condenas tibias e inútiles, las intervenciones militares catastróficas las ayudas de material bélico a los contendientes, aunque sea justificable a quien se defiende de la agresión, son inútiles.
Hay actitudes de algunos países dignas de consideración, de reconocimiento por la ayuda que prestan ante las desgracias y miserias de la guerra, pero sólo son paliativas, y aunque decentes no frenan la barbarie.
Lo demás son buenas intenciones, y en algunas ocasiones… tráfico de armas.
NO A LA GUERRA, es ilimitado, incuestionable, e inexcusable.