Llamarlo como queráis, pero es “Lawfare”

Uno de los poderes del Estado se muestra contemplativo ante un caso de “law fare”, de esos que se dicen “de libro”. Un juez más, y ya son muchos, demasiados, irrumpe en la escena política para incidir en los resultados de unas elecciones. Es tan burda la maniobra que parece mentira, pero es tristemente cierto.

El problema sería anecdótico si la evidencia de la existencia de una fracción de la derechona añorante del franquismo dentro de las instituciones del Estado no fue tan patente y con tantos antecedentes. El problema de la indecencia filofascista que no ha salido des las instituciones es que sus actos tienen consecuencias irreparables.

Los casos de Mónica Oltra en País Valenciano, el de Alberto Rodríguez en el Congreso de los Diputados, el de los acusados de terrorismo por una pelea de bar en Alsasua, la policía patriótica actuando al servicio del PP, el juez García Castellón acusando de terrorismo a políticos catalanes…El listado de casos y hechos sería largo de relatar.

En su desesperación, la derecha política, mediática y judicial acude a lo que ya se ha visto en otros países, siempre con la misma pauta: denuncia falsa que es admitida por un juez y secundada por la correspondiente campaña política. El último caso que hemos visto de cerca fue en Portugal, contra Antonio Costa en otoño del año pasado.

Ahora el objetivo es el presidente del Gobierno, pues lo que no son capaces de conseguir en las urnas están dispuestos a alcanzarlo con el método que la extrema derecha viene implementando por el mundo.

Es la prueba de que la derecha heredera del franquismo: PP, VOX y los rescoldos de C´s, no están dispuestos a que este país pueda vivir en paz y libertad, por eso se empeñan en la confrontación y la exclusión, de ahí que hiperventilen ante la Ley de Amnistía o la Ley de Memoria Democrática.

Esta situación pone en evidencia que la transición no resolvió el problema de la dictadura. Ahora que se cumple el 80 aniversario del desembarco de Normandía, conviene recordar que los aliados aplicaron en Alemania una desnazificación, pero en España no se aplicó una depuración franquista. Por el contrario, se alentó que las estructuras institucionales de la dictadura continuasen vivas, con simples cambios de nombres, es el caso del TOP, cuyos muchos de sus magistrados pasaron a formar parte de la Audiencia nacional y del Tribunal Supremo, y claro, eso deja escuela, y de aquellos polvos estas ciénagas. De la misma manera que ministros franquistas se pusieron un traje de demócrata y constitucional y se dedicaron a constituir partidos que hoy acosan al gobierno.

Esta maniobra torticera, que irrumpe en plena campaña electoral, es un ataque frontal a la democracia y a las libertades. Una afrenta que debería ser contestada con una gran movilización ciudadana organizada y promovida por las organizaciones políticas y sindicales de la izquierda. Movilización que debería ir acompañada con decisiones políticas claras, como la derogación de la “Ley Mordaza”, la derogación de la Ley 15/97 que permite y anima a la privatización de la Sanidad Pública, la puesta en marcha de una Auditoría a las cuentas de la Seguridad Social tal como está recogido en la Ley 21/2021, la puesta en marcha de políticas contundentes para intervenir en el mercado de la vivienda, y toda una serie de necesidades de la mayoría social que debería abordar con valentía el gobierno de colación progresista actual.

El mensaje más eficaz contra la extra derecha y sus distintas versiones es la movilización y la toma de decisiones políticas en favor de la mayoría.

El Comité de Redacción
9 de junio de 2024

Nace Dignidad y Justicia en las Residencias de Mayores

La asociación recién creada está constituida por familiares de fallecidos y activistas en defensa de la Sanidad Pública y los Derechos Humanos.

Asociación Dignidad y Justicia en las Residencias de Mayores (DJRM), se constituye exigiendo las responsabilidades que pudiesen derivarse de una mala praxis realizada durante toda la pandemia, y más concretamente en los primeros días de la misma.

DJRM promoverá la existencia de una trama comunitaria con un conjunto de organizaciones, colectivos sociales, asociaciones de familias de víctimas y vecinales y ciudadanos y ciudadanas conectados entre sí, que compartan una perspectiva común en torno a la necesidad de propiciar la investigación de las causas por las que 41.174 personas murieron en Residencias de mayores, en 2021, en todo el Estado, según datos publicados en https://es.statista.com/estadisticas/1201589/fallecidos-residencias-a-causa-de-covid-19-por-region-espana/

Cuatro años después, todos gobiernos de los territorios, han cerrado el escenario de sus responsabilidades. En la Comunidad de Madrid, donde murieron 7.291 personas en las Residencias a los que se les negó la atención médica hospitalaria, y en la que la judicatura está archivando las causas que se presentan. Queda un resquicio de esperanza con las “Conclusiones de la Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias de Madrid”.

En Catalunya, el Parlament aprobó unas conclusiones en las que se evita señalar culpables directos y se avala la tesis de que “se hizo lo que se pudo porque nadie en el mundo estaba preparado“. Estas conclusiones las rechazan las familias de las víctimas, que piensan que ha habido un pacto político para minimizar la tragedia. Y deberían rechazarlas el conjunto de la sociedad, pues la falta de previsión, por parte de los poderes públicos, nos pone en riesgo a todas y a todos en materia de Salud y Dependencia.

Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura no disponían de información respecto de las causas. En Asturias, Baleares, Murcia y Navarra aportaron los datos, sin explicar las causas.

En la Comunitat Valenciana sí aportó la información, pero a fecha 30 de octubre de 2020 y no a 30 de abril de aquel año.

DJRM no sólo no cierra las puertas de las instituciones políticas y jurídicas europeas, sino que organizará y canalizará acciones contundentes que permitan sensibilizar a la sociedad civil de la necesidad de conocer la verdad de lo sucedido con todas sus consecuencias.

Desde DJRM nos proponemos promover, con los familiares de los residentes, una nueva Ley de Residencias, con mínimos exigibles de obligado cumplimiento comunes para todas las CC.AA.

DJRM, hace un llamamiento a la ciudadanía comprometida con la defensa de valores públicos a participar en la organización de un movimiento social que tome en sus manos la denuncia y organización contra la mafia empresarial que representa el modelo del negocio de la dependencia.

Mercedes Huertas
Presidenta de DJRM
I Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos ha celebrado un nuevo Encuentro presencial

Razones para entender la desafección por las elecciones europeas

A partir del próximo 6 de junio están convocadas elecciones al Parlamento Europeo. En España votaremos el próximo domingo 9 de junio. La participación en las Elecciones Europeas no ha parado de descender desde la primera convocatoria en 1972. Desde 1994 menos de la mitad de los votantes europeos acude a las urnas en cada convocatoria. Solo unos pocos paises registran participaciones altas, pero la razón es que en Bélgica, Bulgaria, Chipre, Grecia y Luxemburgo el voto es obligado. La desafección es clara, pero ¿cuáles son las razones?

Una primera razón es el carácter de «elección de segundo orden» de estos comícios. Mientras en la mayoría de elecciones, el pueblo elige sus representantes para que a su vez elijan un gobierno, en el caso de las elecciones al parlamento europeo no es así. Elegimos representantes, pero éstos no eligen ningún gobierno. El Gobierno de Europa es la «Comisión Europea» que ostenta el poder legislativo y el poder ejecutivo y cuya composición es de un miembro (comisario) por cada Estado.

De hecho, la iniciativa legislativa de los representantes elegidos por el pueblo se reduce a la posibilidad de proponer a la Comisión Europea la adopción de medidas legislativas, pero su proposición no tiene carácter vinculante. Por otro lado, no tiene ninguna facultad para controlar o decidir sobre la política económica y monetaria que es competencia exclusiva del Banco Central.

Una segunda razón, es la percepción de que cuando se trata de recortes o de fiscalizar las políticas de los países miembros, la Unión Europea tiene competencias. Cuando se trata de homogeneizar derechos en toda la Unión Europea, entonces la UE no tiene competencias, ya que las mismas residen en los estados miembros. Es decir, la misma Unión Europea que impone el cierre de los astilleros, el cierre de las minas, la libre deslocalización de industrias o que pone trabas al sector agrario y ganadero, en nombre de la “libre competencia» y la lucha contra el cambio climático, rechaza la posibilidad de establecer iguales derechos sociales para todos los europeos.

La tercera de las razones es la subordinación a los Estados Unidos. Desde su fundación, la subordinación a los intereses norteamericanos ha sido una constante. Por poner solo un ejemplo que diversos artículos de Tribuna Socialista han analizado en profundidad durante los últimos años: el papel de Europa en la guerra de Putin. ¿quién además del propio Putin está alimentando esta guerra sino EEUU? Desde el inicio de la guerra de Ucrania, ¿qué pais ha aumentado exponencialmente su cuota de mercado de gas licuado en Europa sino EEUU?

Como cuarta razón para explicar la desafección por las elecciones europeas, podemos hablar de la propia desmovilización de los partidos, especialmente los de izquierda. Por poner solo un ejemplo. ¿En cuántas agrupaciones socialistas se han organizado grupos para pegar carteles o hacer campaña electoral?. Respuesta: en muy pocas, y con un material muy exíguo: solo un 10% de los carteles de farola, ni un solo folleto explicando el programa electoral, sin carteles de papel, El resultado: menos interventores y apoderados para las mesas electorales y reducción de la militancia a ser meros espectadores de los actos en que interviene Pedro Sánchez.

Iré a votar, pero sin ilusión ni esperanza de cambio. Habría que ir pensando en constituir una nueva Europa que sea una verdadera alianza democrática de trabajadores y pueblos.

Carlos Fernández

EUROPA, MÁS EUROPA FRENTE A LA BARBARIE


Por Manolo Romero

Coordinador RUGE-UGT en Sevilla

Este 9 de junio se celebran las elecciones europeas y, probablemente, significarán el inicio de la ruptura del proceso integrador o, esperemos, de una nueva fase de profundización de las relaciones e integración entre los Estados miembros. Afirmaciones como estas pueden parecer manidas, pero esta vez no sólo está en juego el futuro del mayor proyecto de unión entre naciones de la Historia, sino el riesgo de que volvamos 70 años atrás, el riesgo de volver a esa concepción nacionalista excluyente entre pueblos, el riesgo de levantar muros entre vecinos y el riesgo de la pérdida de derechos y libertades.

Siguiendo el pensamiento de Robert Schuman, uno de los padres fundadores del proyecto comunitario, Europa está en riesgo constante, no se construye de una sola vez; sino de manera prolongada en el tiempo, con vaivenes y amenazas que hacen vital el compromiso de la ciudadanía y, en especial, de la clase trabajadora, para su supervivencia.

Hoy, de nuevo, la barbarie llama a las puertas de Europa. Algo que creíamos extinguido tras el último gran conflicto de Los Balcanes, vuelve a suceder casi treinta años después. Al margen de la amenaza en sí misma que la guerra constituye, es importante reflexionar sobre la capacidad de la Unión Europea para revolver estos conflictos y, llegado el extremo, participar de ellos para asegurar el respeto a los derechos humanos y garantizar las libertades. Si en Europa radica el origen del conflicto (no olvidemos, tanto Ucrania como Rusia son Europa), también de Europa debe partir la solución. Son muchos los intereses que giran en torno a las guerras y si en el mundo hay una institución que de verdad vele por los derechos y el progreso de las personas, esta es la Unión Europea. Por tanto, necesitamos unas instituciones comunitarias comprometidas, fuertes, solventes, ajenas a presiones de otras potencias, y que reivindiquen los valores y el acervo comunitario.

Por ello, es hoy más importante que nunca apostar por más Europa, votar con sentimiento comunitario para que quienes pretenden destruir la Unión desde dentro no se valgan de ella. Esta amenaza es la que hoy día representa la ultraderecha y el nacionalismo populista excluyente, ese que creímos superado hace tantas décadas y que hoy vuelve al albur de la desinformación y financiada, a menudo, por quienes no representan ni el 1% de la ciudadanía.

Precisamente por eso comentaba la importancia de la clase trabajadora y también las clases medias, como músculo demográfico para proteger nuestras instituciones. Porque que el progreso y la justicia social sigan siendo principios inspiradores de este proyecto transnacional nos beneficia, ante todo, a las mayorías sociales; y somos nosotros quienes tenemos el deber de protegerla.

Por ello es más importante que nunca la movilización. La paz, la convivencia, las libertades y la redistribución de la riqueza son premisas que han beneficiado a la sociedad en su conjunto, sí, pero en especial a la clase trabajadora. Quienes antes sufrían las guerras ahora disfrutan de la paz; quienes antes se veían desprotegidos y en la pobreza ante las crisis ahora reciben un sistema de protección social; o quienes eran perseguidos por su origen o religión ahora ven respetada su identidad. Todo esto es una realidad mayoritaria para los pueblos y ciudadanía de Europa. Sólo nuestra voluntad y compromiso cívico puede salvar un modelo que, pese a sus muchas carencias, nos han convertido en el lugar del mundo con mayor calidad de vida y esperanza en el futuro.

Desde las instituciones comunitarias, gracias a las fuerzas políticas mayoritarias europeas resultantes tras cada comicios, se han impulsado a lo largo del tiempo medidas que han mejorado sustancialmente la vida de la gente. Muchas de ellas, que repercuten en las mayorías sociales, que han fortalecido el salario mínimo, regulación de las plataformas digitales o el teletrabajo, aportado nuevos derechos por la conciliación, la exigencia de modificar la regulación del despido porque sale demasiado barato, medidas para mejorar la vida de la juventud, etc.

En definitiva, en estos momentos de crispación en los que recorre Europa la amenaza de la polarización social, basada en los bulos y en la guerra del último contra el penúltimo, frente al extremismo, apostemos por más Europa. Como dijo Altiero Spinelli, otro de los padres fundadores del proyecto europeo, “sólo el europeísmo de verdad y una soberanía propiamente europea permitirá que sean los europeos los que resuelvan sus problemas”.

Sevilla, a 31 de mayo de 2024.

Hemos enviado una carta a la ministra de Sanidad

Hace unas pocas semanas, el Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos (CATP) puso en marcha una iniciativa consistente en dirigir una carta colectiva a la Ministra de Sanidad, Mónica García, pidiéndola que actúe con inmediatez en tres líneas:

  • Derogación de la Ley 15/1997 sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud, de los artículos 66,67 y 90 de la Ley 14/1986 General de Sanidad y de todas las disposiciones que permiten la privatización de la sanidad.
  • Derogación de las normas que permiten la intromisión de las mutuas en el control de las bajas laborales por contingencias comunes.
  • Aprobación de un presupuesto de urgencia finalista para la sanidad, que permita a los distintos servicios de salud recuperarse de los recortes sufridos y mejorar su funcionamiento y condiciones de trabajo para frenar y revertir la fuga de profesionales.

Las dos primeras peticiones que son comunes a todas las comunidades autónomas, en tanto que se trata de legislación de ámbito estatal, y que suponen el punto de apoyo para todos los gobiernos autonómicos que tienen la privatización de la Sanidad Pública como una política de acción. La segunda, es urgente y necesaria para paliar los recortes económicos que se vienen aplicando en la Sanidad de todas y todos.

La carta fue registrada en el Ministerio de Sanidad el día 20 de mayo, tras haber superado los 1000 primeros firmantes, objetivo que los organizadores se marcaron. Esto no significa que se haya cerrado la posibilidad de adherirse a esta misiva la ministra. De hecho, a fecha de redactar esta nota, se han incorporado más compañeros y compañeras tras entrada en Registro de la carta. Sumarse a la carta es tan sencillo como enviar un mensaje de adhesión a: cartamonicagarcia@gmail.com con el nombre y apellidos, la organización a la que se pertenece y la provincia o localidad en la que se reside.

Una vez que la carta toma dimensión pública, algunos medios de comunicación están mostrando interés por este debate que le proponemos a la titular en el Gobierno de la cartera de Sanidad:

https://radiopopular.com/podcast/carta-a-la-ministra-de-sanidad-se-estan-cerrando-camas-en-hospitales-publicos-y-derivando-a-la-privada?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR0iNOLfr8QuLB1Xz_dbnMg6fZEPulJFi_bNi1Cu6_OTqGGXyx5EmJ2GS4A_aem_AY33jf5JxQ4GV32cDyM2dthMp019pNnHVevwgT96XOQaBODrJf2Ow3lp3ivOXDL2Yn1Mge2p3gYhv_D5dRFhYtup

La gran Manifestación que tuvo lugar en Madrid el día 19, en defensa de la Sanidad Pública, convocada y organizada por el espacio Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid, ratifica lo que la demoscopia viene diciendo a la clase política: ¡Qué la Sanidad Pública está entre las principales preocupaciones de la mayoría social! Cosa distinta es si a la clase política le interesa ponerse a trabajar por resolver este problema de primera magnitud.

El debate está plateado, cuantas más seamos más nos tendrán que escuchar.

Pascual Sánchez
Militante socialista de Madrid

Europa Nos Necesita


Foto del mural “El Futuro es Europa”, en frente de la Comisión y del Consejo Europeo
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En estas elecciones europeas, la Historia, caprichosa, parece querer repetirse. Hace un año, después de unas elecciones generales muy disputadas, la izquierda resistió en España, contra viento y marea, para seguir transformando la sociedad en favor de la mayoría social. ¿Quién nos iba a decir que un año más tarde, tendríamos que librar la misma batalla, pero esta vez, para preservar la Europa de los derechos humanos?

En esa situación estamos. Tenemos que disputar un partido de vuelta, a una escala mayor, para evitar que la extrema derecha, en pleno ascenso, desfigure el proyecto europeo en el que tanto hemos soñado tantas generaciones de españoles. Y, si bien es cierto que hablamos muchas veces del peligro que supone la extrema derecha por los horrores inolvidables que ha provocado, creo que es necesario comprender concretamente la desgracia que supondría una coalición con la extrema derecha para la Unión Europea, una vergonzosa posibilidad a la que se abre Von der Leyen. Esto nos llevaría a una Europa menos respetada en el mundo, a una Europa antisocial totalmente incapaz de hacer frente al cambio climático, y a una Europa en la que los derechos humanos estarían en peligro.

En primer lugar, iríamos hacia un bloqueo de la política exterior europea, o incluso peor, hacia el inmovilismo frente a violaciones del derecho internacional. En efecto, yo he visto con mis propios ojos, como países gobernados por la extrema derecha han vetado en las instituciones iniciativas europeas destinadas a condenar y actuar frente a regímenes autoritarios. Con un ejecutivo comunitario en manos de la extrema derecha, ni hay esperanza para Palestina, ni hay coalición con las democracias del mundo, ni habrá ningún tipo de duda en mirar hacia otro lado cuando sucedan genocidios si hacerlo conviene a los negocios. Iríamos entonces hacia una Europa aislada en el mundo multipolar que nos acusa de tener una doble vara de medir frente a las catástrofes que suceden a escala internacional. El ejemplo global de coherencia y justicia que España ha dado con el reconocimiento de Palestina no salvaría a Europa de ser vista con desprecio por su hipocresía. Europa se quedaría definitivamente sin voz en el mundo y dejaría de ser un modelo de democracia inspirador para otros continentes. La Europa que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2012 se desvanecería.

En segundo lugar, se pondría en peligro nuestra capacidad colectiva de resolver el mayor desafío que enfrenta la humanidad en la actualidad: hacer frente a la crisis climática y ecológica con una transición justa cuya ambición esté a la altura. Con la extrema derecha en el ejecutivo europeo, la lucha contra el cambio climático dejaría de ser una prioridad a causa del negacionismo de estos partidos y de la preocupación por el color de piel como única agenda política. Al mismo tiempo, las debilitadas políticas ambientales diseñadas por lo que quedase de la derecha convencional europea acabarían suponiendo una transferencia regresiva de rentas de los que menos tienen a los que más. Con la derecha, la austeridad siempre es para el pueblo, mientras las élites se forran. La mayoría social acabaría pagando no ya la transición de todos, sino la de los más ricos que no quieren contribuir con sus suculentos beneficios al interés general. Incluso los agricultores vivirían peor, porque después de cincuenta años de comisarios europeos de agricultura de derechas (y el último además de extrema derecha), sus problemas no harían más que crecer. Una Comisión sin una política climática firme no podría reducir la inflación ligada a la pérdida del rendimiento agrícola a causa del cambio climático. Una Comisión con una política comercial ambigua sería una doble condena para los agricultores, al desprotegerlos frente a productos que vienen de fuera, mientras ponen barreras dentro de Europa reduciendo así la capacidad exportadora de una potencia agrícola como España. Una Comisión y un Parlamento que no se ocupen de los problemas reales del medio ambiente y de los agricultores simplemente nos harán la vida más difícil a todos, con un impacto a largo plazo preocupante e impredecible.

En tercer lugar, los derechos humanos y la democracia estarían bajo amenaza en una Europa que nada tendría que ver con la visión de sus fundadores. La Comisión dejaría de ser un contrapeso para países como Hungría que intentan saltarse el Estado de derecho y controlar los tribunales constitucionales para aplicar su agenda involutiva. Si Meloni es una aliada de la Comisión, los derechos del colectivo LGTBIQ+ no sólo se verían atacados en Italia, sino en todo el continente. Del mismo modo, podemos esperar que el feminismo, la lucha contra la desinformación y todas aquellas cuestiones relacionadas con profundizar nuestras democracias y avanzar en derechos, acabarían en el cajón del olvido. Europa ya no sería aquella idea moderna de rechazo unánime al fascismo como condición para poder construir un continente basado en normas justas y en una convivencia democrática.

Frente a esta Europa oscura, existe un modelo capaz de resolver los conflictos territoriales, capaz de acabar con la austeridad para gobernar en favor de la mayoría social, capaz de acelerar la transición ecológica con un despliegue récord de energías limpias, y capaz de ampliar la democracia con nuevos derechos. Es el mismo modelo que ha logrado que la extrema derecha retroceda en España porque ha puesto en práctica soluciones justas a los desafíos que enfrenta nuestra sociedad. Ese modelo se llama socialismo democrático, y liderado por el PSOE en España, ha logrado avances colectivos inimaginables hace sólo unos años.

Nos encontramos ahora ante unas elecciones cruciales para el futuro de Europa. Y tenemos que ser conscientes de que la situación no es “que viene el lobo”, porque el lobo ya gobierna en países como Italia, Hungría, Suecia y, en breve, Holanda, y ahora está a punto de tocar poder en Europa. Nuestra movilización es la única que puede frenar a los que quieren acabar con la Europa de democracia, de paz y de fraternidad. Por eso, en estas elecciones, debemos votar masivamente al PSOE, porque necesitamos Más Europa y porque el socialismo es el único modelo que funciona para la mayoría social en un mundo tan complejo. Este 9 de junio, llenemos las urnas de esperanza. Europa nos necesita.

Joaquín Gonsálvez Castillo
Sº de Organización de las Juventudes Socialistas de Benalmádena (Málaga).Fue becario en el Consejo de la Unión Europea

Tribuna Socialista entrevista a Ana Rosa Encinas Gilarranz

Ana Rosa Encinas es madrileña, se licenció en Medicina en la Universidad Complutense. Realizó la especialidad de Medicina del Deporte y cursó la formación de Psicoterapia en la Escuela Madrileña de Terapia Gestalt. Madre de 2 hijos. Comienza su activismo en defensa de la Sanidad pública en las movilizaciones de la Marea Blanca. Participa en la Plataforma de Centros de Salud y en varios colectivos en defensa de la Sanidad pública.
Desde hace 38 años, ha desempeñado su trabajo como médica de Atención Primaria, 20 en el barrio de Usera y los 18 últimos años en Carabanchel, donde continúa siendo testigo del deterioro progresivo de nuestro sistema sanitario público.

Pregunta: El domingo día 19 hubo en Madrid una nueva manifestación muy multitudinaria en defensa de la Salud Pública ¿qué sensaciones te quedan tras esta repuesta de la ciudadanía a la convocatoria?

Vivimos en una sociedad que nos empuja al individualismo y a la falta de empatía, potenciando el aislamiento y la soledad, un buen caldo de cultivo para enfermar, en la que se intenta dinamitar vínculos.

Las movilizaciones ciudadanas no son fáciles y la resignación y falta de esperanza en un posible cambio, son nuestros peores enemigos.

Partiendo de esta premisa, creo que debemos sentir alegría y orgullo al ver a tantos miles de personas inundando nuestras calles, exigiendo que nuestro sistema sanitario público reciba la inversión necesaria y la gestión adecuada, evitando la privatización, para poder hacer sostenible el sistema y tener una atención digna, de calidad y universal.

P: El espacio Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid lleváis varios años en movilización ¿por qué hay que movilizarse para defender la Sanidad Pública? ¿qué está ocurriendo en Madrid?

Todas las personas que aquí vivimos (aunque no se padece de igual manera según las zonas y clases sociales) vemos el deterioro de la atención sanitaria recibida. La ciudadanía tiene dificultades de acceso a su Centro de Salud: en algunos lugares les derivan a otras localidades, sin tener en cuenta que para algunas personas resulta complicado el traslado y siempre rompe la relación terapéutica; el aumento del tiempo de espera con su profesional (de hasta 20 o 30 días); la falta de pediatría en muchos centros (agrupan y deben desplazarse a los centros referentes, perdiendo longitudinalidad y seguimiento); la falta de profesionales en horario de tarde (el futuro será cierre a las 18 horas, sin valorar que muchos horarios laborales terminan tarde) También sufrimos la falta de médico/a en la mitad de nuestros centros de urgencias extrahospitalarias (aquí debemos hablar de las muertes ocurridas en estos centros sin médicx, ya son 5 muertes publicadas que quizá se hubieran evitado con equipo completo).

A nivel hospitalario padecemos una lista de espera interminable para revisiones, pruebas diagnósticas o cirugía hospitalaria (hemos superado el millón de personas en lista de espera y desconocemos el número de personas que fallecen esperando su cita).

La Sanidad Pública es un derecho social que nos iguala a todas las personas, un derecho humano básico contemplado en la Constitución y en las leyes centrales y autonómicas.

Es necesario defenderlo porque nos va la vida en ello.

P: Es evidente que los vecinos y las vecinas tienen derecho a expresar su opinión, señalar los problemas y exigir soluciones ¿qué y quién puede aportar soluciones a la situación que está sufriendo la Sanidad Pública madrileña?

La enfermedad se ha convertido en uno de los negocios más rentables. Todas las personas somos pacientes cautivos, debido a ello la privatización de la Sanidad pública se extiende a todo el Estado y ocurre lo mismo en otros países.

A Madrid le transfirieron las competencias en Sanidad en 2001 y es el Gobierno autonómico quien decide los presupuestos raquíticos y la despiadada desviación de dinero público a empresas privadas: de cada 2 € presupuestados para la sanidad pública, 1 € termina en manos privadas.

Es nuestra Consejera de Sanidad la que debería tener la intención política de hacer sostenible el sistema público, con inversión adecuada e impidiendo la sangría que supone la privatización.

Somos conscientes de que las leyes que permiten la privatización tienen rango estatal: Ley 15/86 (artículos 66,67 y 90) y Ley 15/97, leyes que, por coherencia, deberían ser derogadas.

La ciudadanía debe exigir la reversión de todo lo privatizado porque somos los titulares de nuestro sistema sanitario.

P: Como trabajadora de la Sanidad Pública ¿cuál es el problema más grave al que os enfrentáis los y las profesionales sanitarias?

Comenzaré explicando que hay déficit de plantilla de todas las categorías y en todos los niveles asistenciales, esto conduce a una sobrecarga laboral generalizada.

En el caso de medicina de familia y pediatría hay 500 plazas vacantes, por lo que los pacientes son repartidos entre los profesionales que estamos, las agendas son interminables y tenemos insuficiente tiempo para poder escuchar, diagnosticar, tratar y acompañar a los pacientes, así como maltrato e incumplimiento de nuestros derechos laborales.

En Madrid faltan profesionales porque se van de aquí, buscando mejores condiciones de trabajo. Aumentar las plazas en Universidades y en la formación de especialidad no soluciona totalmente el problema. Madrid es un lugar frecuentemente elegido para la formación, tenemos muy buenos centros y prestigiosos profesionales, el problema son las condiciones laborales: habrá que igualar la oferta a la que encuentran en sus lugares de destino.

P: Las trabajadoras de la Sanidad Pública, como todas y todos los trabajadores, también enfermáis. En calidad de paciente ¿Cuál es el problema más grave?

A raíz de la pandemia hemos tenido que atravesar momentos muy dramáticos, sosteniendo mucho sufrimiento de muchas personas. Para algunos compañeros y compañeras ha sido un shock postraumático, que arrastran y se suma a la sobrecarga en el trabajo, precisando medicación y/ o baja laboral.

Muchas sentimos que están profanando nuestro trabajo, es difícil dar la atención humana adecuada.

P: Por último, ¿qué le dirías a una persona que piensa que no se pueda hacer nada?

Le recordaría que la Marea blanca impidió la privatización de 6 hospitales y 27 Centros de Salud e impidió que el Hospital de la Princesa se convirtiera en un geriátrico. Más actualmente, nuestras movilizaciones han obligado a reabrir los 37 servicios de urgencia urbanos, aunque no todos con equipo completo. Hemos frenado el cierre de la tarde por ahora…

La ciudadanía debería tomar conciencia de la gravedad del tema. Sería muy interesante que fuéramos capaces de aumentar la red de vínculos y de implicación, hacer una Auditoría ciudadana manejando la información que pretenden ocultar los responsables de nuestra gestión sanitaria, los que nos despojan de lo que es nuestro.

Roberto Tornamira para Tribuna Socialista

16 de junio: Marcha Republicana

Este mes de junio, concretamente el día 18, se cumplen diez años desde la abdicación de Juan Carlos de Borbón en la persona de su hijo Felipe, pues, como todos y todas debemos saber, para ser rey en España solo se tiene que cumplir con el requisito de ser descendiente de la familia Borbón. Y en ese chollo llevan desde 1700, con Felipe V.

No es mi intención hacer un relato de la historia de la Casa Borbón, pero no me resisto a no hacer mención de algunos prendas de este clan de migrantes franceses.

Esta dinastía no ha escatimado en sangre ajena para consolidarse en el trono. Comenzó Felipe V metiéndonos en la Guerra de Sucesión (1701-1713) en su disputa con la Casa de Austria. Tras hacerse con el trono, este primer rey Borbón, impuso los decretos de Nueva Planta, derogatorios de las leyes que regían los reinos de Valencia, Aragón y Mallorca, así como con las del Principado de Cataluña. Es decir, que se le puede apodar perfectamente Felipe V “El Español”, como fundador del nacionalismo españolista excluyente que hoy conocemos.

En 1746 llegó Fernando VI, un racista consumado que se dedicó a perseguir a la etnia gitana. Este individuo destruyó familias enteras; separando a hombres por un lado y mujeres e hijos por otro, con dos destinos: trabajos forzados o prisión. Vamos, que cuando llegaron los nazis ya se había inventado bastante.

Carlos III, fue un déspota ilustrado que al menos no nos metió en demasiados líos bélicos, más allá del que lio su ministro de Hacienda y de la Guerra, el Marqués de Esquilache, quien a nombre de la seguridad impuso normas represivas que prohibían el uso del sombrero de tres picos y la capa, aunque la historia no deja claro si el motín no estuvo más bien motivado por los altos precios del pan y los productos básicos. Este Borbón también nos dejó en herencia la rojigualda, el himno y las Cibeles, entre otras muchas cosas.

En 1788 comenzó a reinar Carlos IV, conocido como “El títere de Godoy”. A este Borbón no se le ocurrió otra cosa que intervenir contra la Revolución francesa que comenzó 1789, en la que “rodaron cabezas”, y no es en sentido figurado. La aventura tuvo severas consecuencias para la España borbónica, y, a posteriori, abrió las puertas de par en par al clan Bonaparte.

Termino el somero repaso histórico con Fernando VII, del que bastaría decir que se le apodó “El Rey Felón”. Entre las muchas barbaridades que cometió está la de derogar la primera Constitución, “La Pepa”, la de 1812. Además, restauro el absolutismo en dos ocasiones, la 1ª entre 1814 y 1820 y la 2ª entre 1823 y 1833. Este segundo periodo es conocido históricamente como “la Década Ominosa” (abominable), por la represión y persecución que aplicó contra los precursores del trienio liberal.

Son muchos las sombrías páginas de nuestra historia que han firmado los miembros de esta dinastía. No sería del todo exagerado decir que a los españoles y españolas nos va la marcha. Pues aquí tenemos a los dos últimos ejemplares de esta familia; el Emérito, heredero directo de las leyes de sucesión del dictador y el hijo, que nada sabía del fortunón y los Ferrari, de lo que ha disfrutado en su juventud, ni de los inmuebles en Londres y vaya usted a saber qué más. Todo, producto de la práctica del deporte nacional por parte de su papá: “el comisionismo”.

Somos una sociedad que avanza y que mayoritariamente quiere evolucionar y no quedar anclados en el cepo del anacronismo. Por eso República es futuro y Monarquía rancio pasado. República con derechos sociales, con un fuerte y consolidado Estado de Bienestar, en el que Sanidad, Educación Pensiones y Dependencia no sean tajada para el beneficio privado. República para la convivencia, en la que los derechos, leguas, tradiciones y culturas de los pueblos que componen el Estado sean respetados y no excluidos ni perseguidos. República para la paz con otros pueblos, rompiendo con la dinámica de guerra en la que nos tienen sumidos.

Por todo eso, por la III República, saldremos a las calles de Madrid el 16 de junio.

Rogelio Obrador
Socialista, Laico y Republicano

Europa, España y las Repúblicas necesarias

«Es ineludible (…) un proceso constituyente en el continente, impulsado por una alianza entre trabajadores y pueblos, que alumbre una Unión Europa federal o confederal. Una unión que habría de incluir a la Federación de Rusia -el Estado más extenso del planeta- junto al conjunto de pueblos europeos; solo así podrá alcanzarse un futuro de paz estable y de prosperidad en la región»

Ante las inminentes elecciones al Parlamento Europeo, expongo algunas reflexiones urgentes sobre lo que entiendo como Repúblicas necesarias.

Las izquierdas soberanistas de las naciones sin Estado que actualmente forman parte del Reino de España -es decir, Catalunya, Euskadi y Galicia-, constituyen de hecho la principal fuerza republicana, pues el republicanismo español, fuertemente nacionalista, no alcanza por ahora a tener la coherencia ni la unidad necesarias para hacer caer la monarquía, sin las cuales jamás podrá proclamarse una República federal o confederal.

El nacionalismo españolista contribuye, en todo caso, a la continuidad del Estado borbónico impuesto por la dictadura, validado por la Transición, y, por tanto, a su proceso de descomposición. Un proceso histórico que conduce inexorablemente a su desmembración, con el consiguiente riesgo, a medio plazo, de una nueva confrontación civil.

Es obvio que estas naciones hermanas son mayoritariamente republicanas, y reivindican, por tanto, su derecho a decidir.

Muestran con cierta recurrencia su indignación de naciones oprimidas, ocupadas por un ejército franquista, que hirió de muerte a la II República española en el siglo pasado, e impuso una dictadura genocida.

Por ello, los pueblos soberanistas del Estado español, representan una opción netamente patriótica de ruptura democrática, al oponerse de forma efectiva a la forma de Estado impuesta durante la llamada Transición.

Una Transición dirigida por un rey Borbón, franquista e inviolable, fugado a Abu Dabi; sucedido por su hijo, también un rey Borbón, franquista e inviolable; es decir, impune, aunque delinca.

Por si fuese poco, detenta una jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas sustentada en las leyes fascistas de sucesión decretadas por Franco.

La alianza electoral de ERC, BNG y EH Bildu al Parlamento Europeo prueban su coherencia republicana y federalista, trasladando un potente mensaje democratizador, desde el Sur de Europa, al corazón de la Unión.

El nacionalismo no es algo intrínsecamente malvado, en tanto se constituye como expresión de la cultura, de la literatura, del arte, de la lengua de un pueblo. Sin embargo, es preciso distinguir entre sus aspectos culturales y sus aspectos políticos.

En efecto, respecto a lo primero, hay mucho que admirar en los nacionalismos, pues preservan la diversidad: diferentes modos de ver el mundo y de expresar el pensamiento que enriquecen el patrimonio cultural de la humanidad. Sin embargo, en política, el nacionalismo puede derivar en el mal absoluto.

Los movimientos de extrema derecha son una reacción a la ruina, cuando las capas populares se sienten abandonadas a su suerte. En el siglo pasado dio lugar al nazi-fascismo: una forma de nacionalismo intrínsecamente malvado; el mal en estado puro.

El nacionalismo, cuando oprime a otros pueblos, e inculca el odio proclamando su supremacía racial, religiosa, económica, militar o política, acaba imponiendo regímenes totalitarios.

Es el caso, actualmente, del Estado Israelí que, al oprimir sanguinariamente al pueblo palestino, ha derivado en un estado de características neonazis, causando un auténtico genocidio. La solución a este conflicto solo puede provenir de la imposición por parte de la comunidad internacional de una solución análoga a la que se alcanzó en Sudáfrica. Es decir, un Estado democrático único, laico, de ciudadanos libres, con los mismos derechos y deberes ante la ley, que acoja en paz y harmonía a ambos pueblos.

El nacionalismo español -que se materializó tras la llegada de los Borbones a España en 1700- tiene una componente fuertemente reaccionaria y ridículamente imperialista.

Así lo prueba el himno de la Armada española: “El imperio a España vendrá por los caminos del mar. Hay que morir o triunfar…” cuya letra fue escrita por José María Pemán, ferviente escritor monárquico, distinguido en 1981 con el Toisón de Oro, que ocupó en septiembre de 1936 la presidencia de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la incipiente dictadura.

Historiadores como Paul Preston afirman que este personaje celebraba la represión, alentando así la matanzaque llenó de fosas comunes cunetas y cementerios de España. Un horror aún impune.

El imperio a España vendrá… Afirmación cuando menos ridícula, pues el Reino de España es un Estado sometido al yugo imperialista, al igual que el resto de la Unión Europea, cuyas bases militares sobre nuestro suelo ponen en grave riesgo a los pueblos del Estado y a la paz mundial, al formar parte de una alianza militar compulsivamente agresiva, puesta al servicio del complejo militar-industrial de los USA.

Como es bien sabido, la OTAN, no es ni mucho menos una organización pacifista, pues constituye el instrumento principal de dominio político-militar sobre los pueblos de la Unión Europea, y de agresión directa a otros pueblos. Así es en el caso de Ucrania, utilizada, junto al resto de la Europa occidental, como ariete contra Rusia. Una guerra imperialista entre dos potencias, motivada por intereses económicos y geoestratégicos de los dos bloques realmente enfrentados: USA y Rusia.

Se trata de una guerra por el dominio de los mercados, de las fuentes de energía y de los minerales especiales. Es una guerra iniciada, de hecho, en 2014 por el llamado “golpe del Maidán” en Kiev, propiciado por el gobierno de los Estados Unidos de América.

Guerra imperialista que está provocando una auténtica guerra civil en el corazón de Europa, de forma análoga a lo que ocurrió en 1914, con el riesgo de extenderse al resto del continente; a fin de cuentas, una pequeña península del gran continente euroasiático.

Solo una Europa federada, sobre la base de una alianza entre trabajadores y pueblos, de Tarifa a los Urales, podrá asegurar una paz estable en el continente, pues Rusia es parte esencial de nuestro futuro y prosperidad, y no es ni ha sido nuestro enemigo, sino parte primordial de la cultura y de la ciencia europeas.

Por el contrario, los USA sí estuvieron en guerra contra España a finales del siglo XIX y, posteriormente, en la segunda mitad del siglo pasado, instalaron bases militares extranjeras en nuestro suelo. Una humillación impuesta al pueblo español por el gobierno norteamericano, como tributo imperial en pago a su apoyo al dictador genocida Francisco Franco, hipotecando de este modo la soberanía de nuestros pueblos; odiosa humillación ratificada una vez más por el régimen borbónico del 78.

Las instituciones de la Unión Europea padecen un grave déficit democrático; tan solo su Parlamento goza de cierta legitimidad, pues es la única institución cuya composición emana directamente de la voluntad popular; aunque sus poderes son muy limitados y no representa, en absoluto, la soberanía de sus pueblos.

Europa debe emanciparse del dictado de los USA y de los grupos de presión financieros, creando una defensa propia unificada, a las órdenes de un gobierno federal, o confederal, emanado de la voluntad popular.

Es ineludible, por tanto, en un futuro no lejano, un proceso constituyente en el continente, impulsado por una alianza entre trabajadores y pueblos, que alumbre una Unión Europa federal o confederal. Una unión que habría de incluir a la Federación de Rusia -el Estado más extenso del planeta- junto al conjunto de pueblos europeos; solo así podrá alcanzarse un futuro de paz estable y de prosperidad en la región.

Manuel Ruiz Robles
Capitán de navío retirado, ex miembro de la disuelta UMD
Portavoz de militares demócratas (Anemoi).

La República cada vez más cerca

Encuesta monarquía

Un 40,9% de los españoles APOYARÍA la república en un referéndum frente a un 34,9% que VOTARÍA POR la monarquía

La encuesta de 40dB, impulsada por 16 Medios Independientes, apunta hacia una importante división sobre la forma de Estado. Un 47,8% esta a favor de la celebración de un referéndum y un 36,1% en contra. La mayoría de los encuestados suspenden a la institución monárquica, aunque creen que proporciona orden y estabilidad política.

El republicanismo crece en España. Afirmación sustentada en la percepción de que existe una corriente de fondo en la sociedad favorable al advenimiento de la III República; que no se puede verificar con datos actuales desde que en 2015 el CIS dejó de preguntar en sus encuestas sobre la disyuntiva Monarquía o República. Los últimos son de 2020, cuando el gabinete demoscópico Sináptica realizó un muestreo para el diario Público, que señalaba que el 51,6% de los encuestados optaban por la República, frente al 34,6% que preferían la Monarquía. Mayoría republicana que era transversal entre los sexos y franjas de edad.

Datos que, a falta de otros más actuales, confirmaban que una creciente mayoría de españoles consideran la monarquía como un régimen obsoleto, propio de un pasado remoto donde la incultura de las personas fomentada desde el poder, en comunión con la creencia religiosa de que las personas no tenemos capacidad ni conocimiento para auto organizarnos, forjaban la idea perversa de que debemos ser dirigidos por un ser superior, un Rey, encarnación del poder divino, con libertad para hacer y deshacer a su antojo y sin control. Imagen que pervive como poso mental, a pesar de que las monarquías se hayan trasformado en parlamentarias y hayan perdido parte de su poder omnímodo, aunque mantienen un oropel de cuento de hadas que encandila e infantiliza a un sector de población cegado ante su obsolescencia.

La República no es solo una necesidad, una demanda, propia de una sociedad moderna, sino una exigencia para que la ciudadanía recupere el poder de representarse a sí misma, por un igual elegido libremente y por sufragio, entre una oferta de candidatos que no están tocados por ninguna varita divina. República que en la sociedad española está asociada históricamente a la ampliación de derechos y libertades para las personas, y a la reducción efectiva de la influencia social y los privilegios de los que viene gozando la Iglesia católica de manera inveterada. Hoy el Rey de España sigue siendo inimputable, y la Iglesia recibe una fuerte subvención del Estado, y prebendas en cuanto al pago de impuestos por sus inmuebles, a lo que hay que sumar la fuerte implantación de las órdenes y congregaciones religiosas en la Educación, por la vía de los colegios concertados, con lo que ello supone de trasvase de dinero público a la Iglesia y, lo que es peor, el alto grado de adoctrinamiento del alumnado.

Al cumplirse diez años de la abdicación de Juan Carlos I, justo es reconocer que nadie ha hecho tanto como él para incrementar el número de republicanos, una vez descubiertos sus desmanes económicos y amorosos, propios de quien se siente libre de tener que justificarse y dar explicaciones a nadie. Trayectoria que confirma la falsía de la llamada monarquía parlamentaria, donde el Rey, además de tener manos libres para hacer y deshacer, porque es inimputable, tiene la potestad —no solo divina, sino devenida de un dictador que le colocó ahí— de sancionar con su firma lo que deciden los españoles a través de sus representantes. Demostración de la pervivencia de la visión candorosa y simple de la sociedad que necesita que un Rey dé por buenas las decisiones que, los súbditos, adoptan a través de sus representantes, no vaya a ser que estén equivocados. Floración de republicanos fruto de la confirmación de su ambición de Tío Gilito, por almacenar riquezas, privilegios y amistades peligrosas. Por no hablar de su papel en el Golpe del 23F como defensor único de la Constitución y la democracia, hoy cuestionado por periodistas e historiadores, a pesar de los meapilas que han forjado la imagen de hombre bonachón y sociable. El “padrecito” llamaban los campesinos y empobrecidos obreros rusos al Zar.

Frente a los desmanes de su padre, Felipe VI, intenta no ser tan protagonista ni disoluto en su vida privada y pública, a tal punto que su papel se limita al meramente representativo abriendo el debate sobre la necesidad de mantener a un figurón, sostenido por un nutrido grupo de corifeos mediáticos que ven en él el puntal necesario, imprescindible, que acentúa y mantiene el modelo clasista que estratifica la sociedad entre los de arriba y los de abajo, los tocados con el poder económico, y los menestrales. Defensores de la monarquía con el argumento de que su papel arbitral garantiza que no volveremos al “Duelo a garrotazos” que expresó Goya en su cuadro, como metáfora de una sociedad inculta que no sabe dialogar. Hoy la sociedad es otra y diferente a esa visión maniquea que maniata cualquier cambio sustancial del orden social, aunque la estrategia de la derecha nos teledirija de continuo a la dicotomía clásica: la Monarquía encarna a los buenos, a la gente de orden, frente a la República que representa a los desarrapados y revolucionarios que quieren “dar la vuelta a la tortilla”. Un árbitro que dice garantizar la convivencia, pero que si es preciso se pone la gorra de plato que a su padre le fue entregada junto con la corona, herencia de las leyes de sucesión dictadas por el inquilino de El Pardo.

Exigir una consulta para saber si preferimos una República o una Monarquía no es un radicalismo asentado en la ilusión romántica de lo que pudo ser y no fue; porque la República no es un simple cambio en la estructura del Estado, sino la necesidad de desprendernos de una vez la moralina rancia y fuera de tiempo que representa la Monarquía. República necesaria para abrir las ventanas al nuevo tiempo, al siglo XXI, que oreé la sociedad y liberare las mentes del simbolismo arcaico de un tiempo que ya nunca volverá.

Vicente Mateos Saiz de Medrano
Periodista, doctor y profesor universitario
Madrid