La hipocresía de un abrazo

Por Paco Ascón

Llevo más de sesenta años de militancia activa en el PSOE, como la mayoría de socialistas jóvenes de entonces, comenzamos con las básicas pero ilusionantes tareas de propaganda pues la estructura de nuestro partido en España era clandestina. Muchos fueron los zurriagazos de los grises en nuestras nalgas cada vez que disolvían nuestras charlas en la calle.

Cuando pague mi primera cuota, aún este partido era Socialista, todavía Isidoro en Suresnes lo era también, todos los militantes lo éramos, dentro y fuera del país, todo empezó a cambiar cuando Isidoro dejo de serlo y pasó a llamarse Felipe González. Durante un tiempo parecía que mi querido PSOE, seguía manteniendo su carácter social por encima de todo, pero no tardó es ser tanto el entusiasmo de la sociedad, que nos abrumo con una cantidad de votos, que provocaron la impotencia de cubrir con gente socialista los cargos que las urnas nos adjudicaban. Lo que en principio era una oportunidad de realizar nuestra ansiada utopía de una sociedad Justa, se convirtió en el comienzo de un brutal travestismo político en los hasta entonces exiliados socialistas que tuvieron que dar paso a toda la morralla trepa existente en el país que, como auténticos carroñeros, esperaban el poder por el poder.

Incluso para dar cabida a esa gentuza con urgencia, fue anulada la básica norma que tanto yo como el resto de socialistas coetáneos cumplimos a rajatabla: ser presentados por un viejo socialista y permanecer sin cargo orgánico al menos dos años. Allí fue cuando el socialismo de Felipe comenzó a diluirse, luego ya vino la desaparición del Marxismo, otros muchos retrocesos que dieron paso a lo que irónicamente se dio en llamar la moderación del partido, que en mi opinión era simple y llanamente derechización.

Cada vez se hacía más frecuente en los discursos y proclamas la socialdemocracia, en lugar del socialismo, las contradicciones con el tema de la OTAN, donde dije digo, digo diego… En fin, cada vez nuestro socialismo era menor, cada vez nos parecíamos mas a la derecha, más tarde, cuando parecía que una generación más joven pretendía regenerar nuestra estructura, en el colmo de la mayor indignidad, incluso se promovió por los dinosaurios acomodados en confortables puertas giratorias, un golpe de estado en nuestro organismo, pues un peligroso Pedro Sánchez al parecer, pretendía devolvernos a la izquierda. Felipe junto con todos sus fieles dinosaurios, no podían permitirlo, las difamaciones e insultos proferidos contra aquel nuevo secretario general, que la militancia había elegido, fueron brutales. Se le pusieron todas las zancadillas imaginables.

Mi indignación mayor es ver como ahora en este reciente congreso del que fue PSOE, tiene lugar el más hipócrita de los abrazos que yo he presenciado en mi vida, los que querían la desaparición del odiado Pedro, ahora lo aman con fervor o es que ven la posibilidad de derechizarlo aún más si cabe y lo peor, es que Pedro con el mismo grado de hipocresía, admite los abrazos de los reptiles que deberían estar extinguidos políticamente, que le quisieron clavar los puñales por la espalda con sus besos de JUDAS, mientras es aplaudido a rabiar cuando sin pudor repite una y otra vez la cantinela de la SOCIALDEMOCRACIA, que no es mas que la ocultación de habernos convertido ridículamente en una derecha más en nuestro país.

Es una pena, pero es lo que hay. La esperanza de una sociedad justa desaparece una vez más. Solo queda la anciana UTOPÏA de los que seguimos siendo socialistas y soñamos para nuestros nietos, una sociedad justa que nunca fuimos capaces de alcanzar.

Editorial

¿Resurge la socialdemocracia europea?

Dicen que estamos ante el resurgir de la socialdemocracia ¿es esto cierto o es un espejismo? 

El SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands), ha crecido en votos y escaños. Ha pasado del 20,5% de 2017 al 25,7% en las elecciones del 26 de septiembre. Resulta excesivo hablar de resuirgimiento si recordamos el 45,8% que octuvo en 1972 o el 40,9% de 1998. Sin duda, el SPD en Alemania, como el PSOE en España, continúa siendo el partido de referencia para la mayoría de la clase trabajadora.

La coalición conservadora CDU/CSU, acumula su segunda caída consecutiva: obtuvieron un 41,5% de los votos en 2013, cayeron al 33% en 2017 y cae al 24,1% en estas últimas elecciones. Más que de resurgir socialdemócrata habría que hablar de una alternancia en el gobierno.

El Partido Socialista de Portugal, en las elecciones municipales del 26 de septiembre, perdió un 5% de apoyo respecto a las municipales de 2017, siendo derrotado en Lisboa y en grandes ciudades como Coimbra o Funchal.

El caso del partido Laborista Noruego es similar. Tras las elecciones celebradas el día 13 de septiembre gobernará en minoría, con el apoyo del Partido centrista, a pesar de haber perdido 1,1 puntos, pasando del 27,4% de los votos que obtuvo en las elecciones de 2017, al 26,3% obtenido el mes pasado.

El Partido Democrático italiano, en las municipales del 18 de este mismo mes, ha obtenido unos buenos resultados: ha ganado alcaldías como la de Roma o Turín. Pero no se puede perder de vista que la abstención se ha disparado al 56% del censo electoral.

Celebramos los avances de estos partidos socialdemócratas y de centro izquierda, pero afirmamos que la situación de la socialdemocracia en su conjunto, no permite alharacas.

El 15, 16 y 17 de este mes se ha celebrado el 40 Congreso Federal del PSOE. Se ha dedicado tan solo una hora, a debatir el periodo 2017-2019, en el que se han producido dos elecciones generales y las autonómicas de Madrid. Como muy acertadamente ha dicho Cándido Méndez en un artículo publicado por la Cadena SER el sábado 16: “Los temas para debatir son muy interesantes, pero no hay ninguna de ellas (mesas de debate) que analice en profundidad el futuro del trabajo, en el marco de la doble transformación verde digital”. El Congreso de un Partido democrático es donde se supone que se fraguan las líneas maestras de la acción política de cara a los próximos cuatro años; líneas que deberían ser el programa electoral con el que el Partido acuda a las elecciones generales que, si no se adelantan, se celebrarán en otoño de 2023.

Paralelamente al desarrollo del Congreso, el sábado 16 de octubre, llegadas de todos los puntos del país, se manifestaban en Madrid más de 20.000 personas en defensa del Sistema Público de Pensiones y en demanda de una auditoria pública a las cuentas a la Seguridad Social. El congreso hubiese sido un buen lugar para dar una respuesta pública y satisfactoria para esa justa demanda. ¿Por qué no se ha hecho?

Otro ejemplo que muestra el “divorcio” de las grandes organizaciones con las masas, es la cuestión de la Monarquía y lo acaecido en el Congreso a ese respecto. Este mismo mes de octubre, la Plataforma de Medios Independientes (PMI) hacía pública una encuesta: el 53% “ve la Monarquía como una institución de otro tiempo”, un 43,8% considera necesario un referéndum sobre la forma de Estado y la mayoría se decanta por la República con un 39,4% frente al 31% que prefiere la monarquía. Sin embargo, el congreso no solo no ha no ha tratado esa opinión de la población, ¿por qué no se tienen en cuenta esas preferencias que emanan del pueblo y que corresponden a nuestra mejor tradición republicana? Por contra, se han puesto impedimentos para que se debatan las enmiendas sobre República, como la presentada por Izquierda Socialista. Apareciendo ante nuestros votantes como un partido más de los que encubren al rey corrupto.

A mitad de mandato, aseveramos que hay luces y sombras de cara a las próximas elecciones generales. No invertiremos tiempo en aplaudir las luces, como: la derogación del Artº. 315.3 del Código Penal, los avances sociales como la de Memoria Democrática o la de Eutanasia; si bien queda mucho por hacer.

A pesar del anuncio mediático del discurso de cierre de Pedro Sánchez, no nos queda más remedio que criticar al Gobierno, por no haber derogado aún las reformas laborales: la primera abrió las puertas a la brutalidad de la segunda. Continúan vigentes los cambios de 2010, como: la posibilidad de descuelgue del convenio por parte patronal; el abaratamiento de la indemnización por despido improcedente al pasar de 45 a 33 días por año; o la calificación de los despidos objetivos, con 20 días de indemnización. Por supuesto fue la reforma de 2012, impuesta por el gobierno de Rajoy, la que provocó una enorme destrucción de empleo con derechos, devaluó los salarios e incrementó la temporalidad, con elementos como: la subordinación del convenio sectorial al de empresa, la eliminación del principio de ultraactividad o las facilidades dadas a las empresas para implementar Expedientes de Regulación de Empleo.

La clase trabajadora, con sus organizaciones a la cabeza, respondió con tres huelgas generales (1 en 2010 y 2 en 2012). Nueve años han pasado desde la última huelga general y las reformas siguen intactas, a excepción del Artº. 52 d) que permitía despedir a los trabajadores por caer enfermos, derogado en febrero de 2020.

Otra sombra importante del Gobierno actual (PSOE y UP) es la reforma de pensiones que está en marcha, por la que se pretende penalizar a los trabajadores y trabajadoras con largas carreras de cotización y a las cotizaciones más altas.

De estas cuestiones que afectan a millones de ciudadanos, no tenemos ni una solo noticia en las resoluciones del Congreso. No somos ingenuos; tanto la materia laboral, así como de pensiones, están entre los “compromisos” adquiridos con las instituciones europeas a cambio de los “Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia”. Es decir, el daño que las reformas laborales infringen a los trabajadores en activo, a los jóvenes trabajadores… y la devaluación del Sistema Público de Pensiones, es moneda de cambio para unas inversiones de las que, previsiblemente y como siempre, se beneficiarán las grandes corporaciones empresariales.

No nos vengan con que repercutirá positivamente en los trabajadores, pues ni la digitalización ni la transformación que promete la “economía verde” garantizan el empleo ni la recuperación. Es precisamente a nombre de la digitalización que se ha “justificado” la destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo; un ejemplo de ello son el sector financiero, el de las artes gráficas…

Respecto al eufemismo de la “Economía Verde”, ya se está generando destrucción de empleo; no tanto por el cambio del producto final como por la deslocalización de las fábricas: ejemplo de ello es NISSAN o las cuencas mineras tras la descarbonización.

¿Resurge la socialdemocracia?, nos gustaría poder celebrar el verdadero resurgir de políticas que defiendan los derechos de la mayoría social: el empleo de calidad y con derechos, la salud y la educación públicas, la robustez de los sistemas públicos de pensiones, es decir, la defensa del Estado de Bienestar.

La mayoría social: los trabajadores y trabajadoras, los y las jóvenes trabajadores y estudiantes, los y las pensionistas, los autónomos, los desempleados y desempleadas son los votantes que después se echan de menos en elecciones. Quizá, porque no ven soluciones a sus problemas en los partidos de izquierda o porque se han visto defraudados una y otra vez. Buen ejemplo de esto es la situación de la socialdemocracia en Madrid.

Comité de Redacción

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