–No soy yo, eres tú. –Pero, ¿qué pasa?
–Ya no eres quien eras, todo ha cambiado. -Sigo siendo el mismo.
–Ni de coña.
Le dijo Felipe a González. González a Felipe.
Toda ruptura es dolorosa.
Cuando acaba, nos inunda un mar de vacío donde solo memorias muertas flotan. Los recuerdos de lo que fue y ya no es se amontonan. Y, queramos o no, empezamos a asumir que una traición gestada en pocos minutos puede marcarnos para toda una vida.
No miento si digo, que quien fuera el más apreciado de los dirigentes socialistas durante décadas, cortó con nosotros.
Así es, Felipe González dio portazo a aquellos que nos consideramos de sangre roja y corazón a la izquierda. Lo hizo sin el ya tan típico “tenemos que hablar”, tampoco dando indicios, se fue con otros y nos dejó. Así de fácil, así de claro.
Decidió por aquel entonces, que quizás la poltrona en según qué empresas valía más que la lucha insaciable por la justicia social que nuestro partido defiende. Es posible que quien trajera consigo la educación y la sanidad universal pensara también, que la derecha era un mal menor para este país. Y así lo ha defendido.
Pero quienes de verdad creemos que este partido nació para combatir las injusticias que el neoliberalismo provoca y para subsanar los males que el conservadurismo implanta defendimos, defendemos y defenderemos que con la derecha, con Rajoy, con la LOMCE, con la Ley Mordaza y con la Reforma Laboral, ni a la vuelta de la esquina.
Quieren que apoyemos a una derecha que nos llevará derechos al mayor de los precipicios. Quieren que nos tiremos de cabeza a un pozo del que no podremos salir jamás. Quieren que agachemos la cabeza para no volver a levantarla jamás.
Pero no, el Partido Socialista es mucho más que eso.
Nosotros no podemos ser cómplices del robo sistémico de libertades y del secuestro permanente de derechos que el Partido Popular ha ejercido y seguirá ejerciendo.
Ojalá la lucha fuera solo contra Felipe, ojalá quienes seguimos creyendo en el rojo y la rosa solo tuviéramos que hacerle callar a él. Pero no.
En toda ruptura encontramos siempre a aquellos escuderos pelotas que mantienen la razón permanentemente a su amigo. Son meras marcas blancas. Acomplejados que le envidian, que darían todo cuanto tienen por intentar parecerse a él. Hablo de los todopoderosos, omnipotentes y no por ello menos temibles, barones (nótense en mí la ironía).
Hasta los huevos de los barones, ¿verdad?
¿Alguien me explica en qué partido se ve que una líder salga dos días después de las peores elecciones para el partido a fardar de resultados en su región? Pero no es solo eso, vemos también como desde zonas interiores del país el apedreo contra la ejecutiva nacional del partido y su primer secretario se convierte ya en dantesca.
Pero, ¿qué les parece si hacemos una cosa? Les propongo cambiar barones por peones.
Peones al servicio de la causa socialista. Peones que recuperen los valores por los que este partido nació y gobernó durante tanto tiempo. Peones que sostengan los principios de izquierda que hicieron grande al Partido Socialista. Peones que representen a la militancia, a quienes luchamos acérrimamente por las siglas tan grandes que este partido defiende.
Y no es tiempo de acomplejarse. Es tiempo de valientes.
De dejar atrás a quien nos hizo tanto daño para mirar a los ojos a aquellos que como nosotros, se vieron traicionados.
Lo decía un amigo mío “Yo de siempre pienso en ganar”. Y así es. El buen socialista piensa solo en la victoria, porque está en nuestro genoma. Gobernamos durante veintidós años este país y tras ciento treinta y siete años de historia decimos, que volveremos a hacerlo.
Porque el cielo, amigas y amigos, no es más que el suelo de los valientes. Y ya demostramos tiempo atrás que pasión, agallas y ganas tenemos a raudales, ¡y las seguimos teniendo!
Decía Eduardo Galeano, que “de nuestros miedos nacen nuestros mayores corajes” y así será.
Del miedo a perder, a caer, a dejarnos absorber por otros, a ser aplastados por la derecha, saldrá el coraje que volverá a hacernos fuertes.
Con ilusión y pensando en aquellos que confiaron en nosotros, también en quienes nos dejaron de seguir.
Dejaremos atrás a quien tanto daño nos hizo, también a sus amigos, y seremos nuevamente la representación de aquellos que creen que en los valores y los principios de izquierda se encuentra el eje central de un proyecto común para todas y todos.
¡Soñemos, luchemos, ganemos!
Cristian Soriano
1º secretario JSC El Vendrell