El resultado del referéndum en Italia no deja lugar a dudas: el 59,1% de los votantes han rechazado la reforma de la Constitución italiana, un rechazo que se sitúa en el 81% si cogemos a los jóvenes menores de 25 años como universo estadístico, lo cual indica claramente que Italia ha vivido un nuevo episodio de rechazo al “establishment” o poder establecido.
Con la mayoría de bancos italianos al borde de la quiebra, y una política que sigue los mandatos austericidas de la Unión Europea, el gobierno de Renzi buscaba un banderín de enganche en una reforma de las instituciones reformando la constitución, que si buscáramos paralelismos en nuestro país seguramente no nos sería difícil encontrarlos:
- Pérdida del poder legislador de senado: Las leyes no necesitarían de la aprobación en el senado, con algunas pocas excepciones.
- Disminución del número de senadores: Los senadores pasarían de 315 a 100 y serían elegidos entre los consejeros autonómicos y los alcaldes metropolitanos y no dispondrían de un salario por ejercer de senador.
- Nueva ley electoral: Doble vuelta como en Francia para favorecer la “gobernabilidad” sin necesidad de acuerdos electorales.
- Menor control parlamentario en las leyes que aprobara el ejecutivo.
- Centralización del Estado: Se sustraían poderes a las autonomías en materia fiscal, energía, transportes e infraestructuras.
- Supresión de las provincias (Diputaciones).
En definitiva, la reforma se apoyaba en una disminución de la administración pública, y un mayor poder centralizado en el gobierno, que permita aplicar más fácilmente las directrices de la Unión Europea y del capital financiero.
No es extraño que la central sindical mayoritaria y los jóvenes votaran No, como expresión de rechazo a la reforma pretendida pero también como rechazo a la política de Matteo Renzi, que aprobó una reforma laboral, contra la que se han convocado innumerables huelgas.
El resultado del Referéndum en Italia no es sino la manifestación clara de resistencia ante el desmantelamiento de los sectores públicos enmascarados en reformas institucionales cuyo único objetivo era convertir la Administración italiana en un mejor instrumento para aplicar las directrices del capital financiero representado en la UE.
Baltasar Santos