La clase obrera està harta, se opone a continuar así, y busca alternativas a la ausencia de un liderazgo de progreso. Vemos cada día como proliferan las manifestaciones y protestas contra los ataques a los derechos y conquistas sociales en cada región, en cada país y en cada estado donde se vienen aplicando las mismas recetas de austeridad, recortes y pérdidas de derechos, en aras a la mal llamada “gobernanza”, que guiada por un pensamiento único neoliberal, sume a la clase trabajadora en la pobreza, incrementándose la desigualdad con las oligarquías y élites de cada país.
Aunque en cada estado la protesta contra los gobernantes se concreta en diferentes formas, existe un mismo hilo conductor: el hartazgo contra los líderes políticos que anteponen la gobernanza a los intereses ciudadanos, particularmente a los intereses de la clase obrera.
Así lo hemos visto en Estados Unidos, con la elección del fascista Trump, en Brasil con Bolsonaro, en Italia, en Hungría…y así estamos viendo el crecimiento de la ultraderecha, populista y xenófoba en el Reino Unido, en Alemania, en Francia o en España.
Por poner sólo un ejemplo, en Francia, el movimiento de los chalecos amarillos ha protagonizado una auténtica revolución en las calles contra las políticas de Macrón, que no hace otra cosa que aplicar las recetas de austeridad y recorte de derechos que paga la mayoría ciudadana.
El movimiento de los “chalecos amarillos” no es homogéneo, y en él confluyen sindicatos y partidos de izquierda… , que reclaman contra las políticas de Macron, fiel aplicador de los dictámenes del capital Financiero en cuanto a las medidas de recortes de derechos, y tras la decepción que supuso el gobierno de Hollande, más preocupado por la gobernanza que por los problemas de la clase obrera en Francia.
Parémonos en Catalunya. En las últimas semanas se ha producido una eclosión descomunal de protestas y huelgas en sectores tan importantes como la sanidad, la administración pública o la enseñanza, entre otros.
La razón de fondo no ha sido, en este caso, “el procés”, que ha servido de parapeto durante años para ocultar los recortes e inacción de los distintos gobiernos “procesistas”. El hartazgo se ha producido por las políticas de austeridad que han llevado a los servicios públicos al desastre (falta de personal, liberalización del sector, recortes salariales, mala calidad del servicio…); A los gobernantes en Catalunya, no les sirve ya, culpabilizar a Madrid de los males que aquejan a la Administración en Catalunya; la sociedad catalana reclama que se adopten medidas urgentes para salvar los servicios públicos del estado de precariedad como consecuencia de las políticas de los sucesivos gobiernos independentistas (Mas, Puigdemont y, ahora, Torra).
Y en el momento de escribir este artículo, es noticia la bajada electoral del PSOE en Andalucía y el crecimiento de VOX que llega al Parlamento andaluz con 12 representantes. ¿Es que los andaluces se han vuelto de ultraderechas de golpe?. No, evidentemente, no. Susana Díaz no ha sabido solucionar los problemas que afectan a los andaluces, por ejemplo en materia de sanidad, o en materia de empleo, o en lo referente a los desahucios.
También la inmigración ha tenido influencia en las elecciones andaluzas. Cuánto más pobre y abandonada se siente la gente, más probable es que prenda la mecha populista y excluyente de la ultraderecha. No es el primer caso, en Catalunya, Plataforma per Catalunya lleva años obteniendo representación en diferentes ayuntamientos, aunque no han conseguido entrar en el Parlament de Catalunya.
El fenómeno del crecimiento de la ultraderecha en Andalucía, igual que en toda Europa, solo se explica por los errores propios de los partidos que gobiernan y se ocupan más de la gobernanza que de resolver los problemas de los ciudadanos.
¡Ojo avizor!. Pedro Sánchez no es Susana Díaz. El Gobierno de Pedro Sánchez tiene una minoría tan precaria que serà difícil que pueda emprender el plan de reformas que necessita la mayoría social. Pero, como mínimo, que lo intente; que derogue la reforma laboral y que garantice las pensiones dentro del sistema público. Que derogue el 315.3 del código penal, y que aplique las medidas que evitarán que los socialistas seamos vistos por la opinión pública como “más de lo mismo”, y comenzemos a recuperar la confianza de la mayoría social, de la clase trabajadora.
Los socialistas hemos tenido un pésimo resultado en Andalucía. Aprender de los errores cometidos por el ejecutivo presidido por Susana Díaz, nos debe servir para recuperar la confianza de la mayoría social, y para pararle los pies a una ultraderecha, que crece en toda Europa.
En Catalunya, en Andalucía, y en todos sitios, la clase trabajadora reclama un cambio. Si el Partido Socialista no lo ofrece, estaremos abonando el terreno para el populismo y la ultraderecha
Baltasar Santos
TS Tarragona