Martínez de Pisón

Por Martín Lozano

Hace varios años mi compañera de vicisitudes, también en mi faceta literaria, que conoce mi vida de una forma bastante detallada, incluso la parte que no hemos compartido, me llamó y me dijo: «No te lo vas a creer. Te voy a llevar un libro y solo quiero que leas las treinta o cuarenta primeras páginas». Y en efecto, no podía dar crédito a lo que estaba leyendo en esas primeras páginas, allí de forma casi calcada se estaban describiendo las situaciones por las que yo había pasado en mi más tierna infancia, parecía contar pelo a pelo las circunstancias que había vivido mi madre a manos de mi padre. Los engaños, las infidelidades, las dobles y triples vidas que aquel cabrón le había hecho tragar a mi sufrida madre, incluso estaba reflejado tanto el carácter de aquel mentiroso compulsivo de la novela que parecía un remedo del de mi padre, como el mío, que también aparecía retratado. Lo que el protagonista (él o yo, no sé muy bien quién era el protagonista) sentía y pensaba se lo había contado yo a mi compañera cientos de veces.

Ahora en la distancia las vivencias de la novela y las mías propias se entremezclan y ya no recuerdo al detalle las semejanzas y las discordancias, quiero quedarme con aquella sensación de irrealidad que tuve cuando estaba leyendo mi infancia en aquellas hojas desconocidas. Leí la novela al completo y al cabo de ese medio centenar de páginas las dos vidas se separaban, por un lado seguían las de los protagonistas de la narración y por otro, muy distinto, había transcurrido la mía y la de mi familia

Pasado el tiempo y Martínez de Pisón sacó una nueva novela, ‘Fin de temporada’. Desde el descubrimiento, por mi parte, de sus obras estoy al tanto de sus novedades, he leído varias con desigual juicio. Por supuesto en cuanto la he visto en los anaqueles de la Biblioteca Pública de mi barrio la he cogido con cariño y con curiosidad. De siempre los apellidos dobles con ‘de’ en medio me imprimen un poco de lo que en la mili se llamaba poner el arma en ‘Prevengan’, pero con Ignacio Martínez de Pisón eso no me pasa, le considero casi de la familia, debemos tener algunas cosas en común por lo cercano que me parecen muchas de las que escribe y lo aún más cercano que me resulta el modo de escribirlas.

Y otra vez me ha vuelto a ocurrir, se ha vuelto a repetir lo de: «No me lo puedo creer», nada más caer en mis manos, miro la portada y doy la vuelta al libro, comienzo a leer el texto anunciador del contenido: «Una carretera junto a la frontera de Portugal, junio de 1977. Juan y Rosa, apenas adolescentes, acuden a una clínica abortista…». En mi caso no era la frontera portuguesa, era la francesa y no era junio de 1977, era septiembre, por supuesto no nos llamábamos Juan y Rosa, pero… Estoy convencido de que, como en la anterior ocasión, en la página 15, en la 25 o en la 50 la historia de la novela y la mía se separarán y no habrá sido más que otra mera coincidencia, pero me llama la atención. Lo achaco a la cercanía generacional, él en el 60, yo en el 59, pero quitando eso poco más encuentro en común, aunque conozco poco de su biografía. También compartimos mi mili en Zaragoza, su lugar de nacimiento, pero no sé si el CIR de San Gregorio o el Cuartel de Valdesparteras pueden generar paralelismos e imbricaciones argumentales o literarias. Quiero imaginarnos coincidiendo en alguna cafetería del Paseo de la Independencia o compartiendo barra en alguna tasca del Coso.

Me entusiasmó ‘Derecho natural’, no solo por las coincidencias aunque tuvo mucho que ver; me gustaron mucho ‘La buena reputación’ y ‘El día de mañana’; me llevó de la risa al llanto ‘Dientes de leche’, al igual que la llevada al cine ‘Carreteras secundarias’, que, como a la cabra, me gustó más el libro. Me pareció muy mala, pese a sus premios es una faena de aliño: ‘Filek. El estafador que engañó a Franco’, pero todos tenemos que comer e intuyo que fue un título alimenticio o de compromiso con la editorial, aunque dadas las esperanzas que puse en ella entendí al generalito.

Lo que más me gusta de Ignacio, creo que puedo tutearle después de tantas coincidencias, es que estoy seguro de que todo lo que cuenta en sus novelas le ha sucedido o lo ha tenido muy cerca. Pero no ha podido pasar su adolescencia en Zaragoza y además en África o acompañando a su padre por carreteras secundarias; su padre que es un mentiroso o un fascista italiano o un significado judío melillense. No se puede escribir nada de esa manera tan profunda, realista, sincera, conmovedora si lo que cuentas no te ha raspado las rodillas, rozado la mejilla o no te ha traspasado el corazón.

Gracias por todo Maestro. Salud Compañeros.

Epílogo. Terminada ‘Fin de temporada’ me ha parecido una novela que no está mal sin ser espectacular, ni haberme provocado esas sensaciones que Pisón me ha hecho sentir con alguna otra de las suyas.

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Autor: Tribuna Socialista

Tribuna libre de expresión. Fomentando el debate y las propuestas entre socialistas.

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