El último Concordato suscrito entre el Estado español y el Estado Vaticano, de 27 de agosto de 1953, dejó de tener vigencia en 1979. En dicha fecha, el Concordato fue sustituido íntegramente por una serie de Acuerdos de Cooperación entre España y la Santa Sede que versan sobre asuntos jurídicos, sobre: enseñanza y asuntos culturales, asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y asuntos económicos. Unos acuerdos que sólo fueron un lavado de cara para edulcorar los privilegios de la Iglesia católica, tras la muerte del dictador. Privilegios que se mantienen a día de hoy.
Posteriores modificaciones, en concreto en el 2006, se han centrado en el terreno económico con un incremento del 0,18%, situándose en la actualidad en un 0,7%, de la asignación de la casilla de la declaración de la Renta a cambio de renunciar la Iglesia al complemento presupuestario.
Todos estos acuerdos han conformado que el Estado español está muy lejos de ser, al menos en los hechos, un estado aconfesional como proclama la Constitución Española en su artículo 16. Es más, es el Estado el que se ha convertido en recaudador financiero de la Iglesia Católica para sus fines religiosos.
Según la memoria anual de actividades de la Iglesia católica en España año 2016, la liquidación de la asignación tributaria ascendió a 268.275.878,17€, si habéis leído bien, dos cientos sesenta y ocho millones doscientos setenta y cinco mil ochocientos setenta y ocho con diecisiete céntimos de euros.
En el detalle y explicación de las partidas de recursos y empleos de la asignación tributaria recibida en 2016, es utilizado para pagar sueldos y seguros sociales del clero, para gasto corriente y proselitismo de la Conferencia Episcopal, para publicidad y propaganda de las campañas eclesiales, para la financiación de sus propios medios de comunicación 13TV, para los distintos centros de formación (facultades eclesiásticas y colegios), para montar campañas antiaborto, homófobas y contra la diversidad de derechos civiles, para las beatificaciones, para engordar las arcas del Vaticano, para el pago del IVA… En fin, incluso nada que ver con fines sociales ni caritativos.
Han debido jurar y/o prometer cinco presidentes del Gobierno, hasta que viéramos el pasado 2 de junio, tomar posesión de su cargo a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, sin crucifijo ni Biblia.
Han pasado 40 años, con una Constitución que declara un Estado aconfesional, para que la promesa del cargo de presidente se hiciese sin crucifijos ni Biblias. Los diecisiete ministros y ministras que forman parte del actual Gobierno del PSOE, siguieron el mismo formato en las respectivas promesas de sus cargos ministeriales.
Hay que dar la bienvenida a los gestos, siempre se dice que hay que empezar por algo, pero es claramente insuficiente, pues el socialismo demanda un Estado laico, coincidiendo con el diario “El País” en fecha 2-7-2017 ante las declaraciones de Pedro Sánchez en los Desayunos de TVE.
“A cada gobierno socialista le ha correspondido una responsabilidad y afrontar distintos retos. Ahora, Pedro Sánchez, candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, estima que “cada generación tiene su cometido y a él le corresponde avanzar hacia el Estado laico. Es su responsabilidad. Sin ir contra nadie, sin ofender a nadie, y garantizando el hecho religioso, vamos a avanzar si tengo el honor de presidir el gobierno hacia instituciones laicas y pienso, por ejemplo, en la República francesa”
Es por ello, que dichas declaraciones cuando estábamos en la oposición hay que llevarlas a término para no decepcionar a los socialistas ahora que alcanzamos el gobierno. Es por estas posiciones, entre otras muchas que formaban parte del “No es No”, por lo que muchos y muchas apoyamos a Pedro Sánchez en su propuesta de giro a la izquierda tras el Comité Federal del 1 de octubre de 2016.
Jose A. Fernández Guerras
Afiliado al PSM-PSOE en la Agrupación de Leganés
Adherido a Izquierda Socialista