Con la investidura de Juanma Moreno, del Partido Popular, como presidente del Gobierno de la Junta de Andalucía se pone fin a 36 años de gobierno socialista y se cierra un ciclo en Andalucía, un ciclo que ha durado diez legislaturas consecutivas con presidencias socialistas. La trascendencia del cambio político que se acaba de producir va más allá de las fronteras de Andalucía y adquiere relevancia para todo el país, si tenemos en cuenta que hablamos de la comunidad más grande de España.
El PSOE ha gobernado siempre la Junta incluso en la preautonomía (constituida en abril de 1978) que contó hasta las primeras elecciones con dos presidentes socialistas, Plácido Fernández Viagas y Rafael Escuredo (el primero elegido por las urnas).
Susana Díaz ha sido la última presidenta de la Junta de Andalucía hasta el momento y ha tenido que pasar por el tremendo trago de entregarla al PP, la formación que durante los mismos 36 años ha aspirado sin éxito a desbancar a los socialistas del poder autonómico.
Los números en Andalucía iban narrando un final anunciado, la bajada de votos desde que Susana Díaz se hiciera con el control de la Federación andaluza del PSOE ha sido de 600.000, en las elecciones de 2015 mantuvo los 47 escaños de su antecesor en el cargo a pesar de perder 200.000 sufragios, 2018 le depararía la pérdida de 14 escaños y 400.000 entre los que se quedaron en su casa por no sentirse motivados a votar y los que decidieron votar otras opciones.
Lo cierto es que se percibía cierto ambiente de desencantamiento en una comunidad que históricamente ha sido socialista.
Las elecciones de 2015, fueron definitivas en cuanto al cambio de rumbo político decidido por el PSOE-A, el pacto con Cs fue una muestra clara de hacia dónde caminaba y la puesta en marcha de políticas de derechas al PSOE, tenemos experiencias nacionales que demuestran que nunca le fueron bien y le hicieron perder escaños, exactamente lo mismo que ha sucedido en Andalucía, donde los andaluces han percibido mensajes que les hablaban de todo lo conseguido por un lado, mientras que percibían por otro, recortes en sanidad y educación, por ejemplo.
Sin embargo, a pesar de las sombras que planean sobre 36 años de mandato, incluida la imputación de dos expresidentes y 20 altos cargos de sus gobiernos, a ninguno de ellos se les acusa de enriquecimiento ilícito, el mensaje lanzado por la derecha y la percepción de un “régimen” que necesita un cambio político, ha calado en muchos andaluces y andaluzas.
El PSOE ha sido el partido que tuvo la responsabilidad de construir una estructura política inexistente y comenzar a gestionar competencias en un régimen democrático poco después de salir de 40 años de dictadura.
Juanma Moreno Bonilla, con el peor resultado de la historia del PP desde los ochenta, ha logrado lo que no pudo Javier Arenas, quien durante veinte años fue líder de los populares andaluces y quien estuvo cerca de alcanzar San Telmo cuando ganó las elecciones en 2012, algo que impidió la coalición de izquierdas PSOE-IU.
Unos años después de aquello, es el PSOE el que gana las elecciones, también con el peor resultado en su historia, pero la mayoría que suma el PP con dos partidos nuevos de la derecha, Cs y Vox, nos le permitirá gobernar.
La etapa que ahora se cierra de casi cuatro décadas tendrá sus luces y sombras cuando se analice con distancia, de momento el panorama se presenta como un escenario en el que el PP ha firmado un pacto con Cs y VOX y en el que las dos fuerzas de derecha necesitan a la extrema derecha para poder gobernar, algo que nos da pistas claras de por dónde caminará el parlamento andaluz durante los próximos años.
El análisis como decía más arriba corresponderá hacerlo cuando pasen algunos años para verlo todo con distancia, sin embargo y para ser justos es necesario añadir que la Andalucía de los 80 nada tiene que ver con la de ahora.
La Andalucía que hereda el PP también aporta otras cifras a pesar de los recortes del gobierno de Susana Díaz, como que se haya pasado de 233 a 1.515 centros sanitarios, 49 hospitales públicos y diez universidades o que el analfabetismo no exista, eso en el HABER, en el DEBE cifras que reflejan problemas estructurales sin resolver: Tasa de paro de más del 22% de la población activa o que el peso relativo de Andalucía en el PIB nacional apenas haya variado, del 12,8% en 1980 al 13,3% en 2018.
La importancia del ciclo que se cierra va más allá de la gestión que el PSOE ha realizado en Andalucía tiene que ver con el propio PSOE, para el que Andalucía ha sido su gran bastión, sin olvidar que andaluces han sido los dos más destacados líderes del PSOE, Felipe González y Alfonso Guerra.
El PSOE gana las primeras elecciones generales en octubre de 1982, solo seis meses después de las andaluzas que inauguran la etapa autonómica. El protagonismo del PSOE andaluz persiste, gracias a su poder en la Junta de Andalucía, en las etapas posteriores a Felipe González a pesar de apostar en contra de los ganadores de los congresos, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, la Federación mantuvo su peso en la dirección nacional, incluso en el primer tiempo de Pedro Sánchez.
Todos los presidentes y presidenta del partido han sido andaluces a excepción de la actual presidenta, Cristina Narbona.
Breve Historia del PSOE en Andalucía
Sólo conociendo todos los datos se puede comprender que los cambios a Andalucía llegaron más tarde que al resto de España.
Manuel Chaves, Secretario General del PSOE-A desde 1994, dejó el cargo en 2010, la sucesión planeada desde Ferraz en favor de Griñán fue un fracaso que fracturó al partido en dos en Andalucía y con esta fractura abierta, ascendió una generación de militantes sin ninguna experiencia profesional y curtidos en las luchas internas en las Juventudes Socialistas de Andalucía.
Y fue así como Susana Díaz accedió al poder, sin pasar por las urnas y creó un modelo de mando en Andalucía distinto al de sus antecesores, un modelo absolutista que impidió cualquier tipo de crítica interna sobre ella o su gestión.
Sus aspiraciones de conquistar Ferraz, como candidata del aparato provocaron el golpe que acabó con la dimisión de Pedro Sánchez, siendo vista por los militantes del PSOE como la responsable de tan vergonzoso episodio en la historia de un partido con 140 años a sus espaldas. La frase “Lo quiero muerto hoy” pronunciada por Díaz a la presidenta de Baleares junto a la retransmisión del comité del día 1 de octubre en TV en el que Sánchez presentó su dimisión, fueron una crónica anunciada de lo que pasaría a partir de ese momento.
El resto, es de sobras conocido, perdió las primarias ante un candidato que no apoyó ningún aparato del partido ni medio de comunicación, sólo la militancia, algo que precipitó la derrota del 2D, cuyas causas son indudablemente múltiples.
Lo paradójico es que el análisis que hace Díaz sobre la pérdida de la Junta se debe “a la incomprensión de parte de su electorado de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa con el apoyo de los independentistas catalanes”, resulta poco serio, porque ella como líder del PSOE andaluz representaba desde el primer momento la antítesis de estas políticas. Los electores no identificaban a Díaz en ningún momento con una postura favorable a los nacionalistas catalanes, sino justo con la posición contraria.
Su hundimiento en Andalucía, una tierra que no le importó abandonar para pelear por un sillón en Ferraz, es responsabilidad exclusivamente suya y es necesario e incluso sano, asumir en primera persona un fracaso político histórico porque a pesar de haber ganado las elecciones en Andalucía, ha perdido 14 escaños y ha perdido la Junta, eso son datos objetivos.
El resultado es que es el PSOE de Susana Díaz el que pierde la Junta, no el PSOE de Sánchez, aunque PP y Cs tenían muy claro que sacar a los socialistas de San Telmo era asestarle al presidente una estocada con la vista en la Moncloa.
La cuestión ahora para el PSOE andaluz es qué va a pasar tras la salida de San Telmo y si esto significa, como señaló Ferraz, el punto de partida para abrir el debate sobre el liderazgo del partido en Andalucía.
A pesar de la pérdida de la Junta, el PSOE cuenta con 448 alcaldías en Andalucía de los 786 municipios y claro el temor a que se repita la triple alianza de la derecha que le ha desalojado de la Junta crece entre los alcaldes, entre ellos capitales como Sevilla y Córdoba. Muchos de ellos, han hecho llegar a algunos dirigentes de Andalucía e incluso a Ferraz, el temor a que Díaz reste más que sume.
Díaz intenta resistir y prepararse para una guerra civil que puede terminar de destrozar al PSOE y que la puede llevar a morir políticamente hablando intentando arrastrar a Pedro Sánchez; cualquier movimiento que realice la dirección, no será fácil e incluso puede acabar con el PSOE porque si Sánchez pierde la Moncloa, los socialistas quedarían condenados a la oposición y entonces, la pérdida de la Junta de Andalucía se convertiría en el legado político de Susana Díaz, algo muy difícil de asumir.
María Iglesias Domínguez- Periodista